Por Luis Alejandro Rizzi.-

Invito a mis lectores a revisar las diferentes acepciones de la palabra “CHATARRA” en el diccionario de la RAE.

Hay otra acepción que resumimos en dos palabras “comida chatarra”, también conocida como comida rápida o comida basura, se refiere a alimentos con alto contenido de grasas, azúcares, sal y aditivos, pero bajos en nutrientes esenciales. “Esta acepción me apareció gugleando.

Traje a relación esto de la “chatarra” porque es el menú electoral ofrecido por la “política”, para las elecciones del 26 de octubre.

El domingo Morales Solá se sumó a esa tendencia que nos dice que Milei no tiene con quién perder, pero tampoco tiene con quién ganar…

En el menú electoral hay alguna excepción que me impulsa a no abstenerme para la elección de diputados, pero votaré en blanco para la elección de senadores.

En este momento de nuestra vida política parecería que hemos llegado a una suerte de agujero negro que son esas partes del espacio cuya intensa gravedad hace imposible escapar a su atracción y diría que ese agujero negro está conformado por Cristina K y Javier Milei; atraen para triturar y deglutir, sin distinción de calidades y mucho menos de matices.

No tienen capacidad para concebir pese a que se trata de un “agujero negro” heterosexual.

Cristina y Milei son dos extremos de una misma vara, o las opciones de un dilema fatal.

Muchos creen que la decadencia no tiene límite de profundidad, lo que podría ser una verdad asertórica, pero sin embargo tiene destino que es la plenitud del nihilismo, que siempre ha tenido una atracción fatal, el desasosiego permanente de vivir en situación de duelo o por lo menos en sus dos primeras etapas, la negación y la ira, que genera padecimiento, esa otra situación no exenta de masoquismo, en que se siente placer por la intensidad del dolor.

La sociedad argentina está, o mejor dicho, todos nosotros nos estamos negando ingresar a la tercera etapa del duelo que es la “negociación”, en ese caso política.

En toda situación de duelo se parte de un estado anímico de tristeza.

Tanto el “cristinismo” como el “mileísmo” pretenden convertir esa “tristeza” en odio planteando un distópico “nunca más” para unos y para otros.

El “Nunca más”, aparte de ser una aspiración propia de la inocencia de una infancia que cada vez es más corta y paradojalmente menos inocente, es además un cruel sofisma, porque el “nunca más no existe”.

Estas elecciones, la del 7 de septiembre y 26 de octubre, configuran ese agujero negro de este momento argentino, pero hay un segmento social que aún tiene fuerza para vencer a su perversa gravedad, sea mediante la abstención o hurgando en el menú hasta encontrar una boleta saludable.

Yo la encontré para diputados, sigo hurgando para ver si la encuentro para senadores, teniendo en última instancia la posibilidad de hacerlo en blanco.

La vida siempre nos ofrece la posibilidad de una utopía posible aunque parezca imposible.

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