Por Hernán Andrés Kruse.-

Me dio vergüenza ajena. La foto donde se lo ve a Elon Musk maniobrando una motosierra junto a un exultante Milei exime de mayores comentarios. La genuflexión elevada a la enésima potencia. Nunca antes el alineamiento incondicional con la república imperial de parte de un gobierno argentino había resultado tan lesivo de la dignidad del país. Evidentemente el presidente de la nación no es consciente de ello. O si lo es, le resulta irrelevante. Está convencido de que arrodillándose frente a Musk, Georgieva y Trump, convencerá a la república imperial de que Argentina es un país confiable. Nada más alejado de la realidad. Milei no comprende que la única forma de que Estados Unidos tome en serio al país es que su presidente mantenga una postura firme, sea capaz de manifestar su desacuerdo con algunos aspectos de la política exterior imperial. Milei cree lo contrario, que la única manera de congraciarse con la república imperial es poniéndose en cuatro patas, que fue lo que hizo frente a Elon Musk.

Si creyó que postrándose delante del poderoso empresario sudafricano lograría sellar el acuerdo con el FMI apenas dialogara, minutos más tarde, con Georgieva, cometió un grosero error de cálculo. “Hoy recibí al Presidente Milei en el FMI para hablar sobre el plan de estabilización y crecimiento de Argentina, que está dando resultados significativos. Nuestros equipos siguen trabajando de manera constructiva en pos de un nuevo programa”, aseguró doña Kristalina en X (fuente: Román Lejtman, Infobae, 21/2/025). El mensaje fue claro y contundente: “querido Javier, tu plan económico va por el camino correcto pero tenés que profundizar el ajuste. Es la única manera de que logres ganar nuestra confianza. Cuando ello suceda te ayudaremos”. Ello significa que el presidente deberá humillarse aún más para congraciarse con el FMI. Lo increíble es que la actitud de Georgieva lejos está de ser una novedad. La misma humillación experimentaron varios presidentes que antecedieron a Milei.

En mayo de 2018 un reconocido economista liberal comparó la decisión del gobierno de Macri de acudir al FMI con el descenso de un equipo de fútbol: “El gobierno puede seguir haciendo gradualismo, pero puede terminar muy mal. Terminar en manos del Fondo es terminar en la B” (fuente: El Cronista, 8/5/018). ¿De quién estamos hablando? De José Luis Espert. Es la misma persona que hoy es una de las principales espadas de Milei en el parlamento. Sin embargo, guarda un ominoso silencio respecto a las negociaciones del gobierno libertario con el FMI, pese a la profundidad del ajuste que viene aplicando desde el 10 de diciembre de 2023. ¿Será que para Espert el gobierno libertario no se fue a la B?

Al observar la foto mencionada al comienzo me vino a la memoria el histórico discurso que Raúl Alfonsín pronunció en los jardines de la Casa Blanca ante un atónito Ronald Reagan. Fue el 19 de marzo de 1985. Lejos de arrodillarse ante el presidente más poderoso del mundo, don Raúl le dijo en la cara que su gobierno jamás aplicará un ajuste a costa del hambre del pueblo. A continuación paso a transcribir sus memorables palabras.

“Señor Presidente: deseo empezar mis palabras agradeciendo muy sinceramente la cálida recepción que hace usted al presidente de los argentinos y su comitiva. Es realmente importante, usted lo ha señalado, que esta entrevista que vamos a realizar se dé precisamente en circunstancias donde una verdadera ola de democratización avanza sobre América Latina. Esa es nuestra esperanza, señor presidente, que los pueblos de América Latina gocen de de las libertades, prerrogativas, del respeto a los derechos esenciales que, desde siempre, goza el pueblo de los Estados Unidos. Eso fue lo que quisieron, por otra parte, nuestros padres fundadores, los de los Estado Unidos y los de Argentina. Por eso lucharon los hombres que nos dieron la independencia, desde Washington al norte y San Martín en el sur. Por eso también ha señalado acertadamente, señor presidente, la necesidad de acompañar estos procesos de la democracia con realizaciones tangibles en el campo económico, que le permitan a las democracias nuevas dar respuestas cabales a los requerimientos de las democracias sociales.

Es por eso, que al lado de la esperanza está el temor de América Latina. El temor que nace de comprender que hay expectativas insatisfechas en los pueblos. Que las democracias han heredado cargas muy pesadas en el orden económico. Una deuda que en mi país llega a los 50.000 millones de dólares y en América Latina en su conjunto está en alrededor de 400.000 millones de dólares, y esto conspira contra la posibilidad de desarrollo, crecimiento y justicia. Esta es sin duda, una de las grandes diferencias entre nuestros dos países; nosotros apoyamos la filosofía que usted ha señalado, la filosofía de la democracia, la libertad y el estado de derecho que nos iguala. Pero el hombre, señor presidente, para ser respetado cabalmente en su dignidad de hombre, no solamente tiene que tener la posibilidad de ejercer sus derechos y prerrogativas individuales, sino que debe tener la posibilidad de vivir una vida decorosa y digna. Por eso es que en toda América latina estamos dispuestos a gobernar con la austeridad que demanda la hora y hacer los ajustes necesarios para superar los escollos de la economía.

Pero no podemos hacer que los ajustes recaigan sobre los que menos tienen. Es distinto el problema de los países desarrollados, donde los sectores del trabajo reciben más del 50 por ciento del ingreso nacional; en nuestros países no llegan al 40 por ciento. Pretender que nuestros pueblos, en esos sectores, realicen un esfuerzo mayor, sin duda alguna es condenarlos a la marginalidad, la extrema pobreza y la miseria. La consecuencia inmediata sería que los demagogos de siempre buscaran en la fuerza de las armas satisfacciones que la democracia no ha podido dar. Es por eso, señor presidente, que para mí ha sido muy importante escuchar sus palabras de bienvenida donde manifiesta la comprensión cabal de nuestros problemas. Estoy persuadido que no puede ser de otra manera. Estoy convencido que Estados Unidos, por otra parte, comprenden que la seguridad del hemisferio está íntimamente vinculada al desarrollo de la democracia en nuestro continente, y es por ello que abrigo las más grandes esperanzas acerca del diálogo que vamos a mantener.

Vamos a hablar del presente y del futuro. Vamos a hablar dos presidentes elegidos por la voluntad de nuestros pueblos. Vamos a tocar sin duda, los temas bilaterales y también los que hacen a nuestro continente en su conjunto y no estará ajeno a nuestro diálogo el tema de Centroamérica o Nicaragua. Estoy convencido que a través del diálogo se podrán encontrar fórmulas de paz, que sobre la base del respeto al principio que hace al derecho consuetudinario americano de la no intervención, nos den la posibilidad de lograr un triunfo en las ideas de la democracia y el pluralismo de la democracia, sin injerencias extra continentales y afirmando desde luego, la libertad del hombre. Vamos a conversar sobre estos temas, señor presidente, y lo haremos, como dije, dos hombres elegidos por nuestros pueblos, será en definitiva, entonces un diálogo entre ambos pueblos. Trataremos de llegar a soluciones por ellos, trabajaremos para ellos, y procuraremos construir el futuro que nuestros pueblos se merecen” (fuente: alfonsin.org).

El histórico discurso de Alfonsín fue, lamentablemente, una mera expresión de deseos.

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