Por Luis Alejandro Rizzi.-
Es lo que plantea Thomas Friedman en una nota que reprodujeron en nuestro medio el excelente portal “Infobae” y el diario “La Nación”.
“Aunque suene un poco raro, me pareció el nombre perfecto para esta nueva época, donde gracias a los teléfonos inteligentes, las computadoras y la conectividad omnipresente, cada persona y cada máquina tiene cada vez más voz y capacidad para influir en los demás y en el planeta a una velocidad y escala antes inimaginables.
Así que bienvenidos al “Policeno”, que es el nombre que propone para esta supuesta “nueva era”.
Sustenta su idea en que estaríamos yendo hacia la “inteligencia artificial general polimática”, el cambio climático se precipita en una “policrisis”, la geopolítica evoluciona hacia alineamientos “policéntricos” y “poliamorosos”, el comercio, antes binario, se dispersa en redes de suministro “polieconómicas”, y nuestras sociedades se diversifican en mosaicos cada vez más “polimórficos”.
El mundo iría en dirección contraria a la globalización, más bien a una fragmentación, que paradojalmente es también “globalizante”.
A la globalización se llega ordenadamente por la integración, el “multilateralismo” o desordenadamente por el “polimultilateralismo”, esta última parece ser la opción en trámite.
En verdad las “eras” son lapsos en los que “ex post” se divide la historia, para focalizar su estudio, pero la “era” de la humanidad es siempre contemporánea y vivimos como podemos en el tiempo “presente”.
Parece muy jactancioso decir que está empezando una “nueva era”; por lo menos no somos nosotros quienes debemos proclamarlo.
Hoy nos toca vivir este mundo que alcanzó este rango de desarrollo tecnológico y de conflictividad, con medios muchos más peligrosos que las piedras y espadas de antaño.
La realidad es que no sólo corremos el riesgo de la fatalidad por el poder, diría “diabólico”, de las armas sino también por la desaprensión por el medio ambiente, que es mucho más grave, y parece ser una tarea diaria de destrucción “pacífica”, que pretendemos ideologizar.
La enseñanza que nos deja la historia es que el fundamento del imperio romano, nacimiento desarrollo y caída, fue inicialmente un proceso cultural heredado de los griegos, como lo explicó Ortega.
En la medida que el poder político se “desculturizó”, comenzó la decadencia.
Una decadencia que no provocó el fin del mundo, porque careció de la tecnología adecuada…
Hoy la tenemos, no sólo para la guerra, sería el mal menor, sino por el mal trato al medio ambiente. Otra paradoja, en la medida que la tecnología médica extiende la expectativa de vida, con la misma velocidad estamos acelerando el fin de la vida.
Parece fatal, la tecnología y la inteligencia “polimática” ya han sustituido a la cultura, a la que parece que hemos renunciado.
Elegimos ser los “sabios bárbaros” de Ortega, que es la capacidad de hacer del vicio virtud.
Si lo pensamos fríamente, nuestra realidad es temporal o ¿alguien cree que deberíamos ser eternos?, pregunta borgiana…
Bienvenido “Policeno”, quizás sea el mejor título para un epílogo.
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