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"Juzgo imposible describir las cosas contemporáneas sin ofender a muchos". Maquiavelo

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En la retirada, más disparos sobre la Justicia

Por Jorge Raventos.-

Miembro subrogante del tribunal de Casación que debía fallar sobre la inconstitucionalidad del acuerdo con Irán que suscribió el gobierno de la señora de Kirchner referido a la investigación del atentado terrorista en la sede de AMIA, el juez Luis María Cabral fue vertiginosamente desplazado de su cargo por la mayoría oficialista del Consejo de la Magistratura, que lo sustituyó por un abogado de simpatías K.

Que le corten la cabeza

Con el voto de Cabral -antes de su abrupto desalojo-, Casación había decidido, un mes atrás, que el juez Claudio Bonadío continúe investigando por lavado de dinero a la firma Hotesur, de la familia Kirchner, y al empresario Lázaro Báez.

Quizás Cabral debería considerarse afortunado: está vivo y podrá apelar su sustitución, que él define como “ilegal e inconstitucional”. El Consejo de la Magistratura tiene atribuciones para designar subrogantes, pero la ley no lo autoriza a reemplazar a gusto un subrogante por otro: Cabral fue designado hasta tanto se designe un juez titular para cubrir el cargo en el que él actúa vicariamente. El Consejo no puede remover caprichosamente a un subrogante porque a su mayoría circunstancial no le plazca el contenido de sus fallos.

El desalojo intempestivo del doctor Cabral ha provocado una reacción inmediata en ámbitos de la Justicia (que preparan una movilización para el 14 de julio) y en sectores de la cultura, empresariales y políticos, que llegaron a comparar la sanción contra el juez con un golpe militar. La DAIA y la AMIA reclamaron que sea Cabral (y no el sustituto digitado por el Consejo de la Magistratura) el que participe en la decisión sobre la inconstitucionalidad del acuerdo con Irán.

¿Tendrá esta seguidilla de reclamos y de acciones legales un resultado positivo, análogo al que en su momento promovió la restitución del fiscal José María Campagnoli?

Después del caso Nisman

El oficialismo no parece haber temido las reacciones negativas ni creer que ellas afecten sus posibilidades en el proceso electoral en curso: se mueve con tranquilidad después de haber logrado desactivar las enormes movilizaciones que pedían justicia por la muerte del fiscal Alberto Nisman y de haber hundido su investigación sobre encubrimiento del atentado contra AMIA en el juzgado del doctor Daniel Rafecas.

El recurso que el juez Cabral presentará el lunes debe aplicarse ante la jurisdicción contencioso-administrativa, quizás la rama judicial tradicionalmente más permeable a los deseos del gobierno. Será interesante observar el trámite que le otorgan al planteo del juez desplazado; probablemente sirva como termómetro de las reacciones que el fin de ciclo suscita en diferentes esferas de Tribunales.

El ataque a un magistrado que no se ha dejado manejar como marioneta y cuya opinión pesa en asuntos que afligen al gobierno, más allá de lo que implica en el orden institucional, incrementa el riesgo de acentuar rasgos contraproducentes de la oposición política y periodística, la recaída en una mirada conspirativa que atribuye sistemáticamente al gobierno una meticulosa planificación de operaciones urdidas con omnipotencia y malicia.

Queda claro el deseo indudable y manifiesto del oficialismo de conservar la mayor cuota posible de poder una vez concluido el actual ciclo, pero de allí no necesariamente se infiere que los anhelos lleguen a convertirse en realidad, ni tampoco que todas las maniobras sospechadas o denunciadas sean verídicas.

Lucidez o paranoia

Cada vez que los hechos desmienten esa suspicacia confabulatoria, quienes la difunden quedan heridos y se beneficia, momentáneamente al menos, el gobierno.

Por caso: se aseguró que la señora de Kirchner buscaría defenderse tras los fueros de algún cargo electivo -desde una banca en el Parlasur hasta la gobernación de la Provincia de Buenos Aires- y, finalmente, la Presidente no figuró en ninguna lista de candidatos. Esa conducta -que, por otra parte, no se diferencia de la de otros presidentes salientes- terminó dignificada por las sospechas previas.

Las interpretaciones más malévolas sobre un posible triunfo de la fórmula presidencial oficialista aseveraron que Daniel Scioli quedará reducido a mascarón de proa de un gobierno en las sombras conducido por la señora de Kirchner desde Calafate, operado por Carlos Zannini desde el Senado y por Máximo K. desde la Cámara Baja y apoyado por la Inteligencia y la fuerza que comandaría el general César Milani.

Esos amores terminaron, parafraseando a Discépolo, ahogados en la sopa: Milani renunció (“por motivos estrictamente personales”) y resultó que mantenía un diálogo fluido con el gobernador bonaerense y, en cambio, habría mantenido una pelea enconada con Zannini porque el general también conversaba con cordobeses interdictos en la Casa Rosada.

Algunos observadores, políticos y analistas harían bien en leer la realidad como aconsejó Tácito: sine ira et studio, es decir, con objetividad y sin rencor. Y también sin nostalgia anticipada. En la España postfranquista, durante la transición, los viejos opositores del caudillo solían confesar: “Contra Franco éramos más felices”. ¿Ocurre en la Argentina que un contingente de la vida pública se inquieta o se desconcierta desde ya con los grises, las negociaciones y las ambigüedades que promete la etapa postkirchnerista y sólo pueden concebir (o quizás prefieren) el maniqueísmo confrontativo del ciclo que expira, cualquiera sea el polo de la dualidad en que se ubiquen?

Por momentos, invocando principios republicanos, algunos de esos puntos de vista cuestionaron en estos años la extrema concentración de poder en el Ejecutivo. Últimamente, imaginando que el actual oficialismo tendrá una fuerza decisiva en el Congreso (¿por comparación con qué?), comienza a dibujarse con tintes luctuosos una especie de dualidad de poder y a pintarse el peligro de un parlamentarismo invasivo. Al kirchnerismo no le resultará difícil, si ese fuera el juego, utilizar argumentos extraídos de los textos y razonamientos institucionalistas escritos por estos adversarios durante estos años.

Es que el debate real no debería enturbiarse con teorías conspirativas, ni con chicanas, argucias o embelecos de institucionalismo ideológico, sino aferrarse a los hechos y las necesidades del país y la sociedad nacional.

La lección del pastor mentiroso

El ciclo K concluye. Para encarar los cambios de rumbo indispensables y aun para perfeccionar y profundizar algunos de los logros de esta década larga, el ciclo que viene no necesita un poder más débil, sino un poder fuerte.

Fuerte significa: con fluidos vasos comunicantes con el conjunto de la sociedad, particularmente sus sectores más dinámicos; con las provincias; con una opinión pública activa y participativa; con el conjunto de los partidos políticos; con las instituciones de la Constitución y con las de la sociedad civil.

Una cosa es rechazar con firmeza-venga de quien venga- cada intento de avasallar derechos o imponer arbitrariedades. Otra, distinta y si se quiere opuesta, es convertirse en un complotador al revés, comprar la ideología conspirativa desde el costado del victimismo.

Se trata de apostar a la fuerza de una sociedad plural solidaria, unida y participativa. Construir defensas fuertes frente a los peligros reales, no sembrar alarmas sobre peligros imaginarios. Como en el cuento del pastor mentiroso, gritar en vano que viene el lobo vuelve más vulnerables a los corderos.

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3 comentarios en «En la retirada, más disparos sobre la Justicia»

  • En tu lenta agonia , unas horas antes de partir al infierno ; y no falta mucho , te aparecera esta imagen.

    Quizas ya a partir de esta noche no te deje dormir.

    Pero no hay que esperar a que te mueras , porque te vas a morir muy pronto ,..y como una rata.

    Todo lo vas apagar aca abajo y cuando termines de pagar , recien ahi , te vas a morir.

    Ahhh , y la mortaja no tiene bolsillos.

    Respuesta
  • MAKIAVELIKA JUGADA PARA DEJAR AFUERA DE CIRCULACION AL JUEZ CABRAL…..AEROLINEAS ARGENZUELA FUE EL ARMA USADA….!!!!

    Joaquín Morales Solá cuenta una historia terrible en el diario La Nación sobre cómo se desplazó de una sala de la Cámara de Casación al juez Luis Cabral:

    LA NACION-28-06-15-

    «Era una mañana de sol en Resistencia. Ni una nube estropeaba el cielo diáfano el jueves pasado. Sin embargo, un avión de Aerolíneas Argentinas, que debía salir a las 8, comenzó una larga demora por las «condiciones meteorológicas». A las 9, el aeropuerto quedó en condiciones de operar. El avión seguía cerrado a cal y canto. No estaban los pilotos ni las azafatas. En el aeropuerto, el diputado nacional del radicalismo Gustavo Valdés comenzó a tuitear: «¿Dónde está el piloto?» Los pilotos habían recibido órdenes de la compañía de no abandonar el hotel de Resistencia, donde pasaron la noche. Valdés es miembro del Consejo de la Magistratura, por su partido, y había sido convocado a las 17 del día anterior a un plenario extraordinario para ese jueves, a las 12.

    Desesperado, Valdés buscó un testigo. Lo encontró en el encargado del bar del aeropuerto, que nunca terminó de entender qué le decía. «Si hoy lo sacan al juez Cabral, usted debe ser testigo de que a mí me retuvieron aquí», le suplicó. (…)

    Luis María Cabral era juez sub-rogante de la Sala I de la Cámara de Casación Penal, que debía divulgar el martes la sentencia sobre la constitucionalidad del tratado con Irán. Cabral fue apartado de esa Cámara el jueves en un trámite exprés por la mayoría simple y kirchnerista del Consejo de la Magistratura.

    Cabral y otro juez de esa cámara, Juan Carlos Gemigniani, habían adelantado que ellos consideraban inconstitucional el pacto con los iraníes. El tribunal tiene tres jueces (la tercera es la jueza Ana María Figueroa, presidenta de la sala y cercana al oficialismo), número que convierte a aquellos dos en mayoría.

    (…) Cabral fue apartado por siete votos contra cuatro en el Consejo de la Magistratura. Faltaban los dos de procedencia política, que representan a los bloques más importantes de la oposición. Esos representantes son el senador radical Ángel Rozas y el propio Valdés. Rozas estaba en Nueva York, confiado en un acuerdo político con los kirchneristas del Consejo de la Magistratura según el cual no se trataría nada importante antes del 2 de julio. Además, la próxima reunión plenaria ordinaria del Consejo estaba convocada para el 18 de julio.

    (…) Con Rozas y Valdés el resultado habría sido igualmente perdidoso para los no oficialistas, pero no es lo mismo siete a seis que siete a cuatro. (…)

    Versiones seguras confirmaron que fue Carlos Zannini (flamante candidato a vicepresidente de Daniel Scioli) el que imaginó una ingeniería a dos bandas: la causa judicial por el tratado con Irán fue asfixiada desde el Consejo de la Magistratura y desde la propia Cámara de Casación. (…)

    El tratado con Irán será seguramente revisado por otra sala de Casación. La propia jueza Figueroa promovió siempre que ese expediente volviera a la Sala II, su sala original. Desbaratado el tribunal que la tenía a consideración, es probable que Figueroa se dé ahora el gusto. En la Sala II está volviendo de unas largas vacaciones la jueza Ángela Ledesma, integrante de Justicia Legítima junto con otro juez de esa sala, Alejandro Slokar. El caso del tratado con Irán se resolverá irremediablemente en la Corte Suprema de Justicia.

    (…) El avión de Aerolíneas Argentinas del diputado Gustavo Valdés partió de Resistencia después del mediodía del jueves. Valdés es diputado por Corrientes, pero ese jueves decidió tomar el avión más tempranero, que salía de la cercana Resistencia. El vuelo hasta la Capital dura una hora. No bien llegó al aeroparque porteño, Valdés llamó por teléfono a Cabral. Cabral le informó que ya era tarde para todo. «Ya votaron. Ya estoy afuera», lo notificó a quemarropa. Un juez clave había caído por un disparo seguro y certero.»

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