Por Hernán Andrés Kruse.-

LA RE-ESTATIZACIÓN DE AA

“El balance de 1992 ya decía que el patrimonio de Aerolíneas Argentinas había pasado de 620 millones a 240 millones de dólares, y sus nuevos dueños seguían endeudándola. La empresa dio pérdidas por 27,5 millones en el primer año, 115 millones en el segundo, 248 millones en el tercero, 183 millones en el cuarto y 68 millones de dólares en el quinto. Hubo un saldo positivo, en 1997 de 2,8 millones de dólares y en el 2000 de 2,5 millones (Libro AAA). Ante posteriores denuncias, se descubre que había sido rematado el capital de la empresa: 2 aviones Boeing 707, de 2 millones de dólares cada uno, fueron tazados en 1,57 dólares. Los edificios de Madrid y Río de Janeiro fueron vendidos a un austral cada uno. En vez de cumplir con los 638 millones de dólares de inversión, Iberia se quedó con la compañía y liquidó el patrimonio. Muchos testimonios cuentan que los aviones salían de Buenos Aires rumbo a Madrid con las cubiertas de sus ruedas en perfecto estado, y volvían con las cubiertas viejas. Asimismo, las llamadas telefónicas realizadas en Madrid con destino a Buenos Aires se hacían por cobro revertido (Libro AAA). El secretario de transporte afirmaba que el pasivo de la empresa ascendía a 839 millones de dólares, de los cuales 390 millones correspondían a deudas con los bancos por la compra de la propia empresa, además de una deuda de AA con el Estado por 52 millones.

Finalmente en julio de 1992 se asumió una “estatización transitoria” de parte de las acciones y se aceptó como parte del pasivo de la empresa unos 390 millones de dólares que fueron utilizados para comprarla. El estado se hace cargo de la compañía, y de la deuda, al aumentar su participación accionaria del 15% al 27%. También se hizo un acuerdo para ampliar el capital de la empresa en unos 145 millones de dólares a través de aportes en efectivo. Se sabía que los accionistas no iban a aceptar, por lo que el Estado se haría cargo de sus acciones, llegando al 43 %. A cambio de haber firmado dicho acuerdo, el Estado pedía reducir costos: eliminar frecuencias y despedir personal; como así también un ligero vaciamiento del área cabotaje en beneficio de Austral. Luego de un proceso complejo el estado volvía a participar en la empresa, aportando capital para saldar las deudas que habían contraído los compradores con el propio estado, pero sin manejarla cuando antes era totalmente de su propiedad, la controlaba y le daba ganancias”.

EL VACIAMIENTO DE AEROLÍNEAS

“En marzo de 1994 se firma un acuerdo para la reestructuración financiera y operativa de AA, en la cual el Estado prácticamente regalaba sus acciones a cambio de que los españoles aportaran capital para que la empresa siguiera funcionando. Los extranjeros quedaban autorizados a modificar (achicar) el plan de inversiones y a agregar y quitar frecuencias sin otro criterio que el de la rentabilidad. Iberia se aseguraba además 10 años más como Línea de Bandera y la autorización para vender bienes de la compañía. El gobierno argentino, por su parte, renunciaba al derecho de veto, última herramienta para ejercer algún control sobre la gestión de Aerolíneas. Así como dos años atrás el estado había aumentado su participación en AA bajo amenaza de los españoles, ahora se desprendía de un 37% de ellas en un nuevo pacto firmado bajo las mismas presiones. Sin el poder de veto estatal la empresa ahora contaba con la vía libre para su desguace. La forma de hacer admisible jurídicamente este desprendimiento, fue la creación de una empresa ficticia llamada INTERINVEST, una sociedad a cargo de capitales españoles residentes en Argentina, que estaba habilitada a tomar parte del paquete accionario según la nueva interpretación de la ley. Iberia controlaba a partir de este mecanismo legal el 85% de la empresa, el Estado un 5% y el PPP un 10%.

Para el año 1995 a la compañía ya se le estaba tornando difícil operar debido a las condiciones de vaciamiento y obsolescencia de las aeronaves. Un año más tarde gana la derecha las elecciones en España, de corte totalmente neoliberal y privatizador. El nuevo gobierno anuncia que sus políticas también se pondrían en marcha sobre AA. Los españoles se proponían sanear y privatizar Iberia, para lo cual estaban hablando con American Airlines (competidora de Aerolíneas en las rutas hacia Norteamérica) y British Airways. Aerolíneas, que debía 860 millones de dólares, no estaba en condiciones de competir con la gigante del norte. En 1999 se produce la llegada de American Airlines a la gestión de Aerolíneas. Se trataría de una empresa grande y pujante haciéndose cargo de la gestión de una mucho más pequeña y casi desaparecida. Los norteamericanos se comprometían a adquirir inversiones al tiempo que pretendían achicar gastos laborales y establecer negocios con American perjudiciales para ARSA.

A comienzos del 2000 American abandona AA, luego de numerosas acusaciones de mal manejo de la misma. Durante ese año la empresa perdió 224 millones de dólares y disminuyó la cantidad de pasajeros transportados, que pasaron a otras empresas. American sólo con la venta del sistema Sabre recuperó los 25 millones de dólares por su porcentaje comprado de la compañía (AA debió comprar a American, bajo la nueva gestión, un nuevo servicio de contratación distinto del anterior. Este cambio le costó unos 34 millones de dólares anuales durante 10 años). Cuando American se desentiende de la gerencia, ésta pasa nuevamente al estado español a través de un organismo llamado SEPI. El plan de los europeos (Plan Director) era despedir 1549 empleados en plena ley de flexibilización laboral argentina y derivar rutas a terceros como Southern Winds y Aerolíneas Express. Los trabajadores presentaron el “plan Restaurar” para expandir la empresa y hacerla viable, mientras la SEPI continuaba con sus planes de reestructuración y achicamiento.

El 13 de octubre de 2000 se firma un acuerdo entre la SEPI y el gobierno, en el cual se accedía a la capitalización (necesaria para que la empresa pudiera seguir operando) a cambio de varias concesiones jurídicas que continuaban con el privilegio de AA sobre el cielo argentino. En el gobierno se especulaba con permitir la quiebra en caso de que la SEPI se hiciera cargo de la deuda, pasando la empresa a manos de nuevos accionistas. La estrategia de los españoles por su parte era la de arrastrar a los argentinos a un oneroso plan de salvataje conducido por ellos. Patricia Bullrich intentaba convencer a los trabajadores para que aceptaran las nuevas condiciones laborales a medida que aumentaba dramáticamente la conflictividad. La empresa vaciada y sin recibir más fondos del estado nacional parecía dirigirse inexorablemente hacia la quiebra.

Mientras tanto, los trabajadores hacían desesperados intentos para defender sus fuentes de trabajo y la Línea de Bandera Nacional. Los funcionarios argentinos buscaban hacer quebrar a la empresa para volver a entregarla a manos de amigos del poder (como por ejemplo Eurnekian), a menor precio. Por su parte, éste dialogaba con los trabajadores para ofrecer su solución: quedarse con la empresa y sanearla, despidiendo personal y administrando rutas a discreción. Pretendía el manejo de las rutas nacionales junto con Lapa y cederles las internacionales a American y Delta (Libro AA). La parte de la resistencia se tornaba cada vez más combativa y la Ministra Bullrich declaraba que el futuro de AA estaba contado en horas: debía 1.000 millones de dólares y contaba con sólo un avión propio, mientras que Iberia fue vendida en 1.500 millones de dólares.

La sociedad argentina hizo propia la lucha de los trabajadores de AA. Es imprescindible remarcar el enorme peso que tiene Aerolíneas Argentinas para la identidad nacional, como símbolo de lo que fuera un país pujante y conectado. Una idea de Nación inclusiva y federal donde todas las provincias estaban conectadas y en la que los aviones con el nombre y la bandera del país surcaban épicamente los cielos del mundo, se desmoronaba. No se trataba sólo de impugnar esta nefasta operación sino todo un modelo económico, político y social. A la par con su Línea de Bandera, el estado argentino en su totalidad se estaba dirigiendo inexorablemente hacia el colapso. Quedaría, sin embargo, la estoica lucha de sus trabajadores y el apoyo de toda una sociedad que compartía su causa. AA dejó de funcionar bajo la órbita de la SEPI, pero faltarían siete años aun para que volviera a pertenecer al Estado nuevamente. Una vez retirada Iberia, le tocaría a Marsans hacer su parte en el vaciamiento de Aerolíneas.

GESTIÓN MARSANS

“La empresa quedó en manos de Marsans (compuesto por la empresa Air Comet y una operadora turística) que ofreció el mejor pliego para la SEPI. Pagó un euro para adquirir AA, mientras que la SEPI puso 758 U$S millones para cancelar los pasivos. Los compradores afrontarían unos 615 US$ millones del total de 1230 U$S millones que se adeudaban. Poco a poco se retoman rutas y se mejora además su servicio. Se logran acuerdos salariales, bajar la conflictividad laboral y recuperar puestos de trabajo. En el 2003 se recupera peso en cabotaje y un año después Aerolíneas logra salir de la convocatoria de acreedores. En el 2005 ciertos desacuerdos con el gobierno se profundizaron y vuelve a surgir la idea de convertir AA en una empresa de capital mixto argentino-español. Asimismo retorna la conflictividad laboral ante nuevos despidos e incumplimientos (Libro AAA). En el 2006 aumenta la participación estatal a un 5% con miras a llegar a un 20%, mientras que la compañía retorna a su anterior proceso de vaciamiento y precarización laboral, y el gobierno nacional se hace cargo del 20% de la compañía, autoriza bajas de impuestos para la actividad y subas en los precios de cabotaje. No obstante no logra revertirse el rumbo”.

LA RECUPERACIÓN

“La determinación de recuperar la empresa -en vías de cesación de pagos- estaba tomada para el año 2008 y se produjo una tregua con los gremios. La situación de AA era más que preocupante: de 68 aviones, 32 no podían utilizarse y las estimaciones de deuda hablaban de más de U$S 800 millones, patrimonio negativo de 890 millones de dólares y unos 30 millones de dólares mensuales de déficit. El objetivo del gobierno era tomar el control de la empresa, ponerla en valor, capitalizarla y reprivatizarla. Por su parte los trabajadores pedían la re-estatización. Cuando Aerolíneas fue privatizada en 1991 contaba con: 28 destinos internacionales, 11.600 trabajadores, tres simuladores de vuelo y 29 aviones propios. Al momento de ser recuperada por el Estado Nacional tenía 20 destinos internacionales, 2.600 empleados menos, ningún simulador de su propiedad. Y solamente seis aviones propios (Fuente AAA).

Fue clave el consenso generalizado en la sociedad sobre la necesidad de volver a mantener operando a Aerolíneas Argentinas y Austral; así como la lucha de los trabajadores por salvar su fuente de trabajo y la Línea de Bandera, y la decisión política del Gobierno Nacional de que así fuera, se había logrado torcer el rumbo de la historia recuperando Aerolíneas Argentinas y Austral (Libro AAA). El primer presidente de la compañía bajo el nuevo directorio fue Julio Alak, que intentó desde el inicio de su mandato ordenar la compañía y recuperar el sentido público (Diario Crítica 05/05/2009). En mayo de 2009 se encarga la compra de 20 aviones Embraer E190 en el marco de un acuerdo con Brasil, destinados exclusivamente a abastecer a la flota de Austral, que los adopta como únicas aeronaves de su escuadra y homogeneíza su flota adquiriendo nuevos equipos para conectividad regional y de cabotaje. A estos se le suma el encargue de 12 aeronaves Boeing 737, en reemplazo de los anteriores MD83, de menor rendimiento y mayor gasto de combustible.

Bajo la presidencia del Dr. Mariano Recalde, se logró un crecimiento sostenido en las nuevas rutas y se aumentaron las frecuencias a los distintos destinos, sobre todo en los vuelos de cabotaje y aquellos que cumplen funciones de “fomento”. Aerolíneas logra operar al día de hoy unos 36 destinos a nivel nacional, de los cuales sólo en 13 hay una competencia. Esto significa que la mayor parte de sus rutas no son viables económicamente, pero que a la vez son para asegurar la conectividad en el interior del país. Además, se incorporan nuevas oficinas en varias ciudades del mundo, se realizan acuerdos con el PAMI, la CGT y el INCUCAI entre otras entidades y se colabora en campañas de solidaridad (por ejemplo con los cascos azules o trasladando donativos en las últimas inundaciones en La Plata). Asimismo se incorporan nuevos aviones, totalizando un total de 65 aviones que incluyen 12 Airbus 340, 3 Airbus 330, 28 Boeing 737-700/800 y 22 Embraer 190. Se organizan varios corredores de rutas, como el Federal o el Petrolero, en los cuales se une a ciudades del interior sin pasar por Buenos Aires. Además, se realizan enormes incorporaciones de personal, se efectivizan ascensos postergados y se mejora la situación económica de la empresa. Se estima que para el año 2015 ésta logrará dar balances superavitarios. Por otro lado, desde noviembre de 2010 AA lograría ser parte de la alianza comercial entre aerolíneas Sky Team, que traslada a 385 millones de pasajeros anuales y que permite sumar 898 nuevos destinos en 169 países”.

(*) Germán Epelbaum: “Aerolíneas Argentinas. Una gestión atravesada por la racionalidad técnica y la ideología política” (Departamento de Sociología de la Facultad de Humanidades y Técnicas de la Educación, UNLP, 2014).

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