Por Carlos Tórtora.-

Con la obvia intención de producir un impacto psicológico que neutralice a la oposición, el gobierno está desplegando con bombos y platillos su estrategia de acumulación de diputados y senadores nacionales, a costa del PJ, el PRO y la UCR. El último acto fue el anuncio del pase de tres diputados nacionales radicales con peluca a las filas de LLA y el virtual empate en 91 con el bloque peronista, que suma 96 pero podría tener varias bajas en los próximos días. Pero el broche de oro de este proceso sería la ruptura de los bloques justicialistas por el grupo de gobernadores encabezado por Raúl Jalil y Osvaldo Jaldo.

Este show montado por Javier Milei en buena medida para demostrarle a Scott Bessent y Donald Trump que el Congreso ya está prácticamente bajo su control; es una sobreactuación que estaría empezando a generar efectos negativos para el gobierno.

Y el efecto más importante es que Cristina Kirchner y Axel Kicillof, que a partir del 26-0 bordeaban un nuevo capítulo de su confrontación, ahora se mostrarían cada vez más comprensivos uno con el otro. Prueba de ello es lo ocurrido dos días atrás entre la cristinista Intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, y Máximo Kirchner. La primera, a raíz de su polémica con el gobernador por reclamos de obras para el municipio, se declaró “opositora” de aquél y Máximo salió a cruzarla aclarando que él es totalmente oficialista en Buenos Aires.

Una alianza obligada

El martes pasado, Kicillof empezó a respirar más aliviado, porque la Comisión de Presupuesto tuvo mayoría para el dictamen de Comisión pero todavía están complicados los dos tercios para que la ley de financiamiento autorice el endeudamiento del gobierno.

La Cámpora, poco a poco, va cerrando acuerdos con el gobernador. Y ahora ambos bandos se preparan para acordar el proceso electoral del PJ bonaerense. Pero todo bajo la consigna de unidad y con una Cristina seriamente golpeada por el decomiso de su patrimonio ejecutado en la sentencia de la causa Vialidad.

De este modo, Cristina y Kicillof se esfuerzan por demostrarles a los gobernadores peronistas que no hay margen para fracturar la unidad partidaria y que los bloques rupturistas en el Congreso no tendrían mucho futuro.

De este modo Milei, con su publicitado avance para fagocitarse el Congreso, lo que está consiguiendo en la práctica es la unidad forzosa entre axelistas y cristinistas.

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