Por Luis Alejandro Rizzi.-

Como lo dije en una nota anterior, soy futbolero y de River, y más de una vez me pasa que el partido que vi tiene poco o nada que ver con los comentarios posteriores.

Me pasa lo mismo con las decenas de notas que leí sobre las elecciones del domingo pasado, en las que se analiza el 39% de abstención, el voto en blanco, y se bucea en la intención de los votantes explicar las supuestas causas de las migraciones de una a otra coalición o partido o a la abstención.

No faltó quien se lamentó que María Eugenia Vidal no haya adelantado las elecciones de la provincia en 2019; “todo habría sido diferente”, me dijo con absoluta convicción un ex PRO, que, amparándose en su edad, no votó el domingo en la primera sección. Cuando le pregunté cómo lo sabe, sólo me dijo: “a Kicillof le fue bien”.

Cosa que yo no me animo a afirmar hoy, porque no participó en la elección.

Ratifico: Kicillof ni ganó ni perdió, recordemos que quienes más presionaron por el desdoble fueron los intendentes peronistas, de los que en cierto modo Verbitsky se mofaba en su “Cohete a la luna”. Fueron los ganadores de la elección.

No sabemos qué hubiera pasado si se desdoblaba la elección en el 19, pero lo cierto es que ni Vidal ni Macri tuvieron vocación de liderazgo para hacerlo y así les fue.

Vidal perdió toda su dimensión política y quedó en mero proyecto, y ahora busca trabajo en el sector privado. La propuesta de Samid no la satisfizo.

Para la política, Vidal fue.

Lo mismo pasó con Macri; se puso la elección al hombro luego de perder en primera vuelta en octubre del 19, pero eso no fue liderazgo, fue un zarpazo, no más.

Con Milei, otra vez, Macri se mostró débil y sin convicción, y llegó a este punto en que LLA avanzó en cantidad de votos, sin tener un solo intendente y el PRO se diluyó en la comodidad de su propia anemia; ahora se siente estafado, burlado y cogido, no puedo decir violado, nada menos que por Karina. Un papelón de aquellos.

Macri también fue y veo casi imposible que el PRO tenga futuro.

La elección del domingo pasado tiene su propia fotogenia y no creo que sea inevitable “…ver los comicios de este domingo como un resultado que viene a resetear todo el panorama.”

La mayoría de los estudios de opinión vienen mostrando que el gobierno desciende en imagen y que su desaprensión y forma de ser molestan, porque en definitiva nosotros, los habitantes de este país, hemos debido elegir desde, diría 1995, entre un menú de ofertas mediocres, resultando gobiernos de mala calidad, pero la gente llegaba a fin de mes, aunque la inflación alcanzara límites descomunales y hubiera cepo al dólar.

Los que seguimos la política de cerca sabíamos que “eso” no podía durar y que esa fantasiosa bonanza era tan perversa y traicionera como Licosia, Parténope y Ligea, las famosas sirenas de la Odisea…

Le tocó a Milei abrir esa caja “kirchnerista” de males acumulados y mostrarlos a la sociedad, pero él mismo se sumó a esos males, creyendo que un mal se puede curar con enojo y recurriendo a supuestos “buenos males”; se olvidó de persuadir y predicar, como lo mandarían las verdaderas fuerzas del cielo o la piedad de las religiones a las que tanto invoca.

El caso es que en la sociedad, así como hay un tercio, en porcentajes redondos, de “kirchnerismo”, hay otro tercio de “antikirchnerismo”, que es el bando al que se montó Milei.

Ese bando sigue creyendo que a la Argentina sólo se la puede gobernar de facto, porque las mayorías son populistas y peronistas.

Ese “tercio”, que ahora llaman “gorila”, una nueva regresión – ¿sociológica? – apoya a Milei, ya que LLA encara esa visión agonal -militar- de la política.

Milei es más “general” -alguna vez se fotografió disfrazado con uniforme militar- que presidente, lo que explica su verticalismo y su prepotencia, y al final no es más que un energúmeno que tiene que ver con una concepción mafiosa de la política, en el sentido de la tercera acepción de la RAE. Así como existe una “mafia petrolera”, el ejemplo de la RAE, hay una “mafia política” gobernante.

LLA es un partido de naturaleza militar, netamente civil, que busca ahora el modo agonal de imponer sus objetivos, como lo ratificó el domingo a la noche, recurriendo a diversas “mesas de trabajo”, de su propia cofradía, negado a la conversación, al debate y al consenso.

La fotogenia del domingo muestra que LLA creció, pese a todo, 8 puntos con relación a 2023, conformando un perfecto 33%.

Este segmento recurre al voto para hacer la venia en cada elección. Es su piso y estoy seguro de que también su techo.

“Fuerza patria” logró 13 puntos más, pero a diferencia de LLA, se trata de una coalición y no sería extraño encontrar allí un porcentaje de gente que votó, incluso en octubre del 23, a JxC.

En esa elección, Milei sacó un total general del 29%, si le sumamos los votos de esa coalición, da justo el 54% de noviembre en el balotaje.

En un momento pensé que Milei intentaría negociar en el congreso, que es el teatro natural de la política, pero no tuve en cuenta su debilidad y su patología psicológica. Lo digo con todo respeto y empatía, por lo que una vez más tratará de ser un Nerón, algo simpático, imposible, en algún momento uno de sus perros será ministro…

No creo que pueda reunirse con los 24 gobernadores y menos que negocie en el Congreso.

Fatalmente irá un 26 de octubre en el que, a lo sumo y con dificultad, conservará su 33%; sus candidatos no enamoran, espantan. No me extrañaría que se quede en el 29 de octubre del 23.

Los del otro lado tampoco se lucen, salvo excepciones. Milei con el 33%, si lo mantiene en el orden nacional, podría ser quien más votos logre; tiene a su favor el vacío o el riesgo que significa un agujero negro, no confundir con el “cisne negro”.

Hay algo que sabemos: para el 66% de la sociedad, Milei nos molesta, dentro de ese 66, está el “cristikirchnerismo”, nos guste o no, tan molesto como el mileísmo.

Se da una dramática paradoja: el enemigo de mi enemigo es también otro enemigo.

Así llegaremos al “dilema” llamado 26 de octubre.

Espero que Alejandro Borensztein, en su columna de los domingos, con su fino humor y profunda seriedad, nos explique este berenjenal.

Por ahora, “vermut con fritas y “bad” show…”

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