Por Germán Gorraiz López.-

La pérdida del control del Congreso por los demócratas tras las elecciones intermedias de noviembre supuso que los republicanos empezaran a fiscalizar las ayudas en armamento a Ucrania (estimadas hasta la fecha en 80.000 millones dólares y en vigencia hasta finales del 2023), así como incrementar el rastreo minucioso de dicho armamento para evitar su paso al mercado negro armamentista amén de una creciente ola de desafección política respecto de Zelenski, que abarcaría todo el espectro político estadounidense.

Así, el candidato demócrata Robert F. Kennedy Jr., en una entrevista en «New Statesman» afirmó que «EEUU está enviando 113.000 millones de dólares a Ucrania cuando una cuarta parte de los ciudadanos estadounidenses se va a la cama con hambre».

En el bando republicano, el expresidente Donald Trump aseguró en sus redes que «nunca hemos estado tan cerca de la III Guerra mundial» y que debe haber un «compromiso total para desmantelar el grupo de poder neoconservador globalista responsable de arrastrar al mundo a guerras interminables». Igualmente, el candidato republicano Ron Desantis afirmó que «Washington tiene muchos intereses nacionales vitales, pero enredarse aún más en la disputa territorial entre Ucrania y Rusia no es una de ellas».

El golpe de gracia a Ucrania sería la reciente aprobación por Congreso y Senado de un presupuesto de emergencia para que siga funcionando la Administración Pública durante 45 días más. En dicho acuerdo alcanzado in extremis, se rechazó la ayuda propuesta por Biden de 24.000 millones de dólares más en ayuda militar o humanitaria a Kiev debido a la oposición frontal del ala radical republicana del Congreso teledirigida por Donald Trump, con lo que los recursos económicos de Ucrania alcanzarían solamente hasta el mes de noviembre.

¿Golpe de mano de Trump en el Congreso?

El citado acuerdo entre demócratas y republicanos para lograr un presupuesto de emergencia y así evitar la parálisis de la Administración, sería la excusa elegida por el ala radical republicana para deponer al Presidente del Congreso, el también republicano Kevin McCarthy. Así, los congresistas republicanos del MAGA (Make America Great Again), herederos naturales del legado Trump y liderados por el congresista de Florida, Matt Gaetz, encuadrado en el Freedom Caucus, unieron sus votos a los demócratas para deponer a McCarthy, con el triple objetivo de provocar la inacción del Congreso, el posterior caos en la Administración Federal de EEUU y la asfixia por inanición económica de Zelenski para forzarlo a firmar un Acuerdo de Paz con Putin.

Los indicios de senilidad de Biden, una alta inflación, la entrada en recesión de la economía el año venidero y la posible parálisis de la Administración estadounidense, podría degenerar en el 2024 en un escenario de caos doméstico que hundiría la popularidad de Biden hasta mínimos históricos y facilitaría el retorno triunfal de Donald Trump en las presidenciales del 2024, candidato que según una encuesta de CBS News y YouGov, contaría con el apoyo del 65% de los votantes republicanos.

En el plano geopolítico, una victoria republicana en el 2024 representaría el ocaso de la estrategia atlantista de Biden y Soros empecinados en defenestrar a Putin del poder así como laboral firma de un acuerdo de Paz en Ucrania y el retorno a la Doctrina de la Coexistencia Pacífica con Rusia.Ello supondría la entronización del G-3 (EEUU, Rusia y China) como «primus inter pares» en la gobernanza mundial y el final del sueño obsesivo de los globalistas encabezados por Soros y la Open Society Foundation (OSF) de conseguir la balcanización de Rusia, «la ballena blanca que los globalistas llevan décadas intentando cazar».

Dicho acuerdo de Paz intentará ser torpedeado por la trama liderada por Zelensky, Polonia y los Países Bálticos para implicar a la OTAN en el conflicto ucraniano, con lo que el ínclito Zelensky se habría ya convertido para EEUU en un lastre del que conviene desprenderse con inmediatez, no siendo descartable que sea acusado de corrupción y obligado a exiliarse a EEUU, tras lo que asistiremos al diseño de la nueva cartografía de Ucrania.

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