Por Oscar Edgardo García.-

El avance de la edad es un inevitable proceso natural que implica cambios físicos y mentales que se manifiestan en el accionar de todo ser humano, ya sea positiva o negativamente, de acuerdo a la actividad en la que se desempeña.

En el caso de un deportista, el impacto del mismo se produce a una edad más temprana que en otras profesiones.

Messi está atravesando esa situación con mucha entereza, generosidad e hidalguía, con 38 años a cuestas, edad en la que comúnmente sus colegas están retirados y miran los partidos de fútbol desde la tribuna del estadio o el sillón de su casa.

Es indudable que Lio no juega en el mismo nivel que lo convirtió en el mejor futbolista de todos los tiempos pero, aun a sabiendas de ello, continúa activa y apasionadamente con su carrera deportiva.

Su decisión no merece objeción alguna, porque siempre sorprende al público sacando de su galera de mago alguna genialidad exclusiva de sus habilidades pero, por sobre todas las cosas, porque es un ejemplo y un invalorable apoyo para los jugadores noveles.

Aquellos que plantean dudas sobre su participación en el próximo campeonato mundial de fútbol deberían llamarse a silencio, porque su influencia en el funcionamiento del equipo será importantísima, aun estando sentado en el banco de suplentes, por dos razones que son primordiales e indiscutibles: su liderazgo y su ascendencia sobre todo el plantel de jugadores y el cuerpo técnico.

Finalmente, quienes lo critican por su bajo nivel de rendimiento en comparación con su pasado deberían tomar nota de que sus artículos periodísticos obtienen un nivel muy inferior de atención del público que el que Messi logra independientemente de su desempeño en el campo de juego, el que, por otra parte, está limitado por una circunstancia de la que él no es responsible, porque es natural e inevitable para todo ser humano, condición de la que no están exentos los cronistas que persiguen desgastar vanamente su gloria y su esplendor.

Messi no será eterno para estar dentro de un campo de juego pero su vida continúa, por sobre todas las cosas, como un integrante muy gravitante en la selección argentina de fútbol.

¡Lionel no te vayas nunca!, por favor.

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