Por Luis Alejandro Rizzi.-

Con el diario del lunes, todos nos animamos; la cosa es animarse con el diario del día anterior, que es lo que pretendemos desde este modesto “furgón”, que crece de a uno y día a día.

Ya no tiene sentido seguir intentando hacer leña del carbón, porque es imposible, no le podemos pedir a Milei que intente persuadir, porque es incapaz de argumentar y, como dijo alguien, su objetivo es que la gente no lo entienda, porque así es más difícil la crítica. Habla en un idioma inentendible.

No es que no sabe lo que dice, es que no sabemos qué dice.

Ahora se proyecta a octubre, como si el día 26 fuera el día del “milagro mileísta”, cuando también podría ser el día de su “pesadilla”.

Es a partir de hoy que debe explicar a la sociedad, qué intentará proponer y hacer y cómo, a partir del 27 de octubre.

Se habla en abstracto de varias reformas y ya Ortega lo enseñó hace casi cien años: las reformas sólo se pueden hacer sobre los buenos usos, no sobre los malos, que convierten a los abusos en normales. Son “nuestras mejores malas costumbres,” como decía Roberto Gil, el de aquel programa “Calle Corrientes”, en lo que eran sus editoriales.

Sus mejores hombres, que hoy no los tiene, deberán explicar cómo será la nueva legislación que regulará las relaciones sociales, en materia fiscal, laboral, previsional y monetaria.

La cosa no pasa por bajar impuestos, el gasto ni eliminar todo tipo de subsidio. Tampoco por bajar días de vacaciones o desproteger el despido arbitrario o congelar beneficios previsionales.

Se debe dejar de manotear las variables, llevando los encajes o tasas de interés a límites descomunales.

Es esencial administrar con un presupuesto anual aprobado por el Congreso de la Nación, sobre la base de un presupuesto plurianual, por lo menos para cinco años de gobierno, que superará el mandato de una administración de cuatro años.

Se debe garantizar una continuidad, que deberá tener cuando menos el apoyo del 75 por ciento del total de legisladores de cada cámara.

Se debería limitar la atribución para dictar DNUs, mediante una simple ley que deberá precisar los casos de excepcionalidad en que el Poder Ejecutivo podría ejercer esa atribución, que debería ser ratificada por el Congreso de la Nación por el mismo procedimiento establecido para la sanción de leyes en un plazo breve de no más de 120 días, quedando derogado “ipso jure” si no hubiera pronunciamiento legislativo en ese lapso.

El gobierno debe proponer una agenda concreta; también debería ser objetivo de la oposición más calificada y de una buena vez, debatir sobre las “cosas” de la gente.

Sembrando el temor “Kuka”, nos agarrará el terror de esa simbiosis “Milei” de “dos en uno y uno en dos”, prototipo de una neurosis personal quizás inexplorada en la psicología moderna, más difícil de entender que la “Santísima Trinidad” del cristianismo.

Ésta es una cuestión de fe; la otra, de magia negra y de oscuros sótanos de una tenebrosa caverna desde las que se nos pretende gobernar.

La sociedad ha naturalizado lo del 3% a nivel de caricatura que, como tal, siempre se sustenta en una realidad.

Esta breve narrativa, escrita el día 27 de octubre podría ser calificada de contrafáctica.

Lo último y no menos importante, el gobierno habla de “opereta”, pero no advierte que las primeras figuras de esta “opereta” son los hermanos simbióticos.

Las acepciones de “opereta” y “simbiosis”, a los fines serios de esta nota según la RAE.

Ópera cómica de asunto frívolo, con partes habladas y partes cantadas. En el tema Andis, unos hablan y otros cantan…

Asociación de individuos animales o vegetales de diferentes especies, sobre todo si los simbiontes sacan provecho de la vida en común (no es lo mismo que hermanos siameses).

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