Por Carlos Tórtora.-

El gobierno está sufriendo a diario una de sus peores derrotas estratégicas. El plan maestro de Javier Milei pasaba por llegar a las elecciones de octubre en un clima social de franca mejoría económica y con una inflación próxima al 1%. Lo segundo no estaría lográndose porque todo indica que volveremos al 2%. Pero lo primero está cada vez más lejos: la reducción del consumo y la caída de la actividad económica no se detienen y ahora el desempleo marcha hacia los dos dígitos. El año pasado el gobierno se excusó por la falta de reactivación argumentando que el Congreso había demorado la sanción de la Ley Bases. Este año, las excusas cambiaron para girar en torno a la postergación del acuerdo con el FMI. Ahora, después del acuerdo, Milei se quedó sencillamente sin excusas. Intenta entonces polarizar a la sociedad planteando que la victoria libertaria sobre el kirchnerismo es la clave para que el país salga adelante.

La demonización del peronismo parece ser el último recurso presidencial para disimular lo que es obvio: que está cerca de cumplir la mitad de su mandato, que el achicamiento del Estado y las desregulaciones no generaron ninguna ola de inversiones y que el ajuste sin fin pasó a ser el único ideario del oficialismo.

Así es que, a dos meses de la primera elección clave del año, la del 7 de septiembre en Buenos Aires, la única chance de ganar que tiene LLA es apropiarse de todos los votos antiperonistas, con la expectativa de que estos sean mayoría. Hay un factor nuevo que gravita y mucho en los procesos electorales. Se trata del ausentismo electoral, que en promedio alcanza al 50% del padrón de votantes. Sin duda que la prédica antipolítica del gobierno contribuyó en parte a que mucha gente deje de ir a votar. Pero el análisis de las elecciones provinciales indica que LLA no creció como se esperaba en ninguna provincia. La excepción es la Capital, que es justamente el único distrito compuesto casi totalmente por clase media.

Escala el riesgo

A la luz de los últimos acontecimientos, la posibilidad de una crisis financiera y cambiaria ya no es sólo postelectoral. La desconfianza de los mercados va en aumento y esto se agudizó a partir del lunes negro de la semana pasada, con el documento del JP Morgan aconsejando desinvertir en la Argentina hasta ver qué pasa en octubre y el fallo de Loretta Preska sobre YPF. Si las encuestas y el humor colectivo empezaran a imponer que los libertarios perderán primero en septiembre y después en octubre, podría iniciarse un tembladeral en los mercados en las próximas semanas, lo que a su vez se revertiría en una mayor fragilidad política. La catarata imparable de insultos y agresiones que descarga a diario Milei parecen confirmar que advertiría estar en un callejón sin salida.

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