Juan Carlos de Pablo (Carta Política).-

El fútbol sigue siendo noticia en los diarios… pero no en la sección deportiva sino en la encargada de hechos policiales y en la que se ocupa de la corrupción.

Cuando todavía no se habían acallado los comentarios referidos al episodio ocurrido en la Bombonera, donde simpatizantes de Boca Juniors arrojaron gas pimienta sobre algunos jugadores de River, Loretta E. Lynch, la fiscal general de Estados Unidos, arremetió contra dirigentes de la FIFA, acusándolos de corrupción. Algunos de ellos están presos, y sobre otros se dictó el pedido de captura.

¿Cómo puede ocurrir esto? El interrogante se puede plantear en el plano de la indignación, o en el de la comprensión. Contexto entiende el primero de ellos, pero inspira las líneas que siguen en el segundo.

Porque le interesa analizar la siguiente cuestión: ¿qué se puede hacer para que efectivamente no vuelva a ocurrir? Al respecto el interrogante que hay que contestar es el siguiente: ¿cómo puede una institución internacional administrar fondos sin que aparezcan hechos de corrupción, cuando -en grandísimas cantidades- “brotan del piso, por derecha y por izquierda, sin que los directivos tengan que hacer demasiados esfuerzos para conseguirlos”?

Se ha mencionado que esto deriva del hecho de que la FIFA es el “único” monopolio internacional. No es cierto. También existen la International Economic Association (IEA) y la International Psicoanalytic Association (IPA), sin que se hayan registrado hechos parecidos, al menos de igual magnitud. ¿La diferencia? No hay gobiernos desesperados para que alguna reunión de la IEA, o de la IPA, se realice en su país (todo lo contrario, hay que ir a rogarles y al menos en el caso de la IEA cuesta no poco esfuerzo).

En cambio, en el caso de la FIFA parece que existe notable interés para que el Mundial se celebre en determinada sede, los estadios exhiban determinadas publicidades en ciertos lugares, etc. ¿Por qué una futura sede es mejor que otra, si finalmente todas terminan construyendo los estadios y honrando los compromisos asumidos… aunque esto implique la quiebra de las finanzas de los países donde se juega?

Si juntamos la desesperación de ciertos países por ser sedes, con el hecho de que ninguno de los elegidos hará un papelón, ¡hay que ser un ángel para resistir las tentaciones a decidir el voto por consideraciones monetarias!

A partir de esta base y para arriba, “todo lo que se quiera”. Claro que puede que algunos no hayan aceptado coimas; la clave está en la base que posibilita que se desarrolle un “mercado”. Insisto llega mucha plata, sin que los directivos tengan que hacer mucho esfuerzo.

Cuando esto ocurre, la historia enseña que los movimientos anticorrupción no la eliminan, sino que sacan a algunos corruptos de sus puestos, pero con el tiempo aparecen otros.

Espero (en el sentido de la esperanza) que esta vez sea diferente, aunque no lo espero (en el sentido de las expectativas).

¡Ánimo!

POSDATA. En la Universidad de San Andrés (UDESA), el 27 de mayo de 2015, Ariel Coremberg presentó un trabajo titulado La contribución del fútbol a la economía argentina, el cual contiene resultados sorprendentes. 1) Ingresos de los clubes: por entradas y cuotas sociales, 31% del total ; televisión, 29%; Otros (principalmente festivales, eventos políticos), 19%; marketing y sponsors, 14%; venta de jugadores (neta de compras), 7%; 2) 80% de lo que generan los “sectores asociados”, no llega a los clubes; y 3) comparación internacional: en Argentina la clave son los socios; en Brasil la televisión; en Europa la publicidad.

A la luz de esto; ¿por qué el Estado tiene tanto poder, fijando horarios de cada partido, canal que lo transmite, etc.? Porque el referido 29% podrá resultar “marginal”, pero es indispensable. Y el resto de los ingresos no puede imponer nada parecido sobre los clubes de fútbol.

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