Por Hernán Andrés Kruse.-

El 18 de mayo se cumplió el centésimo quincuagésimo tercer aniversario del nacimiento de un eminente filósofo, matemático, lógico y escritor británico. En 1870, Bertrand Russell ingresó en el Trinity College para estudiar una de sus pasiones: la matemática. Su padrino fue Alfred North Whitehead, quien rápidamente tomó conciencia de sus condiciones intelectuales. Años más tarde, ambos serían los coautores de tres libros memorables conocidos bajo el título genérico de “Principia Mathematica”. En 1894, decidió comenzar a estudiar Ciencias Morales (es decir, Filosofía). En aquel momento había entablado una sólida amistad con George Edward Moore, un joven estudiante de clásicos. En 1900 elucubró “Los principios de la matemática” y al poco tiempo comenzaría a colaborar con Whitehead para escribir la monumental obra mencionada precedentemente.

Fue, además, un intelectual comprometido políticamente. Durante la primera guerra mundial fue un emblema del pacifismo. El poder no lo perdonó: debió purgar seis meses en la cárcel por la publicación de artículos y panfletos antibélicos. Al estallar la segunda guerra mundial, reemplazó el pacifismo por un claro alineamiento con los aliados ya que consideraba que un triunfo del fascismo acabaría con la civilización. Durante la guerra fría puso todo su empeño para evitar la guerra nuclear y asegurar la paz a través de una eficiente organización del sistema político internacional. En esta oportunidad, el poder tampoco lo perdonó: lo encarceló cuando contaba con 90 años. En 1950 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Falleció en 1970 a los 97 años (fuente: Wikipedia, la Enciclopedia Libre).

Buceando en Google me encontré con un ensayo de Álvaro Carvajal Villaplana (Revista Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVIII (94), 65-75, Enero-Junio, 2000) titulado “Evolución del pensamiento político de Bertrand Russell”. Escribió el autor:

«Tres pasiones, simples pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la Humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá a allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación…”

Russell-Autobiografía-1967

INTRODUCCIÓN

“El pensamiento político de Bertrand Russell es muy prolijo en temas. Su actividad política comprende gran parte de su vida; sus primeras inquietudes por el tema se remontan a sus años de estudiante en Cambridge, por ahí de 1890. Este interés se acrecienta con el transcurso de los años hasta llegar a ser el centro de su vida. Resaltan dos grandes cambios existenciales en Russell, cuyos puntos claves son 1901 y 1914; la muerte de la esposa de Alfred North Whitehead y la Primera Guerra Mundial, respectivamente. En 1901 Russell experimentó una especie de conversión mística, en la cual descubre la sensación de soledad de las personas de su época. La primera guerra cierra este período de conversión, él está convencido que el mundo, después de ésta, no es el mismo. La humanidad requiere un nuevo impulso de vida. Antes de 1914, afirma que su actividad era fundamentalmente académica y tenía un gran interés por la exactitud y la búsqueda de la verdad. Después de esa fecha, la rigurosidad académica no es tan importante y la preocupación se centra más en la búsqueda de la felicidad humana.

En la amalgama de temas analizados y acciones políticas ejecutadas por Russell, sobresalen sus posiciones controversiales y su escepticismo político. Él es un pensador, a quien no se le puede ubicar en una determinada doctrina política, en otras palabras, adjudicarle algún «ismo». A pesar de eso, sobran las denominaciones, desde imperialista hasta anarquista, pasando por el liberalismo, el socialismo y otros tantos epítetos. Una de las particularidades de su pensamiento político es la constante transformación de sus ideas, lo mismo vale decir de su práctica política. Esto da la impresión de inconsistencia o contradicción tanto de sus ideas como entre éstas y su acción social. Frente al complejo conglomerado de posiciones teóricas salta la pregunta: ¿existen constantes en el pensamiento político de Russell que expliquen semejante caos? A criterio del autor del artículo existen algunos elementos que sirven de guía a las acciones y pensamientos políticos de Russell.

En relación con lo expuesto, los comentaristas de Russell intentan periodizar sus ideas políticas y sociales, sin lograrlo a cabalidad, salvo algunos momentos claves que Russell mismo identifica. Es el criterio del autor de este artículo que establecer dichas etapas es relevante para responder a la pregunta planteada con anterioridad. Dicha delimitación tiene como ejes ordenadores la filosofía política y la teoría del poder de Russell. Por supuesto, no todo lo actuado o pensado, rigurosamente, calza o coincide con la explicación que se ofrece; empero, se piensa que la propuesta es satisfactoria. En lo que sigue sólo se bosquejan algunos lineamientos de la filosofía política de Bertrand Russell, esto en razón del espacio con que se cuenta, y a temor de simplificar sus ideas. Posteriormente, se procede a establecer los períodos de evolución.

BOSQUEJO DE UNA FILOSOFÍA POLÍTICA

“Como se señaló en la introducción, una dificultad significativa para la realización de este trabajo consiste en que a Russell no se le puede ubicar en una determinada corriente de pensamiento político-ideológico. El no defiende ninguna doctrina política, sino que oscila entre diferentes tendencias; situación semejante a la que ofrece su pensamiento ético. Para Manuel Sacristán esta falta de definición se debe a un proyecto débil intelectualmente, vago y utópico ignorando el contenido social del poder, por lo cual lo califica de ecléctico. Sin embargo, quedarse con esta imagen no hace justicia al compromiso social de Russell; tampoco considera seriamente la importancia que da el autor en estudio a la teoría política ni a su proyecto de sociedad.

En Russell se halla una filosofía política claramente establecida, así como una teoría del poder y un modelo de sociedad regido por valores éticos. A partir de estos aspectos combinados, él analiza y critica las doctrinas y las prácticas políticas de su tiempo. Al igual que en su filosofía -en sentido restringido- y en su ética -sentido amplio-, Russell es un escéptico en el plano de la política, actitud que deriva del método analítico y la lógica, como bien lo expone Allan Wood en un ensayo que apareció en el libro “La evolución de mi pensamiento filosófico”. Cabe advertir que el propio Russell es consciente de esta situación, así lo expresa en “Retratos de memorias” y otros ensayos, “..me he imaginado que era, en cada ocasión, un liberal, un socialista o un pacifista; pero nunca he sido ninguna de esas cosas en un sentido profundo. Siempre el intelecto escéptico me ha susurrado dudas, cuando yo más deseaba que se mantuviese en silencio; me ha separado del fácil entusiasmo de los otros y me ha llevado a una soledad desolada”.

Este sentimiento de soledad disminuyó a partir de 1939, pues durante los últimos 15 años de su vida, estuvo más de acuerdo con sus compatriotas. Una situación particular, en el contexto expuesto, fue la desconfianza que los socialistas tenían hacia Russell por el hecho de nacer en el seno de la aristocracia inglesa; sin embargo, él junto con Otoline Momell no se consideraban aristócratas, “…1os dos éramos aristócratas por tradición, pero no lo éramos deliberadamente en cuanto al medio ambiente en que nos hallábamos; ambos odiábamos la crueldad, la insolencia de casta y la intolerancia de los aristócratas, y, sin embargo, nos sentíamos un poco extraños en el mundo que habíamos elegido vivir, y que nos miraba con recelo y falta de comprensión, porque éramos extraños”.

El escepticismo político de Russell no deriva, simplemente, de las «debilidades teóricas» como apunta Sacristán; tampoco, exclusivamente de su método, más bien resalta el hecho, observado por él mismo, de que muchas prácticas políticas en vez de conducir a las personas a la felicidad, las sumen en la desesperación, el dolor, el sufrimiento y la mentira. Él tiene firmes convicciones éticas y valores básicos que sustentan su pensamiento político, los cuales son la guía fundamental de su práctica y crítica políticas, entre ellos: la vida, el más básico de todos; de este se desprenden todos los demás, especialmente la libertad, la libertad de palabra y de pensamiento, la libre discusión, la tolerancia y el respeto a la iniciativa individual. En relación a la última observación es importante, en consecuencia, referirse a la estrecha relación existente entre la ética y la política. Desde la perspectiva de su fundamentación tanto la filosofía moral como la política tienen como telón de fondo una naturaleza humana en la cual las pasiones, los impulsos y los deseos son los dominantes; éstos determinan, en gran medida, las acciones humanas. Si las pasiones dominan al ser humano, ¿qué papel juega la razón?; ésta es un instrumento que indica el camino a las pasiones. Russell asume la máxima humeneana de que la “…razón es la esclava de las pasiones”. Por esto es factible ubicar a Russell en la tradición ilustrada de Spinoza, Hume y Hobbes. En este sentido, tanto en la ética como en la política no habría forma de resolver los conflictos de manera racional.

Existe una diferencia entre la ética y la política. En la primera se podría buscar un método para resolver las controversias, al menos disminuir el número de éstas. Pero, aquellas que tienen que ver con los fines, en tanto que sustentan máximas éticas diferentes, sólo pueden ser resueltas por la política o la guerra. La política es más pasional; en consecuencia, puede decirse es más irracional, que la ética. La preocupación intelectual de Russell, fundamentalmente, se dirige a encontrar la manera en que la ética podría influir en la política y, en dilucidar algún método racional para dirimir los conflictos; de tal modo que no se tenga que llegar a la guerra. Un punto de encuentro entre la filosofía moral y la política consiste en que muchos conflictos éticos se dan en el ámbito de los deseos colectivos; por tanto, en la política; a su vez, la ética no puede estar al margen del uso que se le da a la ciencia y la tecnología, sobre todo, cuando estas últimas están al servicio de la guerra y la destrucción de la humanidad.

El vínculo entre ambas disciplinas lo acerca más a Platón que a Maquiavelo, si bien tiene buena opinión de este último pensador, en cuanto que su teoría describe la realidad de las prácticas políticas, no admite una separación entre la ética privada y la pública; aunque sí le interesa delimitar los ámbitos de intervención del Estado en la vida privada de las personas. Empero, no todos los medios son válidos para conseguir los fines deseados, de hecho buena parte de la discusión contra el marxismo reside en su oposición a los métodos violentos para conseguir el poder; pero sobre todo, cuando éstos son excesivamente crueles y pretenden la destrucción de todos los aspectos positivos vigentes en una sociedad. En contraste, Russell admite que algunas guerras son justas, por ejemplo, las guerras de liberación colonial y las luchas contra los gobiernos totalitarios.

A Russell además se le puede ubicar en otra tendencia filosófica, el liberalismo radical de Jeremy Bentham, James Mill y Stuart MilI, a la cual se le adjudica su actitud rebelde. Esta continuidad se debe no solo a la reinterpretación del método utilitarista, sino también, porque sus valores éticos y políticos tienen sus raíces en los autores citados. Se hallan en Russell tendencias socialistas y anarquistas, incluso él opta, en una etapa de su vida, por el socialismo gremial al estilo francés, cuya inspiración es sindicalista y anarquista. Aunque Russell en algún momento se siente más cerca al anarquismo -aunque reconoce que tiene sus peligros- al considerarlo como el modelo ideal “…al cual deberíamos querer aproximamos tanto como fuera posible y que esperamos será logrado completamente en una época no lejana»; no obstante, es una imprecisión atribuirle llanamente ese calificativo.

Todas estas influencias no están integradas en un sistema político determinado. En el transcurso de su vida mantuvo posiciones diferentes y dio énfasis a algunas de ellas. Desde esta óptica, es valioso identificar los períodos de desarrollo de su pensamiento político. Muchos de los valores políticos que sustenta provienen de las distintas inspiraciones. Del liberalismo radical proceden su radicalismo, la defensa absoluta de la libertad, la tolerancia, la libre discusión, la delegación del poder, su idea del Estado mínimo, la defensa del individuo. Del socialismo la importancia de la cooperación, su oposición a la propiedad privada, y la idea del poder colectivo. Claro que este último propiamente lo toma del anarquismo, a partir de la idea de que el poder debe estar en manos de la sociedad sin un Estado centralizado. Del anarquismo adopta, en algunos momentos, la idea del pleno empleo, cuya principal fuente es Kropotkin”.

ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLÍTICO

“El intento por establecer los períodos de la evolución del pensamiento de Russell requiere de varias consideraciones, aparte de las indicadas en la sección 2. Una primera, radica en establecer tres grandes ámbitos en relación al tema político, con el propósito de simplificar el ordenamiento de sus ideas. Estos ámbitos son: (a) la filosofía, (b) la doctrina, y (e) la práctica política. Esta manera de visualizar la evolución de las ideas y la acción política de Russell es, de alguna manera, el reflejo de lo intrincado de su vida desde las perspectivas en estudio. Pero, estas características no solo responden a esta faceta intelectual, si se observa la evolución de su pensamiento más filosófico, éste atraviesa una diversidad de momentos. Los puntos (a) y (e), presentan una menor dificultad para ser ordenados; sin embargo, el (b) es problemático.

La filosofía política de Russell tiene, al menos, tres períodos importantes, cuyos ejes centrales son la consideración de la naturaleza humana en relación a la dicotomía razón-pasión y, la noción de poder que se deriva de la solución a esta dicotomía. Su práctica política esta dirigida más a las cuestiones inmediatas para evitar la destrucción de la humanidad: su oposición a la guerra, en principio; aunque no era un pacifista ingenuo, pues consideró que existen guerras justas. Además, defiende a los objetores de conciencia, denuncia los crímenes de guerra, sostiene un absoluto rechazo a los totalitarismos, repudia la posible guerra nuclear y promueve el voto femenino. En relación a este ámbito es notable un constante incremento de sus acciones y una ampliación de los temas de preocupación: de la oposición a la primera guerra mundial al activismo en derechos humanos. Su método es la resistencia no violenta, el diálogo (aunque en algunos momentos recurre a las amenazas), la desobediencia civil pacífica, tanto individual como colectiva. Constantemente participó o creó diferentes organizaciones, nunca estuvo en una de ellas en forma permanente, pues todas cumplían con objetivos muy específicos, una vez que el objetivo se agotaba, o que la experiencia rebasaba a las organizaciones se lanzaba a la búsqueda de otras o a crear nuevas. Esto se da en forma más intensa en sus últimos años.

Con base en el desarrollo de la filosofía política y la teoría del poder de Russell se establecen tres períodos de la evolución de su pensamiento. El primero va de 1872 a 1914, el segundo comprende los años de 1914 a 1940 y un tercero, de 1940 hasta su muerte. En cada etapa se pretende analizar cada uno de los ámbitos enunciados. Aparte de los criterios anotados, se considera como transcendental la propuesta divisoria que aparece en su “Autobiografía” (1967). Esta obra, en su traducción castellana, se presenta en tres tomos, cada uno de los cuales recoge una determinada etapa de la vida del autor en estudio. El primero comprende los años de 1987 a 1914, el siguiente de 1914 a 1944 y el último de 1944 a 1967. También, es valioso en este respecto su libro “Retratos de memoria y otros ensayos”, de 1956.

A partir de esta cronología, el autor del artículo establece un paralelismo entre los períodos éticos y políticos. Entre la primera y la segunda etapa se da una ruptura radical. Lo cual se relaciona con la conversión que sufre en 1901, en la que descubre el sentimiento de soledad en que vive la humanidad; la Primera Guerra Mundial marca en definitiva su acción y pensamiento político posterior. Este cambio brusco coincide con la transición de la primera a la segunda etapas éticas, es decir, el paso de la objetividad en ética al predominio del no cognoscitivismo. No solo hay un vínculo de esas dos disciplinas, también se encuentra la misma relación con lo que el autor ha denominado la visión del mundo (es decir su filosofía de la ciencia y la lógica, el cambio radical del idealismo hegeliano al realismo extremo). Es característico también que la evolución de sus ideas y acciones políticas se da a partir del estudio de los hechos, de la experiencia, la cual siempre es fuente de conocimiento para Russell. La analítica es el método por excelencia. Se halla en él una unidad en el método de estudio”.

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