Afirma el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de Madrid que el Partido Popular y el PSOE pierden un porcentaje grande de sus electores. Era predecible tras los escándalos de corrupción. Pero, afortunadamente, parece que los neocomunistas de Podemos sólo alcanzarán en torno a un 15% de los votos en las elecciones del 24 de mayo próximo.
Pablo Iglesias, el líder de Podemos, lo barruntaba. Por eso, presuntamente, se sintió feliz cuando el ideólogo Juan Carlos Monedero, un chavista incorregible, se separó de la dirección del grupo. Era demasiado franco. Se le veía excesivamente la boina guevarista. Esos rasgos es mejor ocultarlos.
Podemos, en consecuencia, ha presentado un programa de gobierno mucho más moderado de lo que se anticipaba. El cambio de actitud no es porque Pablo Iglesias y sus compañeros han admitido que sus propuestas económicas eran una ruinosa imbecilidad que precipitaría a España en la catástrofe, algo que les trae sin cuidado, sino porque se acercan las elecciones y la franca mayoría de los españoles no respalda posiciones radicales antisistema.
Cuando se les pregunta a los electores en qué punto se sitúan en una escala de 0 a 10, donde 0 es la extrema izquierda y 10 la extrema derecha, el 75% se coloca en el centro, entre 4 y 7. Es decir, en un abanico que va desde las posiciones tradicionales del centro izquierda a las de centro derecha, hasta ahora ocupado por el PSOE y el Partido Popular.
Eso significa que los votos están en esa zona del electorado, y Pablo Iglesias y Podemos van en busca de ellos disfrazándose de moderados. Naturalmente, creerlos sería un acto demencial. El verdadero Pablo Iglesias no es el que ahora se viste de otra cosa, sino el que envidia el manicomio venezolano y sugiere, a media lengua, como hizo en la televisión oficial caraqueña, que quisiera para España algo similar a lo que él y sus asociados contribuyeron a crear en ese desdichado país.
En América suelen decir que, “quien se quema con leche, llora cuando ve a la vaca”. Esa leche nos ha quemado antes. Fidel Castro aseguró que repudiaba el comunismo y que celebraría elecciones pluripartidista en 18 meses. De esto hace la friolera de 56 años. Más adelante aclaró la contradicción: aseguró que era marxista-leninista desde su juventud y que se moriría siéndolo. Lo escondió para poder hacerse con el gobierno.
Los comunistas admiten las elecciones libres, esa ordinariez liberal, cuando no les queda más remedio, pero tan pronto pueden las cancelan y se acogen al modelo de partido único y ausencia total de libertades. Ese sistema de palo, calabozo y paredón es el que prefieren. Así ha sido a lo largo de la historia.
Antes de las primeras elecciones, en 1988, un Chávez conmovedoramente humilde le dijo al periodista Jorge Ramos de Univisión que él era un demócrata a carta cabal y sólo estaría en el poder durante un periodo presidencial. Incluso, calificó al gobierno de los Castro como una dictadura.
Todo era una cortina de humo. Desde que llegó a la presidencia se dedicó febrilmente a crear una tiranía colectivista, utilizando para ello los recursos populistas del clientelismo sufragados por un río de petrodólares.
Como podía preverse, con esa política Chávez demolió cruelmente al país durante 15 años y, si no sigue en Miraflores, es porque se le ocurrió la estupidez de tratar de curarse un cáncer en Cuba, en lugar de ir a Estados Unidos, a Brasil o a la propia España.
Sin embargo, cuando llegó a la presidencia, una de las primeras barbaridades que hizo aquel falso demócrata preelectoral, fue escribirle una reveladora carta al asesino Iván Ilich Ramírez, el Chacal, terrorista venezolano adiestrado en Cuba, preso en Francia por sus múltiples crímenes. La carta muestra el oportunismo de los chavistas desde el primer párrafo, bastante ridículo, por cierto. Dice textualmente:
“Nadando en las profundidades de su carta solidaria pude auscultar un poco los pensamientos y los sentimiento, es que todo tiene su tiempo: de amontonar las piedras, o de lanzarlas… de dar calor a la revolución o de ignorarla; de avanzar dialécticamente uniendo lo que deba unirse entre las clases en pugna o propiciando el enfrentamiento entre las mismas, según la tesis de Iván Ilich Ulianov. Tiempo de poder luchar por ideales y tiempo de no poder sino valorar la propia lucha… Tiempo de oportunidad, del fino olfato y del instinto al acecho para alcanzar el momento psicológico propicio en que Ariadna, investida de leyes, teja el hilo que permita salir del laberinto…”
El señor Pablo Iglesias, un chavista confeso, está en la etapa de almacenar las piedras. Más adelante, si engañara a los españoles y ganara las elecciones, encontrará el momento de lanzarlas.
Esperemos que eso no suceda nunca.
18/05/2015 a las 6:40 PM
Enojo español: Maduro financia con un sueldo de PDVSA a jefe etarra
En España consideran que Nicolás Maduro está usando a los etarras a los que da refugio en Venezuela como moneda de cambio.
Mientras tanto, el bolivariano mantiene a los terroristas bajo su ala y hasta los convierte en funcionarios de la petrolera estatal, como es el caso de Xabier Arruti Imaz, a quien los expertos en la lucha antiterrorista colocan al frente de la estructura que la organización mantiene en el país caribeño
Nicolás Maduro no sólo mantiene una agria polémica verbal con el Gobierno de España. También libra un conflicto soterrado con Madrid utilizando a ETA como moneda de cambio. El caso más evidente de esa colaboración interesada de Caracas con la organización terrorista es la inmunidad con la que Ignacio de Juana Chaos se mueve por su territorio.
El Ejecutivo venezolano sigue sin responder al requerimiento de la Justicia española para que entregue al sanguinario etarra, que reside en el norte del país desde que huyó de Irlanda del Norte en 2010 y tiene una causa pendiente en la Audiencia Nacional. Pero el Ejecutivo de Maduro también está prestando apoyo a la banda de otras formas más discretas.
Según publica el diario español El Confidencial, el Gobierno sudamericano ha colocado en la primera compañía del país, la gigantesca empresa pública Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), a Xabier Arruti Imaz, el histórico miembro de la banda que los expertos en la lucha antiterrorista colocan al frente de la estructura que la organización mantiene en ese estado, convertido en refugio operativo e intelectual de su actividad armada. Los otros dos etarras que lideran el frente venezolano son Koldo Zurimendi y Asun Arana.
Arruti llegó a Venezuela en los años 80 huyendo de la Justicia. El comando al que pertenecía fue desarticulado después de un atentado fallido contra un policía nacional. Hasta ahora se había ganado la vida con un restaurante situado en la localidad costera de Chichiriviche, al oeste de Caracas, uno de los puntos calientes del exilio etarra en ese país.
Fue en esa localidad precisamente donde De Juana Chaos montó una licorería para conseguir ingresos complementarios a los que periódicamente le transfiere ETA.
Arruti compaginaba el restaurante con su carrera política como representante en el estado de Falcón del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la formación del chavismo. Pero Maduro ha decidido ofrecerle ayuda extra consiguiéndole un sueldo público.
Según consta en la base de datos del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, a la que ha tenido acceso El Confidencial, el líder de ETA en ese país trabaja en la actualidad para la compañía Gas Comunal SA, una filial de PDVSA.
El salario que percibe en la petrolera estatal se encuentra muy por encima de la media del país. La mayoría de los venezolanos se mueven en torno al sueldo mínimo, fijado en estos momentos por el Gobierno de Maduro en 5.634 bolívares, al cambio, unos 785 euros.
Sin embargo, según consta en la documentación oficial, Arruti ingresa en estos momentos 11.976 bolívares al mes, 1.669 euros, más del doble del salario mínimo, pese a no tener ningún tipo de experiencia profesional conocida en el mundo del gas ni de los hidrocarburos.
Cubillas vuelve al trabajo
No es el único etarra que está en nómina de la Administración venezolana. El anterior hombre fuerte de la banda en ese país, el también reclamado por España Arturo Cubillas por haber ejercido presuntamente de enlace entre ETA y la guerrilla colombiana de las FARC, encontró primero un refugio económico en el Instituto Nacional de Tierras y de ahí saltó luego a la Corporación Venezolana de Alimentos SA.
n 2013 abandonó ese organismo durante unas semanas pero, tal y como recoge el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, ha vuelto a incorporarse a la misma empresa pública, creada en 2010 por Hugo Chávez, para gestionar explotaciones agrícolas y ganaderas de propiedad estatal.
Según consta en la documentación a la que ha tenido acceso este diario, el salario oficial de Cubillas sería bastante más modesto que el de Arruti.
En concreto, en 2014 percibió un salario mensual de 6.607 bolívares, unos 920 euros al cambio, ligeramente por encima del salario mínimo fijado para el pasado ejercicio (4.800 bolívares, en torno a 670 euros).