Por Luis Alejandro Rizzi.-
Es sabido que hay cuatro sistemas o modelos económicos: países desarrollados, en desarrollo, Japón y Argentina, como dijo Simón Kuznets.
La referencia a Argentina es porque lo consideraba un país fracasado.
El fracaso o el éxito depende contra qué se compara y con qué patrón lo medimos y los resultados nos pueden sorprender.
Admito que hasta hace poco tiempo -ayer- yo militaba y compartía la hipótesis de “país fracasado”, pero cuando cambié de posición y me puse a observar el país desde ese imaginario y real “Aleph”, empecé a dudar si realmente “somos un fracaso”.
Me ayudó a repensar Ignacio Zuleta y hoy no creo que la Argentina haya fracasado; más bien habría que distinguir entre ese límite que marcó Ortega entro lo que se es, lo que se puede ser y lo que uno cree que “debería ser”.
Si creemos que Argentina debiera ser otra cosa, obviamente nos sentiríamos fracasados, porque no se logró lo que uno creía o se creía que “deberíamos ser”.
Lo que “se debería ser” no es más que una utopía distópica, hasta podría ser un sofisma.
Desde el “Aleph” veo más bien, un país muy generoso que, como dice Zuleta, “importó e importa pobreza” sin discriminación alguna facilitando acceso gratuito a la educación y salud, de buena calidad, en igualdad de condiciones que a los propios argentinos.
Esta actitud tiene doble mérito, porque hay países vecinos que no tienen esa generosidad o reciprocidad, más que por mala voluntad, por carencia de recursos.
Ésta es nuestra forma de ser, somos generosos.
También dice Zuleta que no exportamos “pobres” y, si bien hay argentinos que emigran, es una minoría, son también muchos los que regresan, por la sencilla razón de que no se vive fácil en ningún lugar del mundo.
Si nos calificamos y se nos califica desde la perspectiva de una escala de valores clásicos de nuestra cultura, no somos un país fracasado. Hemos hecho práctica de las virtudes y de la caridad y de apuntar a conformar una sociedad nosística, que no discrimina, por raza, religión, color de piel, origen o situación social.
Lo que no quiere decir que no tengamos conflictos complicados algunos, simples otros.
Para terminar esta primera parte, parecería que estamos intentado recortar esta virtud de la generosidad, porque la estamos ponderando desde valores económicos y no culturales.
La doctrina liberal, no quiero caer en el “ismo”, del liberalismo ni en el “ario”, de los “libertarios”, porque son deformaciones degeneradas de virtudes, liberales y cultuales.
John Rawls, si bien ha merecido críticas sobre su teoría de la justicia, el principio de la diferencia y el óptimo de Pareto, tienen casi el valor de un dogma humano que dice: “Las desigualdades sociales y económicas sólo son admisibles, si beneficia a los segmentos sociales menos favorecidos”, o que no se debe mejorar la situación de algunos, si ello perjudica, aunque sea uno solo”.
Sería bueno que la mayoría de las fortunas argentinas pudieran justificar su origen, para empezar.
Esta saga de las “Fronteras de la vida” y este viejo “Furgón”, tiene esa finalidad, ver que todo en la vida tiene otro lado, no necesariamente oculto y obliga a reflexionar y a rectificar conceptos y sobre todo ponderando el sistema cultural que se sustenta en valores éticos y morales, hoy carentes de valor económico.
Si hubiera una bolsa de valores morales universales, la mayoría estaría en quiebra ilevantable.
Desde ya lo anticipo, no creo que la Argentina sea un país fracasado, Kuznets, pienso, se equivocó, lo que no quita que comentamos errores, algunos garrafales y que tengamos que cambiar muchos de nuestros usos, de los que sigo siendo crítico.
01/11/2025 a las 1:18 PM
Los que fracasan son los gobernantes, que se postulan para gobernar y no están preparados para hacerlo.