Por Luis Alejandro Rizzi.-

Era obvio que hay dos formas de quedar al desnudo.

Una es el “nudismo”, “práctica de mostrarse completamente desnudo en público, especialmente por considerar que la desnudez completa es conveniente para un perfecto equilibrio físico y mental”, según la primera acepción de la palabra en el diccionario de la RAE.

En este supuesto, la “desnudez” es voluntaria, responde a una concepción de vida y de la sexualidad en especial, como un don del ser humano.

La sexualidad no es pecaminosa por sí misma, como parece serlo para algunas religiones.

Para el cristianismo, la virginidad de María sería símbolo de pureza, preservada de la sexualidad, que extremando el razonamiento es una consecuencia de la desobediencia de Adán.

Antes la desnudez era virtuosa porque no existía la sexualidad.

La otra forma de quedar desnudo es la del famoso cuento en la que el Rey andaba desnudo creyendo que lucía mágicas vestiduras, hasta que la inocencia y sana ingenuidad de una criatura osó decir “el rey está desnudo”.

Es bueno imaginar ese momento cuando una persona, creyéndose portadora de virtudes y de cualidades providenciales, es señalada en público por su hipocresía y cinismo, por el uso de varios disfraces convirtiendo su vida en un carnaval, que es una de las manifestaciones del engaño.

Fueron varios los hechos que se sucedieron, probablemente sabiamente administrados por las “verdaderas fuerzas del cielo” en el tiempo, para mostrarnos la real calaña del gobierno de Milei y el arcano arcón de mentiras que se fue develando de modo minucioso y en continuado desde el caso $LIBRA a la fecha.

Al mejor modo de Maduro, Milei, en vez de adelantar la navidad, prolongó su propio carnaval, hasta que alguien descubrió que los diferentes disfraces estaban unidos con frágiles alfileres.

Ahora todos usamos el dedo índice para acusar; unos para esconder su anterior complicidad, como la cámara de diputados, que nunca trató el DNU 70 y ahora se exhibe como vestal republicana, y otros, para cubrir sus propios vicios y pecados.

El verdadero dedo índice acusador es el de la transparencia, la decencia y la idoneidad, que va dirigido con la precisión de una flecha al centro existencial del gobierno, cuyo blanco es tan amplio que se podría atinarle de espaldas.

Éste es el presente argentino, o en verdad nuestro pasado y presente. Estamos en una ciénaga o, si se prefiere, en un estado de sepsis aguda.

Lo paradójico es que quienes nos llevaron a este presente ahora pretenden convertirse en salvadores, los famosos lobos vestidos de ovejas.

En esa dirigencia, incluyo a los “K”, a los “Macri”, a los JxC, y a los “Milei” les queda una sola posibilidad, admitir su responsabilidad públicamente y viajar a un voluntario destierro.

No tiene sentido juzgar hoy el pasado; dejémoslo a la historia, que lo explicaría mejor con la perspectiva que da el paso del tiempo; hacerlo ahora sería perder el tiempo, porque ni el juez más sabio nos podría devolver el tiempo perdido.

Aparece una nueva generación de políticos, dejemos que de una buena vez propongan modificar el futuro, no el pasado, que por otra parte es inmodificable.

P.d.: Espert ya renunció, deben seguir muchos más.

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