Por Enrique Guillermo Avogadro.-
“Aquél cuyos oídos están tan cerrados a la verdad, hasta el punto que no puede escucharla de boca de un amigo, puede darse por perdido”. Cicerón.
Somos un país de, aproximadamente, cuarenta millones de habitantes, y entre un cuarto y un tercio de ellos se encuentra bajo la línea de pobreza; eso significa que el tan mentado mercado interno es sumamente reducido: ¿por qué, entonces, sustentar en él una industria no competitiva a nivel mundial?, ¿cuántos de nosotros pueden, por ejemplo, comprar un par de zapatos por año? El tamaño de ese mercado, sin escala suficiente, impide producir masivamente y, con ello, reducir los precios.
Ahora bien, nuestros “capitanes de la industria” han decidido, curiosamente, vender dentro de nuestras fronteras, lo cual los obliga a realizar ingentes esfuerzos para cuidar su “quintita”, e insisten, desde hace años, en privilegiar su vocación por pescar en la bañadera o cazar en el zoológico, rechazando de plano competir con productos extranjeros.
Exigen, casi siempre con éxito, al Gobierno de turno el cierre de la economía, mediante la aplicación de distintas formas de protección (barreras arancelararias y para-arancelarias, cuotas de importación, medidas anti-dumping) que, a la postre, implican la aplicación de políticas restrictivas similares contra la Argentina; les ha sido enormemente útil utilizar el fantasmal argumento del cierre de empresas y la desocupación. Esta peculiar situación, que se impone como modelo de desarrollo desde hace décadas, hace que los argentinos tengamos que conformarnos con lo que se nos ofrece y, sobre todo, a la calidad y al precio que sea.
Pero modificar ese escenario es factible, en especial a partir del mes próximo, cuando desterraremos, al menos por un tiempo, el populismo idiota y corrupto que ha imperado en los últimos doce años.
Mi propuesta no es nueva, ya que llevo diez años pregonándola, pero es bien simple, y parte de varias certezas. Tenemos materias primas y técnicos y artesanos de altísima calidad, en áreas tales como el diseño, la manufactura, el marketing y la comercialización, y toda la tecnología necesaria para concretarlo está disponible en el mundo globalizado. Así las cosas, salgamos a vender Argentina al mundo, y compitamos por precio y calidad en los mercados más exigentes y más pudientes.
Entonces, volviendo por un momento al ejemplo de los zapatos, que hoy resultan un producto fuera del alcance cotidiano de la economía familiar de la mayoría de nuestros compatriotas, y que tampoco alcanzan los niveles de excelencia que justifiquen lo que hay que pagar por ellos, me pregunto: ¿por qué, en lugar de impedir que ingresen a nuestro país los calzados que China y Brasil producen masivamente -cinco mil millones por año- y a precios muy reducidos (US$ 2,5 el par), los fabricantes argentinos no se dedican a fabricar zapatos de altísima calidad y elevado precio para su exportación a los mercados de lujo mundiales?
He recorrido algo de mundo y puedo asegurar que nunca he visto que los zapateros italianos, suizos o ingleses -se llamen Fratelli Rosetti, Bally o Churchs- exijan a sus respectivos gobiernos que impidan la importación de esos calzados baratos. Y no lo hacen por una razón muy sencilla: no les interesa, porque no es el objetivo de su negocio; su producción está destinada a los mercados que pueden y aceptan pagar precios verdaderamente siderales. Lo mismo sucede, por ejemplo, en la industria textil, la relojería, el diseño y la moda.
Para lograr ese cambio de mentalidad de los “capitanes”, claro, será necesario que acepten reconvertir su industria, concederles los créditos baratos necesarios para ello -en la práctica, ya la estamos subsidiando a través de los precios de la energía y la protección aduanera- y, sobre todo, garantizarles reglas claras y estables, que les permitan prever el futuro con tranquilidad; no me refiero, obviamente, a asegurarles ganancias pero sí a que el riesgo se reduzca al negocio mismo y no, como sucede ahora, que dependen del humor del funcionario de turno y, de acuerdo con él, el diario de la mañana les informa si son ricos o pobres.
A la luz de lo que nos muestran las pantallas de televisión diariamente, si pudiéramos lograrlo recibiríamos grandes ventajas, ya que todos nuestros conciudadanos podrían acceder a zapatos y a ropa baratos, y ya no deberían tantos vestirse con harapos o caminar descalzos. Además, al consolidar un mercado externo demandante de una calidad similar a la que hoy ofrecen los fabricantes de lujo de otras latitudes pero a precios sensiblemente inferiores, nuestros industriales dejarían de estar sujetos a los avatares nacionales, que tanto les han costado, y generarían innumerables puestos de trabajo estables y registrados.
La industria del vino, algunas áreas de la tecnología nuclear y espacial, ciertos fabricantes de autopartes pueden explicar claramente a sus congéneres el modelo de negocio que han montado para exportar sus productos y competir con éxito en los mercados internacionales. Incluso, bastaría con que los “capitanes” analizaran a Embraer, la empresa brasileña que hoy vende sus aviones de pasajeros de mediano tamaño, jets ejecutivos y hasta aviones de combate en el mundo entero; ¿sería lo que es hoy la compañía si sólo hubiera trabajado con la vista puesta en su mercado interno?
Si la nueva administración, que asumirá el 10 de diciembre, con la colaboración de la oposición inteligente, pudiera transformar esta humilde propuesta en una verdadera política de Estado, también en esta área los argentinos habremos realizado el cambio que tantos hemos escogido en las elecciones recientes, y que seguramente confirmaremos en escasos once días.
13/11/2015 a las 10:54 AM
INDUSTRIA ARGENTINA: grupo económico, que según un informe de uno de sus mas fervientes defensores – Aldo Ferrer – ; a la fecha presente un “deficit operativo de 35000 M de dolares”, con el agravante que gozan de un mercado cautivo, proteccionismo del actual gobierno, no logra satisfacer la necesidades de la nacion ni su pueblo, con precios que no se pagan ni EEUU y Europa.- Es decir grupo asimilado a los empleados publicos, que tanto denostan no obstante poseer un paraguas de protección igual a aquelos, en virtud del mercado unico que debemos soportar los consumidores.- Industria Argentina inexistente por demas en diversos rubros.- Asi Argentina no tiene destino, es menester bajar la inflación, cosa que la Induistria Argentina no esta dispuesta hacer. Solución terminar de una vez, abrir importaciones, y por otro lado fomentar la obra publica o privada de infraestructura, que captaria casi el 100 % de los trabajadores desocupados, mas un 50 % que trabajan en la obsoleta Industria Argentina.- Martines de Hoz volve….-
13/11/2015 a las 12:10 PM
¿INDUSTRIA, DESARROLLO, EQUIDAD?
Por CATON 13/11/15
La miopía, la ineptitud, la codicia, la avaricia, la delincuencia innata de la dirigencia de todas las áreas; política empresarial, sindical etc., ha llevado al país a un estado calamitoso de atraso y desaprovechamiento de sus potencialidades, el único resultado que podrá obtenerse es que, en algún momento, vengan de afuera y nos expulsen de nuestra tierra porque no la merecemos. En un mundo donde la tierra cultivable es cada vez es más escasa; que el agua dulce tiende a faltar para abastecer a toda la población, que todo tipo de minerales son más y más necesarios, nosotros nos dedicamos a desperdiciar la oportunidad, que más oportunidad es una obligación moral, de dar de comer a un 30 % de la población mundial.
La miopía hizo que la “dirigencia” no pudiera ver en toda su verdadera magnitud el fenómeno de la globalización, a pesar de todas las enseñanzas que nos dejó la historia de la humanidad, ¿o no fue acaso una “globalización” la expansión del imperio romano?; ¿no lo fue el descubrimiento de la ruta de la seda y de las especias?; ¿no la produjo acaso el descubrimiento de la imprenta?;¿qué si no fue el descubrimiento de América?.
Todo es una cuestión de escala, del tamaño del mundo conocido. ¿Cuál es la diferencia con la actual globalización? No es ni más ni menos que el salto tecnológico, la innovación la comunicación, la internet, que iguala o supera a la imprenta en su, a veces pavorosa, capacidad de distribuir información y conocimiento. Ante tamaña realidad ¿alguien cree que se puede permanecer al margen? En ninguno de esos procesos se regresó al statu quo anterior porque son procesos irreversibles.
Sólo queda tratar de salir lo más indemne posible y de acoplarse para no ser deglutidos por un progreso ineludible.-
Aún la mente más obtusa no puede dejar de saber que no es lo mismo fabricar veinte millones de calzados que fabricar cien millones o más; siempre se cayó en el infantilismo de confundir ventajas comparativas con ventajas competitivas, caímos en el pecado de la soberbia de pensar que somos lo más, que el mundo debe rendirnos pleitesía por el simple hecho de ser argentinos tras la trasnochada añoranza de que fuimos el granero del mundo. Derrochamos todo y perdimos casi todo; deberíamos sentir una sana envidia de aquellos Hombres que marcaron el rumbo de una gran Nación, pero no, dejamos pasar todos los trenes de la historia, ¿hasta cuándo abusaremos de la magnanimidad de los Dioses? ¿O simplemente seguiremos así hasta desaparecer como nación de la faz de la Tierra?.-
Debemos asumir el desafío de crecer y desarrollarnos, con todo los sacrificios que ello implica, debemos elegir cuáles palabras deberemos borrar de nuestro diccionario: ¿Honestidad; trabajo; ética; moral; solidaridad?
O borraremos para siempre delincuencia, egoísmo; avaricia; codicia; mentiras; engaño.-
Tenemos una nueva oportunidad, sepamos aprovecharla.-
Sólo Dios y nuestra voluntad podrán decidirlo.-
14/11/2015 a las 9:50 AM
En nuestro país y en todas las areas, politica, sindical, empresaria falta una verdadera clase esclarecida que haya abrevado experiencia en otros paises para trasladarla al nuestro.
La clase dirigente empresarial ha sido siempre prebendaria y ha esperado ayuda del gobierno en lugar de abrirse camino por su cuenta, maximo teniendo en cuenta que contamos con las materias primas de maxima calidad y en abundancia y de una mano de obra muy apta tanto en los niveles del trabajo como de la conduccion.
Cuando el forista Daniel que me antecede hace referencia a que vuelva Martinez de Hoz me recuerda el paso de dicho ministro por el Ministerio de Economía.
M. de Hoz, a los efectos de que la industria nacional se pusiera en condiciones de competitividad con fabricantes de otras partes de mundo, apeló a establecer una “tablita cambiaría” que fijaba el valor del dolar para adelante, con el objeto, y así lo expresó en su discurso, de que los industriales contaran con un precio del dolar conocido a futuro y de esta manera equipar a sus industrias de la tecnología en equipamiento que les permitiera poder competir con otras industrias.
Los”industriales” argentinos, consideraron mejor para sus negocios utilizar sus estructuras de ventas e importar, a precio de dolar conocido productos de primera calidad pero fabricados en el extranjero y en lugar de mejorar sus fábricas se convirtieron en simple comerciantes.
Esto estaba lejos de lo que esperaba y sugería el ministro M. de H. pero la realidad es lo que ocurrió.
Luego cuando la tablita comenzó a fallarle dado que el gobierno militar no disminuyó el gasto público y la economía argentina estaba indexada (VANAS – valores nacionales ajustables) por el IPC (indices de precios al consumidor) el ministro echó mano a los indices del INDEC, adaptándolos a su necesidad para mantener la tabla del dolar
En general a la industria nacional siempre le agrado recibir prebendas, como la excepción impositiva ( radicación en San Luis) que competir sanamente y con todas las armas que disponían a la mano pero que solo unos pocos aprovecharon
13/11/2015 a las 3:39 PM
SOLO VIVIENDO DE LO NUESTRO NOS HARA UN PAIS LIBRE Y SOBERANO Y ES MAS PREFERIBLE QUE SER UNA ETERNA COLONIA CIPAYA EN GARRAS DE LOS BUITRES IMPERIALISTAS
14/11/2015 a las 12:08 PM
Pelotudo.
19/11/2015 a las 1:57 AM
VAMOS queda muy poco … hagan circular este LINK sobre SCIOLI
ARTICULO 29 ⇒ http://wp.me/p5xWP2-3e
Despues ya habra tiempo para discutir detalles
Dr. Gaston Saint Martin