Por Luis Américo Illuminati.-

El dantesco incendio de Ezeiza parece un castigo, un karma que deambula como un espectro del pasado. Algunos medios lo calificaron de apocalíptico. Me conmovió todo el día de ayer y me hizo meditar muchas cosas. Cómo olvidar la masacre de Ezeiza en junio de 1973, cuando se enfrentaron a muerte las dos facciones del peronismo. Desde aquellos sucesos ha quedado en la memoria colectiva una dolorosa impronta muy difícil de olvidar o borrar. Allí se frustró una gran posibilidad de terminar con las antinomias y de consolidar la paz y la unión de los argentinos. Este hecho desgraciado y el que ha ocurrido ayer, causan una gran consternación. ¿Pudo ser evitado? No lo sabemos. Tal vez sí. Tal vez no. Pero lo que sí sabemos es que el peronismo nunca es ajeno a las negligencias, a la falta de controles, a la corrupción, rupturas, desafueros, atropellos y desenfrenos. El actual Intendente de Ezeiza es el ultrakirchnerista Gastón Granados, hijo del histórico barón del conurbano, Alejandro “Sheriff” Granados quien fuera siete veces intendente de Ezeiza. El panorama que hoy se vive en la Argentina es como lo describo en mi última nota del IP. «Un derrumbe o agonía moral que lo estamos viendo dolorosamente en los partidos políticos, puntualmente en el peronismo-cooptado e inficionado por el kirchnerismo- que descentrado de su eje por el excesivo sobrepeso está sumergido en un irremediable descalabro donde el «Sálvese quien pueda» es la última consigna. Y en su retirada o naufragio se comporta como un barco que mientras se hunde produce un remolino -un vórtice descendente denominado Caribdis, un agujero en el mar- que quiere llevarse con él y tragarse a la sociedad entera».  Se diría que con el peronismo se repite la fábula del rey Midas, personaje de la mitología griega que recibió de Dionisio el don de convertir todo lo que tocaba en oro, pero que a la larga se convirtió en una maldición. Los dirigentes del peronismo nunca fueron pobres, antes bien siempre fueron magnates, ricos y millonarios -por caso Cristina Kirchner y el difunto Néstor- mientras que los afiliados de abajo -la masa ciega- como los burros siguen la zanahoria que se les pone por delante.

Los Granados, padre e hijo

Gastón Granados es el intendente que se movilizó para frenar un acto de Milei en 2023 y es heredero de la estructura de poder que le dejó su padre. El15 de noviembre de 2023 Gastón «Gato» Granados protagonizó varios incidentes con simpatizantes de La Libertad Avanza. Comenzó su primer mandato al mes siguiente en un distrito dominado por su padre desde 1995. Granados irrumpió en aquella ocasión con un grupo de militantes peronistas minutos antes de la llegada de Javier Milei a un acto de LLA en el centro de esa localidad, que su familia gobierna desde su creación como municipio, en el año 1995. Continuador de un apellido que es sinónimo de poder en el distrito, Granados comenzó en diciembre de 2023 su primer mandato como intendente, tras siete períodos consecutivos de su padre, Alejandro “Sheriff” Granados, que hizo un culto de la reelección interrumpida en el poder, experiencia si bien no terminó deshilachándose como los gobiernos de Menem, Juárez, Saadi y otros sátrapas ambiciosos, su hijo podría completar el irreversible naufragio. La estructura de poder de los Granados, incluye, además, a Dulce Granados, la esposa del intendente saliente, que fue presidenta del Concejo Deliberante. En el plano electoral, Ezeiza siempre fue un distrito blindado para todo aquel que sea ajeno a los Granados. Alejandro Granados le dejó el control de la intendencia a su hijo Gastón en reiteradas oportunidades, por licencias diversas en el cargo, sobre todo durante la pandemia de coronavirus. Así, fue Jefe de Gabinete, secretario de Obras Públicas e “intendente interino”. Desde que Ezeiza existe como distrito -es un desprendimiento de Esteban Echeverría- manda el apellido Granados. Alejandro Granados fue uno de los representantes de los llamados “barones del conurbano”. Se ganó el apodo o alias de «El Sheriff» como en las películas del Lejano Oeste. El Far West peronista.  En 2015, su hijo Gastón fue segundo en la lista de concejales, y en 2019 ya ocupó el primer lugar, el puesto que lo dejaba como primera opción de reemplazo del intendente, según establece la Ley Orgánica de las Municipalidades. Cabe resaltar que al suplantar por licencia de su padre durante la etapa más oscura del Covid-19, Gastón Granados estuvo al frente del municipio y cerró sus accesos para intentar frenar los contagios, estuvo implacable como Alberto Fernández. Utilizó vallados y controles con personal policial. Alejandro Granados (hijo) fue titular de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC). Asimismo, es dable destacar que en Ezeiza confluyen terminales de poder de distinta índole. Es el distrito en el que está ubicado el aeropuerto internacional, donde la familia Granados tiene en cercanías el hotel Holiday Inn. Granados padre fue menemista, duhaldista y kirchnerista.

El fallido Operativo Cristina Diputada

A comienzos de 2025 Granados activó en las redes un inoportuno operativo «Clamor» por Cristina Kirchner y no lo siguió nadie. El intendente eligió el peor momento para agitar la candidatura de Cristina Kirchner a diputada por la tercera sección. Los usuarios le recordaron que el país estaba de duelo por la muerte del Papa. El Gato Granados fue punta de lanza de fallido operativo Clamor para que Cristina Kirchner fuera candidata a diputada provincial por la tercera sección electoral, en momentos que gran parte de la sociedad lloraba la muerte del Papa Francisco. Parecería que sobre Ezeiza pesa un karma terrible desde que hace 53 años el peronismo se declaró la guerra a sí mismo, mientras el avión del ex presidente Juan Domingo Perón trataba de aterrizar en el lugar. Una batalla campal se desarrollaba en las inmediaciones del aeropuerto internacional. Probablemente debe haberle pasado por la mente a Perón la idea de regresar por donde vino, pero ya era tarde, pues el destino de su partido estaba jugado, como en una fatal partida de ajedrez. Lo que vendría después fue tan doloroso que resulta inenarrable.

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