Por Jorge Augusto Cardoso.-

El 6 del corriente, la sociedad argentina, entre sorprendida, azorada y avergonzada, aun sin quererlo, a través de los medios de comunicación, participó o se enteró de los hits que el presidente, devenido en showman, ofreció a miles de sus seguidores. Toda una fiesta, por cierto, para festejar lo que ese grupo supone: el éxito de la gestión de gobierno. El psicólogo y filósofo austríaco Paul Watzlavick nos alerta al respecto al afirmar que la manera más peligrosa de engañarse a sí mismo es creer que existe una sola realidad; pues no hay una única realidad absoluta, sino múltiples realidades que son el resultado de cómo interpretamos el mundo, lo que significa que lo que es real para una persona, un grupo, puede no serlo para otros. La realidad en la que se encuentran viviendo muchos argentinos lejos está de festejos y algarabía. En ellos debió pensar el presidente y solidarizarse con austeridad y empatía. En la Francia de Luis XVI, Versalles era una fiesta continua, mientras el pueblo sufría… y devino el escarmiento.

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