Por Carlos Tórtora.-

No es de extrañar que trascendieran los gritos de JM a Luis Caputo por el número que se espera de la inflación de marzo: 13,2%. Es que sería entonces equivalente a la de febrero y este aplanamiento desmentiría el proceso «desinflacionario» tantas veces elogiado por el presidente. El estancamiento de la inflación también crearía un ambiente negativo para las negociaciones en el Congreso por la ley ómnibus, que tienden a paralizarse luego de que el Ejecutivo anunciara que la fórmula jubilatoria se dispondrá por DNU y no por ley como se había asegurado. Lo concreto es que, optimista como siempre, Milei daba por hecho que el segundo semestre se iniciaría con inflación de un dígito y un clima de creciente apoyo al gobierno.

Hacia el aislamiento

Anticipándose a los efectos políticos de la inflación de marzo, el gobierno ya da señales de replegarse. Por ejemplo, prácticamente desapareció toda mención oficial al Pacto de Mayo y por todas partes hay señales de que la Casa Rosada hará suya la consigna de gobernar sin el Congreso. Allí, son muchos los diputados opositores que especulan con que el mantenimiento de una inflación de dos dígitos sería suficiente como para provocar una pronunciada caída de la imagen presidencial. Flojo en materia de desempeño político, el fuerte de Milei es su expertise económica.

Una inflación alta también crearía condiciones para que la oposición le reclame a Martín Menem que convoque a sesionar para tratar el DNU 70/23. El rechazo del mismo significaría su derogación y la parálisis de la mayor parte de las reformas ejecutadas por la Casa Rosada, que quedarían sin efecto. Se comprende así que Milei haya difundido entonces en las redes un retrato suyo imitando al de Napoleón en los días previos a su abdicación. El fantasma del aislamiento político acecha otra vez a los libertarios.

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