Por Luis Alejandro Rizzi.-

Ortega decía en “Misión de la Universidad” que “Reforma es creación de usos nuevos” ya que, cuando el “abuso” es la regla, en verdad tenemos que pensar que los “usos son malos”, que es lo que nos pasa a los argentinos.

Nuestra “dependencia del sendero”, como dicen los sociólogos, es una cuestión cultural muy arraigada a la que hizo mención Mauricio Macri en su discurso de apertura de un nuevo periodo de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, al decir, con relación a la desidia, corrupción e incompetencia del gobierno precedente: “Nos acostumbramos a vivir así y hasta pensamos que era normal. No lo es. No lo puede ser”, aunque la incompetencia y desidia se remonta también a muchos años y la corrupción es más bien un fenómeno más reciente, consecuencia de la inveterada falta de idoneidad en la función pública.

Pienso que éste es el párrafo más importante del discurso del Presidente, porque plantea la esencia de lo que llamaría “la cuestión argentina” que es una cuestión cultural.

Hemos tenido períodos, por cierto breves, de nuestra historia reciente, en los que los problemas económicos, esencialmente déficit fiscal, inflación y tipo de cambio y un cierto nivel circunstancial de mayor eficiencia del estado, se lograron efectivamente como ocurrió con el inicio del Plan Austral o los primeros años de la convertibilidad, periodo durante el cual pese a los errores cometidos, se logró un buen nivel de acumulación de capital que el kirchnerismo dilapidó en sus doce años de gobierno.

Incluso el propio Kirchner hizo mérito de los superávit gemelos, como también lo señaló Macri. Esto quiere decir que la Argentina tiene personas con suficiente nivel técnico o idoneidad profesional, para enfrentar estos problemas que nos vienen asolando desde un “añejo antaño”, si me permiten esta expresión.

La pregunta que nos debemos hacer es ¿Por qué si tenemos los medios y las personas técnicamente idóneas no podemos romper con este circulo viciosos del fracaso reiterado por insistir en mantener nuestros malos usos?

Mi respuesta puede parecer sencilla, para muchos hasta ingenua, pero pasa que no tenemos dirigencias cultas capaces que nos guíen para resolver nuestro propio destino.

“La educación pública tiene severos problemas de calidad y hoy no garantiza la igualdad de oportunidades…” dijo Macri, pero esa falta de calidad se refleja en que nuestro sistema educativo genera excelentes técnicos, como lo muestran los premios Nobel obtenidos por científicos argentinos, pero a la vez crea esta nueva oleada de nuevos bárbaros, que son los profesionales más sabios que nunca pero más incultos también.

Estas dirigencias que pueden ser técnicamente idóneas son por su incultura, los nuevos bárbaros, retrasados respecto al tiempo que les toca vivir, arcaicos y primitivos y por tanto incapaces para resolver las cuestiones y problemas que plantea la época o la actualidad.

La cultura, siguiendo con Ortega, es ese sistema vital de ideas que imperan en cada tiempo o era histórica, “cultura es estar a la altura de los tiempos”. La cultura no es ciencia, no se es culto, en arte, ciencia o en cualquier otro oficio, y hoy día la educación en general crea seres incultos que obviamente se comportan o nos comportamos, mejor dicho, como tales.

Esto Ortega lo decía en la década del 30 con relación al europeo medio y a la enseñanza universitaria en ese continente.

La historia le dio la razón porque, nosotros los argentinos, somos consecuencia de esa mediocridad cultural europea, que generó la segunda guerra mundial, la matanza de millones de judíos, que alimentó intelectualmente la creación de fuerzas subversivas y luego los métodos más perversos para combatirlas, que políticamente constituyó una Unión europea y una eurozona sin contemplar las diferencias existentes, fuentes de nuevos conflictos entre los países más ricos y más pobres y un llamado estado de bienestar que hoy día no es posible financiar.

A la Argentina todo llegó tarde, el fascismo, el nazismo, el marxismo, el socialismo y hasta el capitalismo, pero de alguna manera nuestros “malos usos” son su consecuencia con ese agregado que se hizo convicción que nos dice que los derechos no tienen costo o que los derechos son gratuitos.

Hoy necesitamos una dirigencia primero culta y luego idónea, sea para ser Ministro o CEO de las empresas en poder del estado, y con más razón quienes tienen responsabilidades en área de la educación.

“Se han abierto nuevas universidades, y eso es muy positivo; pero también muchas de ellas han sido espacios de militancia política más que de excelencia académica”, dijo Macri; diría más bien que todas nuestras universidades se han convertido en espacios de militancia al punto que las autoridades son elegidas en virtud de su militancia y los votos que pueden obtener.

Ese no es el elemento democrático de la enseñanza universitaria, entendida como “igualad de oportunidades” y excelencia académica y cultural.

Nuestra dirigencia debe generar nuevos usos, el primero de ellos debe ser el respeto a la funcionalidad institucional y al diálogo como medio para tomar las mejores decisiones posibles.

Es un camino lento, que exige paciencia y sobre todo medir los éxitos no tanto por sus resultados matemáticos, que son necesarios, sino por la calidad de las decisiones que es el único medio posible y conocido para promover el bien común.

El argentino medio, como es uno, como somos muchos o todos, debemos obrar sabiendo que los recursos siempre serán escasos, que será necesario fijar prioridades teniendo en cuenta principalmente a los menos favorecidos y que nuestro destino depende de nosotros y del esfuerzo que estemos dispuesto a hacer.

En fin, es una cuestión de cultura.

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