Por Carlos Tórtora.-

En el curso de las últimas semanas, aparecieron sombras sobre la candidatura a presidente de Horacio Rodríguez Larreta. Primero fue Elisa Carrió la que deslizó que, junto con otros dirigentes, Larreta mantiene una estrecha relación con Sergio Massa, su amigo desde muchos años atrás.

A continuación estalló la discusión en la Legislatura de la Ciudad, sobre el escándalo del contrato de concesión de las multas y el acarreo de los vehículos en infracción. Con una recaudación anual de 450 millones de pesos, los concesionarios pagan 55.000 pesos de canon mensual, el equivalente de unas pocas horas de trabajo. Las sospechas de corrupción salpican en este caso a la cúpula de la administración porteña y se vinculan con otros contratos, cuyos cuestionamientos saldrían a la luz pública próximamente.

Pero el mayor impacto negativo sobre la imagen de Larreta fue su desastrosa gestión de la crisis en torno a la seguridad alrededor de la vivienda de Cristina Kirchner en Uruguay y Juncal. El alcalde porteño primero hizo vallar la zona. Luego, ante la reacción masiva de los kirchneristas, desarrolló un lamentable operativo policial y 24 horas después terminó levantando el vallado. Patricia Bullrich aprovechó la oportunidad de plantear lo que estaba en el aire: a Larreta le faltan volumen y decisión para manejarse en las crisis y esto quedó al descubierto en este fin de semana en la Recoleta. En el almuerzo de ayer de la cúpula de JxC no sólo se insultaron Larreta y Bullrich sino que empezó a comentarse que al primero le falta asumir un perfil de presidenciable. Por comparación, que es lo que importa en estos casos, el que salió beneficiado fue Mauricio Macri.

Con incógnitas

En su estrategia electoral, Larreta confía en imponerse en las futuras PASO gracias al control que tiene sobre los grandes municipios que gobierna el PRO, esto es Vicente López, Mar del Plata, La Plata y Lanús, aun cuando en este último caso Néstor Grindetti se está desmarcando en las últimas semanas. Pero no obstante esto, el jefe de gobierno tendría crecientes problemas de imagen que los hechos antes señalados contribuyen a profundizar. En las últimas horas, se nota un esfuerzo de Larreta por intentar polemizar con Cristina y ganar entonces espacio con la polarización. En medio de la turbulencia, ayer él pareció recuperar para sus huestes a María Eugenia Vidal, que actuó como vocera del encuentro del PRO.

Detrás de este escenario nacional está otra cuestión que es esencial para el PRO. Esto es, la sucesión en la Ciudad, que es el único baluarte del PRO que le permite tener proyección nacional. Martín Lousteau plantea que su objetivo es ganar la jefatura de gobierno y ya mostró en el 2019 que es capaz de hacerlo. Jorge Macri es la esperanza del oficialismo de mantener el control de la administración porteña. Si se impusiera Lousteau, el macrismo podría perder casi por completo sus principales cajas y resortes de poder. Después de 16 años de gestión amarilla, el electorado podría intentar un cambio.

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