Por Luis Alejandro Rizzi.-

La familia Kirchner, durante poco más de dos décadas, marcó el ritmo de la política argentina y aún hoy, ya en un claro ocaso, es el gobierno de Milei el más interesado en demorar su mutis.

La política argentina se está convirtiendo en un certamen entre menesterosos de diversa baja calaña.

La política nacional, hago abstracción de la internacional, que tampoco se luce, transcurre en medio de una inopia que alimenta la indiferencia y el pesimismo de la gente, que se refugia, como ocurre en toda circunstancia morbosa, en el más neto nihilismo.

La consigna del momento serio “Prohibido creer”, el sentimiento prevaleciente es el odio, la relación social la caracteriza la desconfianza mutua y la frustración social e individual se expresa en la impotencia, en no encontrarle respuesta al “para qué”.

En esta realidad líquida, nos encaminamos a dos elecciones en las que estará en disputa el ocaso de una familia gobernante y el hogaño insípido de toda incertidumbre que representa la dupla Milei, un par de neuróticos perdidos en las fantasías de su psicosis y en la fábula de “las fuerzas del cielo”, que los hace sentir como los Ulises del siglo XXI.

Cristina deambula en su propia oscuridad y debe abstenerse de enfrentar a Kicillof, el gobernador del “medio punto”, en las próximas elecciones del 7 de septiembre, en las que carece de alternativas, pierde o pierde, no puede descender a ser elegida por el partido de La Matanza.

Milei, en los hechos, disputó con Macri -en la CABA- un “liderazgo inexistente o vacante” en un padrón que sólo votó la mitad, de donde el ganador sacó un 15% y Macri un 7 y medio. Si lo miramos con frialdad, perdieron los dos.

Pues Cristina tiene el guión escrito, sólo le queda su expectativa o la sombra de su pasado, asimismo muy sombrío.

Su única fortaleza es el valor de las acciones de su capital, sus votos, que sólo podría mostrar en el 2027.

Raul Alfonsín fue muy inteligente en 1994, cuando negoció la reforma de la Constitución con Menem, se mantuvo vigente sin competir, además no tenía con qué.

A su vez, la dupla Milei necesita a Cristina compitiendo; es su único programa de gobierno, clavarle cuatro clavos al féretro que dejó abierto Herminio Iglesias, en aquella noche de octubre de 1983.

El mutis de Cristina en las elecciones provinciales podría serle fatal a la dupla Milei, pero si llegara a ganar, no serían ellos, sino la coalición, sólo electoral, con el PRO, desde donde Macri podría sumar algunos puntos, también “sin participar”.

Es curioso: en la elección de la Provincia de Buenos Aires, podrían ganar los que “se borren”.

A Cristina le fue como la mona, participando por la vicepresidencia. ¿Se imaginan como le iría como legisladora provincial, cargo que seguramente nunca asumiría…?

El destino de Cristina está un poco en manos de la Corte y otro poco de ella misma. Milei se ató a un destino ajeno, Ulises, se anudó a los palos de su propio navío, de su propio destino.

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