Las fotos tomadas por AFP muestran carrocerías de autos carbonizados, cercanos al sitio de la explosión, y los esqueletos de edificios de viviendas y oficinas donde los empleados quedaron envueltos en gruesas nubes de humo gris.

El último miércoles por la noche, dos explosiones sacudieron la ciudad china de Tianjin, al noreste, causando más de cien muertes y por lo menos setecientos heridos, quedando aun hoy muchos desaparecidos. El detalle más perturbador que surgió sobre el origen de las explosiones quizá sea no tanto el qué fue las provocó -productos químicos peligrosos- sino el hecho de que ocurrieron en un centro de logística específicamente autorizado para manejar dichos productos. El depósito en cuestión, operado por la Ruihai Internacional Logistics, se encuentra ubicado dentro de un distrito que abarca unos 1.280 km2, en el Binhai New Area, que fue construido, en parte, para reforzar la situación de la ciudad como sede del eje de la industria energética y petroquímica.

Pasaron poquísimos minutos después de la explosión, para que tanto en China como alrededor del mundo los observadores tuvieron a la vista las pruebas del caos, fotografiadas por manos temblorosas de dueños de smartphones que intentaron acercarse todo lo posible para captar las escenas surreales. Enormes bolas de fuego se vieron despedidas a alturas más altas que las torres de los alrededores, iluminando el cielo con un rojo infierno; las llamas en forma de hongos se vieron como caían en el horizonte. El impacto despedazaba edificios en torre distantes a más de una milla (1.6 kms). De acuerdo con la Red Informativa de Terremotos de China, la magnitud de la primera explosión fue el equivalente a tres toneladas de TNT; la segunda explosión fue cercana a las veintiuna toneladas. Cerca de seis mil residentes de Tianjin ahora carecen de nada que puedan llamar “hogar”, y los hospitales de la ciudad luchan por acomodar a los heridos. Cerca del centro de la explosión se hallan carcasas de automóviles carbonizadas y desparramadas por todos los lotes, y los esqueletos de los edificios donde antes vivían familias y trabajaban muchos empleados se encuentras ahora cubiertos y envueltos en gruesas nubes de un compacto humo gris.

Para muchos ciudadanos Chinos, las respuestas a cómo y porqué de las explosiones permanecen encerradas en el misterio total. Un indignado estudiante de Shanghai le preguntaba en Weibo (el equivalente a Twitter en China): “¿Acaso no estás viendo las fotos de las ruinas? ¿Cómo puede ser que algo tan enorme sea un accidente?” Otra persona escribió: “Verdaderamente, no sé cómo decidir qué es más tenebroso: el hecho de que nadie sepa qué está pasando o bien que nadie está diciendo toda la verdad sobre lo que está pasando?”

Hasta ahora, Ruhai Internacional Logistics, una empresa con cuatro años de antigüedad que emplea unos setenta trabajadores, todavía no ha ofrecida ninguna declaración, aunque algunos de los directivos de la empresa han sido detenidos para tomarles declaración indagatoria. De acuerdo con la página Web de la empresa (que salió de línea inmediatamente después del Miércoles), Ruihai se especializa en el transporte de materiales peligrosos, incluyendo líquidos inflamables, agentes combustibles, y materiales corrosivos. Entre los productos químicos que se conoce estaban almacenados en Ruihai, según un informe del noticiero estatal, había cianuro sódico, que es un componente que produce gas tóxico. Cabe mencionar que en diversos desagües cercanos su pudo hallar restos de cianuro sódico tras las explosiones, lo cual ha creado el pánico lógico porque podría ocurrir que se haya contaminado el sistema de agua potable.

Estas noticias dadas a conocer causan bastante intranquilidad, después de las explosiones, ya que -por ejemplo- el complejo habitacional más cercano al depósito de Ruhai dista apenas unos 600 metros. Hubo otro mensaje colgado en la red Weibo que decía: “Todos nos dicen que van a investigar, pero no saben esto, no saben lo otro, y algún gerente debe haber sabido algo”.

Por cierto, se está haciendo cada vez más evidente que el gobierno sabía que se corrían riesgos. En Marzo 2014, según la administración marítima local, informó que se había realizado un ejercicio de emergencia en la compañía; a principios del corriente mes, el personal de seguridad local había reunido a empresas de varias diferentes industrias para tratar el manejo de productos químicos peligrosos.

No resulta del todo claro el grado de alta prioridad que las autoridades y compañías le atribuyen a tales medidas dentro del contexto del crecimiento económico en el área metropolitana de trece millones de habitantes, que hace que este puerto de China sea uno de los más importantes. En Diciembre pasado, el Premier Chino Li Keqiang declaró a Tianjin zona de libre comercio, favoreciendo así el fervor existente por ampliar el campo de acción comercial de la ciudad (más de la mitad de las compañías del mundo que figuran en la lista de Fortune 500 operan en Binhai New Area). Pero una larga serie de accidentes industriales a gran escala en todo el país en años recientes, que incluye cinco explosiones químicas desde Abril, han dado pie a que surjan dudas acerca de si las empresas, priorizando el peligro de perdidas de ganancias por sobre los riesgos de accidentes, y no pongan en ejecución los programas de seguridad que son costosos o bien dejan de cumplir con ciertas reglamentaciones.

Un bloguero de Weibo escribió al respecto, aludiendo a las apenas disimuladas respuestas evasivas de algunos representantes del gobierno central durante una conferencia de prensa celebrada el viernes: “Si el incendio se produjo por la avaricia criminal o por negligencia, nuestras bocas no deberían permanecer calladas solamente por ser mudos”. A medida que China va creciendo con redes de informática, el manejo de las crisis se ha convertido en una ciencia precaria, donde el gobierno trata la información en sí como si fuese un virus a punto de infectar grandes masas de personas. Los periodistas han sido excomunicados y no pueden compartir ningún tipo de noticias sobre la explosión ni en Weibo; tal como ocurre con cualquier tipo de noticias en China, las opiniones desfavorables hacia los líderes del Partido Comunista continúan siendo criminalizadas en la categoría de “traficante de rumores malintencionados”, y todas las reacciones de los ciudadanos que opinan en Weibo y similares on-line son editadas por equipos de censores que reflejan solamente las opiniones aceptables en respuesta a esta y cualquier otra crisis: llámase a esto unidad y control.

Estas medidas sirven solamente para exacerbar las ansiedades de la ciudadanía más cercana o más lejana, a pesar de las promesas del Presidente Xi Jinping de que “se harán todos” los esfuerzos denodados para salvar la vida de toda persona todavía en riesgo y se investigarán las causas de las explosiones. Son muchos los ciudadanos que se preguntan si el personal de la empresa están debidamente entrenados, si los bomberos estaban informados sobre la naturaleza del incendio, y si ahora el aire de la ciudad es respirable y el agua se puede beber sin riesgo. En los días por venir, proliferarán nuevas preguntas y dudas. El cómo está conduciendo China la investigación sobre estas explosiones -cuánta transparencia admitirá en el proceso, cuan expeditiva será la comunicación de los resultados constatados, y si estarán dispuestos a dar nombres de personas poderosas, de ser necesario, involucradas- servirán todo de barómetro para medir el control de liderazgo. “El Premier y el Presidente Xi han prometido un esfuerzo a fondo para salvar vidas y contener el fuego, así como exigirán también el castigo más severo de todos y cada uno de los responsables” es el mensaje que ha colgado un bloguero en Weibo, que firma con el nombre de ZHANG. Y finaliza diciendo: “Pero esa definición de castigo severo, ¿dependerá de la identidad del culpable?”

Jiayang Fan | The New Yorker

Traducción de Irene Stancanelli para el Informador Público

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