Por Carlos Tórtora.-

La frase de Giuseppe Tomasi di Lampedusa en El Gatopardo, «para que todo siga igual, es necesario que todo cambie», es a esta altura un clásico de la estrategia política. En tiempos de crisis, para mantener el control del poder, a veces lo más conveniente es montar el espectáculo político de grandes cambios de personas y funciones, sin que por esto se modifique sustancialmente nada. A juzgar por algunos indicios, esto es lo que intentaría Javier Milei en los próximos días, como réplica a la conmoción que generaría su derrota del domingo.

La designación del Secretario de Finanzas Pablo Quirno como canciller en reemplazo de Gerardo Werthein es un indicio bastante claro. Quirno no es sólo miembro del equipo de Luis Caputo. Fue además compañero de trabajo de aquél en JP Morgan, donde se desempeñó como Director de Fusiones y Adquisiciones para América Latina y también miembro del Comité de Gerenciamiento Regional. O sea que la política exterior pasará a ser monitoreada por el principal banco acreedor del país, en lo que parece un fortalecimiento del ministro de economía.

El aire que se respira entonces en la Casa Rosada huele a que «hay que fortalecer al presidente porque se vienen intentos de desestabilización». Y, sobre todo, hay que ratificar el rumbo económico, lo que impediría cualquier negociación seria con los gobiernos provinciales. Todo lo que harían Santiago Caputo, Guillermo Francos y demás negociadores es hacer algunas concesiones menores a cambio de votos en el Congreso.

Las cartas libertarias

Animarse a una operación gatopardista como la que intentaría Milei sería apostar a que, pese a la derrota en las urnas, el costo político sería soportable. A favor de la hipótesis de que el ruido político no alterará nada, Milei computa que el peronismo en general no desatará una ofensiva importante que podría desestabilizar al gobierno. En el análisis libertario, ni Axel Kicillof ni Cristina Kirchner querrían ser los causantes de que Donald Trump suspenda el salvataje financiero y entremos en un descontrol económico.

El segundo factor que Milei creería que le juega a favor es que Provincias Unidas y el PJ ya están cerca de enfrentarse y Kicillof de hecho atacó a sus colegas, tratándolos de complacientes con el gobierno. Si PU consigue ganar el domingo en Córdoba y Santa Fe, no sería arriesgado decir que la colisión con el peronismo es casi inevitable.

El tercer factor que el gobierno puede aprovechar para capear la crisis sería la probable vuelta del peronismo a una interna casi salvaje entre cristinistas y kicillofistas. Si esto ocurre, la capacidad de maniobra libertaria aumentaría bastante.

Con este panorama, la posibilidad de un acuerdo de gobernabilidad podría diluirse. Acorralado, Milei le dejaría a Trump y a Bessent una sola opción: seguir apoyándolo aunque gobierne solo o arriesgarse a una situación de caos.

Share