Por Paul Battistón.-

Casi que carece de gracia cuando un economista pretende ser gracioso; la incertidumbre es algo con lo que no se bromea. Las dificultades de Fausto Spotorno para explicar los inconvenientes del gobierno dentro de los números correctos de una economía encaminada en la dirección lógica desembocaron en el camino inevitable de la pregunta cable a tierra de toda cuestión económica de estos lares, el valor del dólar. Situación desdeñada por Spotorno a una importancia muy secundaria en el marco de la actual macro ordenada y para reafirmarlo indicó que personalmente no sería su gusto apostar a la divisa para una inversión de muy corto plazo pero sí apostar a otro tipo de inversiones a largo plazo. La repregunta llegó directamente desde la curiosidad. ¿Cuánto es un largo plazo? La medida de un año respondida por el economista alarmó e intrigó al panel (alguno esperaba una respuesta de 5 años por lo menos). La energía, las tecnologías avanzadas, los minerales raros, la elaboración de chips, todo ronda al desarrollo de IA y no sabemos si en 5 años quizás llegue Terminator. El intento de humorada de Spotorno (si lo fue) causó sonrisas sólo de estupor. El intento de reemplazo de respuesta por remate dejó una indirecta respuesta de incertidumbre y el motor de la misma fue el cambio en la percepción de los tiempos donde lo imposible comienza a ser visto como probable.

Mientras tanto, en paralelo, en el lado idiota de la razón, desde la intrascendencia de una nota de relleno, Victoria Donda dejaba una frase para el absurdo revelador de las escalas de valor invertidas: “China liberó al Tibet de su libertad”. ¿Cómo no debería uno sentirse agradecido de alguien que le quite el peso de la responsabilidad de ser libre? La ironía puede dejar de serlo si tomamos a un cubano sumergido durante 50 años en su régimen revolucionario y sin posibilidades serias ya de subsistir sin el mismo. ¿Qué libertad tendría el Tíbet sin este gran favor chino? ¿La de estar sometido a un régimen teocrático estricto?

China ha mirado hacia la nada misma cuando su ¿aliado? Irán fue atacado por órdenes de Trump. Quizás una coincidencia o una correlación con lo de Tíbet. La fe no ha sido un elemento en el que el comunismo (o los regímenes derivados de él) confíen como guía de una nación. Nada de teocracias irracionales, el control es para el poder político (o del partido), no para el más allá cedido a través de la fe.

La incertidumbre engendrada por el vértigo aún no descifrado y la espalda dada por las potencias a los fanatismos extremos o religiosos podrían ser los frenos circunstanciales que momentáneamente nos mantienen en una pieza.

¿Qué ha mantenido al planeta libre de una nueva guerra global durante 80 años? Simplemente un complicado esfuerzo para vedar que participantes peligrosos tengan la posibilidad de alcanzar ciertas tecnologías. Pero la corrección política y la mirada complaciente cultivada por la ola progresista finalmente dio su mal resultado y uno de los más afinados hijosdeputa del planeta alcanzó lo que en otras condiciones quizás no hubiera podido. Kim-Jong-Un tiene instrumentos para tocar en el concierto de la devastación y si faltaba algo más, la potencia cuyo arsenal fue equilibrio para convencer de la conveniencia del lado frío de una guerra comienza a ser cooptada por el desequilibrio de su mandamás como en algún corto momento lo fue con la insania de Brezhnev.

La espalda de China a Irán (salvo en las cuestiones comerciales) y el recurrente esfuerzo de Trump por sentar a Putin en una mesa de negociación indican la preferencia momentánea de ambas potencias en pugna de una contienda de conquistas tecnológicas y económicas.

¿Qué sería necesario evitar para que algún elemento singular acerque el peligro de una ignición global? Nuevamente la tecnología en manos inadecuadas.

La ironía surgida del largo plazo medido por Fausto Spotorno podría ser demostrativa no sólo de la aceleración de los cambios sino también de la aceleración en la creación de nuevos peligros. En apenas un año la IA pasó de ser la gran novedad que nos deslumbró, a una herramienta imprescindible, a un copartícipe y por último a algo superior (aun sin calificativo preciso). El hito fue rápidamente emulado por China a la que nada se le puede vedar (posiblemente esté vedando conocimientos a occidente). El émulo chino se desarrolla sin barreras occidentalmente éticas.

¿Qué haría un Kim-Jong-Un con esa herramienta a la que ningún encriptado o resolución se le puede resistir? Alguna vez estuvo en sus delirios regar el mundo con dólares falsos y los ciberataques desde dentro de las fronteras de Corea del Norte son una realidad con historia. El escenario de un gran crash sería su gran logro que lo haría sentir sentado en el control de Kaos o quizás convertido en un Dr. No sometiendo al imperio enemigo. La difusión de sus apariciones teatrales como líder delatan esa predilección.

Quizás ya estemos en el momento donde un año es largo plazo, no estaría llegando Terminator pero puede que sí el riesgo de nuevas elevadísimas tecnologías críticas en manos inadecuadas.

Podríamos estar a pasos de un nuevo fenómeno de colapso económico con la desaparición repentina de moneda o de un signo monetario entero. También ante una caída de confianza tecnológica provocando una intra devaluación monetaria con el rechazo de su uso virtual y desesperada búsqueda repentina de lo físico.

Fue necesaria una impensada mesa donde EEUU compartió poder con Stalin para enfrentar a un desquiciado mayor. Trump y Xi Jinping, más allá de sus posiciones antagónicas, parecen tener la cordura de limitarse a una feroz carrera por sobre enfrentamientos de otra índole y han dado señales de trabajar para limitar conflictos colaterales. Deberían asegurarse de que la carrera por las conquistas tecnológicas no tenga filtraciones inadecuadas.

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