Por Luis Alejandro Rizzi.-
En Odisea, el programa de Carlos Pagni, Esteban Bullrich expresó, por ahora, un deseo de postularse en las elecciones de 2027 como candidato a presidente.
Es una noticia que sorprendió. Creo que nadie podría imaginar tal posibilidad, no sólo por su estado de salud, que no le afecta su intelecto, sino porque no estaba en el radar de lo “posible”.
Esteban, creo que merece que lo llamemos por su nombre, para no confundir, hizo un aporte inestimable a la política argentina; se presenta como “amigo”, nos tiende la mano de sus ojos, como bien dijo, lo generalizó, expresión de nuestra real intimidad.
Desde el fuerte sentimiento de su convicción religiosa, nos propone una tarea “por hacer”, como bien diría Ortega.
Sus propuestas, por cierto, son genéricas, mejor dicho, parte de principios, pero son principios culturales que deben convertirse en medios u ordenaciones racionales, para promover, como lo enseñó Santo Tomás, el bien común.
Esteban sacó a la política de las miserias que nos propone la barbarie profesional, en el sentido que le daría Ortega a la expresión.
Por cierto que necesitamos del “excel”, de la IA, y de la tecnología disponible, pero la necesitamos a nuestro servicio y bajo nuestro control cultural.
Esteban es para nuestra dirigencia política muy peligroso, porque “piensa”, ese don maravilloso que Esteban, según él recibió de Dios y nos lo regala, para que lo ayudemos a entendernos con “los otros”.
Pienso que, desde anteayer a la noche, más o menos a las once, a los “Milei”, a los “Cristina”, a los “Massa”, les apareció una persona que sólo piensa en el cultivo de la virtud.
Esteban nos presenta una oportunidad. Está en nosotros la respuesta.
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