Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del 3 de marzo, Perfil publicó un artículo de Eduardo Reina titulado “De la hegemonía al insulto: cómo la política argentina cayó en la trampa de los extremos”. La calidad del discurso presidencial es un claro síntoma de la calidad de la democracia imperante en un país civilizado. Si el presidente de turno, al inaugurar, por ejemplo, las sesiones ordinarias del congreso, se vale del insulto para degradar a la oposición, emerge en toda su magnitud la escasa calidad de la democracia. Si, por el contrario, el presidente pronuncia un discurso acorde con su investidura, queda en evidencia la alta calidad de la democracia.

Como bien señala Reina, en los últimos años estamos asistiendo a una fenomenal degradación de la calidad del discurso presidencial. La necesidad de hacerse entender, de garantizar una comunicación fluida con el pueblo, ha derivado en expresiones que nada tienen que ver con la sana convivencia en democracia. El autor afirma con acierto que el discurso de Milei en el congreso el pasado 1 de marzo “es un claro ejemplo de esta nueva etapa del discurso presidencial. Plagado de insultos, descalificaciones y amenazas, mostró a un presidente que desprecia cualquier forma de institucionalidad y que se comunica con la brutalidad de un hincha en la cancha de fútbol. Se burló de quienes cuestionan sus designaciones para la Corte Suprema llamándolos “ñoños”, minimizó conflictos políticos internos y atacó a medios de comunicación con frases como “Clarín miente” y “chimentos de peluquería”. Este tipo de expresiones, más cercanas a la disputa barrial que al liderazgo de un país, no solo desvirtúan la investidura presidencial, sino que también habilitan un clima de violencia discursiva que fácilmente puede trasladarse al plano físico”.

Pero Milei lejos está de ser un pionero en esta materia. Cristina Kirchner, obsesionada con la batalla cultural, se valió de un discurso bélico para confrontar con quienes consideraba sus enemigos, como el Grupo Clarín y “el campo”. Sin embargo, los discursos confrontativos de Cristina eran más elaborados, de un nivel intelectual más elevado, que los discursos del libertario. Con sus diatribas, Milei procura exacerbar los peores instintos del ser humano, alimentar su lado más oscuro y primitivo. Reina cita un acertado comentario de Elisa Carrió: “Este lenguaje tan brutal, chabacano, grosero, de una cultura anal, muy primitivo, está infectando a la población. Esto habilita la violencia discursiva, que ya existe, pero se habilita desde el poder”. Días pasados, en Expoagro, el presidente hizo una división tajante entre los policías y los manifestantes que participaron en la protesta del 12 de marzo: los policías son los buenos; los otros, los encapuchados, son unos hijos de puta. Vale decir que el presidente está dispuesto a como dé lugar a dividir al pueblo en dos sectores antagónicos: los réprobos, es decir, quienes son sus enemigos, y los elegidos, vale decir quienes le rinden pleitesía. Como bien señala Reina, “si el discurso continúa en esta línea, podría derivar en un clima político aún más tóxico, donde la descalificación y el insulto sean la norma, afectando la convivencia democrática (…) De seguir así, Argentina corre el riesgo de quedar atrapada en un ciclo de radicalización permanente, donde el debate público se reduzca a gritos, insultos y descalificaciones. Los líderes deben ser capaces de restaurar un discurso político basado en la argumentación, el respeto y la construcción de consensos”.

Ahora bien, el presidente de la nación lejos está de ser un pionero en esta materia. En las décadas del cuarenta y cincuenta del siglo pasado el entonces presidente Juan Domingo Perón se valió de una violencia verbal inusitada para distinguir claramente entre los réprobos y los elegidos. En su edición del 4 de marzo de 1973, una semana antes de las elecciones presidenciales que consagraron ganadora a la fórmula del Frejuli Cámpora-Solano Lima, La Nación publicó una solicitada titulada “Nadie hizo más que Perón”. A continuación paso a transcribir la parte sobre la violencia discursiva del dirigente político que cambió para siempre a la Argentina.

1) “El día que se lancen a colgar, yo estaré del lado de los que cuelgan” (2-8-46); 2) “Entregaré unos metros de piola a cada descamisado y veremos quién cuelga a quien” (13/8/46); 3) “A mí me van a matar peleando” (13/8/46); 4) “Con un fusil o un cuchillo, a matar al que se encuentre” (24/6/47); 5) “Esa paz tengo que imponerla yo por la fuerza” (23/8/47); 6) “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores” (8/9/47); 7) “Vamos a salir a la calle de una sola vez para que no vuelvan nunca más ni los hijos de ellos” (8/6/51); 8) “Distribuiremos alambre de enfardar para colgar a nuestros enemigos” (31/8/51); 9) “Para el caso de un atentado al presidente de la Nación…hay que contestar con miles de atentados” (Plan Político-Año 1952); 10) “Objetivo: Lista de dirigentes opositores; lista de instituciones reconocidas como desafectas al gobierno; listas de opositores o de casas comerciales dirigidas o ligadas a los opositores; lista de representaciones cuyos gobiernos realizan campañas opositoras al nuestro. Personal: Serán empleados grupos previamente instruidos y seleccionados de las organizaciones dependientes de la CGT y del Partido Peronista Masculino. Misión: Atentados personales, voladuras, incendios” (En el mismo documento); 11) “Se lo deja cesante y se lo exonera…por la simple causa de ser un hombre que no comparte las ideas del gobierno; eso es suficiente” (tercera conferencia de gobernadores, pág. 117); 12) “Vamos a tener que volver a la época de andar con alambre de fardo en el bolsillo” (16/5/53, horas antes del incendio de la Casa del Pueblo, la Casa Radical, la sede del Partido Demócrata Nacional y el Jockey club); 13) “Leña—leña…Eso de la leña que ustedes aconsejan, ¿por qué no empiezan ustedes a darla?” (El mismo día); 14) “Hay que buscar a esos agentes y donde se encuentren colgarlos de un árbol” (El mismo día); 15) Compañeros: cuando haya que quemar, voy a salir yo a la cabeza de ustedes a quemar. Pero entonces, si eso fuera necesario, la historia recordaría la más grande hoguera que haya encendido la humanidad hasta nuestros días. Los que creen que nos cansaremos se equivocan. Nosotros tenemos cuerda para 100 años” (7/5/53); 16) “A unos se los conduce con la persuasión y el ejemplo; a otros con la policía” (15/5/53); 17) “Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden contra las autoridades…puede ser muerto por cualquier argentino. Esta conducta que ha de seguir todo peronista no solamente va dirigida contra los que ejecutan, sino también contra los que conspiran o inciten” (31/8/55); 18) “Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de ellos” (31/8/55); 19) “Que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta que no los hayamos aniquilado y aplastado” (31/8/055); 20) “Nuestra nación necesita paz y tranquilidad…y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no a palos” (31/8/55); 21) “Veremos si con esta demostración nuestros adversarios y nuestros enemigos comprenden. Si no lo hacen, ¡pobres de ellos!” (31/8/55); 22) “Yo pido al pueblo que sea él también un custodio del orden. Si cree que lo puede hacer, que tome las medidas más violentas contra los alteradores del orden” (31/8/55)”.

Nunca en la historia un presidente elegido por el pueblo se valió de semejante violencia discursiva. Lamentablemente, semejante violencia verbal se trasladó a los hechos. El 15 de septiembre de 1955 fue derrocado por las fuerzas armadas. A partir de ese momento y durante casi dos décadas el país quedó a merced de un feroz antagonismo entre el antiperonismo y el peronismo que se tradujo en miles de muertos. Pareciera ser que Milei no recuerda esta tragedia. Pero en los hechos está aplicando los siguientes “consejos” de Perón: a) A unos se los conduce con la persuasión y el ejemplo; a otros con la policía” (15/5/53); b) Que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta que no los hayamos aniquilado y aplastado” (31/8/55); c) “Nuestra nación necesita paz y tranquilidad…y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no a palos” (31/8/55).

Cada día que pasa Javier Milei está haciendo méritos para ser considerado por los futuros libros de historia como el discípulo libertario de Juan Domingo Perón. ¿Quién lo hubiera imaginado ese domingo 19 de noviembre de 2023, cuando un importante sector de la población lo eligió presidente de la república para, precisamente, terminar de una vez por todas con el populismo?

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