Por Roberto Fernández Blanco.-

Ambos conceptos, Estado y Gobierno, deben ser muy bien entendidos y diferenciados.

Y esto depende de una condición básica esencial: ¿por cuál de las dos opciones de “sistema de vida” opta la comunidad?

En el Sistema Liberal, cada persona, en ejercicio de su capacidad y potencial productivo, decide libremente su forma de vida y su destino en un marco de convivencia armónica, pacífica, respetuosa, en la que libremente decide su rumbo, generando, produciendo y proveyendo riqueza (bienes, servicios, ciencia, arte, afectos, etc.) en libre cooperación productiva y en libre intercambio de los frutos de su producción.

En el Sistema Socialista la mayor parte, casi la totalidad, de los aspectos de la vida de las personas los establece, decide y controla un ente centralizado planificador que concentra todos los poderes y que dicta y comanda (gobierna) arbitrariamente según sus antojadizas interpretaciones y/o sus ataduras ideológicas.

El Sistema Liberal se caracteriza por su flexibilidad respetando rigurosamente las condiciones básicas de libertades individuales, libre asociación productiva y/o creativa, respeto por la propiedad de lo producido por cada uno y libre intercambio de los frutos producidos y ofrecidos.

En el Sistema Socialista se extingue la condición de ciudadano libre estableciendo una condición de dependencia y sumisión, forzada a los dictados del ente central totalitario (total autoritarismo) que impone su poder por encima de todo cuestionamiento, que -como la experiencia lo demuestra- termina indefectiblemente encabezado por un líder despótico.

Una primera confirmación de la naturaleza de cada sistema la da el hecho de que en el Sistema Liberal los nombres de los mandatarios que presiden la Administración del consorcio Estado suelen ser casi desconocidos, en tanto en el Sistema Socialista sus autócratas son harto conocidos y usualmente perpetuados en el poder: Fidel Castro, Chávez/Maduro, Hitler, Mussolini, Lenin, Stalin, etc., caracterizados por sus neurosis narcisistas (psicopatías. Ver al pie).

Por fortuna para la humanidad las nuevas juventudes, en su mayoría y en la práctica, aman y aspiran vivir y actuar en libertad por lo que es de esperar que poco a poco irán, en la medida que vayan comprendiendo la importancia de salvaguardar sus libertades, imponiendo su independencia y despojándose de las autocracias.

¿Qué o quién es el Estado?

El origen fundacional de una sociedad nace de “la decisión” (y consecuente acción) de un núcleo o grupo (pueblo) de personas que -de manera espontánea y en pleno ejercicio de sus libertades individuales- deciden “asociarse para compartir la suerte (con-sorte/consorcio) con la conciencia de un objetivo común” integrando un proyecto comunitario abierto y constituyendo una organización soberana denominada Estado.

Y este es el más básico de los conceptos, el que responde a la pregunta ¿Quién es el Estado?, uno de los conceptos fundamentales que mayor confusión acarrea pero que una vez bien entendido y asimilado da claridad, respuesta y sentido a muchos otros conceptos e ideas mal comprendidas, confusas o decididamente mal definidas, permitiendo comprender y asumir con claridad la enorme diferencia conceptual que existe entre los conceptos Estado y Gobierno.

Estado es la comunidad de personas libres y soberanas (Autoridad Suprema) espontáneamente integradas como consorcio (compartiendo la suerte) y jurídicamente organizada (Estado de Derecho) mediante la redacción de un Reglamento Constitucional del consorcio (Contrato Social conocido como Constitución Nacional) en el que -en el sistema liberal- se preservan las libertades individuales, se determinan los fundamentos básicos del Estado de Derecho y se establecen los criterios esenciales para compartir una convivencia social pacífica, armónica y respetuosa en la que cada persona (física o jurídica), interactuando en libre y espontánea cooperación, pueda desarrollar responsablemente sus potencialidades creativas y productivas generando riqueza e intercambiando libremente los frutos de sus capacidades y sus logros, sean bienes, servicios, arte, literatura, ciencia, afectos, etc.

Para operar comunitariamente, preservando las libertades individuales, consolidando la convivencia social armónica y generando y sustentando las óptimas condiciones operativas de la comunidad, el soberano consorcio Estado ha establecido en su Reglamento Constitucional la creación de tres instituciones subsidiarias autónomas, independientes y complementarias” (subsidiarias implica estar al pleno y exclusivo servicio de la comunidad), instituciones a las que el Consorcio Estado -en su soberano carácter de “Mandante”- les ha impuesto tareas y obligaciones bien específicas delegando en sus funcionarios (empleados públicos de cualquier nivel), “atribuciones” que han sido bien establecidas y bien delimitadas, las que “no pueden ni deben ser rebasadas” por dichos funcionarios designados por la comunidad bajo el concepto de “Mandatarios” (personas que bajo el contrato de mandato aceptan ejecutar solo la única o únicas gestiones que el mandante les autoriza y ordena, dentro de las atribuciones delegadas).

En el caso de un funcionario (empleado público) resultante de votación del pueblo, el mandato queda rigurosamente limitado al riguroso contenido de la plataforma que propuso en su campaña.

Esta tríada de instituciones subsidiarias, englobadas bajo el cuestionable título de Gobierno (cuyo concepto analizaremos a continuación) son: la Administración o cabeza Ejecutiva, la Legislativa y la Judicial (Justicia), creadas por el Consorcio Estado para “únicamente” tener a su cargo el control y administración del mantenimiento -en óptimas condiciones operativas- de lo que exclusivamente el pueblo ha definido como bienes y servicios comunes del “consorcio-Estado” que hacen a un libre funcionamiento comunitario más eficaz y eficiente, conservando los ciudadanos “soberanos” la plena libertad e independencia de acción dentro de las reglas operativas preestablecidas por el pueblo para una convivencia social pacífica, armónica y productiva.

Lo relevante y esencial de este concepto es dejar de confundir al Estado (consorcio, Autoridad Suprema) con el de las instituciones a su servicio -que acostumbramos a denominar Gobierno- definiendo claramente su objetivo y alcance para prevenir desbordes autoritarios.

Redefinir el concepto Gobierno es clave y esencial para diferenciar claramente entre sí un sistema de vida liberal de un sistema de vida socialista.

El literal significado del concepto Gobierno es directamente afín al sistema de vida socialista pues significa e implica “comando, conducción, dirección y planificación centralizada” necesariamente encabezada por un líder o equipo arrogado de omnisciencia, ejerciendo un forzado tutelaje sobre el pueblo ahora desprovisto de su efectiva condición de mandante y despojado de su condición soberana toda vez que el ente centralizado es el que se reserva la supuesta “fiel interpretación” del sentir y necesidad del pueblo sometido, debiendo los ciudadanos acatar las imposiciones del ente centralizador en aspectos que los ciudadanos se ven obligados a resignar, enajenados de sus libertades y derechos elementales.

De aquí los titulados: comandante Fidel, comandante Chávez, Führer Hitler, el Gran Timonel Mao Tse-Tung, Il Duce Mussolini, gran conductor Perón, etc.

Por esta esencial diferencia, en los países de Sistema Liberal, el término correcto a ser utilizado en sustitución de Gobierno es Administración, como naturalmente se desprende del concepto Estado liberal, definido como consorcio de ciudadanos conservando y preservando su condición de Soberano (Autoridad Suprema).

En síntesis, en un Sistema Liberal debe hablarse de Estado, Administración y Mandatarios, para establecer una barrera esterilizadora contra los brotes patógenos autoritarios de funcionarios contaminados por la ideología socialista.

El incorrecto uso de los conceptos Gobierno y Estado, confundiendo Estado con Gobierno, unificando ambos conceptos, o no sabiendo distinguirlos con claridad, dificulta enormemente el diferenciar la esencia entre ambos Sistemas de Vida, el Liberal del Socialista.

Esto tiene un efecto demoledor en la conducta emocional del ciudadano pues debilita sensiblemente su mal preservada libertad quedando expuestos a la condición de sometimiento respecto de un Gobierno totalitario que centraliza la suma del poder adjudicándose la despótica facultad de planificar todos los aspectos de la vida social y productiva, decidiendo sobre los derechos y libertades de las personas, pretendiendo ser obedecidos en aspectos que jamás el pueblo ha resignado y que nunca (o torpemente) ha delegado, expoliando los frutos del trabajo productivo de los ciudadanos y destruyendo la capacidad generadora de riqueza y bienestar de la comunidad según sus caprichos, antojos, pulsiones ideológicas e intereses personales.

Lamentablemente nuestra sociedad no termina de percatarse y asumir esta confusión entre Estado y Gobierno que, instalada en nuestro bagaje de cultura cívica, nos induce a ceder y conceder a terceros (tolerándolo) el “comando” (Gobierno) de nuestro rumbo y destino, funcionarios que, lejos de cumplir con su condición de Mandatarios, a cargo y responsables de la Administración, devienen -en deriva autoritaria- en comandantes, conductores, regentes, dirigentes, tutores, guías o líderes.

Bajo este equivocado enfoque vamos cediendo ingenuamente nuestra condición de soberanos permitiendo peligrosamente que nuestros derechos y libertades pasen a manos de terceros que nos van conduciendo hacia la servidumbre de un sistema totalitario.

Así se encaramaron en el absolutismo los arriba mencionados psicópatas de turno: insanos que muy pronto terminan violando definitivamente los principios fundacionales del Estado liberal modificando el Reglamento Constitucional a su antojo y conveniencia para garantizar la perpetuidad de su personal totalitarismo.

Lamentablemente, desde hace muchos años, el pensamiento liberal se ha dejado invadir e intoxicar con conceptos que implican una atadura del pensamiento a las concepciones autoritarias del sistema socialista, debilitando la capacidad inmunológica contra el autoritarismo.

De no asumir prontamente esta debilidad conceptual deberemos aceptarnos como torpes e incapaces de preservar nuestra condición de seres libres e independientes.

En síntesis:

En el Sistema Liberal, el Estado es el consorcio de ciudadanos/as, es el Soberano (Autoridad Suprema), es el Mandante que designa funcionarios (empleados públicos) con carácter de Mandatarios, por tiempos prestablecidos (renovables y revocables) a cargo de la Administración para desempeñar tareas específicas bien establecidas y con Atribuciones delegadas bien delimitadas que no pueden ser rebasadas.

* [Nótese que en este Sistema Liberal los conceptos Gobierno y Poder son sustituidos por Administración y Atribuciones limitadas].

En un Sistema Socialista, la comunidad se convierte en un rebaño comandado, conducido, guiado y controlado por un ente superior denominado “Gobierno” que, arrogado de omnisciencia, reúne y concentra la totalidad de los poderes (Totalitario), un ente centralizado planificador encabezado por un líder comandante (Autócrata), que todo lo decide adjudicándose la despótica facultad de planificar todos los aspectos de la vida social y productiva de la comunidad, decidiendo sobre sus derechos y libertades, imponiendo el ser acatado y obedecido en aspectos que los ciudadanos jamás deberían resignar y nunca delegar quedando sometidos a la condición de servidumbre, dirigidos, controlados y expoliados en los frutos de la riqueza comunitaria, al antojadizo arbitrio del ente controlador/planificador, forzando la actividad productiva y el comportamiento social a cumplir con los dictados de su neurosis narcisista, sus caprichos, antojos, veleidades, pulsiones ideológicas y corruptos intereses personales.

Por su naturaleza pacífica y respetuosa el Sistema Liberal está permanentemente expuesto a la deriva socialista, esto es, a la pulsión de sectores que por sus personales limitaciones no asumidas, productivamente impotentes, quejosos, de infructuosas demandas, incapaces, consecuentemente y recurrentemente frustrados, resentidos y brotados de envidia respecto de aquellos que emprenden, actúan, producen y triunfan, terminan invadidos por una pulsión destructiva, una agresividad que pretende destruir lo que ellos -por sus debilidades- no pueden construir ni producir, tratando de forzar hacia abajo la igualación de aquellos que envidian y que buscan extinguir expoliándolos, siempre bajo el subterfugio y eufemismo de alguna falsa causa noble con la que pretenden justificar sus actos destructivos, buscando destruir por expoliación al sector envidiado mediante absurdos, desbordados impuestos o directamente por la vía directa de la expropiación/confiscación, al ridículo estilo chavista.

Nace de aquí otra contradicción, una incorrecta apreciación de conceptos, porque los que se sienten incapacitados e improductivos, sin poder asumirlo, reclaman quejosos un Sistema Socialista que les provea un Estado de Bienestar indefinible e insostenible, en tanto los productivos, en el marco de un Sistema Liberal, generan -con su actividad, creatividad y productividad- la auténtica riqueza que permite el Bienestar del Estado (de la comunidad).

Concepto Riqueza

La ideología del Sistema Socialista adhiere a la equivocada creencia de que la riqueza es un bien existente que suponen debe ser debidamente distribuido por un ente rector centralizado.

El Sistema Liberal se basa en la evidencia de que la riqueza utilizable es producto del esfuerzo y procesamiento humano. Una pera madura caída es riqueza inerte que solo cobra utilidad cuando alguien realiza el trabajo de agacharse y tomarla del suelo. De igual manera, sin extraer y procesar, el petróleo no es riqueza útil, así como tampoco lo es la tierra fértil, sin labrar y cosechar.

La riqueza útil, la que genera bienestar, la genera el “emprendedor”, cualquiera sea su nivel, multiplicando la cantidad de peras e intercambiando libremente este fruto de su trabajo con quienes cosechan tomates, zapallos, etc., y con los que crean y fabrican celulares, computadoras, zapatos, etc.

El creciente Bienestar del Estado (comunidad) es mérito de los emprendedores creadores de nueva riqueza y de los empresarios (de cualquier magnitud, peluquero, verdulero, siderúrgico…) que se establecen y sostienen la producción intercambiando bienes y servicios.

Los pueblos cultos, potentes y productivos no desean ni necesitan someterse al mando de comandantes o conductores mesiánicos que los terminan convirtiendo en un lumpen social en estado de servidumbre a ser manipulado como manada por estos supuestos líderes arrogados de omnisciencia.

No somos seres incapaces o impotentes como para requerir tutores que nos guíen masivamente.

Pareciera que tenemos instalados en nuestras mentes emocionales la necesidad de aceptar como un hecho natural el que debemos ser “gobernados”, esto es, sentir o creer que necesitamos ser comandados, guiados y conducidos como seres incapaces de hacerlo en plena libertad.

Esto abre el camino al autoritarismo y al despotismo que arrebatan el poder a los ciudadanos para terminan perpetuándose en su desquiciada condición de “conductores”, llevando a los pueblos al derrumbe, la catástrofe, la miseria, el fracaso, e incluso desencadenando fanatizados enfrentamientos entre hermanos que enlutan a los pueblos, crean profundas grietas sociales, siembran enfrentamientos sociales, generan terror, hambrunas, muertes, desolación y terminan destruyendo sus capacidades y riquezas.

Desterremos de nuestra cultura cívica los conceptos equivocados y la errónea aplicación que le hemos venido dando a los términos “Gobierno” y “Poder” sustituyéndolos por “Administración” y “Atribuciones delegadas limitadas al alcance específico del Mandato”.

Los funcionarios (servidores públicos a sueldo) empezando por el Presidente de la Nación (Primer Mandatario), son meros administradores al servicio del “pueblo soberano” en el limitado alcance de las “atribuciones” que les fueron delegadas “por tiempo limitado” (que implica fin de mandato no renovable).

Y debe recordar cada ciudadano/a -al momento de votar- que cuando un político promete a algunos sectores ciertos “beneficios” para seducir a los votantes, el día que los concede, esos “beneficios” los paga la comunidad con riqueza quitada a todos los ciudadanos a través de impuestos e inflación monetaria, lo hayan votado o no.

El aspecto clave de esta forma social operativa es que “no deberá estar permitido” que el Mandatario se arrogue -bajo ninguna justificación- la condición de Representante del pueblo, permitiéndose imponer cambios operativos y gastos diferenciales que no le hayan sido previamente autorizados por el pueblo mandante en su designación.

ANTICIPÉMONOS AL HORROR (Psicópatas)

La psicosis es una neurosis narcisista donde se despliegan los componentes improductivos y destructivos de una personalidad psicopática con obsesión pertinaz.

El psicópata es víctima de un subyacente y persistente resentimiento instalado en su ID (inconsciente profundo) y una vanidad insatisfecha que le genera pulsiones de envidia y odio que disimula con enorme habilidad y control de sus actos.

Su insana condición lo hace fuertemente perceptivo, en particular de todo aquello que pueda rasgar o hacer trastabillar su pretensión dominante.

Es importante no confundir cualidades.

El psicópata “no es un ser inteligente” porque la inteligencia es facultad de comprender y proceder productivamente.

El psicópata es un animal perceptivo y astuto y todos sus actos de sometimiento y dominación están siempre disfrazados de causas nobles lo que hace difícil al común de la gente detectar y prever tempranamente sus intenciones.

Al psicópata lo delata su ocultada vanidad y su reprimido odio por todo aquello que se opone a sus objetivos.

No escucha salvo para doblegar al otro con su atemorizante astucia.

En síntesis, se trata de un ser altamente peligroso y destructivo, perceptivo y astuto, con una irrefrenable compulsión por la dominación y el manipuleo de las personas para ejecutar sus caprichos y antojos.

Los argentinos estamos corriendo un altísimo riesgo si no hacemos abortar a tiempo y decididamente este avance de los insanos autoritarios.

No olvidemos a Hitler, Mussolini, Fidel Castro, Chávez, Mao, etc. y el precio en terror, muerte y hambruna que pagan los pueblos que no reaccionan a tiempo.

Share