Por Guillermo Cherashny.-

Ya señalamos en este medio que la corrida cambiaria iniciada el 27 de abril de 2018 aún no terminó y que sólo tiene períodos de cierta tranquilidad, porque el origen de la corrida cambiaria es el déficit de las cuentas públicas que no se solucionó. En efecto, durante los años del cristinismo, el gasto público subió del 30% al 44% y, por tanto, es infinanciable con los impuestos que recauda el estado y mucho menos con la sequía más importante de la historia. En las épocas de Guzmán, en el Mecon, el presidente del Central Miguel Pesce coincidía con el ministro en tasas bajas de interés con respecto a la inflación, lo que hizo que los dólares del superávit comercial se fugaran y no quedaran reservas en el Central cuando Sergio Massa asumió el ministerio de economía iniciando un camino de reducción del gasto público, de no emitir más moneda para el tesoro y elevar la tasa de interés que seguía siendo negativa frente a la inflación, porque Pesce, el amigo del presidente, se negaba a subirlas por considerar que era una política económica «liberal».

La inflación bajó en noviembre y diciembre pero en enero la sequía hizo estragos y se cayó la recaudación y la carne, frutas y verduras se fueron a las nubes y los mercados se dolarizaron. El BCRA no subía lo suficiente las tasas de interés y así llegamos a mitad de abril, cuando se desató la corrida cambiaria y la remarcación de precios por la subida imparable del blue a $ 500. Entonces Massa decidió que el Central tenía que hacer algo y Lisandro Cleri, vice del BCRA -hombre del ministro-, intervino la mesa de dinero de ese banco avisando al FMI que iba a utilizar todos los medios para detener la corrida. Y entre miércoles y jueves Massa lo logró, al tiempo que incansablemente conseguía fondos del BID, Banco Mundial, CAF, Fondo de Inversión Saudí, para fortalecer las reservas y ahora logro algo impensable cual es que el gobierno de Estados Unidos reconociera el impacto de la sequía en la economía argentina y le dijera al FMI que ayudara al país con el adelantamiento de los reembolsos programados en la revisión de junio, en tanto es esperable -no seguro- que las medidas que tomó el ministro detengan por un tiempo la corrida cambiaria.

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