Por Otto Schmucler.-

Tras el largo y frustrado intento del gobierno de postular el nombre de Ariel Lijo como nuevo integrante de la Corte Suprema de la Nación comenzó a sonar el de otro Li, Miguel Nathan Licht, pero éste (también cuestionado), es por las “desprolijidades y menciones erróneas que contiene su extenso “Tratado de interpretación constitucional con aportes de la Halajá en la interpretación jurídica”.

Las objeciones en torno a Licht, a diferencia de las que pesaron para con Ariel no son por dormir causas, sino por apoderarse de citas falsas y de la IA para el llenado de los 2 tomos que componen su Tratado.

Es evidente que estas situaciones no hacen otra cosa que acrecentar el injusto desprestigio que pesa sobre el poder judicial ya que por sus estrados han pasado y sigue habiendo juristas de la talla de los fiscales Campagnoli, Luciani, Mola, Eduardo Casal, Borinsky, Rosatti, Rosenkrantz, Lorenzetti, Elena Highton, Carmen Argibay, Fayt, la valiente Fiscal Goyeneche (quien no le temió al poder de Uribarri y lo hizo encarcelar), los jueces y fiscales del histórico Juicio a las Juntas Militares (hace ya 40 años) y una interminable lista de notables.

Entiendo que el gobierno tendrá que hacer un necesario replanteo y efectuar un exigente chequeo de antecedentes antes de prestarle atención a los nombres de los candidatos que le ofrezcan, antes de que comience a circular como rumor o proposición formal el nombre de su/s candidato/s, para evitar seguir pegándose tiros en los pies.

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