Por Paul Battistón.-
Xi Jinping con traje occidental era sólo un travesti engañoso. Atacar a Kamchatka era sólo para el TEG, ahora sus misiles son intercontinentales e hipersónicos, pueden llegar de Atacama a California y del Cabo de Buena Esperanza hasta Gran Bretaña. Los 80 años del fin de su ignorado frente de la IIWW fue el motivo especial para el lanzamiento del club de las autarquías, el lugar donde los malos muy malos (Kim Jong Un) tienen su resguardo y pueden caminar sin quejas de sus modos de conducción y gobierno, los DDHH son un chiste muy lejano de Occidente que el mismo Occidente ha comenzado a practicar y reclamar de forma selectiva. Maduro no pudo llegar, teme volar debido al segundo significado posible de volar aunque envió emisario. Que haya participado el presidente de Serbia da cierto escalofrío.
Drones descomunales, armas láser, submarinos autónomos guiados por IA pero por sobre todo una muestra de disciplina aterradora son la presentación del Xi Jinping de uniforme que recuerda al mundo que la subsistencia de la herencia de la China comunista sumada a la capitalizada de Den Xiaoping ahora es el deslumbrante centro de progreso tecnológico descontrolado que nunca se desentendió del progreso bélico. Cinco mil toneladas más de oro es lo que China pretende añadir a sus reservas para alcanzar la última barrera planetaria que aún le es esquiva, la de poseer el control del intercambio comercial mundial mediante la posesión de la divisa herramienta de intercambio.
Lo de Trump no son caprichos, es la esforzada corrección de lo que fue descuidado. La alternancia democrática supone una libertad que las autarquías excluyen pero también un zigzagueante itinerario frente a la direccionalidad precisa de la autoritaria ausencia de ofertas políticas.
Europa ha comenzado a quedar lejos y posiblemente deban venir seguido a sentarse en el salón oval, no han demostrado eficacia para evitar que el conflicto entre Rusia y Ucrania se vuelva más asiático que europeo. India ha elegido el lugar equivocado ante las expectativas de Trump pero su herencia cultural la equipara a un paquete de galletas que requiere de 1000 Kcal para ser concretada pero finalmente solo aporta 500 Kcal a quien la consume.
Bajo esta variedad de expectativas los BRICS (en definitiva China) tiene más posibilidad de crear inestabilidad por suma de Kilotones (dispersos en manos alocadas) que estabilidad con suma de confianza respaldatoria de una unidad monetaria común de países invasores, auto aislados, con atrasos críticos justificados como culturales y también convulsiones internas. Brasil es una cuestión que llega a molestar de forma doméstica.
Trump se ha centrado en su lucha para revertir el déficit fiscal de su país y lo está logrando, tiene amplias ventajas de reservas por sobre la suma total del nuevo frente de las autarquías explícitas y repentinamente (ser repentino es su naturaleza) parece haberse enfocado en el continente que aún está a tiempo de ser limpiado y preservado de la intromisión China.
Las amenazas bélicas vuelven a estar dispuestas a ser experimentadas en territorios de prueba desde ambos polos. Ante una Ucrania agredida, una Venezuela liberada es una posibilidad probable. Todo en paralelo con la guerra comercial ya en marcha (de trincheras) y la competencia tecnológica absolutamente desenfrenada, lanzada y sostenida por un capitalismo anárquico auto impulsado desde occidente y un capitalismo propio de un colectivismo de hormiguero desde oriente. Pronto veremos la unión o la resignación de Corea del Sur, Japón, Taiwán y Singapur. Putin es el hombre de las contiendas y sueños mojados de los ’80, de las tecnologías dormidas y de la moneda de una Europa antigua pero también es el hombre de 5500 cabezas nucleares y de los dolores de cabeza más recientes de Trump.
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