Por Luis Alejandro Rizzi.-

Hace años, un cura muy amigo me decía en una de las conversaciones semanales que solíamos tener que es pobre la persona a la que no le alcanza el salario o ingreso para vivir todo el mes.

Esa carencia se suplía con las famosas “libretas” del panadero, carnicero y almacenero que documentaban los “fiados”.

Al fin de cada mes, el deudor pagaba el saldo y el comerciante tachaba la hoja y abría la del nuevo mes.

No se cobraban intereses ni recargos y la gente cumplía.

No había intermediación ni costo adicional.

Era una tarjeta de crédito sin costo.

En esas épocas, que ubicaría entre los años 1945 a 1970, la cuestión se resolvía de ese modo, privadamente. Había inflación y en general en los últimos años de esa modalidad de la “libreta”, el fiado más limitadamente funcionaba en los últimos diez días de cada mes. Entre 1948 y 1954, fui testigo de esa modalidad, en especial durante lapsos que vivíamos en Haedo, y que yo hacía las compras diarias y en cada comercio se anotaba el gasto, mis padres a fin de mes pagaban.

No creo que esas modalidades de minicréditos hayan salido de la cabeza del algún genio en economía o sociología; brotaron de la realidad, ya que de otra forma, a partir de tal fecha no se vendería nada.

Sigo creyendo, más allá de la sofisticación a la que se ha llegado en materia de economía y sociología, que, como escribió Edgard Morin, ese progreso no se ha convertido en sensible para la gente ni le ha traído beneficio alguno, o muy pocos.

La economía se volvió una ciencia bárbara, administrada por “sabios bárbaros” que a esta altura de la vida nos hablan de la destrucción creativa.

Leía ayer en “La Nación” un reportaje a un tal Andrés Borenstein, que muy orondo decía: “Quizás no son los mismos trabajadores o los mismos dueños, pero ésa es la historia del capitalismo. Unos mueren, otros nacen. El problema es claro si me toca morir a mí. Siempre es triste y doloroso ver que hay gente que se puede quedar sin laburo, la transición es dolorosa.”

Esa “destrucción creativa” fue un proceso de hace cien años o más, pero ¿puede admitirse hoy día esa bárbara hipótesis?

Se mencionan los pergaminos de este señor en la nota y, si realmente le sirven para llegar a esa conclusión, algo anda mal o bastante mal.

Si esa vieja ley económica del capitalismo no se puede torcer, ¿para qué sirven las escuelas de economía y sociología?

La destrucción nunca es creativa, por el contrario, como lo dice su nombre, es “destructiva”.

Vuelvo al ejemplo de las “libretas” de antaño. Hoy fueron sustituidas por la tarjeta de crédito, que es un negocio financiero de terceros y muy lucrativo y extremadamente cruel por las tasas de interés que aplican al crédito y a las supertasas a la morosidad, ocasionadas por el nivel de la tasa normal.

¿Ese es el progreso de la economía y las finanzas?

En el portal “DiarioAr” leía que “la morosidad también se disparó: del 8% al 17% en un año. Entre los jóvenes de hasta 29 años, llega al 24%. En los créditos personales bancarios, la mora trepó al 9,1%, el nivel más alto desde que hay registros” (BCRA).

Luego el autor de la nota, Nicanor Nicanoff, agregaba: “Un sistema financiero que profundiza el ahogo”.

“Las jornadas del Encuentro Federal por una “Política de Desendeudamiento trazaron un “diagnóstico contundente. El endeudamiento dejó de ser coyuntural y se volvió estructural, agravado por recortes, pérdida de derechos y ausencia de políticas públicas. Participantes de todo el país relataron situaciones “dolorosas, reiteradas y coincidentes”.

Esto es “pobreza” agravada por el propio sistema, pero lo perverso y paradójico a la vez, es que ese fenomenal negocio financiero lucra con la pobreza, de donde el “capitalismo”, sin pobreza, no existiría.

¿Es la pobreza la razón de ser del capitalismo?

Hasta ahora el gobierno “destruyó”. No de advierte gestión. Recién ahora se licitó la ruta del Mercosur y hay licitaciones en marcha, pero ¿se necesitaron dos años para tan poco?

Seguimos sin reservas; el bono licitado ayer, rendirá un 9,5 y la nueva baja de las retenciones invierte la regla, construir hoy para destruir luego.

Lo concreto, hoy sólo vive bien un 22% de la población; sólo se puede engañar a muchos durante un tiempo.

Hoy el proceso de construcción debe ser continuo e indoloro, debe ser sabiamente gerenciado respetando principios básicos de justicia liberal, como lo expuso John Rawls o reptando el óptimo de Pareto.

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