Por Carlos Tonelli.-
Días pasados el Profesor Alberto Buela, internado con neumonía pero mejorando, me honraba con un análisis de nuestra realidad utilizando un concepto central -la mentalidad bolchevique- del que desprende y resalta dos de sus características principales, el igualitarismo y el pobrismo.
Él percibe en una buena parte de la gente que nos gobierna, una mentalidad bolchevique, que se contagia, con su “pobrismo” entendido como una cierta exaltación de la circunstancia de la pobreza, del subsidio eterno sin ningún objetivo de erradicar la pobreza, y su “Igualitarismo” en tanto esa justa aspiración de igualdad entre los hombres, esa igualdad ontológica, da paso a una supresión de la alteridad, de las diferencias, de lo distinto. Buela encuentra un buen ejemplo en el establecimiento de esta cuarentena boba (el adjetivo es mío), que no distingue poblaciones en riesgo, que no pone su énfasis en aislar enfermos y círculos de contacto, sino que nos encierra a todos por igual y que está terminando de destruir nuestra economía.
No se puede (a riesgo de descontextualizar) analizar esta coyuntura sin observar que la alianza electoral “Cambiemos”, que se autopercibía y autoproclamaba como instancia superadora de 70 años de políticas y políticos vetustos y equivocados debió haber intentado construir un capitalismo con reglas sólidas, como en los países que ellos denominaban serios, los países centrales. Para ello, y si el Perokirchnerismo pretendía representar al proletariado caído y abandonado por el sistema, Cambiemos se debió apoyar en la burguesía local como base de sustentación, junto con la oligarquía de la Pampa Húmeda.
Y su fracaso económico fue estrepitoso.
Hay que remontarse mucho en la historia argentina para encontrar a las tres jurisdicciones centrales del país (Nación, Provincia de Buenos Aires y la Capital Federal) alineadas como lo estuvieron entre 2016 y 2019, y encima con el mayor auxilio económico de la historia por parte del FMI. Y el desastre permitió comprobar que se necesita mucho más que buenos gerentes para liderar un país.
Recesión y devaluación más alta inflación, llevaron a que los socios de la burguesía local vieran pulverizarse sus balances y ganancias, la sociedad sufriera enormes embates de una economía desquiciada y finalmente, esa alianza perdiera las elecciones presidenciales.
Y creo que este estrepitoso fracaso se debió no sólo a no haber distinguido entre dos verbos, “gerenciar” y “gobernar”, sino y fundamentalmente al marco teórico que guía en Nuestra América a estas élites, a esa forma de mirar la realidad que, brevitatis causae voy a denominar aquí como “la dependencia”.
Nuestras élites ilustradas han mantenido a rajatabla una dinámica “centro-periferia” con el poder económico mundial occidental anglo-norteamericano, en donde desde hace 100 años quedamos condenados al papel de proveedores de materias primas. Nuestra burguesía, debido a la forma que se desarrolló (primero representantes de la metrópolis española y contrabandistas, y luego corrientes inmigratorias principalmente europeas masivas que llegaban con la idea de “hacerse la América” y que seguían añorando el mundo perdido) es la primera interesada en el mantenimiento de las relaciones de dependencia con los países así denominados “centrales”.
Ni la industrialización por sustitución de importaciones, ni la promoción de industrias exportadoras, y mucho menos las estrategias de apertura de libre mercado, permitieron a nuestro país, y por qué no a Nuestra América, romper con esa dependencia.
Tomando un concepto del economista André Gunder Frank, Macri quedó atrapado en una “lumpemburguesía”, es decir, tipos de clase media y alta, profesionales, pequeños industriales, etc., que poseen una mentalidad lumpen (carentes de conciencia de clase y que para su subsistencia y prosperidad desarrollan actividades siempre en los márgenes de la legalidad) que sólo cumplen roles de intermediación vendiendo lo que la naturaleza del país da.
Esa supuesta élite en el poder se dedica a vender los recursos naturales y los bienes a los países centrales. Como bien señala Frank, en tanto el bienestar de estas élites locales depende cada vez más de la explotación de esos recursos y de la transferencia de esas ganancias a esos mismos países centrales, apoyados en un sistema financiero diseñado justamente para conseguir esos objetivos, y siempre con la mirada puesta “allá”, o directamente mirando desde allá como decía Jauretche, la espiral es cada vez más lamentable.
La alianza Cambiemos, que había recibido un país fundido, no pudo cambiar el rumbo; aparece claro hoy (con el diario del lunes) que nunca hubiese podido: no estaba en su genética.
La alianza electoral ganadora el año pasado, otra nueva expresión del Perokirchnerismo, se hizo cargo de un problema que ellos mismos, en su versión anterior con 15 años de gobierno profundizaron y acentuaron, que lleva 100 años de marchas y contramarchas y que nos ha otorgado el raro honor de contarnos entre los únicos países del mundo que en términos relativos retrocedieron en forma sostenida durante el último siglo.
Tenían al asumir, apenas hace 6 meses, dos desafíos claros: atender urgentemente la cuestión social y reencauzar la economía.
Y se desató la pandemia.
Y con la pandemia enseñoreándose por el planeta, el Frente de Todos fue cada vez menos de todos, volviéndose más sectario, profundizando y ensanchando la triste grieta, desconociendo que quien ganó la contienda electoral no posee la suma del poder público, sino el 47% del electorado, y que hay otra mitad del país que votó por otra cosa.
Argentina tiene cuestiones centrales que resolver: en su esencia, esta matriz de dependencia que quedó anotada más arriba.
Tenemos que resolver qué queremos de nuestro sector agro-industrial-exportador, tenemos que resolver en qué país queremos vivir. No alcanza con declaraciones humanitarias: todos los argentinos de bien queremos reducir estos niveles de pobreza escandalosos, todos queremos erradicar la narco-criminalidad, todos queremos gritar ni una menos. Pero a esa realidad mejor, hay que construirla. Y ahí aparecen nuevamente las desavenencias irreconciliables.
En un mundo con un gran desorden multipolar, en donde los países a pesar de estar cada vez más interrelacionados se cierran sobre sí mismos en una vuelta al nacionalismo, donde las tecnologías de la información están reinventando constantemente la economía, y en donde la búsqueda de la riqueza desprendida de toda atadura ética humana se pasea rampante, nuestra Argentina anda sin rumbo. Cambiemos nos hizo creer que tenía un rumbo y defraudó a sus votantes y el actual gobierno no ha enunciado para adónde va, pero su gestualidad asusta y desanima al menos a la mitad de la población.
Tenemos que salir de este pobrismo. Tenemos que salir de esta noción errada de igualdad estúpida. Tenemos que discutir las formas de romper nuestra dependencia, pero sin reeditar aquella mentalidad bolchevique que causó millones de muertos y 70 años de penurias económicas a la gran Rusia. Tenemos que poder aprender de la historia. La guerra híbrida en la que se embarcó el gobierno de nuestra querida Venezuela, bajo el ropaje de la dignidad, la ha conducido al desastre: ya no hablamos del desabastecimiento de papel higiénico, sino que somos testigos azorados de la llegada de barcos iraníes cargados de combustible a los puertos del país de Nuestra América más rico en reservas hidrocarburíferas. ¿De qué independencia y soberanía nos habla Maduro?
Esas políticas no han sido exitosas, no les han servido a sus respectivos pueblos. Esas políticas hicieron sufrir a los rusos, hicieron sufrir a los países del Este europeo, hacen sufrir a los venezolanos.
Argentina se encuentra ante un abismo. Quienes todavía podemos invertir, quienes amamos a nuestra Patria, no sabemos para adónde va. Nuestra dirigencia (de todo nivel, política, empresaria, judicial, etc.) ha caranchado sistemáticamente durante 100 años robándose y repartiéndose los despojos de nuestra Patria, sin definir un destino, aunque siempre con palabras grandilocuentes.
Nunca hay buen viento para quien no sabe a dónde va.
30/06/2020 a las 4:45 PM
DONDE VA LA BARCA. VA BACHICHA.
30/06/2020 a las 5:02 PM
Los bolches, y otros tipos de ideologia dentro de l izquierda y de la derecho se quedaron paralizados en el pasado.
Es como si una tormenta de hielo los hubiera congelado y se mantienen asi congelados en el tiempo.
Las ideologias sean los bolches marxistas, como los liberales, como los facistas anarquistas, etc; todos, toditos ellos se quedaron congelados en el tiempo.
LA TECNOLOGIA y la CIENCIA, SEAN CIENCIAS SOCIALES, BIOLOGICAS, o EXACTAS, DAN RESPUESTAS y SOLUCIONES mucho mas EFICIENTES a la mayoria de las PROBLEMATICAS HUMANAS, que las ABSOLUTISTAS IDEOLOGIAS. NO HAY NECESIDAD EN EL SIGLO XXI DE IDEOLOGIAS. Cualquiera de ellas, se congela o congelo en el tiempo.
Como dijo Steve Jobs «quien sigue ideologias, no piensa por si mismo». Agrego, que quien sigue ideologias sean individuos o paises no avanzan.
Ortega y Gasset dijo: » Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral… »
«El hecho de que las ideologías políticas sean realidades tangibles no es una prueba de su carácter vitalmente necesario. La peste bubónica era una realidad social extraordinariamente poderosa, pero nadie la habría considerado vitalmente necesaria. » Esto fue dicho por Wilheim Rich.
«Una idea es algo que tienes; una ideología es algo que te tiene»
• Morris Berman
«Un ideólogo es aquel que pone la agenda por encima de la verdad.»
J.Adam Snyder
«Las ideologías que tenemos son aprendidas, enseñadas o adoctrinadas……… a veces. ….se encuentran a lo largo de nuestro camino; adoptado a través del deseo, la desesperación, el nacimiento, o el dolor,……. Pero en vez de esto, sin odios cambiemos nuestras acciones y las cosas a través del amor
• Rasheed Ogunlaru
REITERO, NO HAY NECESIDAD DE ADOPTAR CONGELADAS y DIVISIVAS IDEOLOGIAS. EL MUNDO PUEDE MEJORAR, INCLUYENDO ECONOMIA, y LUCHA CONTRA LA POBREZA, UTILIZANDO TECNOLOGIA y CIENCIA de manera mas EFICIENTE, PACIFICA e INTELIGENTE.
30/06/2020 a las 5:07 PM
Más claro IMPOSIBLE!!!!!
30/06/2020 a las 5:49 PM
Sr Carlos Tonelli
MUY BUEN ARTICULO ! ! !
—-
Agrego que:
Ademas, del problema de la corrupcion; ni CFK ni MM pudieron hacer algo por el pais, porque a ambos los convencieron con cuentitos ideologicos.
CFK se creyo el cuento ideologico del marxismo a la Latino-Americana de la Patria Grande. MM se creyo el cuento neoliberal que solo hay que crear condiciones para que lleguen inversores a resolver los problemas del pais.
Las ideologias, son basicamente mitos. Fueron creadas en otras epocas y muchas veces en zonas geograficas / culturales muy diferentes a donde en el presente se las trata de adoptar. No sirven. Solo son interesantes en una charla de café o en curso sobre mitos.
Le envio algunos pensamientos sobre ideologias e ideologos:
Steve Jobs «quien sigue ideologias, no piensa por si mismo». Agrego, que quien sigue ideologias sean individuos o paises no avanzan.
Ortega y Gasset dijo: » Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral… »
«El hecho de que las ideologías políticas sean realidades tangibles no es una prueba de su carácter vitalmente necesario. La peste bubónica era una realidad social extraordinariamente poderosa, pero nadie la habría considerado vitalmente necesaria. » Esto fue dicho por Wilheim Rich.
«Una idea es algo que tienes; una ideología es algo que te tiene»
• Morris Berman
«Un ideólogo es aquel que pone la agenda por encima de la verdad.»
J.Adam Snyder
«Las ideologías que tenemos son aprendidas, enseñadas o adoctrinadas……… a veces. ….se encuentran a lo largo de nuestro camino; adoptado a través del deseo, la desesperación, el nacimiento, o el dolor,……. Pero en vez de esto, sin odios cambiemos nuestras acciones y las cosas a través del amor
• Rasheed Ogunlaru
Pienso, que NO HAY NECESIDAD DE ADOPTAR CONGELADAS y DIVISIVAS IDEOLOGIAS. EL MUNDO PUEDE MEJORAR, INCLUYENDO ECONOMIA, y LUCHA CONTRA LA POBREZA, UTILIZANDO TECNOLOGIA y CIENCIA de manera mas EFICIENTE, PACIFICA e INTELIGENTE.
30/06/2020 a las 7:02 PM
LA GUERRILLA TERRORISTA CRIMINAL, EN LOS AÑOS 1965-1970, NOS QUERÍA CONVERTIR EN CUBA.
HOY EL KIRCHNERISMO Y SUS FUNCIONARIOS, NOS QUIEREN CONVERTIR EN VENEZUELA O NICARAGUA. EL TUERTO KIRCHNER, HABLABA DE LA «PATRIA GRANDE».
INCREIBLE, LO QUE HA PASADO EN NUESTRA PATRIA.
30/06/2020 a las 7:57 PM
Asi es. Siguiendo estupidas ideologias, en vez de desarrollar el pais
30/06/2020 a las 7:20 PM
ALERTA..!
SIN PALABRAS —-ME QUEDÉ MUDO…la “seguridad” en manos nada menos que en Rossi…!!
El Gobierno prepara una profunda reforma militar para limitar el accionar de las Fuerzas Armadas – Infobae –
.
https://www.infobae.com/politica/2020/06/30/el-gobierno-prepara-una-profunda-reforma-militar-para-limitar-el-accionar-de-las-fuerzas-armadas/
30/06/2020 a las 7:59 PM
No hay mayor dependencia que la del atraso, economico, tecnologico, cientifico. Equilibra en el mundo sobresaliendo o estando en primera linea en algunos rubros; permitan que se proyecten propias multinacionales al mundo; libertad economica, Estado minimo, desregulacion total. Ese fue el punto de partida de los paises exitosos luego de la 2da Guerra Mundial.
30/06/2020 a las 8:33 PM
QUE PASARÁ CUANDO LOS AGRICULTORES Y PRODUCTORES AGROPECUARIOS DEFIENDAN SUS COSECHAS Y SUS BIENES Y LASTIMEN O HIERAN A LOS TERRORISTAS QUE LES QUITAN EL PRODUCTO DE SU ESFUERZO Y TRABAJO.
HAY PROPIEDAD PRIVADA. TIENEN DERECHO A CUIDAR SUS BIENES Y SUS FAMILIAS.
LUEGO NO LOS JUZGARÁN POR «LESA» NO ???
30/06/2020 a las 8:41 PM
LOS QUE SE QUEDAN EN EL CAMPO. SON LOS PEQUEÑOS PRODUCTORES.
LOS GRANDES VIVEN EN LA CIUDAD.
CUANDO UN CHICO SE FUNDE. POR LA MALA COSECHA O LO QUE FUERE.
SOLO LE QUEDA VENDER O ARRENDAR SU PARCELA, A OTROS MAS GRANDES.
01/07/2020 a las 12:22 AM
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52516855
Paul Mason: «La alternativa para los próximos 20 años es una forma sostenible de capitalismo. Seguirá siendo capitalismo, pero no se verá como tal»
Juan Carlos Pérez Salazar (@JCPerezSalazar)
BBC News Mundo
Un gran signo de interrogación se cierne sobre el mundo: ¿qué ocurrirá después de la pandemia por el coronavirus?
Y el interrogante recae sobre las más cosas más cercanas y concretas (¿cuándo volveremos a darnos la mano con nuestros amigos?) pero también las más abstractas y, solo aparentemente, lejanas: ¿se verán afectadas nuestras libertades individuales?, ¿es el fin de la globalización?, ¿qué pasará con el capitalismo?
Por qué la pandemia de coronavirus puede acelerar la desglobalización de la economía mundial (y qué peligros conlleva eso)
Esta última pregunta parece ir al corazón mismo de lo que ocurre. ¿Es el capitalismo una víctima más de la crisis o su directo instigador? ¿En qué deberá cambiar el sistema para adaptarse a la nuevas realidades? ¿Hay apetito para ese cambio entre las clases dirigentes y empresariales?
Alguien que ha dedicado buena parte de su vida a reflexionar sobre el capitalismo y a criticarlo desde un punto de vista progresista es el periodista e intelectual británico Paul Mason.
Cómo periodista ha cubierto las crisis económicas y los movimientos sociales de las últimas dos décadas.
Como intelectual -aparte de una novela y una obra de teatro- ha escrito libros sobre los mismos temas: la clase trabajadora, la crisis financiera de 2008 y las diferentes protestas globales como la Primavera Árabe, Ocuppy Wall Street o los indignados de España.
Pero son sus dos últimas obras, «Postcapitalismo: hacia un nuevo futuro» y «Por un futuro brillante: una defensa radical del ser humano», las que lo han dado a conocer a nivel internacional e involucrado en numerosos debates sobre el estado actual del capitalismo y su futuro.
Hablamos con Paul Mason en Londres, donde reside.
En un artículo reciente usted hace un interesante paralelo entre lo que ocurre ahora y lo que pasó después de la epidemia de la pestenegra, en el siglo XIV, porque de hecho significó el cambio de Feudalismo a Capitalismo.
Uno de los temas de mi trabajo es que -como el Feudalismo- el Capitalismo tiene un comienzo, un medio y un final.
Y en mi último libro (Clear Bright Future: A Radical Defence of the Human Being) digo que el final de un modo de producción de un sistema económico es con frecuencia una mezcla de sus debilidades internas combinado con lo que a menudo llamamos «shocks externos» o exógenos.
Entonces, para nosotros el cambo climático se siente como un shock exógeno porque el único capitalismo industrial que conocemos está basado en la extracción de carbón y la destrucción de la biósfera.
Es posible que, en un universo paralelo, el capitalismo se hubiera desarrollado con energía producida por el agua y en armonía con la naturaleza. Pero no fue así.
También está el envejecimiento de la población, que iba a hacer entrar en bancarrota a posiblemente un 60% de los países para mediados de este siglo porque no va a haber suficiente gente para sostener una población envejecida.
El coronavirus es otra cosa que parece un shock externo, porque probablemente se originó en un murciélago y es el último en una serie de virus zoonóticos que han saltado a los seres humanos.
Pero mi argumento es que, aunque parecen shocks externos, en realidad son producidos por el capitalismo.
Ese es el problema: el tipo de capitalismo que tenemos destruye los bosques tropicales y crea las condiciones para que millones de personas vivan en barrios marginales.
Y en el mundo desarrollado -probablemente no tan obvio para algunos de sus lectores en América Latina- ha creado «enfermedades de la pobreza». Entonces mucha de la gente muriendo en Londres es obesa, tiene diabetes tipo B o enfermedades de los pulmones porque han fumado toda la vida.
El paralelo que hago con la peste negra es limitado, pero vale la pena explorarse, porque hizo dos cosas: interrumpió el modelo económico del Feudalismo porque no había campesinos para cultivar la tierra.
Y en la ciudades no había suficientes personas que supieran trabajar lo que era la materia prima principal en esa época, la lana. En las revueltas que se produjeron después de la peste negra siempre hubo trabajadores de la lana.
El otro impacto -y mayor- es que interrumpió la ideología. Porque hizo que la gente se dijera: esto (el modelo) no está funcionando.
Entre quienes han estudiado la época hay un libro brillante que se llama «Lust for liberty» (Deseo de libertad), de Samuel K. Cohn. El título lo dice todo: al final de la peste negra la gente se dio cuenta de que el sistema no la estaba protegiendo.
Si piensa en el Feudalismo -y en América Latina creo que todavía guardan la memoria de esos grandes señoríos de los terratenientes, pues las revoluciones anticoloniales fueron también contra los grandes terratenientes-, la cultura dentro de esos grandes señoríos es el paternalismo. El dueño esta ahí para explotarte, pero también te protege.
Y lo que pasó en el siglo XIV es que la gente dijo «un momento, esto no nos está protegiendo», Entonces la palabra «libertad» empezó a diseminarse y a ser usada.
Nosotros pensamos en la palabra «libertad» en relación con la Revolución francesa, pero en 1360 y en adelante tenemos la palabra «libertas», en latín usada por revolucionarios.
Algo que me llama la atención en esta comparación es que la peste negra marcó el paso del Feudalismo al Capitalismo, lo que de alguna manera dio paso al Renacimiento y a lo que conocemos como Edad Moderna. Y desde hace unos 40 años se viene hablando del fin de esa Edad Moderna y de lo que, por falta de una expresión mejor, se llama Postmodernismo. Como si de nuevo una epidemia estuviera marcando el paso a una era distinta….
Es interesante, pero no lo veo así. Hay varias cosas en juego. Mi posición es que tenemos a nivel global un sistema económico que no funciona. Y es un sistema que depende de que el mundo rico bombee dinero en el más pobre y, a su vez, este mundo pobre bombee de vuelta ganancias al rico.
Es una simplificación extrema, pero así funciona.
Eso ha creado enorme desarrollo en el sur global -algo bueno para la región- pero a la vez crea barrios marginales, pobreza y desigualdad. Y en el mundo desarrollado también ha creado tanta desigualdad que el sistema no es sostenible.
En 2008, dijimos: hay demasiada deuda. Y la razón fue que los bancos centrales imprimieron demasiado dinero y la gente lo usó para especular. Y la solución fueron 75 billones extras en deuda y más dinero por parte de los bancos centrales.
Entonces tratamos de curar la enfermedad… con más enfermedad. Y la enfermedad es el capitalismo financiero.
¿Y cuál es la cura que se está ofreciendo para la crisis del covid-19? Más dinero desde los bancos centrales, más deuda.
Entonces, antes de hablar de Modernidad, debemos hablar de algo mucho más reciente: del modelo económico Neoliberal, que es basado en alta desigualdad, especulación financiera extrema y salarios bajos. Un modelo que en algún momento funcionó pero que ya no lo hace.
Dejemos a un lado el tema de la deuda. Si piensas en una franquicia de Starbucks, trabaja a un margen de ganancia muy pequeño porque los costos siempre están bajo presión para que se reduzcan.
Si Starbucks trata de aumentar el precio del café, McDonald’s lo reduce de inmediato. Entonces estamos en algo que ha sido llamado «just in time Capitalism», donde no hay inventarios ni existencias.
Es lo que tenemos en el servicio de salud británico: lo operamos a su capacidad total, entonces no hay camas ni respiradores de repuesto. Y eso no puede continuar así. Lo que se necesita es capacidad.
En el futuro tendrá lógica que Starbucks posea vastas bodegas con granos de café en cada país. Tendrá lógica que los empleadores tengan trabajadores adicionales, porque esto va a continuar y tendrán un 10% de fuerza de trabajo enferma en todo momento.
Y lógicamente, el servicio de salud británico debería tener más camas, doctores y enfermeros.
Pero si todo eso ocurre, el modelo entero del neoliberalismo va a caer. Entonces ese es mi punto. Tenemos un modelo que ya explotó y creo que la tarea para aquellos que están involucrados en política es pensar en una solución.
Porque la respuesta no puede ser la misma que la mayoría de los países dio en 2008, ¿no? Austeridad, recortes en sistemas como el de salud. Eso va al corazón de todo lo que está mal ahora
Por supuesto. Tenemos que rechazar la austeridad, no sólo porque golpea más fuerte a los que menos tienen sino porque si la combinas con más dinero impreso por los bancos centrales…
Piénsalo en términos de la cantidad de dinero circulando: si un gobierno pone a circular más dinero, pero al mismo tiempo le está quitando dinero a la economía (bajando salarios y reduciendo el gasto público), el único lugar hacia el que ese dinero puede fluir es hacia los más ricos.
Entonces, esa combinación de imprimir mas billetes mientras se reduce el Estado sólo va a producir más desigualdad.
Y de hecho le digo lo siguiente a sus lectores: cualquier gobierno en América Latina que proponga hacer estas dos cosas al mismo tiempo está a sabiendas llenando los bolsillos de la clase alta de ese país.
¿Qué cree entonces que va a ocurrir? Porque estamos ante cambios que nunca se pensó que pasarían con tal rapidez: países aprobando un salario básico universal o la nacionalización de aspectos clave de la economía… ¿Va eso a continuar?
No. Mire, es posible pensar en tu cabeza que el libre mercado funciona perfectamente y que va a corregir todo en circunstancias normales pero lo que ahora necesitamos es una fuerte intervención estatal.
Lo estamos viendo con Trump o con los conservadores en Reino Unido que están tomando las medidas correctas aunque con lentitud: cerrar la economía y la compra estatal de compañías.
Pero, ¿que va a pasar cuando la gente se dé cuenta de que la normalidad no va a regresar? Creo que necesitamos tres cosas:
Que el gobierno tenga una participación en todos los negocios estratégicos. Esto no es lo mismos que rescatarlos. Se les da algún dinero pero con condiciones, como que mantengan toda la fuerza de trabajo que puedan; en los casos de aerolíneas y petroleras se les pide que empiecen a cambiarse a tecnología verde. Y que el Estado sea dueño de una parte de la empresa.
Usted mencionó renta básica. A largo plazo, la mejor manera de que esto funcione es a través de algo llamado servicios básicos universales.
Es decir, usar el dinero de los contribuyentes no para garantizarle un salario a todo el mundo, sino para proveer servicios gratis: salud, educación a nivel universitario, viviendas muy baratas y transporte muy barato o incluso gratis en las ciudades.
El problema en esta crisis es que nada de eso va a ayudar porque lo que la gente necesita ahora mismo es efectivo. Entonces si, en el corto plazo necesitamos en cada país un esquema de salario básico universal.
Finalmente, la tercera cosa que creo que necesitamos es que los bancos centrales compren deuda del gobierno, si es necesario de manera directa.
Esto es anatema para la economía de libre mercado porque básicamente es el gobierno diciendo que es el fin de la independencia de los bancos centrales (algo que era una ficción, de todas maneras). Es el gobierno prestándose a sí mismo.
Para muchos no tiene sentido, pero tendríamos que pensarlo de esta manera: nos estamos dando un «préstamo puente» (un préstamo especial que conceden algunas entidades financieras cuando sus clientes tienen una necesidad inmediata de financiación) del futuro.
Eso van a tener que pagarlo quienes estén vivos dentro de 50 a 100 años. Porque si nosotros pagamos los costos ahora, no es solo que la gente va a morir de una enfermedad. Creo que la misma democracia va a morir.
Ya estaba muy frágil -fíjate en Trump, en Bolsonaro- y si permitimos una caída en la escala de 1929 creo que en muchos países la democracia se va a evaporar.
Algo que usted analizaba hace casi cinco años en «Postcapitalismo», su libro anterior, es que el capitalismo ha perdido su capacidad de adaptarse, en especial neoliberalismo. ¿Lo sigue pensando?
El capitalismo se puede adaptar a esta crisis, pero tendrá una forma muy diferente. Se verá tan diferente que mucha gente no lo entenderá como capitalismo.
Ahora mismo hay muchas oportunidades para inversión privada. Por ejemplo en diferentes maneras de educación, entretenimiento.
Los ingresos de Netflix está aumentando, su problema es que no puede hacer programas. Pero está la oportunidad para que las personas creativas los hagan. Por ejemplo, creo que la animación se volverá de nuevo muy popular.
No estoy diciendo que esta crisis vaya a significar el fin del capitalismo. El punto en mi libro era diferente: que el capitalismo había perdido su capacidad de adaptarse a los cambios tecnológicos.
Sí, es verdad.
En esencia, en todas las revoluciones tecnológicas previas, las tecnologías nuevas destruían los viejos trabajos.
Por ejemplo, las personas que usaban caballos y carrozas se quedaron sin trabajo a principios del siglo XX con la creación del automóvil. Pero nuevos trabajos fueron creados en las fábricas de autos.
Así es como se adapta el capitalismo. El problema es que la tecnología de la información actual destruye trabajos más rápido de lo que los crea y siempre lo hará. Y en particular destruye trabajos bien remunerados.
Por supuesto, crea el puesto de desarrollador de software bien pagado, pero ahora mucho del desarrollo en software está automatizado.
El clásico trabajo manual bien pagado era el de fabricante de herramientas para maquinaria. Entonces tenías un ingeniero muy talentoso que era capaz de diseñar y fundir en metal algo que era tan preciso que podías hacer aviones con ello. Ahora lo hace un computador.
Ese es la idea que trato de explicar cuando hablo de que la no adaptabilidad del capitalismo, pero esta crisis de covid-19 es un problema más.
¿Y sigue creyendo ver las semillas de ese postcapitalismo en mucho de lo que vivimos ahora, como Wikipedia?
La tecnología de la información hace que sea muy difícil obtener ganancias fáciles. También crea la posibilidad de automatización rápida. Crea un efecto de redes que produce nuevo material.
Por ejemplo: cuando descubramos una vacuna para el coronavirus, ya sea que los dueños la proporcionen gratis o no, el hecho es que podría ponerse a disposición de todo el mundo al día siguiente. Y gratis. Ahora es muy fácil fabricar la vacuna por la tecnología de la información.
Básicamente, la tecnología de la información está haciéndole muy difícil al capitalismo ser capitalista. Ahora, dentro de eso tenemos unas maneras alternativas de posesión, como Wikipedia, el movimiento open source, plataformas de cooperación.
En «Postcapitalismo» yo argumento que a todo esto le tomará mucho tiempo para madurar en un sistema alternativo, entonces el punto es si los Estados quieren hacerlo.
¿Quieren los Estados entender que vastas proporciones de lo que hacemos puede hacerse por fuera de un sistema de ganancias?
Y creo que el hecho de que ahora mismos estemos en una crisis de funcionalidad del modelo existente debería hacer que las personas piensen en qué alternativas tenemos.
Y para mí, la alternativa para los próximos 20 años es una forma más sostenible de capitalismo. Es decir, más verde, sin barrios marginales, sin especulación financiera.
Seguirá siendo capitalismo, pero no se verá como tal.
Pero las tendencias geopolíticas que vemos ahora no apuntan hacia ese tipo de cooperación: ascenso de nacionalismos, de la figura del hombre fuerte. De hecho, algunos pensadores creen que lo que pasará al final de esta crisis será similar a lo que vimos tras la Primera Guerra Mundial, más fragmentación y división… Entonces las cosas pueden empeorar.
Sí, es verdad, existe la amenaza de gobiernos autoritarios de derecha colaborando con el ascenso de fascismo real.
Están interactuando. Esa amenaza se verá fortalecida pero debes recordar algo: usaste el ejemplo de la Primera Guerra Mundial y lo que también vimos en ese entonces fueron levantamientos de trabajadores, gobiernos de izquierda en Austria, Alemania…
Sí, bastante cortos…
Sí, claro pero es que la historia es…
Hay una gran frase de un poema de un inglés que peleó en la guerra civil española, John Cornford, quien la escribió cuando estaba literalmente sentado en una trinchera, esperando la muerte. Siempre pienso en ella en momentos como este, dice: «La historia no es plastilina sino rugientes arenas».
Es una muy buena analogía. No podemos moldear la historia con nuestras manos como si fuera plastilina, son como arenas que fluyen, siempre puedes darles dirección. No es inevitable que esas arenas te van a aplastar. Puedes hacer algo.
En el período que viene, mucha gente se va a aferrar al recuerdo de lo que fueron los últimos 20 años. Y todo lo que querrán es volver a lo mismo.
Y lo sé por lo que pasó con la generación de mi padre: cuando la vieja estabilidad posterior a la Segunda Guerra colapsó, se aferraron a los recuerdos de los 60. Lo único que querían era volver a eso. Pero me temo que ahora, como entonces, no hay marcha atrás.
Creo que los países más exitosos serán los que se den cuenta de que no hay manera de regresar, que habrá desglobalización -no es algo bueno, no lo celebro-, pero en un mundo desglobalizado quienes lo entiendan primero serán los que menos sufrirán.
Por qué la pandemia de coronavirus puede acelerar la desglobalización de la economía mundial (y qué peligros conlleva eso)
Franklin Delano Roosvelt se dio cuenta en 1933 de que la manera de salir de la Gran Depresión eran una intervención estatal masiva y programas de empleo. En ese momento, Estados Unidos tenía partidos fascistas, pero perdieron.
Para 1933 era muy tarde para detener el fascismo en Alemania porque la sociedad civil había colapsado bajo el peso de un enorme desempleo.
Entonces, ahora los exitosos serán quienes entiendan primero que habrá una formas limitadas de desglobalización, que el Estado necesita asumir un papel más fuerte, que el sistema de bienestar necesita también ser fortalecido.
Y tendrá que haber un nuevo acuerdo social entre trabajadores, propietarios de la tierra y jefes de compañías.
Porque si quieres manejar un Estado -estoy pensando en Brasil y Bolsonaro- como si fuera una entidad partisana en tiempos de guerra, constantemente en conflicto con la mitad de tu población, el país no prosperará.
01/07/2020 a las 12:35 AM
NO SE ASUSTEN, NO PREDIJO EL FIN DEL CAPITALISMO, ES ALGO ASI COMO UNA METAFORA. SCHUMPETER ERA CAPITALISTA.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-53102444
Joseph Schumpeter, el hombre que predijo el fin del capitalismo y que es clave para entender la economía de hoy
Margarita Rodríguez
BBC News Mundo
«¿Puede el capitalismo sobrevivir?», se preguntó Joseph Schumpeter. «No, no creo que pueda», fue su respuesta.
Su reflexión la plasmó en una de sus principales obras: «Capitalismo, Socialismo y Democracia», de 1942.
Pero el gran economista austriaco no creía en la dictadura del proletariado ni en la revolución de Marx. De hecho, rechazaba lo que entendía como los elementos ideológicos del análisis marxista.
Para él, lo que llevaría al fin del capitalismo sería su propio éxito.
«Considero que Schumpeter es el analista del capitalismo más penetrante que jamás haya existido. Él vio cosas que otras personas no vieron», le dijo Thomas K. McCraw, quien fue profesor emérito de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, a Working Knowledge, publicación de ese centro de estudios.
Schumpeter «fue para el capitalismo lo que Freud fue para la mente: alguien cuyas ideas se han vuelto tan ubicuas y arraigadas que no podemos separar sus pensamientos fundamentales de los nuestros», señaló el académico.
Para Steven Pearlstein, profesor de la Universidad George Mason en Estados Unidos, Schumpeter «fue para la economía lo que Charles Darwin fue para la biología».
Lo han llamado uno de los mejores economistas del siglo XX, un genio, un profeta reivindicado por los vaivenes de la economía de las últimas dos décadas.
De hecho, para varios economistas, el siglo XXI va a ser «el siglo de Schumpeter».
La tragedia
Schumpeter nació en 1883 en una localidad de la República Checa, que en esa época formaba parte del imperio austrohúngaro.
ue hijo único y perdió a su padre cuando tenía 4 años. Su crianza quedó en manos de su madre y de su nueva pareja que tenía vínculos aristocráticos.
Aunque estudió Derecho, la Economía sería lo que lo atraería y se convertiría en uno de los pupilos más destacados de la Escuela Austriaca de Economía.
«Schumpeter era un estudiante sobresaliente, lector infatigable, mente vivaz y curiosa, dominador de varios idiomas», escribió Gabriel Tortella, catedrático emérito de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Alcalá, en el artículo “Un profeta de la socialdemocracia”, publicado en Revista de Libros.
Tenía una personalidad carismática, era mujeriego y aficionado a los caballos.
Vivió un tiempo en Inglaterra, donde tuvo una relación con una mujer de clase alta 12 años mayor que él.
«Estamos frente a una crisis generalizada del capitalismo democrático mundial y del no democrático, como el de China»
Sylvia Nasar, en su libro “Grand Pursuit. The Story of Economic Genius” («La gran búsqueda. La historia del pensamiento económico»), cuenta que se casaron, pero que con el tiempo reconocieron que había sido un error. En 1913 se separaron y años después se divorciaron.
Schumpeter se volvió a casar en 1925, en esta oportunidad con una mujer varios años menor que él.
Pero un año después, la tragedia sacudiría su vida: su esposa murió cuando daba a luz y su hijo falleció poco tiempo después. Ese mismo año, su madre también moriría.
Entre el lujo y la academia
Schumpeter vivió en Viena durante los devastadores años posteriores a la Primera Guerra Mundial y a la caída del imperio austrohúngaro.
Fue ministro de Economía en el gobierno socialista que gobernó a Austria en 1919.
Llegó a vivir en siete países, en algunos de los cuales fue profesor, y trabajó como banquero de inversiones, lo cual le permitió hacer una fortuna que después vería esfumarse.
Antes de su segundo matrimonio, hubo una época en la que Schumpeter llevó una vida de muchos lujos y parecía no importarle que lo vieran en público con prostitutas, cuenta Nasar.
«Schumpeter fue un académico brillante que fracasó rotundamente como ministro de finanzas de Austria», escribió Pearlstein, ganador del Premio Pulitzer, en una reseña sobre el libro de Nasar publicada en The Washington Post.
El economista se radicó en Estados Unidos en 1932, donde enseñó en la Universidad de Harvard por el resto de su vida.
De la Gran Depresión al estallido de 2008: cómo se resolvieron 4 grandes crisis económicas del pasado (y qué soluciones se podrían aplicar en la del coronavirus)
En su nuevo hogar, cuenta Tortella, Schumpeter se enamoró y se casó con una historiadora de la economía llamada Elizabeth Boody, quien era 15 años menor que él.
«Ella fue quien compiló y preparó sus escritos sobre historia del pensamiento económico, que se publicaron póstumamente (los dos murieron antes de publicarse el libro en 1954: él en 1950 y ella en 1953) en la monumental ‘History of Economic Analysis’ (‘Historia del Análisis Económico’)», indica el autor.
Destrucción creativa
McCraw, ganador del Premio Pulitzer, fue el autor de «Prophet of Innovation: Joseph Schumpeter and Creative Destruction» (“Profeta de la innovación: Joseph Schumpeter y la Destrucción Creativa”).
En una entrevista que le concedió a Working Knowledge, de la Escuela de Negocios de Harvard, en 2007, McCraw contó que durante la Gran Depresión de los años 30, “mucha gente inteligente de la época creyó que la tecnología había llegado a su límite y que el capitalismo había alcanzado su punto máximo”.
“Schumpeter creyó exactamente lo opuesto y, por supuesto, tenía razón”.
Uno de los conceptos que el economista popularizó fue el de la destrucción creativa.
Y, de acuerdo con Fernando López, profesor del Pensamiento Económico de la Universidad de Granada, ese planteamiento es una especie de darwinismo social.
Qué es el Manifiesto de Davos 2020 y cómo pretende transformar el capitalismo
“El capitalismo destruye las empresas poco creativas y poco competitivas”, le dice el docente a BBC Mundo.
«El proceso de acumulación de capital las lleva continuamente a competir entre ellas y a innovar y sólo sobreviven las más potentes».
Un afán constante
Esa dinámica del capitalismo hace que los empresarios nunca pueden relajarse.
«Esta es una lección extremadamente dura de aceptar, particularmente para las personas exitosas. Pero los negocios son un proceso darwinista y Schumpeter con frecuencia lo vinculaba con la evolución», indicó McCraw.
Constantemente aparecen nuevos productos que desplazan a los antiguos, que se vuelven obsoletos.
«Es un proceso continuo de mejora y esa es la característica número uno del capitalismo», le dice a BBC Mundo Pep Ignasi Aguiló, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de las Islas Baleares en España.
La dinámica empresarial lleva a que «la única forma de zafarse de la competencia, que es muy dura y que hace que siempre tengas los nervios y los músculos en tensión, es a través de intentos de reducción de costes, lo cual requiere procesos de innovación en la producción, o bien a través del diseño de productos nuevos que sean preferidos por los consumidores en comparación con los anteriores», indica el doctor en Economía.
El fin del capitalismo y las medias de mujer
Aguiló cuenta que uno de los ejemplos que Schumpeter usó para explicar sus teorías fue el de las medias de mujer.
A principios del siglo XX, solamente las mujeres de clase alta las podían comprar. Pero, después de la Segunda Guerra Mundial se volvieron más accesibles para consumidoras de diferentes grupos sociales.
«El hacer algo accesible para todo el mundo lleva a que la mentalidad socialista poco a poco vaya introduciéndose por los poros del sistema capitalista y frenando su característica esencial que es la competencia entre productores», señala el profesor.
Al apaciguar la competencia y al querer la igualdad en el acceso a productos, «porque el capitalismo ha llevado a esa igualdad, el capitalismo llegará a su fin», pensaba el austriaco.
«Incluso le pone fecha», indica Aguiló. Schumpeter apuntó hacia el final del siglo XX.
«En eso se equivocó. Creía que para entonces las condiciones de divulgación de la producción en masa y de productos entre toda la población haría que la población viviese mejor que el rey de Francia del siglo XVIII y, por lo tanto, el clamor por el socialismo fuese contundente».
Víctima de su propio éxito
“El capitalismo lleva a la producción en masa, la producción en masa lleva a una riqueza extraordinaria que se difunde entre una parte muy importante de la población y eso hace que el ansia por la igualdad sea mayor”, explica Aguiló.
El automóvil, por ejemplo, pasó de ser un producto que sólo podía adquirir una élite a que estuviera al alcance de millones de personas.
“El precio se hunde, las cantidades se disparan y eso pasa una y otra vez con todos los productos”, dice el docente.
Qué hay detrás de la estrepitosa caída de Nissan
Esa circulación masiva de los productos hace que el nivel de vida de los consumidores suba, «que haya un reclamo de más igualdad por su propio éxito y que se acabe poniendo trabas a lo que es la esencia del sistema: la competencia», explica el doctor.
«Ese propio éxito de la abundancia compartida, porque está alcance de todos, es lo que llevaría al fin del capitalismo».
Virtud y peligro
Siguiendo esa lógica, la competencia se convierte al mismo tiempo tanto en una virtud como en un problema para las empresas.
De acuerdo con López, Schumpeter creía que «el proceso de acumulación incesante de capital iba a llevar en algún momento a lo que Marx de alguna manera había anunciado como la tendencia decreciente de la tasa del beneficio».
«El capitalismo es un sistema que productivamente no tiene parangón, es un sistema que a nivel productivo -vuelvo a usar a Marx- es el más progresivo de la historia pero que tiene el problema de que la acumulación incesante de capital lo lleva a competir también de manera incesante».
«Esa competencia obliga a las empresas a tener una guerra constante por innovar, por obtener nuevos mercados, nuevos productos. Y ahí está el peligro».
Harry Landreth y David C. Colander en su libro «Historia del pensamiento económico» explican que «donde Marx había predicho que la decadencia del capitalismo procedería de sus contradicciones, Schumpeter especulaba que su fin sería producto de su propio éxito».
Su idea de sociedad socialista
En su obra «Capitalismo, Socialismo y Democracia», Schumpeter proyectó un tipo de sociedad socialista que emergería después de que el capitalismo pereciera.
Guillermo Rocafort, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad Europea, ubica al pensador austriaco dentro de un grupo de economistas pesimistas o fatalistas que estaban desencantados con el capitalismo de su época.
Mientras Marx veía una lucha de clases entre la burguesía y la clase trabajadora, Schumpeter percibió una gran tensión entre un grupo de emprendedores, los que provocan «vendavales capitalistas que dan lugar a un gran crecimiento económico» y otro conformado por emprendedores «que implementan un capitalismo no tan pionero, sino más bien calculador, más conservador», le dice el doctor a BBC Mundo.
La sociedad que imaginaba Schumpeter era una en la que la distribución de la riqueza fuese más equitativa y en la que no se rechazaba al mercado.
La economía intangible: cómo funciona el capitalismo sin capital
Es una sociedad en la que el valor de la igualdad está por encima de todo -reflexiona Aguiló- «en la que se llegue a un estatus quo en el que la innovación se va deteniendo y, por lo tanto, el peso del mercado a la hora de distribuir los recursos es menor y el peso del Estado, del conjunto de lo común de la sociedad, cada vez es mayor».
Landreth y Colander citan a Schumpeter: «Los verdaderos promotores del socialismo no eran los intelectuales o agitadores que lo predicaban sino los Vanderbilts, Carnegies y Rockefellers».
Ciclos económicos
Rocafort explica que Schumpeter reforzó la teoría de los ciclos económicos como una forma en la que el capitalismo evoluciona.
«Como si se tratara de una montaña rusa, de subir y bajar, (…) Schumpeter se refiere a ciclos económicos que tienen su origen en innovaciones tanto tecnológicas como financieras que provocan momentos de gran auge, después de estabilización y luego puede producirse una depresión o recesión», señala el docente.
El experto pone como ejemplos el crack de 1929 y la crisis financiera de 2008.
Schumpeter nos hace ver el capitalismo como “un proceso histórico y económico que no tiene un crecimiento continuo, que sería lo deseable, sino un crecimiento bastante volátil y eso al final tiene consecuencias en la sociedad en términos, por ejemplo, de desempleo y pensiones».
En el siglo XXI
«Varios economistas, incluyendo Larry Summers y Brad DeLong, han dicho que el siglo XXI va a ser ‘el siglo de Schumpeter’ y estoy de acuerdo», indicó McCraw.
Es esencial para entender nuestra economía», indica Aguiló.
Esa competencia empresarial no siempre se trata de «dominar el mercado con un producto sino con una idea, con un tipo o modelo de negocio», reflexiona el doctor.
Rocafort destaca de la obra de Schumpeter cómo en esa destrucción creativa, los innovadores y los emprendedores son los grandes protagonistas.
Un ejemplo es cómo la industria tecnológica y sus gigantes como Google y Microsoft han desplazado un sector que en los años 20, 30, 40 y 50 era uno de los principales: el automotriz.
«Si uno ve la cotización bursátil, las empresas tecnológicas son las más importantes y todas son estadounidenses», acota.
Una advertencia
Expertos como López piden cautela a la hora de pretender explicar la economía actual con las ideas de Schumpeter.
«Ahora tenemos un contexto macroeconómico que no existía en esa época: paraísos fiscales, fondos de inversión especulativos, excesivo endeudamiento de las naciones», explica.
Sin embargo, aclara, ante la situación de incertidumbre que vivimos frente a la economía mundial, es lógico buscar explicaciones en los grandes clásicos de la economía.
«Hay que intentar ver lo positivo que tienen los teóricos porque no puede haber ortodoxia ni dogmatismo en la economía. Hemos idolatrado a Keynes y al final, como hemos estado viendo en los últimos 15 años, está siendo un fracaso».
El doctor cree que Schumpeter y «sus ciclos económicos y su destrucción creativa» pueden darnos luces.
«Quizás el modelo económico actual esté agotado y necesitamos nuevas innovaciones tanto tecnológicas como financieras».
«Él habla de destrucción creativa como ese nuevo ciclo que viene provocado por un gran desarrollo tecnológico».
«Quizás un ciclo está chocando con otro, como unas placas tectónicas», reflexiona.
01/07/2020 a las 11:40 AM
En manos de esta CLASE POLITICA plagada de (BUSCA VIDAS- BURROS PATETICOS – DELINCUENTES – NARCOTRAFICANTES y GRANDES CORRUPTOS). Legitimada desde 1983 por el 60-65% de un pueblo de IGNORANTES y NECESITADOS ESTRUCTURALES. No se puede esperar nada positivo en ningùn sentido.
“La falta de interés intelectual es servidumbre voluntaria a futuro.”
01/07/2020 a las 2:10 PM
Mr. Chuenga:
EXCELENTE; “La falta de interés intelectual es servidumbre voluntaria a futuro.”
Si no hay interes intellectual y curiosidad cientifica; todo se desploma.
No se necesita ser cientifico para tener curiosidad cientifica, pero desarrolla la creatividad.
El interes intellectual, aunque no se haya terminado la secundaria, desarrolla el afan por aprender y una persona se convierte en auto-didacta y comienza a usar su pensamiento critico que lo hace discerner situaciones y tomar decisions correctas
01/07/2020 a las 3:22 PM
muy bueno
02/07/2020 a las 5:45 PM
Excelente articulo compañero Alberto Buela muy correcto y acertado y me gustaría mas allá que solo soy un humilde Militante Justicialista quien a tenido la desgracia de ser un ferviente disciplinado partidario a la hora de acompañar, poner el lomo y el hombro para quienes pasaron por la función en todos los estamentos.
Ahora tratándome de instruir un poco con lectura de todo tipo he llegado a la conclusión de que seguiremos errados por cuanto a los liderazgos quedan inmersos en el tiempo todabia anteponiendo lo ideológico ante el bienestar de nuestros compatriotas, digo esto por que el mundo ya se lo debe observar desde la retrospectiva de soluciones económicas de inversiones y laborales de nuestra gente teniendo en cuenta y de acuerdo a los nuevos y verdaderos paradigmas del mundo la cosa para por si atraemos teniendo la capacidad o no, capitales que inviertan o seguimos en la verborragia idea estéril de lo que usted dice y expresa cuando se refiere a que seguimos haciendo catarsis por la narco-criminalidad y todo lo que nos debería preocupar y tratar de lograr la atracción de esos eventuales capitales o los espantamos con la negativa de ni siquiera expresar hacia donde nos dirigimos.Un placer leerlos I.P.