Por Hernán Andrés Kruse.-
“Un ejemplo histórico puede servirnos aquí. Para ilustrar la diferencia entre ambos tipos de debate, K.-O. Apel recurre al diálogo de los atenienses con los melios, como lo refiere Tucídides en la Historia de la guerra del Peloponeso. El contexto de este debate es conocido: como la isla de Melos, aliada de Esparta, se resistía a someterse al poder ateniense, Atenas envió embajadores para vencer definitivamente esa resistencia. En el contexto de nuestra argumentación, lo interesante de este debate entre los atenienses y los melios es el hecho de que cada una de las partes representa no sólo posiciones enfrentadas, sino tipos de debate diferentes. Los melios apelaban a una idea de justicia para disuadir a los atenienses de sus pretensiones de dominio. Los argumentos que aducían los melios tenían, por lo tanto, la pretensión de convencer a sus oponentes sobre la base de una concepción compartida de lo que deben ser las relaciones entre comunidades políticas. Si hubiesen logrado convencer a los atenienses, el proceso deliberativo entre ambas partes habría conducido a un verdadero acuerdo fundado en las mejores razones, que para los melios eran razones de justicia.
En cambio, en el texto de Tucídides los atenienses representan ejemplarmente la posición de quienes negocian una solución a un conflicto sobre la base de simples amenazas, y sabiéndose en una posición de ventaja por lo que respecta a la correlación de fuerzas. La crudeza de las expresiones de los atenienses es interesante porque revela la renuncia a movilizar razones que los interlocutores melios pudieran compartir. En caso de que los melios se hubiesen avenido a aceptar las exigencias de los atenienses, podría decirse que el diálogo habría definido también una praxis común, pero es evidente que ésta no habría estado basada en las mismas razones por ambas partes: los atenienses habrían fijado los términos de la relación con los melios siguiendo únicamente sus propios intereses; y los melios, por su parte, se habrían plegado a la voluntad de los atenienses simplemente para evitar las sanciones de éstos. El arreglo así alcanzado expresaría meramente un compromiso, probablemente muy inestable, entre intereses contrapuestos.
Esta caracterización de las diferencias entre acuerdos y compromisos muestra que estos últimos se aproximan sin duda al modelo schmittiano de la política como conflicto. La historia que refiere Tucídides finalizó con la conquista de la isla de Melos, en la que los atenienses «mataron a todos los melios adultos que apresaron y redujeron a la esclavitud a niños y mujeres». Con todo, si modificásemos las condiciones en que tuvo lugar aquel diálogo, podríamos mostrar que los compromisos de intereses pueden ser soluciones aceptables y pacíficas de los conflictos políticos. Por ejemplo, si los atenienses hubieran actuado por motivos distintos del puro imperialismo, y hubiesen estado dispuestos a aceptar razones de justicia, o si los melios hubiesen tenido a su vez una capacidad real de amenaza, habrían podido alcanzar un compromiso, una paz en condiciones menos desventajosas para ellos, y con esto habrían evitado la masacre.
Los compromisos de intereses no son verdaderos acuerdos, pero son la opción preferible allí donde los acuerdos son imposibles porque las posiciones de las distintas partes son enteramente irreconciliables. Y son, sin duda, frecuentes en política. Cuando surge un antagonismo verdaderamente irreconciliable en el que ninguna de las partes puede convencer a la otra de la superioridad racional de sus puntos de vista, recurrir a la violencia y a la eliminación del rival político puede evitarse si cada una de las partes traduce al prosaico lenguaje de los intereses negociables esas posiciones que en principio se presentaban con una pretensión de verdad o de justicia supuestamente capaz de convencer al contrario. Los conflictos entre lo que Rawls llama «doctrinas comprehensivas» diferentes pueden (y suelen) resolverse mediante compromisos de este tipo. Entre visiones del mundo antagónicas no es posible, quizá, el acuerdo, pero sí pueden alcanzarse compromisos.
Así pues, y contra lo que Schmitt supone, la política no se encuentra ante la alternativa de una ingenua confianza en la capacidad de alcanzar acuerdos y un antagonismo a muerte. Queda aún, entre ambos extremos, esa tercera opción que consiste en la negociación y el logro de compromisos. A decir verdad, los compromisos son seguramente la clave de la política liberal, que no es tan moralizante como Schmitt pretende. Y cuando ni siquiera es posible alcanzar compromisos, queda aún el recurso de la regla de la mayoría. Contra lo que Schmitt sostiene, este último recurso no es un instrumento para aplastar al adversario político, sino una imposición provisional de posiciones políticas no consensuadas, pero sobre la base de un acuerdo de fondo: precisamente el consenso en torno a la regla de la mayoría y a las condiciones de la alternancia pacífica en el poder.
Pero Schmitt no está dispuesto a conceder al liberalismo que son posibles estas formas pacíficas de solución de conflictos. Por una parte, Schmitt distingue claramente, y en términos parecidos a los que hemos empleado aquí, los compromisos de intereses y los acuerdos en los que se impone racionalmente el mejor argumento: “La discusión significa un intercambio de opiniones; está determinada por el objetivo de convencer al adversario, con argumentos racionales, de lo verdadero y lo correcto, o bien dejarse convencer por lo verdadero y lo correcto […]. Por otra parte, las negociaciones, cuyo objetivo no es encontrar lo racionalmente verdadero, sino el cálculo de intereses y las oportunidades de obtener una ganancia haciendo valer en lo posible los propios intereses, también van acompañadas, por supuesto, de discursos y discusiones, pero no se trata de una discusión en sentido propio.
Sin embargo, y a pesar de esta distinción, Schmitt no es menos escéptico hacia la negociación como forma de solución pacífica de los conflictos políticos. Pero las razones que desacreditan las negociaciones son distintas de las que desautorizan los acuerdos, y tienen un carácter más bien estético. En efecto, Schmitt no cree que las soluciones negociadas de los conflictos políticos sean imposibles, pero las juzga soluciones inferiores. Las negociaciones, que constituyen el verdadero procedimiento de decisión en las democracias parlamentarias, tienen para Schmitt el carácter un tanto despreciable de acuerdos privados, de arreglos adoptados casi en secreto. Son típicas del «neutralismo espiritual” de un liberalismo que, al extender el modelo de las transacciones económicas a los asuntos políticos, priva de su grandeza a lo político, aunque cuente con la ventaja (que para Schmitt no es tal) de evitar la violencia y la guerra.
Este escepticismo de Schmitt hacia la posibilidad de hallar soluciones pacíficas y racionales para los conflictos políticos explica una sorprendente incoherencia de su crítica del liberalismo. Por un lado, Schmitt insiste una y otra vez en que el liberalismo «neutraliza» el conflicto propiamente político al sustituirlo por la argumentación y la negociación. Con esto el liberalismo demuestra su incurable insuficiencia política, su incapacidad para «llegar a obtener una idea específicamente política». Sin embargo, al mismo tiempo Schmitt sostiene que es hipócrita toda esta «neutralización» que el liberalismo opera sobre los conflictos políticos, todo su pacifismo y su rechazo de la violencia, pues el liberalismo, lo quiera o no, participa también de lo político, es decir, del antagonismo y la formación de grupos enfrentados de amigos y enemigos.
Esto se muestra con especial claridad en el ámbito de las relaciones internacionales, en las que el liberalismo ha logrado sustituir lo que Schmitt llama el Ius publicum europaeum (el derecho internacional clásico de los estados soberanos, surgido de la Paz de Westfalia) por un orden mundial dominado por instituciones como la Sociedad de Naciones o la ONU. Lo esencial en el nuevo orden internacional liberal consiste en que los estados han perdido parte de su soberanía al desaparecer el ius ad bellum, el derecho de declarar la guerra. La guerra se sustrae a la soberanía política y queda juridificada, sometida al derecho, declarada ilegal salvo en muy contados casos: la única guerra justificada es precisamente la que se emprende contra los estados que violan la prohibición de la guerra, y que ahora se consideran estados criminales. Las intervenciones militares ya no se interpretan como guerras entre estados soberanos en el sentido del derecho internacional clásico, sino más bien como acciones policiales de mantenimiento del orden internacional.
Es obvio que este cambio estructural del derecho internacional obedece a la misma orientación pacifista y legalista que el liberalismo quiere imponer en el interior de los estados, pero Schmitt sólo ve en él un pretexto de las potencias liberales para criminalizar (o en su terminología, «discriminar» moralmente) a los estados rivales e imponer su hegemonía sobre ellos. Por eso el resultado de esta transformación del derecho internacional no será el pretendido pacifismo que invocan los estados liberales hegemónicos, sino una multiplicación de los conflictos, y también un recrudecimiento de la violencia desplegada en esos conflictos, favorecida por la «discriminación» o criminalización del adversario, pues los contendientes en las guerras libradas dentro del marco del derecho internacional clásico se reconocían mutuamente como iusti hostes, como enemigos que representaban pretensiones antagónicas, pero igualmente legítimas; mientras que el adversario del orden internacional juridificado y pacificado por el liberalismo sólo se percibe como un criminal al que hay que eliminar porque perturba la paz internacional.
Schmitt concluye El concepto de lo político con un párrafo en el que desenmascara el falso pacifismo y el carácter soterradamente político del liberalismo: “Finalmente el imperialismo económico dispone de medios técnicos para infligir la muerte física por la violencia, armas modernas de gran perfección técnica puestas a punto mediante una inédita inversión de capital y conocimientos científicos […]. Eso sí, para la aplicación de tales medios se crea un nuevo vocabulario esencialmente pacifista, que no conoce ya la guerra sino únicamente ejecuciones, sanciones, expediciones de castigo, pacificaciones, protección de los pactos, policía internacional, medidas para garantizar la paz. El adversario ya no se llama enemigo, pero en su condición de estorbo y ruptura de la paz se lo declara hors-la-loi yhors lhumanité; cualquier guerra iniciada para la conservación o ampliación de una posición de poder económico irá precedida de una oferta propagandística capaz de convertirla en «cruzada» y en «última guerra de la Humanidad» […]. También este sistema, presuntamente apolítico y en apariencia incluso antipolítico, está al servicio de agrupaciones de amigos y enemigos, bien ya existentes, bien nuevas, y no podrá tampoco escapar a la consecuencia interna de lo político”.
En este pasaje (que, sin duda, no es ajeno a nuestra propia época) Schmitt critica con razón los abusos del lenguaje pacifista y humanitario del liberalismo, abusos que lo convierten en mera retórica y en la ideología de cierto imperialismo liberal. También en nombre de la paz pueden librarse guerras sangrientas; también en nombre de la «humanidad» pueden justificarse las peores atrocidades políticas. Probablemente Schmitt también acierta al advertir del grado infinito de violencia que pueden alcanzar los conflictos cuando se moralizan en este sentido, es decir, cuando se convierten en conflictos que enfrentan a partidarios de valores irreconciliables y que no admiten acuerdos ni compromisos. Pero lo que no se comprende en la argumentación de Schmitt es por qué esta moralización de la política (que, por lo demás, no hace sino llevar el antagonismo político al nivel de conflicto en el que Schmitt querría situarlo) habría de ser una peculiaridad del liberalismo.
Más bien habría que argumentar lo contrario: la moralización de los conflictos políticos, la discriminación moral del adversario, es contraria a ese espíritu de negociación que Schmitt desprecia, pero que caracteriza al liberalismo según su propio análisis. Los que discriminan (y después exterminan) al adversario político son más bien quienes no están dispuestos a negociar nada, quienes sólo admiten el diálogo mientras quede claro de antemano que al final deben imponerse sus propias tesis, es decir, quienes están dispuestos a recurrir a la palabra sólo para informar a sus adversarios de cuál es la posición correcta o de cuáles son las posiciones que no están dispuestos a ceder en ningún caso. Es verdad que también los estados liberales «discriminan» a menudo a sus adversarios, en el sentido schmittiano del término. Pero desde una perspectiva liberal, esto sólo puede hacerse justificadamente contra quienes se niegan a recurrir a las vías pacíficas de solución de los conflictos políticos, es decir, sólo contra quienes rechazan el recurso al diálogo para convencer a los otros de la corrección de sus puntos de vista, o al menos para negociar algún compromiso con sus adversarios. En el mismo sentido en que la tolerancia cesa con el intolerante, así el diálogo cesa con quien se niega a dialogar. Y entonces se abre el conflicto y comienza el antagonismo irreconciliable. Pero para quienes defienden una concepción liberal de la política, éste es el punto en el que termina la política, y no, como para Schmitt, el punto en el que comienza”.
EL SIGNIFICADO POLÍTICO DE LA IZQUIERDA SCHMITTIANA CONTEMPORÁNEA
“El concepto schmittiano de lo político como conflicto entre facciones irreconciliables puede acomodarse perfectamente a las categorías del pensamiento revolucionario, incluido el marxista. De hecho, los antagonismos de clase, tal como los concibieron Marx o Lenin, son probablemente el paradigma del conflicto político schmittiano que no admite ninguna forma de solución pacífica. El entramado conceptual del pensamiento político liberal poco puede hacer ante tales antagonismos: para el comunismo revolucionario, entre burgueses y proletarios no es posible ninguna forma de entendimiento, en el sentido de que una de las partes pudiera convencer a la otra de la superioridad racional de sus pretensiones; tampoco es posible ninguna forma de compromiso, como el que defendía el reformismo socialdemócrata de Bernstein frente a Luxemburgo o Lenin en la época en que la discusión de estas alternativas dominó el debate entre los autores marxistas.
Los antagonismos de clase introducen en la sociedad una nítida confrontación schmittiana de amigos y enemigos, e históricamente esta confrontación condujo, en la época de El concepto de lo político,a una lucha a muerte entre clases sociales, es decir, a las revoluciones comunistas o a la transformación de los estados liberales en estados fascistas que suprimieron el peligro de la revolución por medio de la represión y la violencia estatal. La agudización de los antagonismos de clase en una lucha a muerte confirma, además, las tesis de Schmitt acerca del recrudecimiento de la violencia política debido a su moralización. No hay compromiso posible entre las dos grandes clases sociales porque ambas violan, a ojos de su antagonista, alguna ley moral: quizá la ley sagrada de la propiedad en un caso; y en el otro, las leyes de la justicia, que el burgués pisotea al basar su enriquecimiento en la explotación.
Todo esto explica el hecho de que la izquierda revolucionaria (recordemos nuevamente la figura de Kirchheimer) prestase atención a la obra de Carl Schmitt durante el periodo de entreguerras, y nuevamente durante los años sesenta o setenta. En cambio, más difícil encaje tiene el pensamiento de Carl Schmitt en una izquierda no revolucionaria, sino más o menos satisfecha con la democracia liberal, al menos por lo que respecta a sus principios básicos. Cabe preguntarse, en efecto, qué puede aprovechar de Carl Schmitt una izquierda de este tipo, que ha abandonado la concepción de la política como lucha de clases, y que tampoco profesa ninguna simpatía hacia la posibilidad, que el propio Schmitt tanto apreciaba, de transformar las heterogéneas y plurales sociedades liberales en sociedades homogéneas, rousseaunianas, que han suprimido totalitariamente los antagonismos y las diferencias políticas. Cabe preguntarse, en suma, qué espera aprender de Carl Schmitt una izquierda que ya no es revolucionaria ni totalitaria.
Por eso resulta difícil discernir en qué consiste exactamente el discurso político de los neoschmittianos de izquierda. Pese a las diferencias de enfoque entre ellos, estos autores comparten la imagen de la vida política contemporánea propuesta por Schmitt, que los neoschmittianos completan con la perspectiva de autores ideológicamente muy diferentes, como Arendt o Foucault. De acuerdo con este diagnóstico, el mundo contemporáneo es un mundo tendencialmente despolitizado por la técnica, un mundo en el que la auténtica vida política es reemplazada por la hegemonía indiscutida de los poderes económicos y por la gestión tecnocrática de las poblaciones. Ante esta despolitización estructural, poco tiempo después del hundimiento del comunismo soviético J. Derrida actualizaba las reflexiones de Schmitt en torno al ambiguo significado de la desaparición de los bloques antagónicos de la guerra fría: como indicaba Schmitt en su Teoría del partisano, podría suceder que la desaparición del enemigo identificable de la democracia liberal occidental no condujese a la abolición definitiva de todo antagonismo político, sino más bien a la multiplicación y el recrudecimiento de los conflictos a escala mundial. La despolitización de la civilización liberal coincidirá de modo paradójico con una hiperpolitización de consecuencias dramáticas.
También G. Agamben completa su diagnóstico político de nuestra época rescatando categorías schmittianas. En concreto, Agamben retoma el concepto de soberanía como la capacidad de decidir acerca del estado de excepción, una capacidad que se sitúa más allá del imperio de la ley, en un espacio de indiferencia entre la violencia y el derecho. Frente a la ingenua confianza liberal en el imperio de la ley, la decisión autoritaria sobre la que descansa el derecho es el paradigma de la soberanía también en nuestra época; y lo es cada vez más, en una época en que el poder ejecutivo se impone sobre el legislativo, los decretos ganan terreno frente a las leyes y el «estado de excepción» suplanta inadvertidamente al Estado de derecho. En consecuencia, Agamben difumina las diferencias entre la democracia liberal y el totalitarismo: el tipo de regulación jurídica excepcional, extralegal, que caracteriza a lo que Schmitt llama «Estados administrativos», caracteriza también a los estados democráticos de nuestros días, especialmente en el tratamiento de determinados colectivos (inmigrantes irregulares, refugiados, prisioneros de guerra, etc.). Agamben sostiene incluso la provocadora tesis de que el campo de concentración y no el Estado de derecho es el paradigma político del mundo moderno.
Y a un propósito no meramente analítico, sino más explícitamente normativo, obedece la recuperación de Schmitt a manos de autores como R. Esposito o Ch. Mouffe. Esposito reacciona schmittianamente contra el vaciamiento de lo político que caracteriza al liberalismo, y reivindica una concepción de la política que no encubra ni renuncie al Facttum del antagonismo, el conflicto y la violencia. Pero Esposito también se opone al intento (al cual se suma todavía el primer Schmitt en Catolicismo y forma política) de contraponer a dicho vaciamiento la autoridad carismática de la Iglesia católica, último reducto institucional de una política inspirada teológicamente en la época de la secularización y el Estado racional moderno. La categoría de lo «impolítico» (representada, por ejemplo, en esa primera fase de la revolución americana ensalzada por Hannah Arendt), corresponde a una acción política no congelada aún en el marco jurídico del Estado de derecho liberal.
Sin embargo, quizá son los escritos de Ch. Mouffe los que mejor aclaran en qué podría consistir una nueva política democrática inspirada en Schmitt (una nueva política que, según Agamben, «en gran parte está por inventar»). Mouffe rechaza el afán armonizador y homogeneizador típicamente liberal a favor de la reivindicación de las diferencias y antagonismos en las formas de vida y las alternativas políticas. Según esta autora, la base de la integración de las sociedades democráticas no pueden seguir siendo las tradiciones y valores culturales compartidos, como pretendería (según ella) el liberalismo, sino que se necesita un fundamento más abstracto, que ella sitúa en los propios procedimientos democráticos: «La adhesión a los principios del régimen democrático liberal debe ser la base de la homogeneidad que la igualdad democrática requiere”.
Ahora bien, es difícil creer que esta idea tenga realmente una filiación schmittiana, puesto que no hace otra cosa que expresar, precisamente, la convicción básica del liberalismo político, esto es, la idea de que las diferentes opciones políticas pueden armonizarse o al menos coexistir pacíficamente a través de los procedimientos deliberativos y democráticos de formación de la voluntad política. De manera que esta curiosa síntesis de Carl Schmitt y el pensamiento posmoderno, estas apelaciones a la diferencia en la vida social y a la irreductibilidad del antagonismo en una esfera política que, sin embargo, sigue manteniéndose dentro del marco de la democracia liberal, no parecen hacer otra cosa que revestir de un aura agonística la descripción de la vida política normal de las democracias liberales.
Cabría pensar, por lo tanto, que este rodeo por el universo conceptual schmittiano es superfluo, y que más valdría asumir consecuentemente que la concepción posmoderna de lo político se integra bastante mejor en la mucho más prosaica teoría política de la democracia liberal. Pero con esto perderíamos de vista una importantísima (y quizá inconsciente) función que cumple este neoschmittianismo de izquierdas. Dicha función no es otra que rescatar las categorías marxistas de la política como conflicto, pero vaciándolas de su contenido propiamente marxista, es decir, eliminando la lucha de clases. Ya en la época en que su publicó El concepto de lo político, algunos intérpretes reprocharon a Schmitt la vacuidad y el carácter totalmente abstracto de su dialéctica de amigos y enemigos, que cabe interpretar incluso como la réplica burguesa a la lucha de clases.
Podría decirse algo parecido del pensamiento político neoschmittiano: torna presentable en la sociedad liberal cierta retórica, en el fondo totalmente inocua, del conflicto, la lucha y el antagonismo. Por supuesto, esta apropiación meramente retórica del pensamiento revolucionario es muy oportuna en un mundo casi plenamente neoliberal, en el que (por fortuna o por desgracia) el marxismo prácticamente se ha esfumado de la discusión política. Por eso es muy probable que la función del neoschmittianismo sea, ante todo, una función ideológica que consiste en escenificar el discurso del antagonismo en una sociedad que el teórico neoschmittiano sabe y quiere pacificada en los términos que establece precisamente el liberalismo”.
(*) José Luis López de Lizaga (Departamento de Filosofía-Facultad de Filosofía y Letras-Universidad de Zaragoza-España): “Diálogo y conflicto. La crítica de Carl Schmitt al liberalismo” (Diánoia-Volumen 57-Número 68-Ciudad de México-2012).
05/09/2025 a las 4:05 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Diego Spagnuolo. Del “mejor amigo” al “hombre bomba”
Hugo Alconada Mon
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
5/9/025
Diego Orlando Spagnuolo quiso ser legislador nacional. Quedó a un paso. Le prometieron la Secretaría General de la Cámara de Diputados de la Nación. Le fallaron. Se ilusionó con la presidencia de Aerolíneas Argentinas, pero Javier Milei, ya presidente electo, le replicó que sería “mandarlo al muere” porque quería “romperla” para privatizarla. Y terminó al frente de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis). Hoy, mide sus primeros pasos en los tribunales. Escogió a un abogado que ya tuvo a un “arrepentido” como cliente. Y podría, también, ir por un habeas data. ¿Para qué? Para que la Justicia determine si lo espiaron desde el Estado.
“Acelerado”, “laburador”, “bocón”, “responsable”, “desbocado”, “cumplidor, “desaforado”. Spagnuolo acumula definiciones de aquellos que lo tratan desde hace años. Aquellos que conocen sus gestos de desprendimiento –como ser capaz de subirse a un auto y manejar durante horas para ayudar a un amigo-, pero también sus zonas más arduas, entre la ansiedad, las fobias, los ataques de pánico y otras cuestiones más oscuras.
Cumplió 51 años el 23. Pero no llegó a festejarlo. Tres días antes, le arruinó los planes “Carnaval”, el canal de streaming donde mellan Jorge Rial y Pablo Toviggino, la mano derecha de Claudio “Chiqui” Tapia. Comenzó a difundir audios suyos recortados que desataron el mayor escándalo que afrontan los hermanos Milei desde que llegaron al poder.
Spagnuolo, vale la aclaración, es “team Javier” desde que José Luis Espert los presentó, años atrás. El diputado prefiere ahora negarlo ante la consulta de LA NACION, aunque en Twitter le dedica mensajes arrobados a @Rainer_Wolf, como en 2020, cuando lo saludó por su cumpleaños, con una foto posando juntos frente a una torta (https://x.com/jlespert/status/1297688283640737792). Acaso porque cuando Espert y Milei se distanciaron antes de las elecciones de 2021, Spagnuolo se fue con “Peluca”.
Pronto fueron inseparables. Almorzaban juntos, circulaban juntos, cenaban juntos. Milei lo presentaba como su “mejor amigo”, recuerda Marcela Pagano, y luego como su abogado, para terminar como su apoderado general en octubre de 2024. Años, aquellos, en que Spagnuolo lo trasladaba en su auto y dirimía gratis sus cuitas en los tribunales. Ya fuera contra el entonces presidente Alberto Fernández –como denunciante o denunciado- o contra periodistas varios.
A la hermana Karina, sin embargo, Spagnuolo no le caía demasiado en gracia, cuentan desde La Libertad Avanza. Buscó insertar una cuña entre ambos o, según sus acólitos, un grado –o dos también- de separación. Y ya fuera por eso o por decisión propia, Javier comenzó a pedirle a algunos allegados que le ayudaran con Spagnuolo. Lo definía como “un tipazo”, aunque algo “tímido”, sin experiencia en la política.
Así fue como el abogado calvo quedó bajo el ala del luego diputado nacional Oscar Zago. Pero también pasó por Ramiro Marra, por Victoria Villarruel, por Carlos Kikuchi, por Carolina Píparo, por Sandra Pettovello y por Pagano, entre otros, sin terminar de forjar vínculos consistentes con ninguno. Algunos de ellos lo vieron como una oportunidad para acercarse a -o sumar puntos con- Milei; otros como un dolor de cabeza.
“Es un muchacho muy ansioso, con dificultades para manejar el stress, que tiende a reaccionar como un ‘polvorita’ o un nene cuando algo no le gusta”, dice Osvaldo Marasco, quien le abrió los brazos a Spagnuolo a pedido de Zago. Le dedicó horas en la confitería Zoo de Ituzaingó, donde hablaron de yoga y de fobias, y hasta llegó a regalarle un libro de un psiquiatra. Terminaron distanciados.
Quienes lo quieren a Spagnuolo y lo acompañan por estas horas insisten que es un buen tipo, puro corazón, que está solo –sin pareja y lejos de su madre, que vive en Bahía Blanca- y que avanzó en la vida por mérito propio. Como letrado laboralista y dedicado a los reclamos por “daños y perjuicios” construyó su casa en un country, y trabajó también para las municipalidades de José C. Paz, de Tigre y de Pilar, donde asesoró a Carlos Kambourian en la Secretaría de Salud durante la intendencia de Nicolás Ducoté.
Pero el ruedo político, coinciden los doce interlocutores consultados por LA NACION, no era lo suyo. ¿Ejemplo? “Se fue con Victoria [Villarruel] cuando Karina ya la tenía entre ceja y ceja. ¡Fue lo peor que pudo hacer!”, recuerda uno de ellos.
Insistente como pocos, coinciden también los consultados, Spagnuolo logró preservar el vínculo con “Javo” y figuró entre los que ingresaron al hotel Sheraton Libertador, una y otra vez, tras el triunfo en el balotaje, cuando el Gobierno libertario comenzó a tomar forma. “Acordate que quedó a la puerta de ser diputado nacional. Si alguno renunciaba, entraba, pero no entró”, cuenta uno de sus otrora sherpas. “Lo fue ver a Javier. Y le debe haber roto las pelotas hasta que le dieron ese cargo en la Andis”, estima.
En rigor, a Spagnuolo también lo habían ilusionado con un cargo alto y relevante en el Congreso, pero la promesa se diluyó en el aire. Y fue a pedirle la presidencia de Aerolíneas Argentinas, pero Milei le replicó que enviarlo allí sería darle un caramelo amargo, que quería desfinanciar la empresa y romperla para privatizarla en dos años. Entonces medió Pettovello, que le planteó al Presidente electo colocarlo al frente de la Andis. ¿Quién mejor que alguien de máxima confianza para depurar las pensiones por discapacidad que había otorgado el kirchnerismo?
Y allí fue Spagnuolo. El 28 de diciembre se confirmó su designación como director ejecutivo de la Agencia Nacional de Discapacidad. Y entró como elefante en un bazar. Su primera tormenta se desató en enero, cuando la resolución 187 de la Andis incluyó términos vetustos y ofensivos —“idiota”, “imbécil” y “retardado mental”— para clasificar distintos grados de discapacidad intelectual. Previsible, cosechó el rechazo inmediato de asociaciones, familiares y especialistas, y debió dar marcha atrás.
Esos y otros traspiés no le restaron acceso al Presidente. Hasta su despido, era el funcionario con más ingresos registrados (38) a la Quinta de Olivos desde diciembre de 2023, donde compartió veladas dominicales de ópera con el economista Juan Carlos de Pablo, por ejemplo, pero también al menos un encuentro con Mauricio Novelli, uno de los protagonistas del lanzamiento y derrumbe de la “memecoin” $LIBRA.
¿Le informó Spagnuolo a Milei los desmanejos que detectó en la Andis con las droguerías? ¿Señaló a Eduardo “Lule” Menem en algún momento?
Sus íntimos dicen que sí.
Los voceros oficiales y oficiosos del Gobierno juran que no.
Por lo pronto, tres diputados del espacio libertario confirmaron por separado a LA NACION que Spagnuolo venía quejándose de la situación desde hacía al menos seis meses, lo que también confirmaron, on the record, el consultor Fernando Cerimedo –dueño del portal “La Derecha Diario”- y la diputada nacional Marcela Pagano.
Los dichos de Alejandro Fantino en el canal “Neura” de streaming, en julio de 2024, alientan esa hipótesis. Con Spagnuolo a su lado, el conducto alertó sobre “gente genéticamente voraz” que podía usarlo “como forro”, para luego tirarlo a la basura. “Tenés que tener cuidado. Hay que tener cuidado que no pase ni en Totora, Santa Fe, ni en Lule, Tucumán”. El nombre correcto de la localidad es Lules, pero Fantino omitió la “s”. ¿Error o mensaje?
No son pocos los que, en esas circunstancias, le recomendaron a Spagnuolo que juntara evidencias y alertara a Milei. O que renunciara, como el diputado nacional Guillermo Montenegro. Pero, al parecer, el momento de la verdad no llegó por iniciativa propia, sino de un tercero. O, en este caso, de una tercera: Pettovello.
“Diego se quejó con Sandra, que le fue con el cuento a Milei, que lo llamó a Diego, que le contó sobre ‘Lule’ y al parecer sobre Karina también”, cuentan junto al ahora exfuncionario.
– ¿Y qué pasó?
-Karina lo llamó después para comunicarle que él no iba a hablar más con Javier.
El final comenzaba a escribirse.
05/09/2025 a las 4:13 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Audios, interna feroz y temblor económico: el miedo a no llegar a tiempo a octubre
Rubén Rabanal
Fuente: mdz
(*) Notiar.com.ar
1/9/025
Javier Milei les habló la semana pasada a los principales empresarios de la Argentina reunidos en el CICyP. El presidente conoce de memoria el salón Versalles del Hotel Alvear no solo por haber hablado en varias ocasiones ante ese foro, sino porque también participó de muchas de esas reuniones en su rol de asesor de empresas. En síntesis, allí todos los conocen en serio.
A todos esos empresarios les dijo para explicar la realidad del momento: “Saben que nuestro plan de gobierno está funcionando, y por eso somos testigos de ruidos que se ven amplificados por las elecciones”.
Hubo aplausos, siempre los hay cuando va a una figura política o económica, y luego abrazos y felicitaciones. El optimismo de los presentes quedó para otro momento y las preocupaciones siguieron en el mismo nivel que antes de escuchar al presidente.
Argentina está hoy detenida en el tiempo y lo va a estar al menos hasta las elecciones de octubre. No se trata de una especulación periodística, ni del análisis de algún consultor, es el propio gobierno el que lo afirma. Toda la estrategia oficial está dirigida a instalar la idea que, cuando en octubre la Libertad Avanza gane las elecciones, el equilibrio político se restablecerá y, como consecuencia, los temblores económicos desaparecerán.
Por lo tanto, la espera durará al menos hasta el 26 de octubre y después veremos. Eso implica que las tasas altísimas, la monstruosa aspiradora de pesos que prendió Luis “Toto” Caputo para que el dólar no se mueva y supere el tope de la banda y el congelamiento de decisiones, se mantendrán hasta que haya certezas. Y eso es lo que falta; se sabe bien que no hay nada peor para el mercado que la ausencia de certezas y de ahí los movimientos erráticos que vemos cada día.
El ímpetu presidencial sirve, pero no alcanza para que los empresarios cambien el panorama que tienen hasta ahora. Eso repiten muchos de ellos a la hora de hacer pronósticos. Todos saben que, hasta hace un par de meses, la economía podía golpear los bolsillos como consecuencia directa del ajuste, pero el camino hacia la salida de la frustración y el fracaso que el país vive desde hace 20 años podía tener luces verdes por delante.
Hoy existen dudas, todo es un mar de incógnitas y, para colmo, aparecieron los audios y la violencia política en campaña se convirtió en una regla. Nada de eso le gusta a alguien que tiene que decidir una inversión en el país.
EL TEMBLOR ECONÓMICO
A los problemas y sospechas de corrupción, internas violentas y traiciones adentro de un gobierno que hizo carrera utilizando el combate a la casta como principal herramienta y ahora necesita desesperadamente de la política para solucionar su crisis, se suma que la economía no transita exactamente por los caminos esperados.
Como se dijo antes, el mercado se mueve errático y cada alivio que aparece es eminentemente electoral. La semana pasada hubo vencimientos de deuda y Luis Caputo consiguió renovar más del 114 % de la deuda que le vencía. Buen dato, si no fuera porque, para hacerlo, tuvo que volver a subir la tasa, esta vez a niveles reales que pueden superar el 80%.
Con eso consiguió secar el mercado como pocas veces se vio y mantener el dólar a raya, no bajarlo. En plazo fijo ya se llegó a pagar 55 %, de acuerdo a cada banco, con un impacto en tasas de descubierto en cuenta corriente o financiación de tarjetas de crédito que ya es letal.
No solo con tasas altísimas e imposibles de mantener se está financiando la falta de certezas que el mercado ve en el gobierno. Los encajes subieron casi a 54% y Economía, además, lanzó esta semana un esquema de nuevas restricciones a la tenencia y liquidación de dólares para los bancos que siguen casi en guerra con el Gobierno por las políticas erráticas e imprevistas con que se encuentran cada día los banqueros.
En Argentina siempre se sabe que no hay temblor político, si no hay temblor económico y hoy existe bastante ruido en la estrategia cambiaria y financiera que sigue adelante el gobierno. En el mercado pululan las anécdotas sobre supuestas divergencias entre el presidente y su ministro de Economía. Una de ellas fue por la oportunidad y el mecanismo para desarmas las LEFI, medida que fue la madre de alguna de las turbulencias que se vivieron en los tiempos recientes.
EL IMPACTO DE LOS AUDIOS EN CAMPAÑA
El escándalo por los audios de Diego Spagnuolo, que parece más un bocón protagonista de podcast que un exfuncionario del Estado, no solo golpea la imagen y la confianza del gobierno por las dudas que sembró sobre hechos de corrupción en las máximas alturas del gobierno, sino que puso en jaque a todo el esquema de confianzas cruzadas dentro del gobierno.
Nadie sabe a ciencia cierta si la divulgación de los audios fue un acto de venganza, como sostienen algunos, en el que Spagnuolo se dejó grabar por Franco Bimbi, esposo de Marcela Pagano o si hubo alguna inteligencia más sofisticada de por medio. Lo cierto es que el daño está hecho y las consecuencias ya son imprevisibles.
Hacía seis meses que estaba decidido cambiar a Spagnuolo de la ANDIS. Algunos libertarios afirman que eso era por la ineficiencia de Spagnulo para manejar esa enorme caja de más de US$3500 millones anuales, otros alegan que ya se conocían los problemas con contrataciones y licitaciones que no pasaban por el sistema de compulsa de precios que utilizar todo el resto de la Administración Pública. Spagnulo, afirman en el Gobierno, nunca terminó de realizar la auditoría completa sobre el padrón de discapacitados y el funcionamiento del ANDIS y mucho menos realizar la reestructuración del área.
Como sea, la duda se instaló como sistema y no son pocos los libertarios que hoy creen que lo que dice Spagnulo allí es cierto. Imposible calcular hoy las consecuencias de un terremoto de ese tipo que involucra a Lule y Martín Menem, lo que por estas horas sería lo de menos, pero también a Karina Milei.
La Justicia, mientras tanto, acelera como pocas veces para investigar el caso. Hay que recordar que por estas horas los audios son lo que menos le importa al juez Sebastián Casanello y al fiscal Franco Picardi; para ellos lo importante es la abundante prueba que levantaron de los allanamientos que hicieron en la ANDIS y en la droguería Suizo Argentina, el escándalo de los audios ya es un hecho colateral.
Es algo similar a lo que sucedió con la causa Cuadernos: la prueba inicial de los escritos se volvió irrelevante frente a la propia confesión de empresarios y exfuncionarios de haber pagado y contabilizado coimas.
Así Casanello y Picardi están más preocupados por el resultado del último allanamiento a la Suizo Argentina y a la negativa de abrirles las claves para bajar información de sus servidores. En la Justicia creen que podrán probar el supuesto direccionamiento de compras de la ANDIS y otras áreas del gobierno a favor de Suizo Argentina de la familia Kovalivker. Si eso es así, los problemas para algunos libertarios pueden multiplicarse y los audios de Spagnuolo cobrarán nuevo sentido.
LA PELEA EN EL CONGRESO
Hay otros frentes de batalla igualmente complicados para el oficialismo. Federico Sturzenegger y la secretaria Legal y Técnica, María Ibarzabal, están convencidos que pueden desconocer el rechazo del Congreso a los decretos que dispusieron la reforma de organismos como el INTI, el INTA o Vialidad. Quieren dar como un hecho las reformas y las disoluciones que se hicieron y no hacer caso a la derogación de esos decretos que fueron firmados en uso de facultades delegadas y luego rechazados, todo como producto de la andanada opositora que también avanzó con la ley de emergencia para fondos de discapacidad, el Garrahan y también para Bahía Blanca, por citar solo algunas de las leyes en contra de los intereses de la Casa Rosada.
Esa pelea ya llegó a la Justicia y puede escalar aún más, hasta la Corte Suprema por ejemplo, si el Gobierno hace caso omiso al rechazo del Congreso y avanza en las reformas. De todas formas, no todo el gobierno opina como Sturzenegger: habría que escuchar, por ejemplo, lo que Juan Pazo opina sobre el tema.
El Gobierno avanza y se mete con todo, pero en ese tren aparecen las falencias y ausencias de equipo. En la campaña electoral sucede lo mismo: una cosa es el discurso y otra la acción. En materia económica aún hay cientos de reformas pendientes. Solo por mencionar un caso, el de las privatizaciones, hay cuentas pendientes de sobra. De hecho, solo se llevó adelante una, la de la mendocina IMPSA, y recién ahora se anunció el plan para privatizar AySA.
LOS ATAQUES A JAVIER MILEI
La violencia electoral en la calle también aporta a la confusión y el miedo electoral. El Gobierno se desayunó que no en todos los distritos puede caminar por la calle sin tener problemas. Lomas de Zamora y la piedra que pudo convertirse en un magnicidio si impactaba en el presidente fueron la primera prueba. No hubo cuidado, ni inteligencia previa. Un volquete lleno de piedras en el camino de la caravana presidencial sin que nadie lo notara es el ejemplo más claro, pero luego Corrientes también le dio un disgusto al oficialismo. Falta mucho para octubre y al mismo tiempo es poco para poder enderezar lo que hoy esta complicado.
La economía no ayuda y la falta de política tampoco. Hay demasiado ruido para tan pocas nueces.
05/09/2025 a las 4:20 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La decisión de Spagnuolo que inquieta a Milei y la caza de brujas en LLA por los audios filtrados de Karina
María Fernanda Alonso
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
1/9/025
“No se va nadie”. El Presidente fue el primero que entendió el giro que implicaban los audios de Karina Milei con la amenaza de que apenas son “una puntita”. Viernes a la noche. La Casa Rosada, con los pelos de punta. Santiago Caputo, con funcionarios; Sebastián Pareja, con candidatos. En shock.
Los audios de Diego Spagnuolo hablaban de corrupción con los medicamentos en la ANDIS e involucraban a la secretaria general de la Presidencia, los Menem, Lule y Martín, y a la droguería Suizo Argentina, de los Kovalivker.
“Operación del kirchnerismo” fue la reacción del Gobierno, que el silencio, por ahora, del funcionario echado permitió sostener. El enemigo, afuera. Pero, ahora, los audios de la hermana de hierro vuelven las sospechas sobre un “topo”. El enemigo, adentro.
¿Quién grabó a Karina y quién psicopatea a Javier Milei? La pregunta es a dos bandas como el sistema de flotación del dólar, que también va a prueba en una semana, en las elecciones de la provincia de Buenos Aires. El Gobierno está en un puño. Pende de esos enigmas.
“Estamos viendo qué reunión fue. El tema es quién manda eso a la prensa. La amenaza es la acción. No el contenido”, señala a TN un funcionario de altísimo rango.
“No sé, no sé, no sé. Nada, nada, nada”. Un funcionario muy cercano al clan Menem, siempre dispuesto a contar historias, esta vez calla. Las piedras pican, como en las caravanas de La Libertad Avanza, sobre la hermana de hierro y los Menem.
Por primera vez, a los ingenieros del caos, el desconcierto los paralizó. Los secretos de Spagnuolo son el sésamo que la Casa Rosada no quiere abrir. Amigo y abogado de Javier Milei, que el ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) hable sería un jaque mate a La Libertad Avanza.
Una doble herida: a la jactancia de anticorrupción y las internas exponenciales que suman letra a un escándalo corrosivo. Todo impide un blindaje discursivo cohesionado. Las piedras pican y entran.
Milei y Spagnuolo eran íntimos, pero ahora se hablan por los medios. “Todo lo que dice Spagnuolo es mentira. Lo vamos a llevar a la Justicia y vamos a probar que mintió”, dijo a las apuradas el Presidente en medio de la lluvia de piedras en la caravana en Lomas de Zamora. Otra vez la espontaneidad de Milei dio un cuarto de giro al discurso oficial.
Por primera vez admitió que el de los audios era Spagnuolo y dijo que irá a la Justicia. “Eso estaba fuera de libreto”, confió a TN un candidato que había participado de la reunión en la que el Gobierno bajó línea sobre el escándalo.
“Si yo hablo, armo un quilombo padre”, dejó trascender Spagnuolo. Un mensaje directo a Olivos, la quinta que visitó más que el jefe de Gabinete Guillermo Francos.
El funcionario echado designó abogados -Juan Aráoz de Lamadrid e Ignacio Rada Schultze- en la causa que tiene delegada el fiscal federal Franco Picardi. “Por el momento hasta no poder acceder al expediente no vamos a hablar. De hecho, aún no fuimos designados por el juez”, confió uno de ellos a TN. Spagnuolo, con pasado en la Municipalidad de Tigre y en el Hospital de la Mujer y Niños en José C. Paz, donde asesoraba legalmente a mamás, amaga con convertirse en un “arrepentido”.
Como fuere, la causa judicial demandará un tiempo. La urgencia del Gobierno es ya, por las elecciones del 7 de septiembre. El asunto es más complejo porque el impacto en las urnas golpeará en la economía, la fuerza de flotación libertaria. En el peronismo bonaerense advierten: “Es posible que ganemos a pesar nuestro y el mercado va a hablar”.
Fuerza Patria cree que gana en la Tercera y la Octava (La Plata) sección electoral. “Estamos mejor en la Segunda y en la Cuarta. Mal en la Quinta y en la Sexta, y estamos midiendo la Séptima”. ¿Los audios-gate impactan en contra de LLA? “Las noticias caen en la polarización. En todo caso, puede ser que paguen con mayor ausentismo”, dicen. Cerca de Axel Kicillof estiman una concurrencia entre el 50 y el 60%.
El Gobernador reunió a 25 intendentes en un asado en Longchamps, el viernes después del mediodía. “Estuvieron dos horas, había de todas las secciones electorales. Nos va a ir bien en las elecciones. Estos pibes están groguis”, era el comentario por la crisis libertaria. Estuvieron también los candidatos por la Tercera y la Primera, Verónica Magario y Gabriel Katopodis, además de Carlos Bianco, Agustina Vila -ministra y esposa de Federico Otermín, de La Cámpora- y el anfitrión Mariano Cascallares. Kicillof pidió ir a buscar el voto casa por casa. El 7 es el trampolín al sueño presidencial.
La pelea con más vistas fue la de Marcela Pagano con Lilia Lemoine. Pero hubo una más sutil y dura. Pagano contra Francos. La diputada que renunció al bloque libertario cree que el entorno del jefe de Gabinete divulgó la versión de que ella y su esposo Bruno Bindi estaban detrás de los audios.
La historia de los audios ya puede leerse como una Rayuela, de Julio Cortázar. Capítulos para entrar por todos lados: “vendetta” de Pagano, “cama” de Fernando Cerimedo, esposo de la exsegunda de Sapguolo en la ANDIS, interna de espías, de los Caputo y los Menem boys, una operación defensiva para salvar al ministro de Salud Mario Lugones por el fentanilo contaminado, guerra de laboratorios y “campaña sucia” del kirchnerismo.
Pagano acusó a Francos de tener en su equipo a un ex agente de la SIDE que filtró los audios. “Francos es el único que ganó poder en la nueva redistribución. Tomen notas del nombre, por si en unas semanas vuela (Santiago) Caputo de la SIDE. Recuerden el nombre de José Luis Vila”.
El viernes, en el recinto, frente al jefe de Gabinete, Pagano gritó: “Se solicita que informe si el agente José Luis Vila tuvo alguna intervención en la filtración de los audios de la corrupción de la ANDIS. Porque estamos frente a un hecho de un grave golpe institucional y queremos respuestas”.
La escena parecía a otra, de hace 21 años. En 2004, el entonces ministro de Justicia Gustavo Beliz mostró en el programa Hora clave de Mariano Grondona la foto del espía Jaime Stiusso.
“Pagano violó la ley de inteligencia”, despotricaba Lemoine en chats con allegados. “Una locura lo que hizo. Viola la Ley. Pero además con información tergiversada. Tendrán que ocuparse sus pares en la Bicameral, supongo”, dijo Francos en la intimidad.
Martín Menem, salpicado por los audios, fue el que convocó a Francos -confirmando que ya es Guillermo Flancos, porque los ataja a todos- para dar el informe de gestión. ¿Pequeña venganza ante tanta desconfianza? Hace más de un año que Pagano desafiaba a Menem sin ninguna represalia. ¿Será porque era sabida la ‘amenaza’ de los audios, que también son de larga data?
“Pagano vive en La Isla con Bindi”, dice Lemoine por todos los rincones. En la Isla son vecinos de los dueños de la Suizo. Lule Menem desmintió los audios con un tuit. Martín Memen, en dos entrevistas. Admitió que conoce a Jonathan y Emmanuel Kovalivker. “Conozco a todo el mercado de las droguerías porque fabrico suplementos dietarios desde 2004″, dijo. “Todos los días largan una, como que lo vieron a ‘Lule’ andando en una Ferrari” de Kovalivker en La Isla.
Curioso el sticker que usa Martín Menem en los chats de Whatsapp: la icónica foto de Carlos Menem en la Ferrari Testarossa roja.
Cada vez peor para el Gobierno. La oposición tomó el control de la comisión por $Libra. Pero “corrupción” mata “estafa”. Para el kirchnerismo el fetiche era la obra pública. En el Estado, como en la inseguridad, varía la modalidad de los delitos.
Con la motosierra, LLA dejó seca a la obra pública. Avanzan los medicamentos. En otra causa, el juez Sebastián Casanello investiga si Karina Milei y Lule Menem controlan la obra social de los peones rurales OSPRERA que hace negocios con la Suizo. ¿La casta está desnuda, sin remedio? De todo eso habla el lenguaraz Spagnuolo. Para muestra, basta un bocón.
05/09/2025 a las 4:26 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La decisión de Spagnuolo que inquieta a Milei y la caza de brujas en LLA por los audios filtrados de Karina
María Fernanda Alonso
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
1/9/025
“No se va nadie”. El Presidente fue el primero que entendió el giro que implicaban los audios de Karina Milei con la amenaza de que apenas son “una puntita”. Viernes a la noche. La Casa Rosada, con los pelos de punta. Santiago Caputo, con funcionarios; Sebastián Pareja, con candidatos. En shock.
Los audios de Diego Spagnuolo hablaban de corrupción con los medicamentos en la ANDIS e involucraban a la secretaria general de la Presidencia, los Menem, Lule y Martín, y a la droguería Suizo Argentina, de los Kovalivker.
“Operación del kirchnerismo” fue la reacción del Gobierno, que el silencio, por ahora, del funcionario echado permitió sostener. El enemigo, afuera. Pero, ahora, los audios de la hermana de hierro vuelven las sospechas sobre un “topo”. El enemigo, adentro.
¿Quién grabó a Karina y quién psicopatea a Javier Milei? La pregunta es a dos bandas como el sistema de flotación del dólar, que también va a prueba en una semana, en las elecciones de la provincia de Buenos Aires. El Gobierno está en un puño. Pende de esos enigmas.
“Estamos viendo qué reunión fue. El tema es quién manda eso a la prensa. La amenaza es la acción. No el contenido”, señala a TN un funcionario de altísimo rango.
“No sé, no sé, no sé. Nada, nada, nada”. Un funcionario muy cercano al clan Menem, siempre dispuesto a contar historias, esta vez calla. Las piedras pican, como en las caravanas de La Libertad Avanza, sobre la hermana de hierro y los Menem.
Por primera vez, a los ingenieros del caos, el desconcierto los paralizó. Los secretos de Spagnuolo son el sésamo que la Casa Rosada no quiere abrir. Amigo y abogado de Javier Milei, que el ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) hable sería un jaque mate a La Libertad Avanza.
Una doble herida: a la jactancia de anticorrupción y las internas exponenciales que suman letra a un escándalo corrosivo. Todo impide un blindaje discursivo cohesionado. Las piedras pican y entran.
Milei y Spagnuolo eran íntimos, pero ahora se hablan por los medios. “Todo lo que dice Spagnuolo es mentira. Lo vamos a llevar a la Justicia y vamos a probar que mintió”, dijo a las apuradas el Presidente en medio de la lluvia de piedras en la caravana en Lomas de Zamora. Otra vez la espontaneidad de Milei dio un cuarto de giro al discurso oficial.
Por primera vez admitió que el de los audios era Spagnuolo y dijo que irá a la Justicia. “Eso estaba fuera de libreto”, confió a TN un candidato que había participado de la reunión en la que el Gobierno bajó línea sobre el escándalo.
“Si yo hablo, armo un quilombo padre”, dejó trascender Spagnuolo. Un mensaje directo a Olivos, la quinta que visitó más que el jefe de Gabinete Guillermo Francos.
El funcionario echado designó abogados -Juan Aráoz de Lamadrid e Ignacio Rada Schultze- en la causa que tiene delegada el fiscal federal Franco Picardi. “Por el momento hasta no poder acceder al expediente no vamos a hablar. De hecho, aún no fuimos designados por el juez”, confió uno de ellos a TN. Spagnuolo, con pasado en la Municipalidad de Tigre y en el Hospital de la Mujer y Niños en José C. Paz, donde asesoraba legalmente a mamás, amaga con convertirse en un “arrepentido”.
Como fuere, la causa judicial demandará un tiempo. La urgencia del Gobierno es ya, por las elecciones del 7 de septiembre. El asunto es más complejo porque el impacto en las urnas golpeará en la economía, la fuerza de flotación libertaria. En el peronismo bonaerense advierten: “Es posible que ganemos a pesar nuestro y el mercado va a hablar”.
Fuerza Patria cree que gana en la Tercera y la Octava (La Plata) sección electoral. “Estamos mejor en la Segunda y en la Cuarta. Mal en la Quinta y en la Sexta, y estamos midiendo la Séptima”. ¿Los audios-gate impactan en contra de LLA? “Las noticias caen en la polarización. En todo caso, puede ser que paguen con mayor ausentismo”, dicen. Cerca de Axel Kicillof estiman una concurrencia entre el 50 y el 60%.
El Gobernador reunió a 25 intendentes en un asado en Longchamps, el viernes después del mediodía. “Estuvieron dos horas, había de todas las secciones electorales. Nos va a ir bien en las elecciones. Estos pibes están groguis”, era el comentario por la crisis libertaria. Estuvieron también los candidatos por la Tercera y la Primera, Verónica Magario y Gabriel Katopodis, además de Carlos Bianco, Agustina Vila -ministra y esposa de Federico Otermín, de La Cámpora- y el anfitrión Mariano Cascallares. Kicillof pidió ir a buscar el voto casa por casa. El 7 es el trampolín al sueño presidencial.
La pelea con más vistas fue la de Marcela Pagano con Lilia Lemoine. Pero hubo una más sutil y dura. Pagano contra Francos. La diputada que renunció al bloque libertario cree que el entorno del jefe de Gabinete divulgó la versión de que ella y su esposo Bruno Bindi estaban detrás de los audios.
La historia de los audios ya puede leerse como una Rayuela, de Julio Cortázar. Capítulos para entrar por todos lados: “vendetta” de Pagano, “cama” de Fernando Cerimedo, esposo de la exsegunda de Sapguolo en la ANDIS, interna de espías, de los Caputo y los Menem boys, una operación defensiva para salvar al ministro de Salud Mario Lugones por el fentanilo contaminado, guerra de laboratorios y “campaña sucia” del kirchnerismo.
Pagano acusó a Francos de tener en su equipo a un ex agente de la SIDE que filtró los audios. “Francos es el único que ganó poder en la nueva redistribución. Tomen notas del nombre, por si en unas semanas vuela (Santiago) Caputo de la SIDE. Recuerden el nombre de José Luis Vila”.
El viernes, en el recinto, frente al jefe de Gabinete, Pagano gritó: “Se solicita que informe si el agente José Luis Vila tuvo alguna intervención en la filtración de los audios de la corrupción de la ANDIS. Porque estamos frente a un hecho de un grave golpe institucional y queremos respuestas”.
La escena parecía a otra, de hace 21 años. En 2004, el entonces ministro de Justicia Gustavo Beliz mostró en el programa Hora clave de Mariano Grondona la foto del espía Jaime Stiusso.
“Pagano violó la ley de inteligencia”, despotricaba Lemoine en chats con allegados. “Una locura lo que hizo. Viola la Ley. Pero además con información tergiversada. Tendrán que ocuparse sus pares en la Bicameral, supongo”, dijo Francos en la intimidad.
Martín Menem, salpicado por los audios, fue el que convocó a Francos -confirmando que ya es Guillermo Flancos, porque los ataja a todos- para dar el informe de gestión. ¿Pequeña venganza ante tanta desconfianza? Hace más de un año que Pagano desafiaba a Menem sin ninguna represalia. ¿Será porque era sabida la ‘amenaza’ de los audios, que también son de larga data?
“Pagano vive en La Isla con Bindi”, dice Lemoine por todos los rincones. En la Isla son vecinos de los dueños de la Suizo. Lule Menem desmintió los audios con un tuit. Martín Memen, en dos entrevistas. Admitió que conoce a Jonathan y Emmanuel Kovalivker. “Conozco a todo el mercado de las droguerías porque fabrico suplementos dietarios desde 2004″, dijo. “Todos los días largan una, como que lo vieron a ‘Lule’ andando en una Ferrari” de Kovalivker en La Isla.
Curioso el sticker que usa Martín Menem en los chats de Whatsapp: la icónica foto de Carlos Menem en la Ferrari Testarossa roja.
Cada vez peor para el Gobierno. La oposición tomó el control de la comisión por $Libra. Pero “corrupción” mata “estafa”. Para el kirchnerismo el fetiche era la obra pública. En el Estado, como en la inseguridad, varía la modalidad de los delitos.
Con la motosierra, LLA dejó seca a la obra pública. Avanzan los medicamentos. En otra causa, el juez Sebastián Casanello investiga si Karina Milei y Lule Menem controlan la obra social de los peones rurales OSPRERA que hace negocios con la Suizo. ¿La casta está desnuda, sin remedio? De todo eso habla el lenguaraz Spagnuolo. Para muestra, basta un bocón.
05/09/2025 a las 4:37 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Los Kovalivker, el clan detrás de las coimas
Rodis Recalt
Fuente: NOTICIAS
(*) Notiar.com.ar
1/9/025
Durante años, los Kovalivker supieron caminar por el mundo de los contratistas del Estado sin hacer ruido. Perfil bajo, negocios millonarios, algún que otro gesto excéntrico -como coleccionar Ferraris y Porches- pero nada que los sacara de esa categoría de empresarios argentinos del sector de la salud. Hoy, la historia es otra. Eduardo, Jonathan y Emmanuel están en el centro de una causa que ya ensucia su reputación y que arrastra sin remedio a Karina Milei, hermana del Presidente y pieza clave del Gobierno.
Historia. Al frente de la Droguería Suizo Argentina SA está Jonathan, el hijo mayor. Es quien firma, decide y aparece en las fotos institucionales. El padre, Eduardo, mantiene el control accionario y una figura que combina la del ingeniero químico con la del escritor con veleidades filosóficas y el bon vivant que pasea por Europa en autos clásicos. Emmanuel, el menor, cubre el resto. Los tres manejan una red de empresas que está apoyada sobre el negocio farmacéutico. Entre otras, figuran Log In Farma, JK Health Consulting, LBA Farma, Unicred, Il Cavallino (una concesionaria de autos de lujo con nombre de establo italiano), RS Eventos y CRT Emprendimientos, una constructora. De vacunas a Ferraris, pasando por créditos, catering y ladrillos: el menú es amplio y, hasta hace poco, indiscutido.
En 2025, la estrella del holding fue Suizo Argentina, que ganó la logística de medicamentos del Ministerio de Salud en tres de los cuatro grandes contratos en juego. ¿El monto? Más de 78 mil millones de pesos. Le ganó a la poderosa empresa de logística Andreani y al Correo Argentino. En los pasillos del sector se hablaba de “la gran jugada” de los Kovalivker. Y hasta la más ambiciosa. Tanto así que representaba su mayor contrato del año con el Estado.
Lujo. Mientras crecía el volumen de negocios, también aumentaba el nivel de vida. Eduardo Kovalivker no oculta su pasión por las Ferrari: tiene modelos clásicos -una 275 de 1964, por ejemplo- y también modernos. En Punta del Este, su chacra “Granaderos” es parada obligada para veranos largos y tranquilos. Hay libros, golf y motores. En sus redes sociales se lo puede ver paseando en una de sus Ferraris -una roja clásica- mientras participa de una vuelta por la ciudad de Castello en la provincia de Perugia. El evento de autos clásicos se llamó “Quattro ruote per un sorriso”, que traducido significa cuatro ruedas por una sonrisa.
Sus hijos no se quedan atrás. Viven en Nordelta, pilotean helicópteros, arman casas de autor y hacen cocina de autor. No son personajes de la farándula, pero aparecen donde tienen que aparecer. Cenas de beneficencia, presentaciones culturales, exposiciones de autos. Siempre bien vestidos, siempre bien rodeados. A Jonathan le apasionan los autos de lujo como a su padre, pero, para diferenciarse, no colecciona Ferraris, sino Porsches. Incluso ha participado en carreras de autos, donde llegó a hacer podio.
La vida de los Kovalivker cambió con un hallazgo. La causa que se inició por los audios del ex director de la Agencia Nacional de Discapacidad, Diego Spagnuolo, derivó en allanamientos a sus domicilios. La Policía de la Ciudad entró a la casa de Jonathan y Emmanuel y se encontró con algunas sorpresas. En el caso de Emmanuel, lo atraparon in fraganti, moviéndose por Nordelta en su auto con 266 mil dólares y 7 millones de pesos en diferentes sobres. La imagen no cerraba con el relato de empresarios impecables. Desde entonces, la Justicia investiga si esa plata es parte de un circuito paralelo. No hay acusaciones firmes contra los Kovalivker, pero sí preguntas abiertas. Muchas. En el caso de Jonathan, no lo encontraron en su casa, pero sí la policía detectó el rastro de su caja de seguridad abierta y con bandas elásticas, conocidas como liguitas, de uso frecuente para atar dinero.
El escándalo se disparó con una serie de audios donde aparece mencionado el nombre de Karina Milei. La voz que habla es la del ya mencionado Spagnuolo, que sugiere una comisión del 3 por ciento para la hermana del Presidente en las contrataciones estatales. En esos intercambios aparece mencionada la droguería Suizo Argentina.
Los Kovalivker niegan haber pagado coimas. Se presentaron ante la Justicia, entregaron celulares y ya están representados en el expediente por el abogado Martín Magram. La causa ya mira más allá de ellos. Pone bajo la lupa contratos firmados con los ministerios que manejan Patricia Bullrich y Luis Petri, revisa sociedades vinculadas e investiga, sobre todo, el vínculo entre una empresa privada y el poder de turno. El mismo poder que prometía no repetir las prácticas de antes.
Hasta hace poco, el apellido Kovalivker era sinónimo de medicamentos, autos de lujo e incluso literatura erótica. Ahora se le suma también dinero malhabido y coimas del 3 por ciento. Eduardo, el padre, es el único que hasta el cierre de esta edición no se había presentado en el expediente y sigue publicado posteos vinculados a la poesía en sus redes sociales.
La Justicia quiere saber si los contratos que ganaron fueron limpios. Si el crecimiento del grupo fue solo mérito o si hubo ayuda extra.