Por Juan José de Guzmán.-

Cada vez que los ciudadanos soñamos con algún dato esperanzador de la realidad, llámese una detención muy esperada o algún trascendido periodístico que nos hable de una puesta en movimiento de alguna de las muchas causas judiciales que permanecieron dormidas por muchos años y que podría echar luz sobre algún negociado o acto de corrupción, allí aparecerá el Turco, con esa arrogancia que lo caracteriza, que deprime, para decirnos que estos “vientos de cambio” que los ciudadanos anhelamos durante mucho tiempo son solo eso, sueños, porque lo que vendrá después de esto, que hoy no es más que un recreo, serán “Tiempos de revancha”. El rostro de incredulidad de Fantino, que al escucharlo adquiere un aire a “la ñata contra el vidrio”, contrasta con el del “Profe”, que adorna su sentencia con una voz aflautada, que se va recomponiendo a medida que corran las palabras.

Algún día tal vez, debería reflexionar, él que es un intelectual afecto a la lectura, sobre la conducta que caracteriza a los grandes de verdad, que amén de sus dotes, lo son por su humildad.

La soberbia, amén de ser un pecado capital, es la madre de todas las derrotas. Y de eso él sabe mucho, pues de sus anticipos, no acierta uno “ni de carambola”.

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