Por Hernán Andrés Kruse.-
El lunes 17 de febrero el presidente de la nación y Jonatan Viale dieron, sin proponérselo, una clase magistral de fornicación del periodismo independiente. La opinión pública tuvo conocimiento de este hecho indigno gracias al periodista Ari Lijalad, quien compartió en su cuenta de X un clip del video en el que se observa a Milei expresándole a Viale lo siguiente: “Che, pero ¿no era que se pactaban las preguntas?” La respuesta, en tono risueño, de Viale estremece: “Sí, sí, éstas me las anotó Adorni; Karina y Caputo éstas otras”. A partir de ese momento el hijo de don Mauro retomó el tema de la causa que señala al presidente por supuesta estafa y asociación ilícita. Milei insinuó que su defensa jurídica quedaría en manos del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. “¿Libarona seguirá toda la estrategia judicial?”, insistió Viale. “Bueno, es ministro de Justicia, o sea, digamos, es el que entiende del tema”.
A partir de ese momento la entrevista se centró en un tema por demás relevante: la pretensión de Milei de convencer a la opinión pública de que al tuitear sobre la conveniencia de hacer negocios con la criptomoneda, lo hacía en carácter de ciudadano común y no como presidente. “Sí, recordó Viale, pero ya te diste cuenta de que no, que sos presidente, me lo dijiste antes”. “Sí, pero mi cuenta es personal”, insistió el presidente, no percatándose de que al ser presidente todas sus acciones y decisiones, por más privadas que sean, son cuestiones de estado. “¡Pero sos el presidente!”, insistió Viale. En ese momento la conversación fue interrumpìda por Santiago Caputo, quien le pide a Viale “cortar”. El asesor se acercó al presidente para hablarle en voz baja y Viale manifestó: “Sí, yo entiendo, me doy cuenta: te puede traer un quilombo judicial”. Segundos más tarde el hijo de don Mauro le consultó al presidente: “¿cómo veníamos?”. “No sé, volvé a preguntar sobre $LIBRA, ¡qué se yo!”, propuso el presidente. “Dale, vuelvo desde ahí”, contestó Viale (fuente: Perfil, 18/2025).
En la entrevista, Jonatan Viale no actuó como periodista sino como operador político. Pero para ser honesto intelectualmente, debo reconocer que el hijo de don Mauro lejos está ser el único periodista que actúa de esa manera. En la vereda de enfrente, unos cuantos periodistas de C5N operan en favor del kirchnerismo, más específicamente, me parce, en favor del gobernador bonaerense. Ahora bien, la pregunta que cabe formular es la siguiente: ¿se puede ejercer el periodismo de manera independiente en la Argentina? La respuesta se cae de madura. Los periodistas son empleados de los grandes medios de comunicación. En consecuencia, trabajan en relación de dependencia, lo que significa que dependen de los dueños de los multimedios. Si en lugar de Viale hubiera estado un periodista de C5N, y si en lugar de Milei hubiera estado Kicillof, dicho periodista hubiera actuado tal como lo hizo Viale. En definitiva, quienes trabajan en los grandes medios de comunicación no son periodistas sino operadores políticos, actúan al servicio de “la casta política”.
La relación entre periodistas y políticos es fascinante. Buceando en Google me encontré con un ensayo de Andreu Casero Ripollés (Universidad Jaume I (Castellón, España) titulado “Modelos de relación entre periodistas y políticos: La perspectiva de la negociación constante” (Estudios sobre el Mensaje Periodístico-2008). El autor distingue cinco modelos de relación entre el periodismo y la política. “Su identificación, aclara, se basa en la articulación de dos grandes ejes: el grado de independencia o dependencia de los periodistas respecto de los sujetos políticos, es decir su nivel de autonomía profesional, y la naturaleza conflictiva o cooperativa de los vínculos que los unen”.
1) “El primero es el modelo adversarial que se encuentra anclado en la teoría liberal, procedente del siglo XVIII. Sus orígenes y expansión se sitúan en los Estados Unidos gracias a la existencia de una asentada tradición de libertad de prensa, férreamente protegida y salvaguardada constitucionalmente. En este contexto, el periodismo se concibe como un cuarto poder o un verdadero “gobierno en la sombra”. Su función estriba en supervisar sistemáticamente la actuación del sistema político e informar de la misma a los ciudadanos, para que éstos puedan obrar en consecuencia. Actúa, así, como contrapeso, desde una perspectiva netamente defensiva, para evitar los abusos del poder político y proteger tanto los intereses públicos como los valores democráticos. Lejos de desarrollar un papel subordinado a las directrices políticas, los periodistas sólo deben lealtad a su público, al conjunto de ciudadanos. En su nombre, llevan a cabo una intensa labor de vigilancia, escrutando la acción política a modo de perro guardián (watchdog), desde una posición de obligada independencia y equidistancia basada en el predominio de la ideología de la objetividad. Una tarea que tuvo en el mítico caso Watergate (1972), que costó el cargo al presidente estadounidense Richard Nixon, uno de sus puntos culminantes. La asunción de una constante actitud de control y fiscalización de la actuación de los políticos genera múltiples tensiones entre éstos y los periodistas. La relación entre ambos ámbitos se articula a partir de la rivalidad y la desconfianza mutua. Esta circunstancia se traduce en la aparición de frecuentes enfrentamientos y en la puesta en práctica de campañas de hostigamiento”.
2) “En el extremo opuesto, se sitúa la segunda modalidad de relación entre periodistas y políticos. Se trata del modelo colateral que se caracteriza por el predominio del paralelismo político. Los periodistas aparecen, aquí, como portavoces de puntos de vista similares a los sostenidos por partidos e instituciones políticas, hecho que los convierte en paladines de ideas y posiciones defendidas por sujetos del sistema político. Pese a que conservan su independencia aparente y formalmente, actúan respondiendo a pautas trazadas por la clase política. El sistema mediático se ve subordinado, así, a la lógica política, perdiendo parte de su autonomía profesional. Su sometimiento a directrices y objetivos propios de los actores políticos los coloca, con mayor o menor grado de intensidad en función de cada caso y cada contexto, bajo los parámetros de la instrumentalización política. Se trata, pues, de un periodismo “complaciente”, en el que predomina un tipo de profesional que asume un papel de abogado o de “defensor”, encargado de sostener en la esfera pública central una determinada opción política o una ideología”.
3) “El tercer modelo que da cuenta de las relaciones entre periodistas y políticos es el de la competición. Bajo esta perspectiva, ambos ámbitos pugnan por controlar la definición de los problemas políticos que afectan a la ciudadanía y de las percepciones públicas a ellos asociadas. En este contexto, las organizaciones mediáticas buscan un poder de influencia alternativo al detentado por los partidos e instituciones políticas. En esta lucha por el dominio de las representaciones simbólicas colectivas, los periodistas “hacen política”, bajando al mismo terreno en el que se mueven los actores políticos y disputándoles el espacio. En juego están los mismos objetivos: el liderazgo de la opinión pública, el consenso, la credibilidad y la legitimación. Para alcanzarlos, los periodistas están dotados de un elevado grado de autonomía y se encuentran distanciados de los sujetos políticos, con quienes rivalizan. Pese a ello, el conflicto no aparece como la única opción, como en el caso del modelo adversarial, que guía la interacción entre periodistas y políticos. La competición entre ambos sistemas puede asumir, en algunas ocasiones, otras formas, asociadas a una naturaleza de carácter cooperativo”.
4) “La cuarta variante que recoge la relación entre periodistas y políticos corresponde al modelo del intercambio. Su punto de partida estriba en la mutua dependencia existente entre ambos sistemas. Esta necesidad recíproca provoca que tanto los actores mediáticos como los políticos prefieran el acuerdo al conflicto. Sus interacciones pasan, así, a configurarse desde la primacía del intercambio de recursos. Bajo esta visión pragmática, se instaura una colaboración táctica a largo plazo, orientada a la obtención de beneficios para ambas partes. En estas condiciones, en muchos casos, la relación entre periodistas y políticos se conforma desde de los parámetros del clientelismo. Así, por ejemplo, un medio televisivo ofrece un tratamiento informativo favorable al Gobierno y, paralelamente, arremete contra sus rivales políticos como pago por la obtención de nuevas concesiones administrativas o licencias de emisión para abrir nuevas estaciones de radio o establecer nuevos canales de televisión, potestad que se encuentra bajo el control gubernamental”.
5) “El quinto patrón corresponde al modelo de la negociación constante (…) Actualmente, los actores políticos se ven en la necesidad de relacionarse con el sistema mediático y, especialmente, con la televisión, para entrar en contacto con la ciudadanía. El predominio de las modalidades comunicativas basadas en la heteroproducción provoca que la acción política deba fundarse obligatoriamente a partir de la presencia estructural y funcional de los periodistas en la esfera pública. En estas condiciones, la interacción entre ambos ámbitos pasa al primer plano, situándose en el origen del modelo de la negociación constante. Este patrón entiende la relación entre periodistas y políticos como el fruto de la interacción continua entre estos dos sistemas sociales dotados de relativa autonomía. Esto implica que las transacciones se llevan a cabo, a priori, desde posiciones de igualdad de condiciones. Es decir, como punto de partida, ningún sistema se ve sometido al otro, sino que cada uno conserva cierto grado de independencia. El periodismo no está subordinado a la política ni a la inversa, aunque esta situación puede alterarse en función de la naturaleza y la forma que tomen las interrelaciones entre ambos ámbitos. La negociación entre los actores mediáticos y los sujetos políticos se basa en el establecimiento de relaciones de recíproca influencia. Los dos sistemas se ven atravesados por diversos condicionamientos mutuos. Los periodistas necesitan de la materia prima proporcionada por los sujetos políticos para elaborar sus noticias y, por ello, les concede el estatus de fuentes informativas privilegiadas. A su vez, al producir y difundir imágenes sobre la política, el periodismo afecta a las modalidades de funcionamiento del sistema político, que debe respetar, aceptar y adaptarse a sus lógicas narrativas y a sus exigencias técnicas internas si desea relacionarse eficazmente con los aparatos mediáticos, y aprovechar su potencial simbólico en beneficio propio. El sistema mediático asume, así, un rol de sujeto de influencia dentro de la actividad política”.
20/02/2025 a las 3:13 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei lleva en sus valijas solo denuncias por estafa
Página/12
Raúl Kollmann
20 de febrero de 2025
El presidente Javier Milei aterriza este jueves en Estados Unidos al mismo tiempo que un poderoso estudio, Burwick Law, prepara una presentación en nombre de 300 damnificados por la maniobra $LIBRA. Se suma a otra presentación, hecha desde Argentina, por el estudio Moyano y Asociados, aunque sin citar, por ahora, a qué damnificados representa. Abogados que litigaron en los tribunales norteamericanos sostienen que la justicia de ese país aceptará la competencia, tanto en el terreno penal como en el civil, por considerar que hubo ciudadanos estadounidenses perjudicados, que se usaron plataformas norteamericanas y las operaciones se cursaron en la moneda de ese país, el dólar.
Es algo similar al FIFAgate, en que la justicia -con respaldo político- fue a buscar culpables a casi todo el planeta. Uno de los mayores peligros que afronta el entorno presidencial y quienes participaron fuera del país -principalmente Hayden Davis y Julian Peh- es que se inclinen por la figura de conspiración, que es una especie de asociación ilícita de mayor rango. A todo esto, se agregan nada menos que cinco denuncias de que se exigieron y pagaron coimas en la maniobra $LIBRA. Un antecedente similar que puede servir de comparación fue el caso -y la condena- de Berni Madoff.
WASHINGTON-NUEVA YORK
Según se supo este miércoles, el estudio neoyorquino Burwick Law representará a damnificados de todo el mundo, en su mayoría provenientes por ahora de Estados Unidos, Africa y Asia. Es casi seguro que también se sumarán argentinos. No es el único estudio que intervendrá en el escándalo. De hecho, el bufete con sede en Buenos Aires y Asunción, Moyano y Asociados, liderado por Mariano Moyano Rodríguez, hizo una presentación ante el Departamento de Justicia en nombre de damnificados argentinos, pero no mencionó a ninguno todavía. También se presentó en la bolsa de valores de Estados Unidos (la SEC) denunciando a todos los que participaron en la maniobra, principalmente Hayden Davis, Julian Peh, los dos hombres que introdujeron a Davis y Peh en el círculo presidencial, Mauricio Novelli y Manuel Terrones Godoy, y también pide que se investigue el papel de Javier Milei.
Es muy posible que Burwick impulse demandas en los dos frentes, penal y civil, aunque el objetivo central es económico: recuperar el dinero que perdieron los que invirtieron en $LIBRA.
En el delito de conspiración entra el concepto de que dos o más personas se ponen de acuerdo para estafar a inversores. Puede tener penas de hasta 25 años de prisión y millones de dólares de multa. En este caso, $LIBRA fue lanzado con el impulso del Presidente y parte de su entorno con la operatoria en manos de Hayden Davis, con la participación de Julian Peh, aunque éste último lo niega.
Quienes conocen la justicia norteamericana sostienen que el proceso penal puede tener influencia política, es decir que Donald Trump sirva como una especie de paraguas protector. La justicia civil, en cambio, es más independiente y allí es más posible que prosperen los reclamos para que los inversores sean indemnizados.
EL INGREDIENTE DE LAS COIMAS
Tanto en la justicia norteamericana como en la argentina pesará un ingrediente que se sumó con fuerza en los últimos días. Cinco protagonistas revelaron que el entorno presidencial les exigió dinero, en parte para el lanzamiento de $LIBRA.
Charles Hoskinson, fundador de Ethereum y Cardano, un referente del mundo cripto, contó que le pidieron dinero para reunirse con Milei: “danos algo más y pasarán cosas mágicas”. No hay referencia directa al token, pero sí a una metodología.
Diógenes Casares, otro referente del mundo cripto. Menciona que alguien en la Casa Rosada cobró cinco millones de dólares y su versión está relacionada con el lanzamiento de $LIBRA. Es más, en una declaración emitida en inglés, afirmó que habló con integrantes del gobierno que no estaban al tanto del lanzamiento, algo que parece haber manejado casi exclusivamente Karina Milei.
Hayden Davis, el hombre que está en el centro de la escena y que pareciera ser el principal organizador del fraude. Davis mandó mensajes diciendo que le pagaba a Karina Milei. Luego intentó desmentirlo, en una especie de pacto que mantiene con la Casa Rosada.
Cristina Pérez, esposa del ministro de Defensa, que dijo públicamente que había miembros del entorno presidencial que cobraban por el acceso al mandatario.
El editor de CoinDesk, una prestigiosa publicación del mundo cripto, en la que se revelaron los chats en los que Davis dice que le pagó a «la hermana».
Es casi seguro que estos datos sobre coimas influyan en la justicia de los dos países. De hecho, este miércoles en Comodoro Py, el abogado Gregorio Dalbón ya pidió que declare Diógenes Casares. Todo indica que habrá convocatoria a que testimonien los demás.
LAS DENUNCIAS EN COMODORO PY
Como ya anticipó la periodista Irina Hauser en Página/12, la jueza María Servini no sólo está acumulando denuncias de distintos letrados y figuras de la política -Claudio Lozano, Juan Grabois, Gregorio Dalbón-, sino que Grabois representa también a un damnificado, JPM, quien invirtió 950 dólares incentivado por el tuit del presidente Javier Milei. Grabois contó que prepara presentaciones por otros 18 damnificados.
En principio, casi todos irán por el delito más grave, estafa, que pena con prisión de un mes a seis años a quien “defraudare a otro con influencia mentida, valiéndose de cualquier ardid o engaño”. En este caso, la estafa estuvo en que en el minuto cero, las 7.01 del viernes, cuando el Presidente posteó su tuit, los bots compraron automáticamente a valores bajísimos, casi cero, impulsaron la suba, y cuando la cotización llegó a un determinado punto, sacaron la alfombra de debajo de los pies de los inversores (rug pull) y se quedaron con sus ahorros. No se parece al casino (donde hay chances de ganar) ni a la ruleta rusa (en que hay sólo una de seis posibilidades de que salga la bala). Aquí los que organizaron ya sabían de antemano que se iban a llevar el dinero.
El ingrediente de las denuncias por coimas también pesará, aunque ya se conocen los trasfondos de Comodoro Py: la Cámara Federal, conocida como Cámara M (por macrista) y buena parte de la Casación, amortiguan las causas que apuntan al macrismo y también a un gobierno que tiene el respaldo del círculo rojo.
VIAJE Y JUSTICIA
Parece cantado que Milei buscará en Estados Unidos las fotos que también le sirvan en las causas del escándalo $LIBRA. Todo indica que no habrá encuentro con Donald Trump, pero le resultará útil una reunión con Elon Musk, hoy figura clave en el gobierno del republicano. Lo propio respecto de la cumbre con Kristalina Georgieva. En paralelo, hay fuertes versiones de que un emisario estará encontrándose con Hayden Davis para pactar una defensa frente a las acusaciones. Davis dice que tiene 100 millones de dólares disponibles, algo así como quien robó un banco pero propone devolver el dinero para escapar de la situación. Resultó notorio que Milei evitó acusarlo durante la entrevista que concedió el lunes y tampoco se le preguntó al mandatario por ese botín que Davis ofrece entregar.
20/02/2025 a las 3:22 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Santiago Caputo se arrojó sobre una granada para impedir que volara Javier Milei
Roberto García
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
20/2/025
“Ya no es superpoderoso. El Presidente le puso límites”. Primera definición grave contra Santiago Caputo por parte del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, para seguir con una retahíla de objeciones sobre el personaje. A la hora de la venganza se anotó Manuel Adorni, más pausado, contra el mismo asesor estrella.
Raro: nunca se había exhibido una brecha tan notable dentro del Gabinete—ni siquiera cuando denostaron a la Vice Victoria Villarruel por golpista— y, menos, un atrevimiento crítico sobre el hermano de sangre del Presidente, el tercero en su línea de confianza según sus propias palabras. Nadie cree, por lo tanto, que ambos funcionarios hablaran por su cuenta, ya que además confesaron que Milei había estallado en bilis contra Caputo. O sea: replicaron lo que les habían encomendado en la Casa Rosada. Y bombardearon sin disgusto, con placer, debido a la soberbia y desprecio que mostró el consultor durante su gestión, autoimaginado como un Robespierre del siglo XXI. O del XXII, según su altanería.
Lo curioso del estallido es que se produjo por una intervención de Caputo durante la grabación de un programa de tv, y no por la brutalidad sucedida en el burdel internacional de las criptomonedas. Insólito lo que le ocurrió a Caputo, quien se introdujo en un reportaje para cortar una declaración del Presidente. Sostuvo en el oído de Milei lo inconveniente de unas palabras vertidas por el mandatario.
Como el episodio trascendió inesperadamente por la difusión del video “crudo” en las redes—obvio: la anécdota de la intrusión no apareció en la edición televisiva—, para muchos constituyó un acto de osadía inaudita en alguien que no hizo la conscripción y no respetó la superioridad de un amigo.
Hasta el periodista (Joni Viale) sufrió las consecuencias, le imputaron felonías hasta los que practican felonías: la Argentina al palo. Tan al palo que esa anécdota sobre una amigable entrevista periodística de pronto enardeció al Presidente más que su propia pifia por la promoción (o difusión, según sus aclaraciones semánticas) de una millonaria operatoria en el mundo de las criptomonedas.
$Libra lastimó la relación entre Karina Milei y Santiago Caputo, y el escándalo no va a parar
Antes de ingresar al sofisticado escándalo, una reparación sobre la actitud de Caputo, quien actuó con la heroicidad de un guardaespaldas que se arrojó sobre una granada para impedir que volara su Presidente. Mucho cine en el autor de la semejanza.
Pero hubo arrojo en el asesor estrella para cortar las respuestas a Viale: pretendió salvar a Milei con una distinción clave, evitar que admitiera como personales y privados los tuits que generaron la suba monumental de un precio y su baja consecutiva en apenas unos minutos. Astuto detalle del cuestionado asesor estrella para sortear cualquier apelación ante la justicia de los Estados Unidos, que le concede inmunidad soberana al mandatario que genera un daño comercial a ciudadanos o empresas de su país. Y no así a un privado.
El jefe de Estado actúa como autoridad —como si emitiera un bono, por ejemplo—, puede cometer un error político, económico, no un delito, al revés de un privado que genera daño comercial a ciudadanos o empresas norteamericanas. Es la ley de USA. Si reconociera Milei la promoción personal estaría equiparándose a un influencer y difícilmente podría excusarse de la intervención de la justicia del Norte.
Nada que ver, entonces, con otras interpretaciones, aunque no se sabe si la intromisión de Caputo ocurrió porque conocía el riesgo legal en otras tierras o por la ilusión de disponer de un poder que no le concedieron los votos. Milei tal vez se lo hizo recordar vía Francos y Adorni (quien hizo mutis por el foro cuando correspondía que hablara el lunes pasado: seguramente también lo instruyeron para escaparse de la habitual conferencia de prensa).
El escándalo de las cripto afectó a Caputo, aunque quizás sea uno de los menos involucrados. Otros parecen zafar, justamente los que participaron en las reuniones (el mismo Adorni, traductor seguramente de Karina Milei) que armaron el guión. Se vienen cambios por culpa del “curro” importado (para no discutir si es delito o no), de la confianza excesiva en colaboradores del exterior que apoyaron en la campaña y, singularmente, el primer perjudicado ha sido Ariel Lijo: cuando creía que iba a ser juez de la Corte, el alboroto lo mando al sumidero en el Senado.
Por su reconocido error, el Gobierno descendió a ser un “mal menor” de la política argentina, necesita del viento que aporte Donald Trump y el FMI para continuar su plan económico , satisfacer al gobierno de Israel con la aprobación del juicio por ausencia —con el resto de los partidos—, mostrar otras caras (“filtros”, afirma el mandatario) en sus vidrieras y aprender de negocios en los cuales no son expertos.
ESCÁNDALO $LIBRA: HASTA DÓNDE LLEGA
Milei, posiblemente, en el ida y vuelta del criptogate no se equivocó solo con el primer tuit, quizás mucho más con el segundo. Se embarró. Alguien, desconociendo la minucia del tema, recordó una operatoria semejante, más convencional, hace décadas: cuando Franco Macri se quedo con SEVEL (Peugeot) y varios socios aportantes se comprometieron a no vender las acciones por más que treparan en el mercado.
La suba fue importante y, singularmente, uno falto a la palabra contraída: fue su cuñado Blanco Villegas, dicen. La toma de ganancias del familiar provocó una sufriente debacle, de milagro se salvo la empresa de la quiebra. Franco nunca lo perdonó. En este otro caso, alguien también aprovechó una ganancia fácil, vertiginosa, en un espacio tan peligroso como el casino de las cripto.
20/02/2025 a las 3:26 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Coimas y tráfico de influencias en los chats de los estafadores que promovió Milei
Marcelo Mache
Prensa Obrera
19/2/025
El escándalo de la estafa cripto en la que participó el presidente Javier Milei está poniendo de manifiesto el entramado de negocios y coimas detrás del acceso a los “favores presidenciales”, con la divulgación de los diálogos de uno de los vínculos gubernamentales detrás del lanzamiento de $Libra, la cara visible de Kelsier Ventures, Hayden Davis. En los textos difundidos, Hayden asegura tener “control” sobre Javier Milei y haber pagado coimas a Karina Milei para asegurar sus intereses y negocios turbios.
En las conversaciones previas de Hyden con eventuales inversores, que ahora se difunden por las redes sociales, este manifiesta sin reserva alguna que “podemos hacer que Milei tuitee, haga reuniones en persona y haga una promoción”, asegurando que él “controla” la intervención del presidente para respaldar sus inversiones, algo que se constata con lo obrado posteriormente por Milei y que ahora es objeto de investigación.
Para apuntalar aún más a sus eventuales inversores, Hayden se jactaba de realizarle pagos al entorno presidencial para acceder a los beneficios del poder: “Le envío $$ a su hermana y el firma lo que digo y hace lo que quiero. Craziest shit (Una locura)”.
Como todo este escándalo está dando que hablar, desde el entorno de las inversiones de riesgo y el capital especulativo financiero afirman que el pago de comisiones a Karina Milei y/o al entorno presidencial era un requerimiento ordinario para acceder a reunirse con el presidente Javier Milei.
Charles Hoskinson, fundador de Cardano, mencionó que le solicitaron dólares para reunirse con Javier Milei. En tanto en una nota del medio La Nación afirman que dos empresarios que fueron al Tech Forum del año pasado aseguraron que les sucedió lo mismo para incluso sacarse una foto con él. Diógenes Casares, cofundador de Stream Finance, señaló: “Me dijeron que alguien cercano a Milei había recibido un soborno de 5 millones de dólares para ponerlo frente a él” (La Nación, 18/2).
Karina Milei fue quien autorizó, al frente de la Secretaría General de Presidencia, el ingreso a la Casa Rosada de Mark Hayden Davis, Mauricio Novelli y Manuel Terrones Godoy, quienes en algunas ocasiones acudieron con su socio comercial, Sergio Morales.
Los “favores” y los vínculos son tan estrechos que Morales, luego de pasar por un alta fallida en la Anses y la ex Afip, terminó por ingresar a la Comisión Nacional de Valores, de la mano del gobierno, como asesor del Directorio en activos virtuales, desde en octubre. La misma CNV que viene de absolver al referente de las estafas piramidales, Leonardo Cositorto.
El pasado 11 de junio Morales, Terrones Godoy y Novelli ingresaron a la Casa Rosada, de la mano Karina Milei. Terrones Godoy, quien es socio de Novelli en Tech Forum S.R.L –que organizó el evento donde se contactaron Milei y el promotor de $Libra Julián Peh-, es socio también de Morales en City Entertainment S.R.L. Resta ponderar cuáles son los “atributos” que Karina Milei encontró en Morales para insistir en su ingreso en la Anses, la ex Afip y más tarde en la sensible CNV, que debería auditar a todos estos delincuentes financieros.
Los chats divulgados y las acciones del presidente y su círculo más cercano dan muestras de un gobierno hundido hasta lo más hondo en la timba financiera y los intereses del capital especulativo. Un gobierno que arenga contra la casta y se maneja por medio de coimas y dádivas para acceder a los favores del poder y garantizar ganancias redondas para los capitalistas y estafadores.
20/02/2025 a las 3:33 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El retroceso democrático a través de las palabras
Luciano Román
La Nación
20 de febrero de 2025
Hay varios sistemas, algunos muy sofisticados, para medir la calidad democrática de los países. Pero hay uno que pocas veces falla: escuchar cómo hablan sus dirigentes y también sus sociedades.
La escucha puede parecer un método rudimentario y artesanal, pero las palabras dan una pauta del nivel de civilización política y de apego a las reglas básicas de la convivencia. Basta, entonces, con encender la televisión para advertir que la Argentina presenta síntomas de erosión democrática que se expresan a través del lenguaje. No es un fenómeno nuevo, pero luce cada vez más exacerbado, como si asistiéramos a una espiral de virulencia, guaranguería y agresividad que coloniza la conversación pública.
Como en todos los fenómenos complejos, es difícil determinar un origen exacto. Pero si se mira con prisma retrospectivo, no hay dudas de que fue el kirchnerismo el que provocó una ruptura de lo que podría denominarse “el pacto democrático del lenguaje”. Fue cuando la retórica beligerante pasó del plano de las ideas al de los ataques personales. Néstor Kirchner reinauguró, de alguna forma, ese estilo autoritario en el que un crítico o un adversario se convertían en “enemigos” a los que había que estigmatizar y destruir. Empezó a señalar a empresas y empresarios con nombre y apellido, en una técnica que después acentuó Cristina Kirchner y que se extendió tanto a adversarios políticos como a periodistas o críticos de cualquier ámbito. Se apalancaban, además, en campañas de agravio y demolición montadas desde el Estado: 6,7,8 fue, en ese sentido, un ícono del retroceso democrático a través del lenguaje y la edición arbitraria y capciosa de los hechos. Se promovió un diccionario de descalificaciones ideológicas: “fachos”, “destituyentes”, “hegemónicos”, “golpistas”, “antiderechos” o “vendepatria”. Y se intentó imponer, además, un “lenguaje de Estado”: el que no hablaba en “inclusivo” era excluyente y discriminador. Con ese verbo ideologizado se incubó un sistema de atropellos gubernamentales y persecuciones, que incluyó “escraches” y otros ataques y que, al mismo tiempo, procuró encubrir un gigantesco entramado de corrupción con discursos “para la tribuna”.
Hasta que emergieron los Kirchner en el escenario de la política nacional parecía regir, con altibajos, un consenso tácito sobre el lenguaje asociado a códigos de convivencia y de respeto. Cuando Fernando de la Rúa grabó un video de campaña contestando las cosas que se decían de él, empezó con aquella recordada frase: “Dicen que soy aburrido…”. Fue hace 26 años. Si alguien decidiera adaptar aquel spot a los tiempos actuales debería defenderse de otros adjetivos: “Dicen que soy una rata, un chanta, un imbécil, un miserable… un facho o un zurdo”. Aquella ruptura del kirchnerismo ha engendrado una desmesura de signo contrario. El mileísmo habla un lenguaje soez, violento y por momentos perturbador que envicia y dificulta la conversación pública, y que lleva a muchos actores políticos e institucionales a una suerte de repliegue preventivo.
La expresidenta Kirchner viene profundizando una retórica chabacana, pero a la vez autoritaria. El “Che, Milei”, que ha convertido en una pobre y pedestre muletilla, no solo expresa vulgaridad sino algo más peligroso: implica un desprecio por la investidura presidencial, una suerte de ninguneo de quien ejerce la máxima representación del Estado. Al provenir de alguien que ocupó la misma jerarquía, la insolencia desvirtúa la noción más elemental de respeto a la institucionalidad. Puede parecer anecdótico, pero el modo en el que se hablan la exmandataria y el actual jefe del Estado bastardea cualquier idea de convivencia democrática y civilizada, con un lenguaje que bordea más el argot carcelario que las formas de la juridicidad y la alta política.
Es una práctica en la que queda abolido el debate: se lo reemplaza por un intercambio crispado de insultos, groserías y chicanas que irradia al resto de la sociedad. Se potencia así un ruido de fondo que debilita los cimientos de la cultura democrática.
Si alguien se toma el trabajo de escuchar las horas interminables de discursos y entrevistas de Cristina Kirchner y de Javier Milei, se encontrará con un dato: nunca se pronuncia la palabra “convivencia”. Tampoco se mencionan “tolerancia” ni “pluralismo”. Esos términos parecen desterrados del diccionario político. El kirchnerismo ya había tachado otros vocablos: “ética” y “honradez”. No se trata solo de un empobrecimiento del lenguaje, sino de una escala de valores. Cuando desaparecen las palabras también se diluyen sus significados.
En la entrevista que el Presidente dio esta semana apareció la verbalización del “odio”. Fue, si se quiere, de un modo tangencial, atribuyéndose además una especie de virtud. Fue cuando hablaba de la libertad de sus ministros para designar a sus equipos: “Yo no me meto… Pueden nombrar, incluso, a alguien que yo odio”. La sola referencia a ese sentimiento extremo debería estar vedada en el repertorio lingüístico de un presidente. Pero en el frondoso paisaje de insultos y descalificaciones, reparar en eso tal vez merezca un reproche: parece intrascendente. Sin embargo, el descuido por el lenguaje suele ser el origen de otros descuidos. De hecho, el escándalo cripto que afecta al Gobierno en estas horas no puede entenderse si no nos remontamos a la desaprensión y la ligereza con la que se ha esgrimido y manejado la palabra presidencial.
Pero la cuestión excede lo coyuntural y adquiere un mayor relieve. Descuidar el lenguaje es descuidar la convivencia. Suele decirse que “a las palabras se las lleva el viento” y que “lo importante no es lo que se dice sino lo que se hace”, “no son las palabras sino los hechos”. Se pierde de vista, sin embargo, un dato elemental: las palabras también son hechos. Marcan, además, un territorio normativo; fijan límites y expresan valores. Cuando se rompen los límites del lenguaje, se resquebraja el tejido democrático y se habilita una suerte de salvajismo anárquico en la escena pública.
Las descalificaciones no quedan encapsuladas en la beligerancia política. Del Presidente, por ejemplo, hemos escuchado insultos, burlas y descalificaciones contra artistas, académicos y hasta ciudadanos comunes. ¿Hace falta subrayar que el derecho a discrepar no incluye nunca el derecho a agraviar? Si se le presta atención al último posteo de Cristina Kirchner en X se verá, por ejemplo, que intenta descalificar a un conductor televisivo por un rasgo físico: una bajeza reñida con el buen gusto, pero también con las normas más elementales de la educación. Ironizar en tono burlón sobre las condiciones físicas de una persona hoy suena disonante hasta en la sobremesa de un bar.
La ruptura del lenguaje civilizado y respetuoso derrama desde la dirigencia hacia la sociedad. Quiebra cualquier principio de ejemplaridad y habilita tácitamente la hostilidad como código de convivencia. Vemos, así, que pandillas digitales actúan como hordas agresivas en las redes sociales y que la propia tertulia televisiva se nutre en muchos casos de palabras gruesas y de una vulgaridad que coquetea con la violencia verbal.
Si miramos más allá de la política, vemos que en otros ámbitos se reproduce esta misma lógica. El tesorero y hombre fuerte de la AFA, un señor llamado Pablo Toviggiano, se ha especializado, por ejemplo, en el insulto y el agravio contra directivos con los que tiene diferencias. Desde una institución en la que todos los clubes tienen voz y voto, no se debate ni se discute: se atropella, se aprieta y se patotea. Todos verbos que el kirchnerismo residual enquistado en la AFA parece conjugar con énfasis y desinhibición.
Los peores códigos del fútbol y de la calle parecen contagiar a los poderes públicos. La semana pasada, el líder del bloque kirchnerista provocó en plena sesión al presidente de la Cámara de Diputados: después de tratarlo de “forro” y de “pelotudo”, le dijo “te espero en Segurola y Habana”, una expresión “maradoniana” para invitar a pelear. Ayer, en lo que parecería ser consecuencia de un “efecto contagio”, el exjefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que solía cultivar los buenos modales y cierta idea de la cortesía, se dirigió al Presidente de la Nación “en buen porteño”: “me hinchaste las pelotas”, le avisó. Todo muy colorido y bizarro, si no marcara, en realidad, una patética y peligrosa degradación institucional que tendemos a naturalizar.
En medio de una crisis política y en el comienzo de un año electoral, la responsabilidad y la mesura en las palabras deberían ser una preocupación central. Cuando se degrada el lenguaje, se degrada la democracia. Y en ese declive, hasta los logros más importantes, como la baja de la inflación, la estabilidad cambiaria y el superávit fiscal, entran en zona de turbulencia y de riesgo.