Por Guillermo Cherashny.-

En el día de ayer se produjo un derrumbe de los mercados por los cuadernos de las coimas, donde los empresarios no reconocieron ningún delito, ya que, al decir que sólo aportaron a las campañas electorales en realidad no se arrepintieron de nada. Calcaterra hizo punta con esta estrategia, que acordó con el su primo el presidente, sus abogados, el fiscal Stornelli y el juez Bonadío, de forma que no permaneciera ni una hora detenido, porque se deprimía, en una verdadera farsa judicial que en nada se parece al lavajato de Brasil.

En el país vecino los empresarios están presos y sus empresas no pueden participar en ninguna licitación sino después de pagar una multa muy grande; acá no cometieron ningún delito del código penal hasta ahora, ni recibieron ninguna sanción económica ni quedaron presos, por lo cual el proceso argentino no tiene nada que ver con el mani pulite italiano ni el lavajato sino que hasta ahora parece un show que reafirma la corrupción K y donde los pobres empresarios fueron extorsionados para aportar a las campañas electorales, un cuento que por ahora lo creen Bonadío y Stornelli y un tercio de la opinión pública. En tanto, el resto desconfía que es una maniobra de distracción del gobierno para que no se hable de economía o de los aportantes truchos, aunque que se basa en hechos reales de la corrupción. Pero si los empresarios siguen en libertad, en poco tiempo la incredulidad será muy grande. Es que es poco creíble que Néstor Kirchner inventó las coimas en la obra pública y que los empresarios fueron extorsionados, porque hace 50 años que los empresarios de la obra pública corrompieron a militares y políticos y los Kirchner sólo aumentaron el porcentaje de las coimas y los sobreprecios en relación a períodos anteriores.

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