Por Mariano Aldao.-

Así le decíamos en el «rioba» al gil aquel que quería “pasarse de vivo” con alguna jugada osada o alejada de las costumbres que hacen a la sana convivencia.

Porque todos sabemos que en el barrio, en las sociedades y en el mundo, existen reglas y costumbres que refieren al buen gusto y también al sentido de la oportunidad.

Vulnerar esas reglas, todos sabemos que no es lo más aconsejable. Por caso, a nadie le gusta que le muestren en público sus defectos, mucho menos si provienen de un lugar donde los mismos son moneda corriente desde hace mucho tiempo.

Dentro del fárrago de decisiones políticas, acertadas algunas, podríamos incluir al pillo aquel que sabe aprovechar una oportunidad para ir en busca del objetivo que, en soledad le resultaría difícil o imposible de alcanzar pero que aliándose con aquel que fuera capaz de cuidarle las espaldas o de proveerle de lo necesario para ir en busca del mismo podría llegar a su propósito.

Ningún mortal, en su sano juicio, le hubiera ido a mojar la oreja al Mike Tyson a sus 20 años pero sí sucede que otro, proveniente de uno de los países con mayores índices de corrupción del mundo (la Argentina, mal que nos pese) vaya a gritarle a otra persona, en su propia casa, que es corrupta teniendo sentada en el living de la propia a la persona menos honesta de todas, de la que jamás dijo, con similar desparpajo, que era corrupta.

La hermana y el reducido círculo rojo que lo rodea tienen que hacerse cargo de estos desvaríos que le pueden costar muy caros a nuestro país.

Que el vocero Adorni, intentando recoger el guante del impacto que causaron las imprudentes declaraciones del presidente en España, diga que están esperando el pedido de disculpas de aquel que fue el agraviado tiene más semejanza con el delirio que con la cordura.

Como bien dice La Mosca, Muchachos… ahora que nos volvimos a ilusionar… (las finales que perdimos cuántos años las lloré).

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