Por Carlos Tórtora.-

La partición del PJ bonaerense en dos bandos enfrentados por la conducción partidaria, que se elegirá el próximo 17 de diciembre, está provocando no sólo un realineamiento de dirigentes sino una nueva distribución de poder. En una audaz maniobra que incluyó la captación de muchos intendentes K, las buenas relaciones con María Eugenia Vidal y una tregua con CFK, el intendente de Merlo Gustavo Menéndez logró ocupar el centro del ring y sumar al grueso de los jefes comunales del PJ. Esto fue a expensas de un Fernando Espinoza encaprichado en mantener la presidencia del Partido pero cada vez más distanciado de sus colegas K. El resultado va quedando a la vista: Espinoza perdió la mayor parte de los intendentes que lo seguían y hasta la que sería su actual pareja, Verónica Magario, que gobierna La Matanza, no estaría muy convencida de ir a la interna contra Menéndez y los suyos. Así que hasta el intendente insignia de La Cámpora, Francisco Durañona (Areco) terminó arrimándose al menendismo. Un caso clave es el de Julio Pereira, el veterano gobernante de Florencio Varela, que fue alejándose en puntas de pie de Espinoza y Magario para integrarse a un nuevo esquema de poder, acompañado por Carlos Kunkel, su operador “Chicho” Basile y Graciela Giannettasio.

Pereira fue electo este año diputado provincial y asumiría como presidente del bloque del PJ. Esto vendría ensamblado con un pacto con el intendente lomense Martín Insaurralde, que pretende ser el próximo candidato a gobernador, para lo cual le dejaría el manejo partidario a Menéndez. Un hombre de la estrecha confianza de Insaurralde, Federico Otermín, pasaría a ser el futuro vice segundo de la cámara baja y de ese modo la nueva liga de intendentes controlaría la misma y sería la garante de la gobernabilidad provincial. Insaurralde parece arrastrar también al jefe comunal de Almirante Brown, Mariano Cascallares. Como es sabido, el PJ de Lomas de Zamora -del cual surgió el duhaldismo- siempre tuvo la pretensión de discutir la hegemonía de La Matanza.

Así es que el eje Merlo-Lomas de Zamora-Florencio Varela empieza a jaquear a un Espinoza en retirada que por ahora sigue sumando a Patricio Mussi (Berazategui), Mario Secco (Ensenada) y Jorge Ferraresi (Avellaneda). Por su parte, Walter Festa (Moreno), después de mucho ir y venir, se quedaría con Menéndez junto a Leonardo Nardini (Malvinas), Gabriel Sujarchuk (Escobar) y Fernando Grey (Esteban Echeverría), que aparece como candidato a vicepresidente del PJ detrás del líder de Merlo.

Ganadores y perdedores

Así las cosas, el ultracristinismo se va quedando con cada vez menos poder territorial y atrincherado con un grupo de dirigentes de La Cámpora, con Wado de Pedro a la cabeza, que se manejan en la superestructura. CFK, al tanto de que bendecir a Espinoza podría serle fatal, ya dice que es prescindente en la interna y habla bien de Menéndez e Insaurralde, admitiendo implícitamente que su poder se está licuando.

El otro gran perdedor de esta recomposición es Sergio Massa, que para disimular la pérdida de su poder territorial habla de dedicarse un tiempo a la consultoría. El intendente de su pago chico Tigre, Julio Zamora, ya se plegó a Menéndez. Hasta ahora, y salvo que cambie la tendencia, hay dos claros perdedores que son Espinoza y Massa y dos emergentes que se van consolidando, Menéndez e Insaurralde. La ex presidente, golpeada y en retirada, intenta esquivar a su principal enemigo, el paso del tiempo, que la va a alejando poco a poco del poder.

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