Por Hernán Andrés Kruse.-
Las exequias de Francisco pusieron en evidencia el amor que le profesaron durante su reinado millones y millones de personas. Porque la marea humana que se acercó al Vaticano para darle su último adiós no hace más que confirmarlo. Resultó conmovedor observar por televisión la ovación que le brindó la gente al auto que transportaba sus restos hacia su morada final.
¿A qué se debe semejante devoción popular? Se debe, me parece, a que Francisco siempre tuvo presente a los desposeídos, a los excluidos o, como él los denominaba, a los ignorados por el sistema capitalista. La multitud que se acercó a San Pedro para darle el último adiós puso en evidencia que millones y millones de personas están de acuerdo con el diagnóstico hecho por Francisco del capitalismo, diagnóstico que expuso en su encíclica “Laudato si” y en su carta “Evangelii gaudium”.
La visión crítica del capitalismo expuesta sin tapujos por Francisco mereció severas críticas de parte de los ideólogos del orden conservador. Buceando en Google me encontré con un ensayo de Axel Kaiser titulado “El Papa y el capitalismo. Un diálogo necesario” (Ediciones el Mercurio-Santiago de Chile-2017). Saque el lector sus propias conclusiones.
LAUDATO SI, CAPITALISMO NO
“De los documentos escritos por el Papa Francisco hasta ahora, su encíclica “Laudato si” y su carta “Evangelii gaudium” recogen de la manera más clara su pensamiento crítico al capitalismo. El Papa comienza “Laudato si”, cuyo tema central es el medio ambiente, haciendo un llamado muy razonable a cuidar la «casa común» y advirtiendo de entrada que todos estamos unidos en la necesidad de cuidar nuestro planeta, y que por tanto deberíamos desarrollar lazos de solidaridad que permitan llevar a cabo ese cuidado. Luego entra de lleno en la discusión sobre contaminación y cambio climático: «Existen formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas», afirma el Papa y luego provee una lista de contaminantes que van desde los atmosféricos a los químicos utilizados en el agro. Inmediatamente Francisco señala al responsable: “Estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura […] el sistema industrial, al final del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos”.
Este tipo de juicios poco diferenciados sobre el sistema industrial y capitalista atraviesa la totalidad de “Laudato si”. La verdad es que el problema es más complejo de lo que sugiere Francisco. No hay dudas de que el desarrollo económico tiene costos, entre ellos la contaminación. Pero lo interesante es advertir que mientras más desarrollado económicamente es un país, más respeta el medio ambiente. Los niveles de contaminación de aguas, tierra y aire en países como Alemania, Francia, Suiza, Inglaterra y Japón son ciertamente mucho menores que en países de América Latina o África, donde los ríos descompuestos, el aire irrespirable y la basura se ven a simple vista. Tomemos el caso de Estados Unidos como ejemplo de lo anterior. Según el Foro Económico Mundial, en los últimos treinta años el ingreso per cápita de ese país se duplicó. Paralelamente, la emisión de contaminantes por la industria manufacturera se redujo de manera sustancial. Las emisiones de ozono cayeron 33 por ciento, las de dióxido de nitrógeno 66 por ciento, las de sulfuro de dióxido 81 por ciento y monóxido de carbono 84 por ciento.
Las razones para esta disminución en la contaminación, que también se verifica a nivel de tierras y aguas, es que mientras más rico un país, mayor innovación tecnológica es capaz de desarrollar, mejorando las técnicas de producción para hacerlas más limpias. La innovación, como sabemos, es parte de la esencia del capitalismo, mucho más que la mera extracción de recursos típica de países subdesarrollados. Además, ocurre que en la medida en que las sociedades se vuelven más ricas y van superando las necesidades materiales más urgentes, la conciencia por el cuidado del medio ambiente comienza a convertirse en una prioridad. Esto lleva a que los hábitos de consumo de las masas vayan cambiando, prefiriendo productos en cuya elaboración se respeten reglas verdes. Como esos productos son más caros, los habitantes de países pobres no pueden pagarlos, pero los de países ricos sí.
En países pobres la urgencia es subsistir, más que cuidar el entorno. A los occidentales de países ricos podrá parecernos escandaloso que en África o India se contamine como se hace, pero ese es un lujo que podemos darnos porque nosotros ya alcanzamos niveles de riqueza que nos permiten fijar otras prioridades. Si tuviéramos que matar al último leopardo para alimentar a nuestra familia, ¿acaso no estaríamos dispuestos a hacerlo? De otra parte, los países más ricos, donde la «cultura del descarte» es más agresiva porque son los que más consumen, también pueden imponer regulaciones ambientales más estrictas, porque la innovación tecnológica permite que no afecten dramáticamente su productividad. Pero es evidente que esas regulaciones no existirían si de hecho generaran desempleo masivo o hambre, pues pocos políticos se atreverían a proponerlas. Así las cosas, la verdad es que mientras más se desarrolla económicamente un país, más cuida el medio ambiente, de modo que la realidad es lo contrario a lo que sugiere Francisco.
Hace años los profesores de Princeton Gene M. Grossman y Alan B. Krueger realizaron un interesante trabajo en el que estudiaban el impacto del crecimiento económico en diversos indicadores: contaminación del aire y de los ríos según el nivel de oxígeno y concentración de fecales y metales pesados. Las conclusiones del trabajo, publicado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), son totalmente las opuestas a lo que sostiene el Papa: “No encontramos evidencia de que la calidad ambiental se deteriore sostenidamente con el crecimiento económico. Más bien, para la mayoría de los indicadores, el crecimiento económico trae una fase inicial de deterioro seguida de una fase de mejora. El punto de cambio para los diversos contaminantes varía, pero en la mayoría de los casos ocurre antes de que un país alcance los 8.000 dólares de ingreso per cápita”. Lo interesante es notar que el mismo Papa reconoce que hay avance en materia medioambiental en algunos países, pero no lo atribuye a su sistema de mercado, que es el que fomenta la innovación tecnológica y permite cambiar la actitud de los consumidores: “En algunos países hay ejemplos positivos de logros en la mejora del ambiente, como la purificación de algunos ríos que han estado contaminados durante muchas décadas, o la recuperación de bosques autóctonos, o el embellecimiento de paisajes con obras de saneamiento ambiental, o proyectos edilicios de gran valor estético, o avances en la producción de energía no contaminante, en la mejora del transporte público. Estas acciones no resuelven los problemas globales, pero confirman que el ser humano todavía es capaz de intervenir positivamente”.
Todo ello, hemos dicho, ocurre fundamentalmente en países ricos, mientras los que son pobres o aún en desarrollo son los que más contaminan. El Papa Francisco, por lo tanto, si realmente quiere proteger el medio ambiente, como sin duda es su intención, debería fomentar el desarrollo económico en vez de condenarlo. Como ha señalado el profesor de Harvard Steven Pinker, quien contesta la parte de “Laudato si” en que el Papa culpa al consumismo y los mercados por el calentamiento global y otros problemas ambientales: “El pontífice […] culpa a la economía y al consumismo. Pero la solución al cambio climático no es moralizar desde lo alto e implorar a las personas — especialmente a los pobres con las que afirma simpatizar— que aprendan a ser abstemios por el bien común y sin la calefacción central, las luces eléctricas y el transporte eficiente. Miles de millones de personas no van a hacer eso. Ni siquiera el Papa, especialmente el Papa, no va a hacer eso. La solución es económica y tecnológica: un impuesto mundial sobre el carbono, y la inversión en el desarrollo de nuevas tecnologías energéticas. El Papa no muestra señales de reconocer esto, porque no le deja a él y a su iglesia ningún papel especial”.
Ahora bien, es claro que se podría decir que con cero desarrollo económico el ambiente estaría aún mejor protegido. Pero en ese caso viviríamos como nuestros antepasados antes de la revolución industrial, con plagas y enfermedades que exterminaban sectores completos de la población y con hambrunas generalizadas en el centro de Europa. Difícilmente es ese un precio que alguien esté dispuesto a pagar por un mundo totalmente limpio. Y, sin embargo, Francisco no se refiere en general a esos aspectos positivos del «sistema industrial» de desecho que denuncia cuando habla del medio ambiente. A ratos da la impresión de que Francisco cree en ese pasado romántico en el cual los seres humanos vivían felices en los campos hasta que la revolución industrial los obligó a abandonar las hermosas y fértiles tierras para someterlos al castigo insalubre de la vida urbana. Este es, por cierto, un mito extendido en círculos socialistas, conservadores e incluso entre el público general. Uno de sus máximos propagadores fue nada menos que el notable novelista inglés Charles Dickens, especialmente a través de su obra “Hard Times”. En ella, Dickens trata de modo extremadamente negativo la realidad económica y social de la época de la revolución industrial en Inglaterra. Uno podría imaginar al Papa Francisco leyendo a Dickens y compartiendo un diagnóstico muy pesimista de lo que significó la revolución industrial, principalmente para los más pobres. De hecho, “Laudato si” es mucho más una condena del mundo industrializado que una crítica matizada.
En “Evangelii gaudium”, Francisco confirma su condena al sistema económico moderno de manera aún más categórica. Cabe reproducir un pasaje completo en el que habla de «la economía que mata»: “Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son “explotados” sino desechos, “sobrantes”.
Las palabras de Francisco son lapidarias para con el sistema actual. Lamentablemente, son de una gran exageración, algo que no es raro en el discurso de Francisco, como notó el mismo Novak. Antes de que visitara Estados Unidos, el teólogo católico escribió que desearía que el Papa Francisco «no repitiera algunos de los generalizados comentarios retóricos que ha hecho hasta ahora» y que incluyen algunas afirmaciones que «simplemente no son válidas», escribió. Novak advirtió en seguida que Francisco «ha dicho más de una vez que los pobres nunca se hacen ricos», en circunstancias de que «prácticamente todos los estadounidenses provienen de familias que comenzaron su vida de pobreza, pero bajo los desafíos de una sociedad libre y responsable dejaron de ser pobres después de dos generaciones como máximo».
Volvamos al análisis del comentario de Francisco. La realidad es que jamás en la historia las masas de excluidos han sido menores y han vivido mejor que hoy, gracias a lo que Francisco llama «cultura de descarte». Nunca ha habido más dignidad para los seres humanos que después de la revolución industrial y el advenimiento del capitalismo. Si hoy el Papa habla de personas «desechables», antiguamente muchos ni siquiera eran considerados personas. A pesar de todos los problemas de nuestra época, la revolución industrial que dio paso al mundo moderno y a la «cultura del descarte» que denuncia Francisco significó una mejora sin precedentes en las condiciones de vida de la humanidad, convirtiendo un mundo excluyente y miserable en uno mucho más incluyente y humano. Como bien recuerda el historiador israelí Yuval Harari en su best seller mundial “Homo Deus”, el hambre ha sido por miles de años «el peor enemigo de la humanidad». Antiguamente no era extraño que un cinco o un diez por ciento de la población de un país desapareciera porque una catástrofe natural hubiera exterminado las cosechas. Apenas en 1694 en Francia una hambruna generalizada obligó a las masas a comer desechos, perros, gatos y cualquier cosa que encontraran. Para hacerse una mejor idea, en 1695 el veinte por ciento de la población de Estonia murió producto de una hambruna. En Finlandia, en tanto, hoy uno de los países más ricos del mundo, en 1696 murió entre el veinticinco y el treinta y tres por ciento de la población por la misma razón. Igual suerte corrió Escocia, que perdió hasta un quinto de su población entre 1695 y 1698.
Nada de eso existe hoy en día, lo cual, como recuerda el mismo Harari, es esencialmente gracias al sistema industrial capitalista de los últimos siglos. Lo mismo se puede decir sobre las enfermedades que por siglos liquidaban a millones de personas y que hoy se desconocen, al menos a esa escala, gracias a los avances industriales y tecnológicos. La temida peste negra, por ejemplo, mató a más de un cuarto de la población de Eurasia en el siglo XIV, mientras que en Inglaterra eliminó al cuarenta por ciento de la población y en Florencia al cincuenta por ciento. En Hispanoamérica, enfermedades traídas por los europeos, tales como la viruela y el tifus, llegaron a exterminar incluso al noventa por ciento de la población local. Pero no es necesario ir demasiado lejos para entender cómo el sistema industrial capitalista ha hecho posible que existamos hoy. En 1918 la gripe española mató entre cincuenta y cien millones de personas en un solo año. Para hacerse una idea de la magnitud que esto significa hay que recordar que en toda la Primera Guerra Mundial (1914-1918) murieron cuarenta millones de personas. Todo eso ha cambiado gracias al sistema que el Papa Francisco critica sin reconocer muchos méritos.
Otras afirmaciones cuestionables que realiza Francisco incluyen la siguiente: “En algunos lugares, rurales y urbanos, la privatización de los espacios ha hecho que el acceso de los ciudadanos a zonas de particular belleza se vuelva difícil. En otros, se crean urbanizaciones «ecológicas» solo al servicio de unos pocos, donde se procura evitar que otros entren a molestar una tranquilidad artificial. Suele encontrarse una ciudad bella y llena de espacios verdes bien cuidados en algunas áreas «seguras», pero no tanto en zonas menos visibles, donde viven los descartables de la sociedad”. Sin duda, hay verdad en el hecho de que muchos lugares tienen problemas de planificación urbana, pero atribuir esos problemas fundamentalmente a la privatización no es preciso. ¿Cómo sabe el Papa que esos problemas en muchos casos no se deben a ineficiencia burocrática, corrupción del Estado, malos incentivos institucionales, falta de recursos, presiones políticas, etcétera? También es posible pensar que si no fuera precisamente porque en algunas ciudades hay personas con mayor poder adquisitivo, que pueden pagar áreas verdes y ecológicas, no habría ninguna en toda la ciudad. Por lo demás, la vida urbana, con todos sus problemas, representa una mejor calidad de vida que la del campo, incluso para gente pobre. Por eso la gente migra a la ciudad a pesar de sus desventajas.
El destacado físico Geoffrey West ha desarrollado modelos de escala aplicables a la urbanización según los cuales concluye que, en general, la vida en ciudades es mejor que en cualquier otro sitio. Admitiendo los problemas que tienen, West señala que, dadas las economías de escala que permiten, las ciudades son «la causa de la buena vida […] los centros de creación de riqueza, creatividad, innovación e invención». Ciertamente, muchos prefieren ir al campo a vivir para escapar del estrés de la ciudad, de su contaminación y de sus niveles de inseguridad. Pero esa gente que va hoy a vivir al campo o pueblos pequeños depende absolutamente de lo que ocurre en las grandes ciudades. Sus medicinas, medios de comunicación, vestimenta, alimentos, etcétera, son sobre todo desarrollados y producidos en centros urbanos. De este modo, quienes pueden hacer una vida agradable en la provincia logran lo mejor de dos mundos”.
01/05/2025 a las 3:32 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El legado del papa que incomoda a Milei: la Iglesia profundizará su reclamo en favor de los pobres y jubilados
Edgardo Alfano
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
30/4/025
El legado del papa Francisco a cardenales, obispos y sacerdotes de la Iglesia argentina parece estar muy claro por estas horas y se hará sentir probablemente en el plazo inmediato.
Un mayor compromiso público y privado en defensa de los pobres, los jubilados, la ayuda social y la atención de la salud, además de los intentos por ayudar a cerrar la grieta.
Parecen temas lógicos, pero seguramente volverán a generar algún tipo de cortocicuito con el gobierno de Javier Milei.
Por lo pronto, el hecho de que el presidente de un papa argentino no haya estado presente en la basílica de San Pedro para despedirse frente a su cuerpo, antes de que se sellara el féretro, no cayó bien no solo en el Vaticano sino también en el Episcopado.
Para colmo, las presencias en el velatorio del presidente de Brasil, Lula da Silva, y de la exmandataria Dilma Rouseff, visibilizaron aún más la ausencia de Milei.
Pero el jefe de los libertarios no llegó tarde, sino que nunca estuvo prevista su asistencia en el momento del cierre de féretro, el viernes. Sí al día siguiente, en las exequias del Sumo Pontífice, junto a otros mandatarios internacionales.
Desde que se organizó la salida de la comitiva argentina con el avión presidencial, en la noche del jueves, se tenía en claro que no estaba programada esa despedida personal del Presidente al papa.
En la delegación argentina se relativizó el tema y el propio Milei reveló después que hubo una reconciliación con Francisco, que le pidió disculpas por los insultos hacia su persona y que el papa lo perdonó: le respondió que eran “errores de juventud”.
Previamente, Milei había definido a Francisco como “el mejor argentino de la historia”, olvidando su pensamiento original.
De todas formas ahora, ya sin Francisco o Bergoglio, comenzará una nueva etapa de la relación entre la Iglesia católica y la Casa Rosada.
El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, y el obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, estuvieron el miércoles en A dos Voces y explicaron cuál era el legado de Francisco, qué esperaba de los argentinos y qué podría ocurrir de aquí en más.
García Cuerva fue párroco en varios barrios humildes y también capellán en centros penitenciarios, por lo cual conoce muy bien una cruda realidad del país.
Además, fue protagonista de las últimas homilías o mensajes donde hizo hincapié en la necesidad de ayudar a los más desprotegidos, a los abuelos y a los jubilados. Y también en los efectos negativos que produce la suba de precios y la inflación.
Y Eduardo García está en contacto con curas que desempeñan su tarea en villas y barrios populares de La Matanza, una de las zonas más pobladas del país que supera, en número, a varias provincias.
En el caso de los curas villeros, es sabido que no es precisamente un sector de la Iglesia que es bien visto por los libertarios y el Gobierno.
Por esa razón, será todo un desafío la profundización del mensaje de Francisco a través de los sacerdotes o del Episcopado, donde se reúnen los obispos, y su relación con las políticas económica y social de la gestión de Milei.
Es en ese marco donde se espera una mayor actividad de las organizaciones sociales y piqueteras, levantando las banderas de Francisco, como lo vimos ayer frente a la Catedral y por las calles porteñas.
Francisco ya no está, pero sí su legado y quienes están dispuestos a garantizar su cumplimiento.
01/05/2025 a las 4:21 PM
La iglesia esta contra el capitalismo y no para de acumular propiedsdes que incluyen campos para explotación sojera…solo en Entre Rios 900 inmuebles….se sabe que el 25% de los inmuebles en Roma son de la Iglesia..Francisco fue un farsante.
01/05/2025 a las 3:43 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Quiénes serán los grandes árbitros de la elección en la Ciudad
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
30/4/025
La elección desdoblada en la Ciudad recién empieza a tomar temperatura. En varias de las consultoras de opinión se encuentran todavía con sorpresas. Los ciudadanos preguntan que se votará el 18 de mayo. Algunos hasta interpelan sobre una supuesta elección del jefe porteño. Estrenado recién el año pasado. No parece haber comprensión todavía sobre su importancia política. Quizás porque esta convocatoria surgió como producto genuino de “la casta” que tanto ha denostado el relato libertario.
La ofensiva constante que Karina Milei desató contra Jorge Macri desde el dia uno indujo al jefe porteño, quizás bajo un error de cálculo, a un adelantamiento respecto de las legislativas de octubre. Los argumentos fueron conocidos. Se despegarían los temas de la Ciudad de las grandes discusiones nacionales. Tanto no ha sido de esa manera que las tres fuerzas principales decidieron jugar las cartas mejores. El portavoz Manuel Adorni por La Libertad Avanza. La diputada nacional Silvia Lospennato por el PRO. Leandro Santoro por el kirchnerismo, aunque su origen radical y un lenguaje moderado le estarían sirviendo para aliviar ese lastre político.
Santoro tiene la ventaja de poder acopiar el apoyo de todo aquel votante que se muestre refractario a los libertarios y al PRO. Eso explicaría que haya crecido tanto desde que se lanzó la carrera en un distrito que una sola vez, en la década del 90, le sonrió al peronismo. Adorni y Lospennato, en cambio, intentan apoderarse de la amplia franja que se extiende en un imaginario del centro a la derecha. Clientela que, casi con exclusividad, perteneció al macrismo en los últimos 20 años. Constituye la gran pelea de mayo.
Con un trasfondo que excede largamente a la Ciudad. Javier Milei pretende absorber al PRO en todo el país para construir una fuerza política de la cual carece. Si logra triunfar en la segunda geografía electoral en importancia habrá dado un salto cualitativo. A lo mejor acelera la cooptación de dirigentes macristas y espanta definitivamente de su cabeza la idea de alguna alianza formal para enfrentar al kirchnerismo en Buenos Aires.
La disputa empieza a ofrecer en la centro-derecha escenas explícitas de ensañamiento. Mauricio Macri denunció que algunos dirigentes del PRO habrían sido “comprados” por LLA. Milei le respondió con una ironía. Sebastián Pareja, el armador de Karina en Buenos Aires, resultó mucho más filoso. “A los macristas no hizo falta comprarlos. Estaban regalados”, afirmó. Una mueca de disgusto se dibujó en varios de ellos. En especial, el diputado Diego Santilli que puja con el libertario José Luis Espert para ocupar en octubre el primer lugar en la lista bonaerense.
El espectáculo se prolongó en la cena de la Fundación Libertad, que preside Gerardo Bongiovanni, del lunes a la noche. Con una cantidad de asistentes sin parangón comparada con el pasado. El diagrama original contemplaba el armado de una mesa principal en la cual debían sentarse Adorni y Mauricio Macri, entre otros. Los libertarios reclamaron exclusividad. Los organizadores improvisaron entonces dos mesas principales. En una estuvo el portavoz acompañado de muchos patrulleros libertarios de redes. El ingeniero convocó a sus fieles. El saludo cordial, pero momentáneo, que tuvo con el joven Santiago Caputo convendría no extrapolarlo a otro contexto.
La ausencia de Milei concedió otra ventaja libertaria sobre el macrismo. Adorni, el candidato, se convirtió en el orador principal. Tiene, al parecer, el privilegio de contar con las mejores vidrieras: acababa de regresar de Roma, donde integró la delegación oficial que asistió el funeral del Papa Francisco.
Hace semanas la unanimidad de las encuestas ubicaban a Santoro en el primer lugar. Con una ventaja muy clara sobre Adorni y Lospennato. El candidato K-PJ oscilaba entre los 25 y 28 puntos. Casi el techo de lo que históricamente supo cosechar el peronismo. Aquellos márgenes se vienen estrechando. ¿Qué posibilidades tendría de continuar creciendo? El interrogante genera dudas. Pueden saldarse mediante un par de apreciaciones. Santoro es el único representante que pelea la elección desde una plataforma de centro-izquierda. No existe certeza acerca de hacia dónde se dirigiría el histórico voto radical en Capital. Lucille Levy, joven candidata, una cara nueva, no estaría logrando superar aún el 2% en las encuestas.
La interpelación para Santoro cabría, de la misma forma, para Adorni y Lospennato. Es evidente que el libertario se apropió de una porción de votos que históricamente pertenecieron al macrismo. También aflora evidente que Horacio Rodríguez Larreta con su postulación viene causando un goteo al PRO, al cual ya no pertenece. Se trata de algo muy reciente, vinculado a riñas internas, que no alcanzaría a borrar en la memoria su identidad durante ocho años como Jefe de la Ciudad. De la capacidad que posea Larreta para conservar el estimado de entre 6 y 8 % que posee dependerían las chances de Lospennato para pelearle el liderazgo a Santoro o Adorni.
Macri, Mauricio, es absolutamente consciente del dilema. Por esa razón su protagonismo en la campaña. Ladeado casi siempre con sus figuras más taquilleras. Sobre todo, María Eugenia Vidal. El ingeniero está obligado a lidiar contra el esbozo de un relato que estaría calando, despuntado Larreta. Sobre el cual se han montado los libertarios. Que la Ciudad exhibiría en 16 meses una imagen decadente con la gestión de Jorge Macri. Casi lo mismo que decir que Milei, en un tiempo similar, ha convertido a la Argentina en Dinamarca.
También Adorni arrastra su estigma que le impide tener seguridad de un paso triunfal el 18 de mayo. La expulsión que Karina dispuso contra el legislador libertario Ramiro Marra incubó un nicho porteño por fuera del oficialismo nacional. Bascula entre los 5 y 6 puntos. Números que podrían terminar catapultando al portavoz. Quizás la presencia de Milei en la campaña porteña genere algún deslizamiento en favor de su delfín. Marra y Larreta podrían convertirse así en árbitros de lo que ocurra el tercer domingo de mayo.
El Gobierno nacional cuenta, como cualquiera que ejerce el poder, con una ventaja. Está empeñado en sembrar buenas noticias económicas. Las demás parecieran importar muy poco. YPF anunció que a partir del jueves bajarán un 4% los combustibles. Luis Caputo, el ministro de Economía, habló sobre una enigmática futura fiesta de dólares. Redobla esfuerzos para que la inflación de abril, que se conocerá días antes de la elección de mayo, no supere el 3.7% de marzo.
01/05/2025 a las 3:52 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Vivir de prestado y fingir demencia
Claudio Scaletta
El Destape
1/5/025
Siempre se insiste en que en el análisis económico no existe el bien y el mal, solo la ciencia y los intereses de clase. Sin embargo, cuando se repasa la historia es extremadamente difícil mantener la asepsia moral. Ello sucede particularmente con dos fenómenos, la reiteración de recetas fracasadas y el endeudamiento que suelen provocar. Pero no cualquier endeudamiento, sino uno en particular, el financiero externo destinado a sostener modelos macroeconómicos inviables, es decir deuda que se esfuma y no deja nada a cambio, solo obligaciones.
Sucede que el poder de un presidente no se limita al ejercicio de su mandato, sino que se extiende al pasado y al futuro. Al pasado por la vía de la enajenación del patrimonio público, es decir de la privatización de activos acumulados en generaciones anteriores, y al futuro a través del endeudamiento, es decir por la vía de cargarle a las generaciones futuras los costos del presente. El gobierno del Frente de Todos, por ejemplo, no fue condicionado solamente por su interna fratricida, sino especialmente por algo más grave, el inmenso endeudamiento generado por el macrismo, con el actual ministro de Economía, Luis Caputo, como su principal gestor. En 2016 y 2017 un país mayormente desendeudado encabezó los rankings mundiales de tomadores de deuda. En 2018 debió volver al FMI y tomar el crédito más grande de la historia del organismo. Cuando ello sucedió, el futuro apareció como una película: el gobierno subsiguiente debería abocarse, como tarea principal y prioritaria, a refinanciar los pasivos externos y las décadas venideras serían una sucesión de renegociaciones y condicionalidades, con desaparición completa de los grados de libertad de la política económica. Se trata de una historia reiterada, una suerte de “normalidad” desde la recuperación democrática y en la que el pago del total de lo adeudado al FMI a comienzos de 2006 fue sólo un paréntesis, aunque haya durado poco más de una década.
Antes que resolver el problema de fondo, al gobierno frentetodista, marcado por su debilidad política, sólo le quedó la posibilidad de patear la pelota para adelante vía renegociación con período de gracia. Desconocer el endeudamiento del macrismo, especialmente el crédito político del FMI, habría demandado una fortaleza y unidad política que no existía, una unidad que incluyera no solo al oficialismo de entonces, sino también a parte de la oposición y del poder económico. Plantear en el presente que fue un acierto oponerse desde adentro a aquella renegociación supone deshonestidad intelectual, miopía política o desconocimiento de los poderes reales en juego.
Quizá sea innecesario aclararlo, pero el problema no es tomar deuda, sino pasarse de rosca. En el actual estadio del desarrollo del capitalismo, las deudas soberanas impagables son un instrumento de dominación para los acreedores y de subordinación para los deudores. En los hechos, la virtual “prisión por deudas” sólo se eliminó para las personas, humanas y jurídicas, no para los Estados.
Con esta historia a cuestas, un gobierno que se jacta de asumir las restricciones, con la presupuestaria al frente, y que quiere demostrar que las anteriores experiencias ortodoxas fracasaron porque no fueron lo suficientemente a fondo, se regodea y presenta como un éxito el completo fracaso de seguir endeudándose para sostener el modelo de dólar barato y contención salarial. En esto sigue al grueso de la profesión de los economistas locales que, vaya a saberse por qué misterio, insiste en desconocer la diferencia entre pesos y dólares y rechaza teóricamente la verdadera restricción fundamental de la economía local, que es la externa. La pregunta por el absurdo es, si pesos y dólares son lo mismo y si la restricción externa no existe ¿por qué siempre se recae en seguir tomando y aumentando la deuda en divisas?
Acercándose a cumplir un año con déficit en la cuenta corriente cambiaria, el gobierno de Javier Milei acaba de evitar una crisis externa precisamente porque tomó más deuda. Contra toda lógica financiera de repago, y por pura lógica geopolítica decidida por Estados Unidos, el FMI recayó en conceder un crédito multimillonario y fuera de norma a la Argentina. La propia directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva, la presumta representante de “un nuevo Fondo”, también se salió de norma y demandó que los argentinos sigan votando a La Libertad Avanza. Y para completar, el Presidente señaló que por haber profundizado el endeudamiento público externo ahora sus críticos “la tienen adentro” y que los productores de pomada cicatrizante anal están de parabienes con tantos mandriles. Tanta autocelebración injustificada, obsesión anal y agresividad a partir de profundizar su carácter de “verdadero degenerado de la deuda” sin que tenga como correlato el escándalo político, presupone que no solo el grueso de la profesión de economistas, sino buena parte de la clase política y de la sociedad “fingen demencia”. Lo grave no es solamente que se evitó una crisis externa por medio de profundizar el endeudamiento, sino que se sigue actuando como si nada hubiese sucedido, es decir haciendo más de los mismo y olvidando por completo la experiencia histórica.
Es comprensible que las personas ajenas al debate público se sientan relativamente tranquilas e incluso esperanzadas de que toda marcha bien en tanto el precio del dólar o el número de la inflación no se disparen de más. Puede preverse además que gracias a los miles de millones de dólares de deuda nueva las apariencias se puedan seguir sosteniendo por un tiempo. Pero, de nuevo, lo sorprendente es que la profesión de economistas actúe como si la economía no siguiese en rumbo de colisión mientras sigue consumiendo dólares prestados, es decir, valga la redundancia, dólares que no genera. Y para quienes no se meten en el debate económico, al menos debería llamar la atención que, a pesar de todas las facilidades y perdones del RIGI, las grandes inversiones para la explotación de recursos naturales sigan sin aparecer. No solo se trata del caso testigo del retiro de la inversión de Petronas en GNL, sino que ni siquiera se están concretando las inversiones en los grandes yacimientos de cobre, algo que fue reconocido hasta por la fugaz secretaria de Minería del actual gobierno, Flavia Royón, ex de Energía de la administración precedente.
También puede comprenderse que un político o un legislador no entiendan de teoría económica, pero al menos deberían conocer la historia y saber que esta vez no hay nada de distinto a las experiencias recientes, ni siquiera en sus autores intelectuales y ejecutores, como los Sturzenegger y los Caputo. Capítulo aparte merece el poder económico que, encandilado por su triunfo pasajero en la lucha de clases y las ganancias de corto plazo, olvida que sus negocios, al menos los no financieros, no podrán simplemente ser llevados a otra parte, suceden en esta economía. Cuando llegue el inevitable momento de pagar las deudas, nadie saldrá indemne.-
01/05/2025 a las 4:08 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El abrazo inesperado
Pablo Mendelevich
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
30/4/025
Los llamados cientistas políticos, que para algo lo son, aseguran que la política es una ciencia. Pero a la cotidianeidad política criolla no siempre resulta fácil detectarle el brillo académico. Leerla con pretensión asertiva se ha vuelto más difícil que verle la sombra al viento. Los instrumentos de análisis estándar no sirven más.
Un ejemplo es lo que ocurrió el lunes en la cena anual de la Fundación Libertad, donde Mauricio Macri y Santiago Caputo se dieron un abrazo -inesperado, dijeron algunas crónicas al día siguiente- de alto valor político. El problema es que nadie sabe cuál es ese valor político.
¿Se reconciliaron? ¿Hicieron un descanso en su enemistad? ¿Debe esperarse una primavera en otoño? ¿Vuelven después de ocho meses las milanesas improductivas de Macri con Milei? Y en definitiva, ¿cambia algo cuando los políticos que discuten por lo medios y por terceros se miran a los ojos?
No cabe duda de que el tema es importante. A Caputo el asesor, antimacrista de paladar negro, se le atribuye una vehemencia redoblada en la estrategia libertaria rupturista. Esa estrategia, ya inapelable en la ciudad de Buenos Aires, amenaza ahora las chances de derrotar al kirchnerismo en la provincia, distrito rector. El asunto de si los mileístas y los macristas van juntos o separados en la provincia conforma hoy la mayor incógnita de la política argentina. De esa coreografía al parecer estarían pendientes desde los inversores chinos hasta los banqueros uruguayos, además de la presidenta del FMI Kristalina Georgieva, quien la semana pasada le hizo honor a su nombre de pila y, palabras más palabras menos, dijo que si no gana Milei se va todo al demonio.
Milei suele reprocharle a Macri que en 2019 trajo de vuelta a Cristina Kirchner. Pero si ahora pierde la provincia se dirá que él lo revalidó a Axel Kicillof. Aunque en esa hipótesis lo más probable es que le eche la culpa a Macri.
Macri y Santiago Caputo no sólo se abrazaron, también se rieron juntos. Intercambiaron frases más risueñas que punzantes, en tono de chanza, no de manifiesto político, sobre “los malos”. Fue por una reciente declaración de Macri: “algunos creen que tranzando con los malos te va a ir mejor”. Los malos, por si hiciera falta aclararlo, son los kirchneristas y massistas. Es una suerte que se hayan acordado sólo de la última declaración de Macri y olvidaron la anterior sobre la Hidrovía en la que se hacían insinuaciones recíprocas de favorecer negociados. Como si hubieran sido viejos amigos, en Parque Norte intercalaron comentarios al oído. Pero lo concreto, lo irrefutable, fue lo gestual, el abrazo. Que cuanto menos disparó expectativas.
La categoría abrazos de antagonistas acumula considerable literatura. Más allá de que no haya redituado años venturosos, el que acá llegó al bronce fue el que se dieron Perón y Balbín el domingo 19 de noviembre de 1972 a la caída del sol en la casa de la calle Gaspar Campos. Eran los dos líderes más importantes del país pero no se trataban, salvo por interpósitas personas, como los 15 policías que por orden de Perón, en La Plata, metieron preso a Balbín apenas éste terminó de sufragar en las elecciones de 1950, día que se convirtió en el primero de un largo año de prisión. Se supone que Balbín votó por él mismo, ya que era el candidato a gobernador bonaerense.
También la Guerra Fría se convirtió en insumo museológico con un abrazo, el de Ronald Reagan y Mikhail Gorbachov. Pero no todo es color de rosa. En homenaje a la variedad está el abrazo traicionero por antonomasia, el de Judas a Jesús, también conocido como beso de Judas, destinado a identificar a Jesús para las autoridades que lo buscaban para arrestarlo. En versión cínica existió ya fuera de la Biblia un abrazador corpulento, el texano Lyndon Johnson, quien en los cincuenta, antes de tener que suceder a John Kennedy, había sido en el Senado el líder de los demócratas. Su talento para la intriga se valía de proverbiales abrazos repartidos con fuerza entre sus amigos. Y con más fuerza entre sus enemigos. Al que buscaba persuadir “se lo llevaba a un rincón y ahí lo inmovilizaba con un poderoso abrazo, como el de una boa constrictor, mientras le hablaba al oído”, escribió Robert Caro, biógrafo de Johnson.
Distinto es el conocido abrazo del oso, muestra de afecto y simpatía que busca dañar a quien lo recibe. “La política hace extraños compañeros de cama”, decía Winston Churchill (frase que Groucho Marx reelaboró: “La política no hace extraños compañeros de cama; el matrimonio sí”). Pero esto ya supera la historia del cara a cara entre el antitabaquista Mauricio Macri y Santiago Caputo, un fumador empedernido.
Que los dos minutos políticamente más significativos de la cena de la Fundación Libertad sean difíciles de interpretar no quiere decir que las lecturas erróneas no merezcan ser descartadas. “Inesperado encuentro”, llegó a narrarse. Inesperado pudo ser el abrazo pero no el encuentro. Caputo, quien confirmó su asistencia después de que Milei canceló la suya, por supuesto debía saber que estaría Macri. Tampoco es que se sorprendieron al verse en una reunión semiclandestina consagrada a venerar a un profeta druso, estaban en la cena de una institución liberal en la que los dirigentes de La Libertad Avanza y los del Pro todos los años comparten el pan. Sorpresa hubiera sido si se cruzaban con Nicolás del Caño.
El problema de fondo no pasa por los cortocircuitos de dos fuerzas ideológicamente afines que en la última elección, el balotaje, votaron por el actual presidente. Pasa por el raro funcionamiento del sistema político y por la incongruencia electoral a la que se ha llegado, la de los feroces adversarios en el segundo distrito del país que necesitan ir aliados en el primero para que no se desmorone la estantería. Alianza esta última que sigue sin definirse. Y que, curiosamente, es acompañada por una incertidumbre consonante en el peronismo, donde la política tiene sus propias razones para despistarse. El lunes la Legislatura bonaerense derogó las PASO. Eso allanó el camino escogido por Kicillof, desacoplar las elecciones provinciales de las nacionales con la idea de ir hacia la emancipación de Cristina Kirchner. Lo paradójico es que al ser abolido el sistema de internas estatizadas el peronismo se quedó sin ningún instrumento para resolver la mayor interna desde que existe el krichnerismo.
El eco de fondo viene de las exequias pontificias, que dejaron una vara alta para las acrobacias del lenguaje político. Milei pasó de insultar en forma despiadada a Francisco (en términos que no vale la pena repetir) a decir el jueves último antes de salir para Roma: “le guste a quien le guste el papa ha sido el argentino más importante de la historia argentina”. Le guste a quien le guste. Milei es desafiante cualquiera sea el extremo que esté de turno.
De manera que cambiar de idea no es ningún inconveniente. Así como los colchones viscoelásticos tienen la capacidad de adaptarse al contorno del cuerpo, la realidad parece adaptarse a las opiniones del presidente. María Elena Walsh se perdió un gran momento para extender la letra de El Reino del revés.
Macri sabe de estas elasticidades ajenas a los manuales políticos porque él mismo pasó de ser considerado repugnante y socialista, socialdemócrata, fascista, tibio, timorato, mediocre y cobarde a ser elogiado o a que el presidente le diga presidente sin prefijo, como si portara el título honorífico (glamorosa costumbre estadounidense, dicho sea de paso, que acá sería difícil de usar con Isabel Perón o con Alberto Fernández). Pero después Milei hizo unos pasos para atrás. No lo volvió a insultar pero mantuvo con él un diálogo mediático de alto voltaje. Macri dijo que los dirigentes que tenían precio ya fueron comprados. Milei replicó: que traiga la factura. Una base poco recomendada para armar listas comunes.
Visto que la temporada de milanesas no fructificó, la pregunta es cómo deberían hacerse los acuerdos necesarios. Mediante discusiones por los medios, obviamente no. Con intermediarios, tampoco. Por eso un simple cruce de dos actores centrales, un expresidente líder de un partido en crisis y un asesor que controla medio Estado, despierta tanta atención.