Por Carlos Tórtora.-

Desde el año pasado con las negociaciones para poder sancionar la ley Bases, el gobierno fue aferrándose cada vez más a la metodología de negociar acuerdos en el Congreso exclusivamente a cambio de votos por plata. Sería hipócrita decir que en épocas anteriores esta práctica no existió. Casi siempre existió, pero la diferencia es que antes había una combinación de acuerdos políticos y económicos, mientras que ahora Javier Milei ha dejado de buscar las coincidencias políticas porque no cree en las mismas. Casi con ingenuidad, la Casa Rosada dejó trascender días atrás que los acuerdos con los gobernadores para sancionar las reformas, empezando por la laboral, ya estaban asegurados. Y entonces un torrente de ATN empezó a fluir sobre media docena de provincias.

La sorpresa es que anteayer se puso a prueba el nuevo frente de gobernadores oficialistas y el mismo sufrió una llamativa derrota: fue rechazado el artículo 75 de la ley de Presupuesto, que derogaba las leyes de aumento para las universidades y emergencias de discapacidad.

El diputado oficialista chaqueño Eduardo Cipolini se abstuvo. Pero lo más significativo es que los tres diputados del gobernador catamarqueño Raúl Jalil y los dos del tucumano Osvaldo Jaldo se acoplaron a los bloques peronista y de Provincias Unidas para votar contra el artículo 75.

Otros dos gobernadores acuerdistas, el salteño Gustavo Sáenz y el misionero Hugo Passalacqua, repartieron sus 7 diputados entre votos a favor y en contra del artículo 75.

Así, la mayoría oficialista fue derritiéndose hasta llegarse a 123 contra 117. La derrota y la caída del superávit fiscal que la misma implica dejó a Javier Milei en emergencia.

Cuando con la plata no alcanza

En la fiesta de ATN que el gobierno hizo la semana pasada, Passalacqua y Zdero recibieron 12.000 y 11.000 millones respectivamente. Jaldo marcó el récord con 20.000 millones, Jalil recibió 10.500 y Sáenz 6.000. ¿Qué le falló entonces al gobierno? La respuesta no parece ser compleja; los gobernadores están dispuestos a aprobar el Presupuesto menos el veto a las universidades y los discapacitados, porque no aceptan suicidarse políticamente. No quieren sufrir el repudio de una sociedad cada vez más harta del ajuste. Su compromiso con el gobierno parece tener los límites que marca el sentido común político. ¿Habrá otras diferenciaciones cuando se vote en particular la reforma laboral? El mensaje del rechazo al artículo 75 es profundo y le demuestra a LLA que la cosa no era tan fácil.

Una vez más, la realidad política vuelve a presentarse incierta y ya el gobierno no puede presumir de tener la vaca atada.

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