Por Carlos Tórtora.-

Durante agosto y septiembre pasados, IP publicó una serie de notas que revelaban por primera vez a la opinión pública los entretelones de un negociado que en cada elección le cuesta cientos de millones de pesos al Estado Nacional. En síntesis, el ilícito consiste en lo siguiente. Los autores de la defraudación son decenas de partidos que, siguiendo un know how muy perfeccionado, ponen en práctica una forma de embolsarse la mayor parte de los fondos que la Dirección Nacional Electoral les deposita para la impresión de boletas electorales. El delito se comete del siguiente modo: el partido encarga una impresión real de boletas y la imprenta elegida las factura. Pero hay otro encargo -a la misma imprenta o probablemente a otra que funciona sólo como pantalla- por una cantidad todavía mayor de boletas que no se imprimirán. La imprenta que se asocia para delinquir con las autoridades del partido le vende estas facturas por la impresión no realizada a un precio de entre el 10 y el 15% del monto de la operación. El partido le paga a la imprenta estas facturas -auténticas pero correspondientes a un trabajo no realizado- y luego las presenta en el Informe Final de campaña, cuyo plazo venció el 13 de septiembre, junto con las facturas de las boletas que sí se imprimieron. La Cámara Nacional Electoral cuenta sólo con ocho auditores y sólo realiza un control formal de las facturas pero no suele indagar acerca de si la impresión efectivamente existió, así que los dirigentes que lucran con este “negocio” consiguen quedarse con la mayor parte de los fondos asignados a su partido.

Este medio tuvo acceso a las pruebas de una de estas defraudaciones, la cometida en las últimas PASO por Daniel Madeo, Daniel Assante y otras autoridades del Partido Federal en la Provincia de Buenos Aires y la Capital Federal.

Así es que señalamos que, con la información ya difundida en poder de las autoridades, ni bien el Partido Federal presentara sus informes finales de campaña, de la documentación aportada en los mismos surgiría claramente la defraudación. En otras palabras, que la mayor parte de la facturación de las boletas electorales correspondería a trabajos no realizados, tratándose de facturas compradas. Sin embargo, esto no ocurrió. Y la razón es que el Clan Madeo es una verdadera asociación ilícita que cuenta no sólo con equipos profesionales a su servicio sino con una red de contactos en enclaves importantes de la administración pública. Ante la evidencia de que la presentación de los informes finales de campaña del partido originaría una investigación judicial y el posterior procesamiento de todo el clan, Madeo optó por no presentar dichos informes. La benignidad de la Ley de Financiamiento de los Partidos Políticos 26.215 hace que la infracción de no presentar informes sólo implique en principio la sanción de una multa. Lo que no puede evitarse, como en este caso, es que la no presentación establezca la obvia presunción de que se está cometiendo un delito y que se intenta no presentar la documentación para evitar que el mismo se consume al certificar como auténticas impresiones inexistentes.

La punta del iceberg

Pese a lo señalado, las complejidades de la burocracia electoral llevaron a que, en su afán de enriquecerse ilícitamente con los fondos públicos, el Clan Madeo se viera obligado a consumar la defraudación, al menos parcialmente. Ocurre que para el cobro por los partidos de los aportes públicos para la impresión de boletas, el Ministerio del Interior tiene dos trámites diferentes. En el caso de las boletas para candidatos a senadores y diputados nacionales, éstas se pagan durante la campaña electoral y luego se rinden cuentas con los informes finales. Pero las boletas de los candidatos a cargos provinciales (en esta elección senadores, diputados y concejales) se paga un mes después de la campaña y a través de un trámite ante la Jefatura de Gobierno de Buenos Aires.

Para llevar adelante su multimillonaria defraudación, Madeo desplegó una compleja ingeniería delictiva de la cual participó todo su clan. Estaban en juego en total unos 12 millones de pesos para la impresión de boletas, de las cuales el Partido Federal sólo imprimió la cantidad correspondiente a 1 millón de pesos. El resto -11 millones- fue facturado por una sociedad anónima creada por el contador de Madeo en apenas una semana y cuyo objeto comercial es realizar impresiones. Esta S.A. sólo se formó para consumar la defraudación: carece de máquinas propias, antecedentes de todo tipo, no tiene personal, clientes ni local alguno y su domicilio legal es curiosamente la sede del Partido Federal. En cuanto a los dos integrantes de la S.A., el presidente y el director suplente, se trataría de dos testaferros contratados por Madeo sólo para esta tarea. A todo esto, a fines de julio pasado, el Partido Federal recibió en su cuenta del Banco Provincia los 6 millones de pesos correspondientes a las boletas para diputados y senadores nacionales de Buenos Aires y 700.000 pesos por el mismo concepto en el Banco Ciudad. Madeo y su pareja, la brasileña Helena Sandra Martins, salieron de Argentina con destino a Brasil en dos oportunidades en los meses de julio y octubre, llevando en esas dos ocasiones el dinero transformado a dólares hacia el país vecino, con el que adquirieron un departamento en Curitiba transfiriendo el resto de los fondos a un banco de la misma ciudad, donde ella tiene su residencia. De acuerdo a fuentes financieras, aproximadamente unos U$S 200.000 fueron invertidos por la feliz pareja en la compra del departamento. A todo esto, simultáneamente, el clan ponía en marcha el trámite del expediente 2200-3916 2017 12 1 ante la Contaduría General de Buenos Aires. Este expediente, que puede consultarse en https://sistemas.gba.gov.ar/consulta/expedientes/movimientos.php y del cual reproducimos algunas fotos, se inició el 25 de agosto y luego se presentaron la factura «fantasma», certificación de cuenta bancaria, copia de CUIT del Partido y el pedido de pago de la factura por la impresión de boletas de la provincia de Buenos Aires, por los cargos de senadores y diputados provinciales y concejales equivalente a 1 boleta por elector del total del padrón de empadronados en la misma por las 8 secciones por cargos de senadores y diputados y por 50 distritos por cargos de concejales. Esto alcanzó la calorífica suma de $ 5.490.000 percibidos por el clan Madeo sólo por estos módulos de boletas.

Se facturó entonces la totalidad del padrón y sólo se imprimió un 15% de boletas con un valor 50% inferior al pago cotizado de $ 230 el modulo por la Cámara Nacional Electoral.

El que entregó la documentación antes referida y tramitó el expediente es otro integrante del clan, Flavio Madeo, hijo del presidente del Partido y apoderado del mismo en Buenos Aires. Pero lo asombroso -y que demuestra la impunidad con que se actuó- es que el 16 de octubre pasado, el que cobró en el Banco Provincia 5.490.000 pesos correspondientes al aporte para la impresión de boletas es el mismo Flavio Madeo, pero esta vez en su carácter de apoderado de la lista Federal, que llevaba a su padre como primer candidato a diputado nacional y al ex juez en lo penal económico Julio Cruciani como primer candidato a senador nacional. Cruciani, luego de las notas publicadas por este medio, Urgente 24 y otros, habría optado por alejarse del Partido Federal, en cuya conducción nacional algunos dirigentes ajenos a estas estafas estarían preparando el pedido de renuncia de Madeo y la puesta a disposición de toda la documentación ante la justicia.

El otro integrante importante del clan Madeo es el tesorero en Buenos Aires, Daniel Assante, que tiene firma conjunta con aquél en la cuenta bancaria y habría recibido un importante porcentaje de los fondos públicos cobrados. Los Madeo (padre e hijo) Assante y Elena Martins podrían terminar ahora no sólo procesados por defraudación sino también imputados por asociación ilícita, ni bien se concreten en los próximos días las denuncias en preparación y que parten de probar que ya se entregaron oficialmente -en este caso en Buenos Aires- facturas de la S.A. fantasma inventada por Madeo. Como se ve, el grupo actúa concentrando todas las firmas y las decisiones en apenas tres o cuatro personas que se multiplican en los distintos cargos.

En elecciones anteriores, el Clan Madeo ya habría realizado con éxito maniobras delictivas similares.

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