Por Carlos Tórtora.-
Con la designación de Alejandra Monteoliva como Ministra de Seguridad, Javier Milei se apartó de la forma de designar ministros que mantuvo en estos dos años. Hasta ahora, no había permitido que ningún ministro digitara a su sucesor y ahora sí lo hizo con Bullrich. El rol político de ella en el círculo del poder entró así en una nueva dimensión. Hace apenas 90 días, Karina Milei estaba dedicada a quitar de las listas de candidatos a todos los amigos de Bullrich, mientras que ahora es su principal aliada. En el medio pasaron muchas cosas: el gobierno ganó las elecciones y los Milei se dieron cuenta de que, para controlar el Congreso, necesitaban una figura con peso propio, sobre todo teniendo en cuenta que Martín Menem está averiado por el Coimagate y cada día aparecen nuevas revelaciones que lo van hundiendo.
Con su escaso respeto por las formas, Bullrich se puso al mando del oficialismo en el Senado antes de asumir como senadora y tiene un pie puesto en Diputados, donde comanda a los ex PRO ahora pasados a LLA.
La multifuncionalidad de Bullrich hace que además se encargue de opacar a Victoria Villarruel. Ésta, marginada totalmente por el presidente, deberá decidir dentro de poco si acepta apagarse políticamente o intenta pisar fuerte en la palestra electoral para el 2027.
De más está decir que Bullrich se juega buena parte de su capital político al éxito del gobierno en la sanción de las reformas previsional, tributaria y laboral, pero sobre todo en esta última.
Hasta tanto estos temas no se definan en el Congreso, la ministra saliente de seguridad tiene asegurado entonces un rol estelar en el firmamento libertario. Si le va bien, soñaría con ser la compañera de fórmula de Milei en el 2027.
La sombra negra de Mauricio
Pero hay además otro rol en el que Bullrich sería hoy insustituible: ser la operadora de la demolición del poder político de Mauricio Macri. Ella mantiene sus redes de dirigentes en varios distritos y va drenando poco a poco las filas del macrismo. Acorralado por la lenta destrucción a la que lo somete el gobierno, el expresidente no encuentra cómo responder salvo con vagas amenazas. El mes pasado anticipó que el PRO tendrá candidato propio en el 2027 y anteayer sostuvo que China es el socio comercial insustituible de Argentina.
Si la desesperación de Macri lo lleva a romper con Milei, lo más probable es que Bullrich sea entonces la encargada de intentar que el partido amarillo se fracture.
El objetivo oficial parece bastante obvio. La idea sería llevar al PRO al mismo punto de desarticulación que la UCR, que ahora cuenta con apenas seis diputados nacionales.
Objetivamente, el presidente estaría obligado a persistir con la liquidación del PRO. Es que, si la situación económica se le complica al gobierno, Macri seguiría siendo peligroso, porque podría capitalizar la crisis de LLA.
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