Por Carlos Tórtora.-

Anteayer, el congreso peruano destituyó a la presidenta Dina Boluarte tras declarar su permanente incapacidad moral. Las cuatro mociones en su contra fueron aprobadas por 122 votos sobre 130. Ayer, Boluarte intentó despedirse con un mensaje televisivo, pero la transmisión fue cortada repentinamente.

Boluarte enfrenta once investigaciones por violaciones de derechos humanos -casos de represión policial- y numerosos hechos de corrupción. Es de hacer notar que, pese a la gravedad del episodio, no se produjo en Perú ninguna crisis institucional por la caída de Boluarte. En comparación, con un sistema menos ágil que el peruano, en Argentina la realización de un juicio político a un presidente en ejercicio parece ser una empresa muy complicada, al punto que no se registran antecedentes históricos.

Ahora, con la disponibilidad de dólares para frenar la escalada casi agotada, Luis Caputo y Scott Bessent armaron un frágil tinglado para soportar lo que queda hasta el 26-O.

La discusión acerca de si el SWAP y la compra de pesos alcanzan para estabilizar las finanzas argentinas da para largo. Pero ya hay muchos analistas que sostienen que se trata de soluciones de muy corto plazo. Pero otra discusión hay en torno a si el salvataje de Trump y Bessent se concretará si Milei sufre una derrota electoral importante. ¿Querrá Trump ser el salvador de un gobierno en ruinas y ya sin consenso? Con cierto facilismo propio de las matemáticas, Ricardo Arriazu sostuvo que toda la gobernabilidad de Milei depende de contar con un tercio de bancas que le permitan evitar que le rechacen los vetos. Pero Arriazu se olvida que en política los números cambian fácilmente: muchos legisladores podrían abandonar a Milei si su situación se hace insostenible.

Lo mismo ocurre con el salvataje de Trump. Éste se caracteriza por una política exterior volátil y de saltos sorpresivos Prueba de ello es lo ocurrido con Brasil. Trump arremetió no sólo contra el gobierno de Lula sino contra la justicia brasileña. Pero la reacción fue firme: el líder brasileño resistió y el Tribunal Superior de Brasil condenó a Jair Bolsonaro a 27 años de prisión. Pragmático como buen empresario, Trump empezó a elogiar a Lula y ahora ambos marchan hacia la recomposición de la histórica alianza bilateral. Lo contrario puede ocurrir entonces con el gobierno argentino, cuya importancia para Washington es por cierto menor.

Tendencia irreversible

La semana que viene las encuestas ya reflejarán si el abrazo con Trump y el salvataje atenúan la caída de la intención de voto de LLA. Lo más probable es que no, porque el descrédito de Milei ya es irreversible y ni los anuncios sensacionalistas de inversiones multimillonarias tendrían efecto alguno. Como ocurrió con su show rockero, el presidente sólo estaría consiguiendo retener un núcleo duro de votos que apenas supera un 30%. Y encima puede ocurrir lo contrario, es decir que el tradicional antiyanquismo criollo le reste todavía más votos a los libertarios.

Sin duda que el 27-O empezará un nuevo capítulo de la crisis, pero hay advertencias que deben tenerse en cuenta. Tanto Kristalina Georgieva como Bessent vienen señalando que las reformas económicas sólo funcionarán si en la Argentina tienen apoyo popular, que es necesario el consenso y hasta habló el Secretario del Tesoro de la importancia de acuerdos bipartidarios. Se trata de paraguas que se están abriendo ante un gobierno que intentaría seguir adelante pero ya sin legitimidad de ejercicio.

Una última advertencia de Bessent suena a sentencia: la Argentina está próxima a ser un estado fallido.

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