Por Mariano Aldao.-

Si el gobierno decidiera terminar de una vez por todas con aquel proyecto que nació hace más de 100 años, de hacer llegar el subte línea A hasta Haedo (el proyecto del año 1913 era llevarlo hasta Liniers) los beneficios que esto traería para todo CABA, porque esta obra no sólo impactaría fuertemente en el tránsito del carril oeste sino en toda la ciudad.

Para que esto fuera posible tendría que convocar a un selecto grupo de ingenieros para que resuelvan con celeridad, cuál sería la mejor manera realizar los 900 metros que aún faltarían cavar para realizar el empalme entre la estación terminal actual San Pedrito y Rivadavia al 8900 (lugar hasta donde llegó la “Tuneladora Argentina” que arrancó en Haedo).

Una vez que esto esté resuelto, llamar a licitación, poniendo plazos cortos para la ejecución de la obra.

Entonces, el grupo de ingenieros deberá prever cómo resolver la creación de estacionamientos, para que las formaciones que paren en todas las estaciones dejen la vía libre para las formaciones rápidas que no paran en todas.

Otra posibilidad, para el caso de no encontrarse una solución a esto, sería programar con los horarios de mayor flujo de gente (entrada-salida de las oficinas) que la dirección de las formaciones sea única en ambos horarios para aprovechar las dos vías actuales. Esto sería sólo para todos los días hábiles.

Amén de la solución a muy corto plazo que este proyecto generaría en el tránsito de la ciudad, permitiría reflotar aquel proyecto del “Corredor verde” que le agregaría un pulmón gigantesco a todo lo que hoy es el trayecto de la línea Sarmiento.

Aquel que logre cerrar la grieta que divide en zonas sur y norte a los barrios que se encuentran cruzados por el tren del oeste será recordado como aquel que dio el paso que nadie antes se hubo animado a dar para solucionar el problema que el crecimiento poblacional en la Capital generó con el correr de los años.

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