Por Enrique Guillermo Avogadro.-

“Me dijeron que en el reino del revés…
un ladrón es vigilante y otro es juez”.
María Elena Walsh

El Gobierno y la Armada confirmaron lo que intuíamos: ya no es posible que los tripulantes del ARA “San Juan” sean encontrados con vida, aunque se seguirá intentando localizar la nave. A sus familiares y a toda hombres de mar expreso el profundo dolor que me embarga; rezo a Stella Maris por el eterno descanso de sus almas.

¡Ay, Tato Bores, qué falta nos haces! La Argentina sigue dando que hablar al mundo entero, como siempre lo ha hecho; antes, por nuestra reconocida cultura y nuestro potencial económico, ahora y desde hace varias décadas, por lo asombroso de nuestra decadencia, producto de un suicidio colectivo que parece no terminar. Es natural, toda vez que no hemos dejado nada sin trastocar, ensuciar o destruir.

El el mismo H° Senado de la Nación que albergó figuras tales como Aristóbulo del Valle, Carlos Pellegrini, Nicolás Avellaneda y tantos otros ciudadanos ilustres, ratificó su condición de aguantadero de peligrosos y reincidentes delincuentes cuando juraron -“por Dios, por la Patrias”- entre quienes fueron electos en octubre, Cristina Elisabet Fernández, Carlos Saúl Menem y Adolfo Rodríguez Saa. ¡Que trío de joyitas!

La renovada legisladora arrastra ya tres procesamientos firmes por corrupción, y está muy cerca de recibir otro, nada menos que por traición a esa Patria por la que juró. Menem soporta una condena, confirmada en doble instancia, por el contrabando de armas a Ecuador y a Croacia; no está firme porque la Corte Suprema aún tiene a estudio un recurso del ex Presidente y, mientras se pela las pestañas, lo habilitó para reasumir como Senador; para colmo de vergüenza, fue el encargado de izar la bandera nacional en el acto. Y el último, “el Adolfo”, viene de dar vuelta la elección que había perdido en su eterno feudo mediante el sencillo procedimiento de hacerse con un millonario subsidio, otorgado por su hermano el Gobernador de San Luis, con el cual adquirió públicamente electrodomésticos para comprar votos.

En el sur del país, otro catastrófico Juez federal, Gustavo Villanueva, ordenó a las fuerzas de seguridad retirarse de un parque nacional usurpado por los falsos mapuches del RAM, con lo cual éstos pudieron modificar el escenario del último enfrentamiento armado, que costó la vida a un joven compañero de ruta de los invasores. Este episodio no debería sorprendernos porque otro magistrado -Gustavo LLeral- permitió, hace un mes, que los enmascarados okupas palparan de armas a los efectivos federales antes de habilitarles la entrada a otro campo “recuperado”, donde murió ahogado Santiago Maldonado.

Luego, el Obispo de Bariloche, Mons. Juan José Chaparro, convocó a ¡las partes! a un diálogo de paz, equiparando al Estado Nacional con la banda armada, ladrona y asesina, que amedrenta a los pobladores de la zona y quema estaciones de tren y pozos petroleros. Hasta la propia madre del último fallecido, una verdadera mapuche y -como la enorme mayoría- ciudadana pacífica, dijo que habían lavado el cerebro a su hijo y rechazó las ceremonias fúnebres que pretendía organizar el RAM durante cuatro días.

Debemos recordar que, de la marcha convocada para protestar por esta última muerte, quedó una repugnante pintada en la pared del Cabildo, “44 menos”; si algo faltaba para calificar definitivamente a estos mal paridos, su alegría por la desaparición de los marinos resulta suficiente.

Mauricio Macri, finalmente, verbalizó un claro respaldo a la posición de Patricia Bullrich, Ministro de Seguridad, firme en la defensa del accionar de las fuerzas de seguridad federales, que no pueden ser puestas en pie de igualdad con quienes desconocen la soberanía argentina sobre las tierras “sagradas” que, dicen, les pertenecían ancestralmente y que pretenden la escisión de las mismas respecto a la Argentina y a Chile.

Con esa correcta actitud, el Gobierno anotició a la ciudadanía que se dispone a enfrentar, con toda la fuerza del Estado, el peligroso foco subversivo que, con apoyo y financiamiento de las organizaciones guerrilleras latinoamericanas y de los narcotraficantes, se está instalando en el sur. A quienes pretendan minimizarlo por el escaso número de los integrantes del RAM, les sugiero estudien cuántos miembros del ERP actuaron en 1974 en Tucumán, pretendiendo que se reconociera el territorio que ocupaban como un estado beligerante, o sea, en guerra con la Argentina.

Pero todo esto se da en el marco de importantísimas reuniones internacionales que se llevarán a cabo aquí hasta noviembre del año próximo, cuando se den cita los líderes de los países que integran el G-20. Cada vez que ello ocurre en algún lugar del mundo, las agrupaciones anarquistas y antisistema desatan un aquelarre de violencia, que sólo se logra controlar cuando entran en acción los ejércitos y las policías de las naciones anfitrionas. Me pregunto con qué elementos podremos garantizar la seguridad de esos encuentros si, como se ha visto en estos días, permitimos que periodistas bastardos los cubran permanentemente con un manto de sospecha, amén de mantener encarcelados a quienes el Estado les encomendó esa misma tarea hace ya cuarenta años.

El miércoles fueron dictadas las sentencias en la causa ESMA, el proceso más amañado de todos aquellos denominados “de lesa humanidad”. Fueron condenados a cadena perpetua muchos oficiales que, a la sazón, contaban poco más de veinte años y a los cuales sus superiores les ordenaban la detención de los subversivos para luego entregarlos en los diferentes centros de encarcelamiento. Es completamente ridícula la teoría utilizada por los jueces para condenarlos, ya que es impensable que personal que revistaba en los grados inferiores del escalafón militar tuviera algún poder de decisión sobre la represión.

En el tema de los derechos humanos, el Gobierno está en deuda con la sociedad, en la medida en que el propio Presidente se comprometió a terminar con el “curro” montado a su alrededor, sobre todo a través de las aún oscuras y ocultas indemnizaciones multimillonarias pagadas a los terroristas y sus familiares, pero también en relación al nulo reconocimiento a las víctimas civiles del accionar de las organizaciones ilegales y la indispensable revisión de las causas judiciales armadas para concretar la venganza contra los vencedores militares de la guerra de los 70’s.

A la escena tragicómica nacional se sumaron los gremios docentes que, insólitamente, se resisten a que se conviertan en universidades los actuales institutos de formación, algo que logró en Ecuador su admirado “socialista del siglo XXI”, Rafael Correa. Pero la foto de los cabecillas quejosos (Roberto Baradel y Hugo Yatsky), que ya decretaron una huelga en el tramo final del ciclo lectivo, revela la clara intencionalidad política de este contrasentido, toda vez que son acérrimos seguidores de Cristina Kirchner.

Como se ve, María Elena Walsh fue sólo una adelantada cuando escribió “El reino del revés”.

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