Por Dexter Filkins, reportero multidisciplinario de “The New Yorker”.-

Alberto Nisman acusó a Irán y Argentina de complotarse para enterrar un ataque terrorista. ¿Fue éste el motivo de su muerte?

La muerte de Nisman generó en Buenos Aires numerosas teorías de conspiraciones que involucraron a espías, gobiernos extranjeros y políticos que obraron en connivencia.

Durante sus últimas días de vida, Alberto Nisman estaba ansioso por enfrentarse con sus enemigos. El 14 de Enero de este año, Nisman -un fiscal de carrera de la Argentina- formuló una acusación que causó estupor contra la Presidente del país (Argentina) Cristina Fernández de Kirchner. La responsabilizó de haber orquestado un plan secreto para ‘borrar’ la investigación del ataque terrorista más sangriento de toda la historia Argentina: el bombardeo suicida que en 1994 destruyó la Asociación Mutual Israelita Argentina, que representa la organización Judía más grande existente en ése país y en el cual fallecieron 85 personas y sufrieron heridas más de trescientas. Nisman, un vanidoso, meticuloso personaje de 51 años que gustaba de la vida nocturna porteña, y que venía investigando profundamente este caso durante los últimos 10 años, durante los cuales viajó varias veces a los EEUU para lograr la ayuda de distintos oficiales de la Inteligencia y de miembros varios del Congreso norteamericano. En 2006 había promovido la acusación contra siete miembros del gobierno de Irán, incluyendo al ex presidente y ex ministro de relaciones exteriores, a quienes acusó de planificar y dirigir el ataque, con la ayuda de uno de los principales lideres del grupo Libanés Hezbollah. Varios meses después, Nisman logró que se emitan ordenes internacionales de arresto contra cinco miembros del gobierno iraní, por los cuales se les impedía salir de Irán. Como resultado de que el caso lo convirtiera en una celebridad, invirtió en lentes de contacto celestes e inyecciones de bótox. Al decir de Roman Lejtman, periodista que cubrió la investigación, “Cuando se enfrentaba con una cámara, inmediatamente largaba lo que estuviera haciendo y posaba…”

Con el paso de los años, el caso en cuestión, conocido por la sigla AMIA, puso al descubierto las fallas que tiene el sistema judicial de la Argentina. El Juez de la causa fue sometido a juicio político por haber intentado piratear las actuaciones, en connivencia con algunos miembros de la política nacional que ocupaban entonces cargos muy altos. Irán no vaciló en burlarse de las pretensiones de Argentina de extraditar los acusados, y hasta emitió una orden de arresto para Nisman. Pero Nisman perseveró, y no dejó de presionar sobre los iraníes en toda oportunidad que se le presentó. Desde el mismo principio, siempre contó con el apoyo irrestricto de los presidentes de Argentina -Néstor Kirchner, que fue quien lo eligió a Nisman para que conduzca la fiscalización en 2004, y luego Cristina, que fue quien sucedió a su esposo en 2007. Cada otoño, ella ha viajado a Nueva York para denunciar sistemáticamente al régimen Iraní ante la ONU. Y cada vez que el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, hacía su entrada en el recinto, los diplomáticos -siguiendo órdenes de los Kirchner- abandonaban el recinto de la ONU.

Pero luego, a principios de 2013, Kirchner, a quien se conoce por sus modales no muy agradables y su manera de conducir la política de forma bastante despiadada, dio una “vuelta” sorpresiva y extraordinaria al tema. Tras varios meses de negociaciones clandestinas, había logrado acordar con el gobierno Iraní sobre un pliego de condiciones, que según ella, significaría llegar al final del caso AMIA. El acuerdo en cuestión significaba formar una “comisión de la verdad” que le permitiría a los jueces Argentinos viajar a Teherán y posiblemente entrevistar a los sospechosos.

Si bien muchos Argentinos aplaudían lo hecho por la diplomacia de Kirchner, Nisman le decía a sus amigos que ella, Cristina, lo había traicionado al cerrar un acuerdo con los Iraníes. Secretamente comenzó otra investigación sobre Kirchner misma. El 14 de Enero 2015, Nisman dio a conocer los resultados de dicha investigación, acusando a la Presidente de comprometerse en tomar parte en una conspiración criminal para “enterrar” definitivamente la causa AMIA. “La orden de ejecución del acto criminal en cuestión, fue emitida directa y personalmente por la Presidente de la Nación”, decía el escrito presentado por Nisman. En medio de un clamor público, Nisman fue citado para que testifique sobre el tema ante la Cámara de Diputados en el Congreso Nacional Argentino. Le dijo a muchos de sus amigos que temía por su vida, pero que estaba decidido a llevar adelante hasta el fin todo este caso. Muy pocos días antes de la fecha fijada para su declaración en el Congreso, mandó un SMS a un amigo: “El Lunes me presento CON TODA la evidencia”.

La noche anterior a su presentación ante el Congreso, el cuerpo sin vida de Nisman fue hallado en su departamento, semi-recostado contra la puerta del baño y en un enorme charco de sangre. Había un orificio de bala en su cabeza, y en el piso junto a su mano había una pistola calibre .22 y un casquillo de bala. En un cesto de papeles, la policía encontró un bollo de papel de un documento legal, escrito por Nisman que nunca había sido ejecutado, por el cual se solicitaba el arresto de la presidente Kirchner.

Durante las semanas siguientes al hallazgo del cuerpo de Nisman, todos los argentinos daban su opinión acerca de cómo había muerto el Fiscal; el caso se había convertido en el equivalente al asesinato de JFK latino-americano, con diversas teorías conspirativas que incluían espías, gobiernos extranjeros y connivencias políticas. Las paredes de Buenos Aires fueron cubiertas con carteles que mostraban la cara de Nisman y la leyenda “¿QUIÉN LO MATÓ?”

En el transcurso de la investigación, se supo que Nisman había recibido muchas amenazas de muerte, sin embargo sus amistades dicen que no las tomaba muy en serio. Llegado un punto, un escrito Israelí, Gustavo Perednik, se reunió con Nisman en un café de Buenos Aires para discutir qué nombre debía ponerle al libro que estaba escribiendo sobre el caso AMIA. Perednik le dio a Nisman una lista de títulos potenciales. Y Nisman enseguida eligió uno: “El Asesinato de Alberto Nisman”. “Título atrapante”, le dijo Nisman.

En la mañana del 18 de Julio de 1994, un hombre al volante de un Renault utilitario (Trafic), cargado con varios cientos de kilos de nitrato de amoníaco y TNT estacionó el vehículo sobre la acera del edificio de la AMIA y detonó la carga letal. El edificio que era de seis pisos, colapsó, dejando como testigo una escena de cadáveres, cuerpos desmembrados y victimas que pedían auxilio. Los grupos de rescatistas estuvieron semanas enteras buscando entre las ruinas para tratar de hallar restos y sobrevivientes.

Este ataque feroz había tenido otro que lo precedió exactamente dos años antes, cuando un camión-bomba explotó afuera del edificio que albergaba a la Embajada Israelí en Buenos Aires, terminando con la vida de veintinueve personas e hiriendo a doscientas cuarenta y dos. Una rama del Hezbollah se declaró responsable del atentado, y muchos miembros del gobierno Norteamericano siempre creyeron que el régimen Iraní aprobó y colaboró en la realización del ataque. En el caso AMIA, también, los norteamericanos siempre sospecharon que Irán y el Hezbollah, que muchas veces actúan juntos, fueron los principales culpables.

El gobierno Argentino comenzó una investigación, pero al poco tiempo quedó frenada. La Policía recuperó partes de la camioneta Renault -pero permitió que permanezcan -sin más- oxidándose en un depósito. Transcurridos unos tres años de esta investigación, James Bernazzani, agente especial del FBI, fue enviado a Buenos Aires para colaborar en la investigación. Cuando él y su equipo comenzaron a examinar los restos de la camioneta, hallaron trozos de restos humanos y de blue jeans adheridos a un fragmento de metal. Los técnicos de laboratorio del FBI inmediatamente identificaron a un hombre que ellos creyeron era el conductor de la camioneta: IBRAHIM HUSSEIN BERRO, un operador de Hezbollah proveniente del Líbano. Los analistas del FBI determinaron que la familia de Berro había sido convenientemente “halagada” por Hassan Nasrallah, el líder de Hezbollah, poco tiempo después del atentado. Bernazzani nos dijo que: “Este caso que nosotros habíamos investigado, en el sistema judicial de los EEUU, hubiese llegado a buen fin”.

Pero los fiscales de Argentina prefirieron enfocar su investigación en lo que ellos llamaron “la conexión local”: veintidós Argentinos, que incluían un número de miembros de la policía federal local que habían colaborado en el ataque. En el centro del caso había un miembro de una banda local dedicado a la venta de autos robados, de nombre Carlos Alberto Telleldín, a quien acusaban de haberle vendido la camioneta Renault a los atacantes.

Al principio, Telleldín insistía en que le había vendido la camioneta a un hombre con acento Centroamericano, pero pronto cambió su historia para implicar a oficiales de la policía de la Pcia. de Buenos Aires. Y al poco tiempo apareció un video que explicaba el por qué cambió su declaración. El video en cuestión, que fue mostrado en la televisión nacional, ofrecía la prueba de que el juez de la causa, Juan GALEANO, le pagaba a Telleldín cuatrocientos mil dólares americanos y lo instruía a Telleldín para que acuse a la policía. Según los fiscales, el entonces presidente de la Nación, Carlos MENEM, había autorizado el pago de este soborno, posiblemente para tener un motivo para comprometer al entonces gobernador de la Pcia. de Buenos Aires que era un oponente político. Según declaraciones de Pablo Jacoby, abogado del grupo AMIA, que representa a los sobrevivientes y familiares de las víctimas, me dijo: “En la Argentina, las grandes causas judiciales no los involucran a ellos mismos, sino que son usadas por los políticos para zanjar sus diferencias”.

A medida que el caso fue recorriendo el sistema laberíntico judicial de la Argentina, se fueron multiplicando los absurdos más increíbles. Un bombero fue capaz de reconocer ante el juez que él había mentido acerca de que había encontrado un trozo de la camioneta, que en realidad había sido descubierto por uno de los investigadores de Israel. Hubo, también, un abogado que se desempeñaba en el caso que dijo que lo habían torturado por agentes de Inteligencia de Argentina y que lo había interrogado acerca de unas grabaciones de iraníes comprometido en el plan. Claudio Grossman, que había sido enviado por el Comité Interamericano de los Derechos Humanos para presenciar el juicio, me dijo: “Todos los aspectos de este caso eran un desastre. (actualmente, Grossman es el Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Americana). “Argentina es un país moderno, pero nadie confía en su sistema legal, y tampoco tiene fe que en que el sistema llegue a resolver los problemas de este tipo”.

Y en 2003, la fiscalía finalmente claudicó, cuando un fallo judicial dictaminó que todos, los 22 inculpados fueron declarados INOCENTES. El Juez Galeano, Menem, y el jefe de la principal agencia de inteligencia, SIDE, fueron acusados. Para cuando finalizó el juicio, se habían acumulado 117.600 carillas de escritos con evidencias, las declaraciones de 1284 testigos, que insumieron nueve años de trabajo, todo lo cual lo convirtió en la causa más larga de la historia de Argentina. Néstor Kirchner, el presidente electo en ése año, declaró que la manera en que el gobierno manejó esta causa constituyó un verdadera “desgracia nacional”.

Un año después, Kirchner nombró a Nisman como Fiscal para que intente salvar lo que pudiese de esta causa desastrosa e iniciase un nuevo juicio. Nisman fue una elección sorpresiva: él había formado parte del juicio inicial del caso AMIA, que había continuado a pesar de que existieron evidencias incontrovertibles de que el caso había sido corrompido. Según nos dijo Alejandro Rúa, que formó parte de la acusación: “Yo dejé de respetarlo. Porque él sabía que esta causa estaba sucia, sin embargo siguió adelante”. Sin embargo los amigos de Nisman veían las cosas de manera diferente: como un joven abogado, no tenía opción sino la de seguir para adelante con la causa.

Siendo un joven Fiscal en la ciudad provincial de Olivos, Nisman ya era un ambicioso e ingenioso fiscal que no tenía nada de vergüenza en mostrarse como tal. Cuando se presentaba ante un Juez, hablaba tan rápido que muchas veces los jueces tenían problema en entenderle. Había comenzado a trabajar en el sistema judicial a los 17 años, en calidad de oficinista sin sueldo, y les decía a sus amigos que algún día él sería Fiscal General. Una amiga de aquellos días, Fabiana León, nos dijo: “Alberto nunca quería perder, así que se peleaba mucho con los jueces, y siempre objetaba e interponía apelaciones”.

Dos años después de hacerse cargo de la causa AMIA, Nisman produjo una acusación. En una presentación de 801 fojas, acusó a siete oficiales del gobierno Iraní, incluyendo al presidente, Ali Akbar Rafsanjani, y también acusó al Comandante Militar del Hezbollah, Imad Mugniyah. En la acusación escrita por Nisman se lee: “La decisión de ejecutar el atentado no fue tomada por parte de un pequeño desprendimiento de un grupo extremista de oficiales islamistas, sino que fue discutido largamente y en definitiva, decidido por consenso por las más altas autoridades del gobierno Iraní”. Para redondear sobre el testimonio brindado por desertores Iraníes, Nisman escribió que la decisión se tomó el 14 de Agosto de 1993 en el transcurso de una reunión del Comité de Operaciones Especiales, del cual formó parte su líder Supremo, ALI KHAMENEI.

A partir de la década de 1980, decía Nisman en su escrito, Irán había establecido una “vasta red de espionaje” dentro de la Argentina, que reunía información, elegía blancos, y reclutaba mano de obra local. El coordinador del operativo AMIA dentro del país era un Iraní llamado Mohsen Rabbani, que durante muchos años fue un líder de una mezquita de la ciudad de Buenos Aires llamada Al Tawhid. Fue Rabbani, según Nisman, quien financió el ataque, supervisó la compra de la camioneta Renault, y dirigió el armado de la bomba.

Nisman logró rastrear los movimientos y las conversaciones telefónicas entre Rabbani y otros, desarrolladas en los días y horas previas al ataque, y así quedaba demostrado que la mayoría de los involucrados estaban en contacto entre sí y con la Embajada Iraní en Buenos Aires. Casi todos ellos abandonaron suelo Argentino antes del bombardeo, como así también los embajadores de Irán en la Argentina y otros países vecinos. Pero Rabbani permaneció. Había sido nombrado Agregado Cultural de la Embajada Iraní, lo cual le otorgaba inmunidad diplomática. Resulta notable, pero Rabbani permaneció en la Argentina por tres años más, siempre sosteniendo su inocencia, y jamás se intentó detenerlo. En una declaración efectuada después del ataque, Khamenei destacaba el ataque diciendo: “Al reunir grupos de Judíos con antecedentes de asesinato, robo, perversión y vandalismo en todo el mundo, el régimen sionista ha creado una entidad bajo el nombre de nación Israelí que sólo acepta la lógica del terror y el crimen”.

Pese a todos los datos que acumuló Nisman, el motivo que impulso a Irán para llevar a cabo este ataque jamás fue posible puntualizarlo. Los oficiales del gobierno Israelí creen que el motivo de este ataque fue que Israel lanzó un ataque contra un campo de entrenamiento de Hezbollah en el Líbano un mes antes. Pero según Matthew Levitt, ex miembro del Tesoro y autor de un libro sobre Hezbollah, el operativo AMIA se comenzó a programar meses antes de que se produjera el ataque en el Líbano.

Gran parte de los testimonios que guiaron a Nisman hacia el régimen Iraní fueron provistos por un hombre que en la documentación judicial fue conocido por “el Testigo “C” -Abolghasem Mesbahi, un agente de inteligencia iraní que desertó y se entregó en Alemania en 1996. Pero también Mesbahi no supo justificar claramente los motivos de Irán que llevaron a cometer el ataque. Le dijo a los investigadores que, teniendo en cuenta la población Judía que había en la Argentina, la convertía en la séptima más grande del mundo y además resultaba muy fácil para atacar y matar muchos judíos. Pero además ofreció una clara explicación al enojoso proceso legal que siguió, diciendo: El Presidente Menem era un “activo Iraní fijo pago” desde hacia muchos años.

Desde muchos años antes del ataque, los países de Medio Oriente habían estado tratando de ampliar su influencia en la Argentina. El presidente que precedió a Menem -Raúl Alfonsín- ya había cultivado sus relaciones con Egipto e Irak, para lo cual había colaborado con un misil balístico de alcance medio, programa conocido con el nombre técnico de “Cóndor”. Asimismo, el gobierno de Alfonsín también había acordado proveer de material y asistencia técnica para el programa nuclear de Irán, que ya estaba comenzando a crear preocupación en Occidente.

Según las declaraciones de Mesbahi, Menem comenzó a recibir grandes cantidades de dinero de parte de agentes Iraníes a mediados de la década de 1980 cuando él era Gobernador de la Pcia. de La Rioja. Vale recalcar que Menem es de ascendencia Siria, y los pagos se hacían generalmente a empresas en las cuales él tenía conexión y dichos pagos llevaban implícito el de comprar influencia en la comunidad árabe del país. Según otro miembro calificado de la administración Menem, éste también recibió millones de dólares de parte de otros gobiernos, incluyendo los de Muammar Qaddafi en Libia, y el de Hafez Assad de Siria, que fueron aplicados al pago de sus campañas electorales.

Pero de acuerdo con Domingo Cavallo, Ministro de RREE de Menem, después de ser electo presidente en 1989, repentinamente frenó el negocio de armas con Libia y Siria y además anuló el acuerdo nuclear con Irán. Cavallo nos explicó así: “Los norteamericanos nos dijeron que si nosotros pretendíamos mantener buenas relaciones con los EEUU, debíamos cancelar el acuerdo con los Iraníes. Y así lo hicimos”.

Para Nisman, el haber cancelado el acuerdo nuclear con Irán fue lo que motivó el ataque sobre el centro comunitario de la AMIA. Además, Nisman señaló que por entonces Irán estaba presionando a la Argentina para que reiniciase el acuerdo. Aunque Nisman no pudo reunir mayores evidencias como para certificar esta teoría.

Mesbahi pretendió sugerirnos que las relaciones clandestinas de Menem con Irán prosiguieron hasta después del ataque a la AMIA. Cuando fue interrogado, declaró que Menem había aceptado “blanquear” la intervención de Irán a cambio de recibir diez millones de dólares, que serían telegrafiados a su cuenta numerada en el Banco de Luxemburgo en Ginebra. Esta suma fue pagada desde una cuenta Suiza, controlada por Rafsanjani, presidente de Irán. El agente del FBI, Bernazzani sostuvo que un ex desertor que había sido alguna vez creíble, era quien estaba haciendo circular “información podrida” sobre este tema. Describiendo a dicho ex desertor como “un tipo que solo tiene materia fecal en su cerebro”. Pero, igualmente mucho oficiales miembros de EEUU creen que Irán estuvo implicado en el ataque terrorista de la AMIA. Insistieron en que Hezbollah jamás se lanzaría a un operativo semejante sin la aprobación de Irán. “Creen que los iraníes involucrados existieron porque el ataque se efectuó a través de una unidad creada por ellos”, y según Robert Baer, que fue un oficial de inteligencia de los EEUU había logrado rastrear los enlaces entre Hezbollah e Irán. “Mugniyah jamás hacía nada sin tener la luz verde del Jefe Supremo”.

En el año 2007, la Asamblea general de Interpol aprobó la acusación de Nisman y emitió las “notificaciones rojas” a nombre de cinco funcionarios de Irán, solicitando a todos los países miembro a que los arresten donde sean hallados. Pero Interpol declinó emitir ordenes de arresto para el Presidente de Irán, el Ministro de Rel. Exteriores y su Embajador -no porque no lo merecieren, sino porque la agencia no tiene la potestad para perseguir y arrestar a líderes nacionales.

Durante los años que Nisman estuvo al frente de la investigación AMIA, se hizo muy famoso. Tras separarse de su esposa, se convirtió en un asiduo cliente de la vida nocturna de Buenos Aires y con frecuencia aparecía en las revistas de chimentos acompañado por distintas señoritas de buena presencia. Era muy afecto a cuidar su imagen y vestimenta y alardeaba de ser un fiscal solitario, que perseguía a terroristas de Medio Oriente. Contaba con un numeroso equipo de trabajo y un gran presupuesto para gastos. Se enorgullecía de cultivar relaciones con analistas de la inteligencia Norteamericana, expertos conservadores, y el equipo del Senador Marco Rubio, que era un asiduo seguidor de su trabajo en la causa AMIA. Había alquilado un lujoso apartamento amoblado en el distrito de Puerto Madero y además le gustaba practicar windsurf. Claudio Rabinovich, compañero de trabajo y amigo desde a época de estudiante secundario, recordó que Nisman solía decirle: “Claudio, ya tenemos 50 y nos llegó la hora de disfrutar de la vida!”

Sin embargo, Nisman siempre se mantuvo intensamente comprometido con su trabajo y sus hijas, Iara y Kala, con quienes se comunicaba telefónicamente varias veces al día. A partir de 2004, después del fallecimiento de su padre, comenzó a quedarse en casa para Yom Kippur. Era un descanso raro, fuera de lo común. Según varios amigos, la causa AMIA se había convertido en una fijación para él: año tras año, aun cuando no lograba hacer gran progreso, Nisman seguía intentando hallar la forma de imputar a Irán. En palabras de Diego Lagomarsino, que era un técnico en computación que trabajaba con Nisman, me dijo: Muchas veces me llamaba por teléfono a las dos de la madrugada para decirme que me esperaba en la oficina temprano a la madrugada. Nada de lo que hiciera Alberto me sorprendía”.

Daba la impresión de que Nisman llevaba toda la causa y todos los complejos detalles de la misma en su cabeza. Al decir de Rabinovich, “no se podría creer cómo recordaba cada pequeño detalle, las fechas y los hechos con precisión”. Tanto en su casa como en su oficina, no existía absolutamente nada fuera de lugar. Todo papel, documento, escrito estaban en su lugar, prolijamente colocados; no se notaba ni una sola partícula de tierra en lugar alguno. En un país tan famoso por su carne y sus vinos, Nisman se alimentaba con galletas de arroz y bebía muy poco alcohol. Solía almorzar varias veces por semana en “Itamae”, un restaurante de sushi a la vuelta de su apartamento -no variaba el menú, y además usaba palitos para comer.

A medida que Nisman fue armando “su” causa, fue cultivando una amistad con Jaime Stiuso, un muy importante oficial de la SIDE. Stiuso, por entonces un hombre de casi sesenta años, era una figura sombría. Había ingresado a la agencia en la década de 1970, cuando la SIDE estaba muy involucrada en la represión y tortura. Y desde entonces él jamás se había mostrado en público. Pero según Juan Martín MENA, alto oficial en la inteligencia Argentina, “Stiuso era el hombre fuerte de la agencia”.

Nisman también recibió colaboración de los EEUU. Según cables diplomáticos obtenidos por WikiLeaks, varios miembros de la oficialidad norteamericana lo guiaban y lo ayudaron a preparar los borradores legales, como así también le facilitaron tareas de “lobby” con gobiernos extranjeros para que lo apoyasen. Entre 2006 y 2010, Nisman mantuvo más de diez reuniones con miembros de la plana mayor de la Embajada de los EEUU, y por lo menos una reunión con uno de los principales oficiales superiores del FBI. En una ocasión, Nisman se disculpó ante la Embajada por no haberles dicho con anticipación que estaba recomendando el arresto de Menem. No resulta del todo claro hasta donde recibió Nisman la ayuda de los oficiales de la inteligencia Americana, pero sus visitas a la Embajada alimentaron las especulaciones por parte de la prensa argentina en el sentido de que Nisman era un títere, que diligentemente cumplía con las órdenes que le daban los Americanos e Israelíes.

Pese a las muchas amenazas de muerte que recibía -en llamadas telefónicas, cartas, e-mails, muchas dirigidas contra sus hijas- Nisman estaba convencido que sus conexiones con la SIDE lo mantendrían a salvo. El gobierno Argentina le asignaba un equipo de custodia las 24 horas del día. Muchas veces Nisman enviaba a algún miembro de su custodia para que le hiciera algún trámite, cosa que lo dejaba desprotegido.

Durante años, Nisman no tuvo otro apoyo que no fuera Cristina Kirchner. Cada año, en el mes de septiembre, cuando Cristina viajaba a Nueva York para asistir a la inauguración de la Asamblea General de la ONU, llevaba de acompañantes a un grupo de sobrevivientes de la AMIA. En 2011, al dirigirse a la Asamblea dijo: “Vengo a demandar que, en base a los requerimientos de la Justicia Argentina, la República Islámica de Irán se someta a la autoridad legal y en particular permita que aquellos que han sido acusados de algún nivel de participación en el ataque a la AMIA sea sometido a juicio”.

Durante largo tiempo, Kirchner y su esposo se presentaron como los censores morales del país, encabezando un esfuerzo sin precedentes para confrontar a la Argentina con su historia política de violencia.

Desde 1976 hasta 1983, período denominado la “Guerra Sucia”, los dictadores militares llevaron a cabo una brutal campaña contra los sospechados guerrilleros y sus simpatizantes. La purga arrasó con estudiantes, profesores, editores de diarios, curas y monjas. Los sospechosos fueron secuestrados, interrogados, y torturados, y muchos fueron victimas de vuelos sobre el Río de la Plata, donde eran arrojados para que se ahoguen. De este modo, fueron “desaparecidos” unos treinta mil.

El régimen militar cayó en 1983, como consecuencia de la humillante derrota de la Argentina en la Guerra de las Falkland, pero durante décadas los líderes civiles del país se abstuvieron de investigar los crímenes del pasado. Cada semana, las madres de gente desaparecida se reunían frente al Palacio Presidencial, en silenciosa señal de protesta. Después que Néstor Kirchner fue electo presidente en 2003, se presentó en la Escuela Naval Militar y exigió que se retiren de las paredes todas las fotos enmarcadas de los líderes militares. En otra ocasión, durante una asamblea de altos oficiales, les anunció: “Quiero que les quede bien claro, como Presidente de esta Nación, yo no les tengo miedo” .

Algunos de los generales allí presentes se retiraron. En el 2005, Kirchner soportó que en el Congreso no le aprobaran dos leyes de amnistía, por lo cual le dio ordenes a los fiscales que inicien una investigación.

Néstor y Cristina fueron jóvenes, pintorescos e ingeniosos; novios desde la universidad, que podría compararse con la pareja de Bill y Hillary Clinton. En 2007, Néstor anunció que le dejaría su lugar en la siguiente elección a Cristina, que por entonces era Senadora, para que ella sea Presidente. Después de jurar como Presidente, Cristina comenzó a hacer cumplir las convicciones de su predecesor, y cientos de oficiales de las FFAA comenzaron a ser juzgados por asesinatos y torturas. Según dichos de un ex miembro de la Corte Suprema de Justicia, el Juez Raúl Zaffaroni: “Lo que comenzó Néstor, lo continuó Cristina”.

Kirchner ha demostrado ser una líder dramática y polarizante. Durante una reunión en 2012 dijo: “Témanle a Dios y un poco a mí”.

Se supo que una vez, cuando Néstor era Presidente, tuvo una fuerte discusión durante una cena en la residencia oficial de Olivos, por lo cual el ministro que estaba cenando con ellos se levantó abruptamente de la mesa y se retiró. Pero cuando Néstor lo corrió -utilizando para ello un carrito de golf eléctrico- lo convenció para que vuelva a la mesa, y sin embargo fue Cristina la que le ordenó al ministro que se retire, diciéndole: “Quien se retira una vez de mi mesa, jamás se volverá a sentar de nuevo con nosotros.”

Según surge de varios cables confidenciales publicados por WikiLeaks, ciertos diplomáticos Americanos han hecho notar que la presidente Kirchner demuestra siempre un carácter “Agresivo” y es obsesiva con su apariencia personal. Se sabe que gasta “miles de dólares anualmente en todo lo que esté de última moda y hacerse aplicar inyecciones de siliconas en su rostro, colocar extensiones de cabello para aparentar ser más joven”. Los medios la han bautizado con el apodo de “Reina del Bótox”, y varias veces les ha seguido la corriente, diciéndole a la gente de los medios: “Yo nací maquillada”.

Es más, en 2012 mostró la cicatriz que le quedó como resultado de una intervención quirúrgica a los medios de prensa presentes y les explicó: “Ya conocen Uds. lo que significa para mí la estética, pero la política… es más importante que la estética”… Jugando con el significado en español de la cirugía plástica.

Néstor asumió su período presidencial en medio de un colapso económico, con casi la mitad de los Argentinos viviendo en la pobreza. Pero eligió una estrategia nada ortodoxa, mediante la cual se hacía hincapié en el crecimiento, aunque el precio fuera la inflación, una devaluación de la moneda, y arriesgar volver a provocar otro nuevo colapso. Cuando asumió Cristina, también continuó con los esfuerzos de su esposo, nacionalizo la principal línea aérea del país, la compañía de gas y petróleo, se apropio de los billones de dólares que tenían los fondos de pensión privados. Gastó exorbitantes cifras para de algún modo paliar los problemas de los pobres, comenzó a hacer efectivo el programa de asistencia universal para los hijos, y otorgó aumentos -por ley- para los jubilados y además jubilo a miles de personas que nunca habían hecho aportes a la caja de pensiones. Pero no dejó de continuar con el agresivo plan que inició su esposo respecto al repago de la deuda de Argentina, que sumaba cerca de 100 billones de dólares. Después de laboriosas negociaciones, una gran cantidad de tenedores de bonos aceptaron recibir unos treinta y tres centavos por dólar.

Muchos economistas previeron que este programa podría significar problemas económicos graves a futuro, que forzarían a la Argentina a entrar en negociaciones con China para acrecentar sus reservas de moneda extranjera. En la opinión de Arturo Porzecanski, profesor de Economía en la Universita Americana, me dijo: “La estrategia elegida por Kirchner ha sido una que implica una serie de acuerdos a muy corto plazo, lo cual no resulta para nada sostenible en el tiempo. El modelo está llegando a su fin.” Un cierto numero de tenedores de bonos, en su mayoría pertenecientes a los llamados “fondos buitres”, continúan insistiendo en que ellos deberían recibir el pago total de sus tenencias. Kirchner se niega sistemáticamente ha aceptarles este reclamo, y cuando hace mención de ellos los trata de “fondos buitres”, haciendo que esta discusión haya tocado momentos realmente extraordinarios.

En 2012, una embarcación de la Marina Argentina fue capturada en el puerto de Ghana accediendo a una solicitud de un acreedor; la nave tuvo que permanece y solamente fue liberada tras una orden de la corte. Al año siguiente la señora Kirchner se vio compelida a alquilar un jet privado para realizar un vuelo oficial a Asia de una semana de duración -a un costo de U$S 880.000- por temor a que algún acreedor le embargase el avión presidencial.

Con el transcurrir de los últimos años, Kirchner se ve cada vez más comparada con Hugo Chávez, el autoritario Presidente de Venezuela desde 1999 hasta su muerte en 2013. Y por cierto que ambos Kirchner fueron convirtiéndose cada vez más en Chávez-dependientes, particularmente después de que Venezuela le compró bonos de la deuda Argentina por valor de siete billones de dólares cuando el país estaba recién comenzando a emerger de su crisis económica. Muy posiblemente el dinero venezolano haya sido un instrumento para la elección que convirtió a Cristina Kirchner en presidente. En 2007, oficiales de la Aduana Argentina detectaron con un scanner que en una maleta llegada en un jet alquilado desde Caracas, había U$S 800.000 en efectivo prolijamente acomodados en dicha maleta. Su propietario, Guido Antonini Wilson, declaró ante las autoridades del FBI que dicho efectivo era parte del “esfuerzo” dirigido por Chávez para financiar la campaña de Kirchner.

Cristina Kirchner visitó a Chávez en Caracas, donde le expresó vivamente su apoyo a Chávez por su política exterior, ya que alentaba el acercamiento a estados autoritarios del tipo de China, Rusia y Cuba. No pocas veces, Cristina Kirchner ha culpado a los EEUU por los problemas que enfrenta su país, Argentina, y describe a los EEUU como el “poder hegemónico mundial”. Es así que el año pasado (2014) cuando una corte norteamericana emitió un fallo judicial desfavorable para la Argentina mediante el cual condenaba al país a abonar su deuda externa, cualquiera habría pensado que la condenada aludía a su propio asesinato. Llegó al colmo de expresar: “Si me llega a pasar algo a mí, miren hacia el norte…”

A medida que pasa el tiempo, Cristina Kirchner se va haciendo cada vez más dictatorial (y de acuerdo con las investigaciones que buscan “trapos sucios”), cada vez más corrupta. El imperio mediático del Grupo CLARIN, su mayor enemigo según ella, viene publicando una serie de historias de muy fuertes acusaciones (prácticamente libres de todo error) sobre cómo acuerdan con empresarios, como también cómo han aumentado de modo espectacular sus fortunas personales desde que ocupan cargos en el gobierno. Tras una serie de confrontaciones con los hombres de prensa, Kirchner comenzó a restarle a los medios la publicidad estatal. En 2009, introdujo una ley de “reforma” de todo el sistema de medios que a todas luces era claramente diseñada para desmantelar al grupo Clarín. Según nos dijo Martín Etchevers, director de comunicaciones de Clarín, “ella está haciendo todo lo posible para destruirnos”. Durante la presidencia de Néstor Kirchner, un fiscal de nombre Manuel GARRIDO fue designado para investigar la corrupción en el gobierno Argentino. Cuando Cristina Kirchner le restó poderes, este fiscal presentó su renuncia en señal de protesta. Tiempo después, le dijo al Wall Street Journal que los escándalos alrededor de Kirchner “son el reflejo en el espejo que muestra cómo funciona el capitalismo de amigos, que son ahora oligarcas que nacieron durante la última década a través de sus lazos con representantes del gobierno”.

Un tema en particular que Cristina Kirchner tenía pendiente era el del atentado contra la AMIA. Pero después de la muerte de Néstor en 2010, fue reelecta al año siguiente de modo categórico, y su actitud al respecto cambió totalmente. Fue así que, cuando viajó a las Naciones Unidas ése año, contestó favorablemente a una oferta Iraní para “investigar” el ataque a la AMIA. Y notablemente, cuando Ahmadinejad se puso de pie para comenzar su discurso, los delegados de Argentina permanecieron todos sentados. Y fue así que, por primera vez en varios años los sobrevivientes del atentado no viajaron para acompañar a la presidente. Se quedaron todos en sus casas.

El 27 de Enero de 2013, Cristina Kirchner anunció que se había arribado a un acuerdo con Irán para conformar una comisión de la verdad. Dicho acuerdo no mencionaba que se efectuaría un juicio de los sospechosos iraníes, y que nada de los hechos comprobados serían tenidos en cuenta ni obligarían a nada a los iraníes. Pero a pesar de esto, Cristina Kirchner no vaciló en calificar este acuerdo como “histórico”, y que ayudaría finalmente a resolver el caso en cuestión. En su cuenta de Twitter escribió: “Ya nunca más dejaremos que la tragedia de AMIA sea utilizada cual pieza de ajedrez en el juego de los intereses geopolíticos extranjeros”.

El acuerdo con Irán fue negociado por Héctor Timerman, Ministro de Relaciones Exteriores de Cristina Kirchner. Timerman resulta ser una figura paradójica de la vida pública de Argentina: es un Judío que se describe a sí mismo como un “no-sionista” y además un fuerte crítico de los EEUU donde vivió durante toda una década en Nueva York. Como muchos de los actuales políticos de la Argentina, Timerman se moldeó por su experiencia durante la llamada “Guerra Sucia”. Es hijo de Jacobo Timerman, prominente editor periodístico que fuera detenido en 1977 y sometido a torturas en una prisión secreta; su relato lo hizo en un libro que tituló “Prisionero Sin Nombre, Celda Sin Número” que resultó ser un “best-seller” internacional. Con su padre encarcelado, Héctor Timerman huyó a Nueva York, donde vivió en el West Village y colaboró en la fundación de la organización pro-derechos humanos “Americans Watch”. En 1989, regresó a la Argentina para trabajar como periodista. En 2004, volvió a Nueva York como parte de la delegación Argentina a las Naciones Unidas, y en 2007 fue a Washington en calidad de Embajador argentino.

Timerman me dijo que él negoció con su contraparte iraní, Ali Akbar Salehi, tuvo lugar durante una serie de reuniones secretas; a lo largo de más de tres meses; que comenzaron en septiembre 2012, se reunieron en Zurich y Addis Ababa. Me dijo que debieron afrontar problemas legales insolubles. Como por ejemplo, que la Constitución iraní prohíbe la extradición de sospechosos de crímenes, y que la Constitución Argentina no permite juzgar a extranjeros -como son las iraníes- en ausencia. Ante la perspectiva de no contar ya con más canales legales comunes por los cuales llegar a un acuerdo, Timerman buscaba hallar alguna forma de poder responsabilizar a los autores materiales del hecho. La comisión de la verdad podría, por lo menos, permitir que los jueces Argentinos viajasen a Teherán y posiblemente entrevistar a los sospechosos. Según me dijo Timerman: “Nosotros les íbamos a decir: Estos son los cargos que Uds. enfrentan. Para luego agregar y decirme: “No se podrá tal vez llegar hasta el final de juicio, pero al menos se lo podrá iniciar”.

El memorando de acuerdo produjo una repulsa nacional. Algunos Judíos argentinos acusaron a Kirchner de rendirse ante los Iraníes; muchos de ellos objetaron el término “comisión de la verdad”, pues sugería que los autores del ataque eran desconocidos. (Timerman mismo reconoció que ponerle ese nombre fue “terrible”.) La explicación que ofreció Timerman dio lugar a que surgiesen dudas, en especial porque puso como excusa que el había estado negociando con los Iraníes durante pocos meses. Nisman declaró que el acuerdo en cuestión representaba una intrusión “inconstitucional” de la Presidente en el poder judicial, y durante una entrevista televisiva, insistió en que los sospechosos Iraníes tenían que ser traídos a la Argentina para ser enjuiciados, y dijo: “Este tipo de crímenes solamente pueden ser juzgados en el país donde se cometieron”. En privado, Nisman le comentaba a sus amistades que él tenía sospechas de que había mucho más ‘detrás’ de este acuerdo con Irán de lo que la presidente Kirchner informaba. Fabiana León cuando recordó esos días por los que pasó Nisman dijo: “Alberto estaba como incendiado”.

Muy poco tiempo después, Nisman comenzó a investigar a Kirchner y Timerman, contando para ello con la ayuda de Stiuso, el oficial a cargo de la inteligencia. Mantuvo sus actividades en secreto absoluto, incluso de muchas las personas que formaban parte de su equipo de trabajo en la Fiscalía. Hubo una sola persona en la cual él confió y esa fue Perednik, el escritor Israelí. Según Perednik, “El no me dio todos los datos. Pero estaba sumamente ansioso. Me dijo que para cuando todo esto estuviese terminado tanto Kirchner como Timerman irían a la cárcel”.

Para el 12 de Enero 2015, estando Nisman de vacaciones en Europa con su hija Kala, envió un mensaje de texto a sus amistades, diciendo que acortaba su viaje y volaba rumbo a Buenos Aires. El texto decía: “Me he estado preparando para esto desde hace mucho tiempo pero nunca imaginé que ocurriría tan pronto. Estoy poniendo en riesgo mucho con esto. Yo diría que todo.” Su regreso fue tan abrupto que dejó a su hija adolescente en el aeropuerto de Madrid para que esperase que la madre la pase a buscar.

Nisman no dijo cual era su plan. “Puede que algunos sepan de qué estoy hablando, otros quizá lo imaginen” -pero las implicaciones deben haber sido claras. Un mes antes, Kirchner había despedido perentoriamente a tres de los principales oficiales de inteligencia, incluyendo al aliado de Nisman: Stiuso. En la Argentina los Presidentes no pueden ser llevados a juicio por ninguna causa mientras estén cumpliendo su mandato, pero el mandato de Kirchner estaba en su último año y vencería en Diciembre 2015. La gente especulaba que Kirchner los echó para protegerse contra alguna investigación. Fernando Oz, un periodista con quien Nisman solía hablar seguido, dijo: “Nisman pensaba que sería el próximo y que si esperaba más tiempo se quedaría también él sin trabajo y no podría acusarla a ella”. Su equipo de trabajo sería desmembrado y, así, él ya no tendría nada para mostrar de toda una década muy bien paga y un trabajo muy publicitado.

A través de mensajes a sus amigos, Nisman decía: “No me será fácil. Pero mejor que sea más temprano que tarde.” Y antes de firmarlo, dijo: “Por si Uds. tienen alguna duda: no estoy loco ni nada que se parezca. A pesar de todo, estoy mejor que nunca -jajajajajaja”. En la mañana del 14 de Enero de 2015, apenas horas después de haber aterrizado de regreso al país, Nisman personalmente llevó un informe escrito en doscientas ochenta y nueve carillas y lo presentó en el despacho de un Juez Federal y además hizo entrega de un resumen de dicho informe, contenido en sesenta carillas, a disposición de los medios periodísticos. En el mismo acusaba a Kirchner y Timerman de ser “los autores y cómplices del delito de encubrir y obstruir la justicia con respecto a los Iraníes acusados por el ataque terrorista a la AMIA”.

Esta presentación no era el inicio, en sí, de un juicio, pero sí era un llamado para que se profundice la investigación. Entre otras cosas, Nisman quería interrogar a la Presidente.

El tema central contenido en el informe es que, además de ese acuerdo público para formar la “comisión de la verdad” existía un acuerdo secreto por el cual el gobierno de Argentina gestionaría sacar los nombres Iraníes de la lista de personas buscada por Interpol. A cambio de esto, Argentina se beneficiaría con acuerdos comerciales muy lucrativos para venderle productos agrícolas y comprar petróleo Iraní, o también intercambiarlos. Al decir de Nisman, para que este acuerdo resulte aceptable de parte del público Kirchner y Timerman tenían planeado hacer “público una nueva teoría” acerca de quienes habían cometido el ataque a la AMIA.

El escenario se alineaba estrechamente con aquel que cuatro años antes fue hecho público por el periodista argentino Pepe Eliaschev, quien escribió que Timerman le había pasado un mensaje a Irán diciendo que la Argentina estaba preparada para “olvidar” el ataque a la AMIA, como así también el de 1992 cuando fue atacada la Embajada de Israel en Buenos Aires. Eliaschev aseguró que poseía una copia de un memorando que el Ministro de Relaciones Exteriores Iraní le había hecho llegar al Presidente Ahmadinejad, en el que le decía: “Argentina ya no está interesada en resolver estos dos ataques, pero en cambio preferiría mejorar sus relaciones económicas con Irán”.

El gobierno Iraní estaba creciendo fuertemente en la región. Según anteriores miembros del gobierno de Venezuela, Hugo Chávez se había encargado de presentar a Ahmadinejad a los líderes de toda América Latina. Para ello y entre otras cosas, Irán y Venezuela ya habían formalizado la creación de vuelos semanales entre Caracas y Teherán, y ambos gobiernos crearon un fondo con sede en ambos países, constituido por dos billones de dólares para cubrir inversiones en ambos países. Según declaran ciertos oficiales del gobierno norteamericano, Chávez también le otorgó facilidades para que la Guardia Revolucionaria de Irán y miembros del Hezbollah contasen con “libertad de operar en materia de depósitos y cambio” sin control del gobierno venezolano. Según lo averiguado por un ex oficial norteamericano que trabajó en investigaciones sobre narco-terrorismo, ya en 2007 Chávez aceptó permitirle a Irán y Hezbollah para que usen a Venezuela como base para establecer una red de narcotráfico

y lavado de dinero. Ese oficial norteamericano me dijo que la red en cuestión llegaba a comercial anualmente tanto como un billón de dólares, para lo cual usaban con frecuencia, los vuelos Caracas-Teherán como medio de transporte.

A medida que Cristina solidificaba su relación con Chávez, Argentina se fue acercando más a Irán. Durante su primer mandato (2007-2011), el intercambio comercial entre ambos países se duplicó, y los Iraníes estaban comprando enormes cantidades de granos argentinos.

A principios de 2012 cuando el FMI amenazó con sancionar a la Argentina por mentir acerca de la tasa de inflación, Héctor Timerman viajó a Washington para discutir sobre tema con la Administración de Obama. Según miembros del gobierno Americano que presenciaron las reuniones, Timerman le solicitó a la Casa Blanca que presionase al FMI para que desista de estas advertencias. Cuando la Casa Blanca rehusó hacer esto, según el representante del gobierno que estuvo presente, Timerman le mencionó los esfuerzos internacionales para que Irán no fabrique armas nucleares y además, agregó que el gobierno de Argentina estaba considerando tomar partido por Irán. (Timerman niega terminantemente haber dicha nada de esto). Pero según Dan Restrepo, un consultor sobre seguridad nacional de aquella época, me dijo:”Puedo asegurar que cuando Héctor habló de esto, se podía escuchar el ruido de un pequeño alfiler al caer sobre el piso de la habitación donde estábamos”.

Desde el punto de vista de Nisman, Kirchner y Timerman estaban tan ansiosos por fortalecer los vínculos con Irán que estaban dispuestos a sacrificar la soberanía nacional, si fuese necesario. Es así que Nisman escribió: “Que no haya duda alguna. El plan criminal consistía en eliminar todos los cargos que las cortes Argentina habían producido contra los oficiales del gobierno Iraní y que los mejores medios para proveerles la inmunidad y presentar el tema del la mejor y más prolija manera ante una nación decepcionada, sería la de firmar el acuerdo antes mencionado.”

Nisman acusaba a Kirchner de llevar adelante un plan utilizando personal extra-oficial, civiles que tenía trato muy cercano con ambos gobiernos. El corazón de la acusación está en una serie de transcripciones de conversaciones telefónicas, muchas de las cuales involucran a dos activistas argentinos, Luis D’Elía y Fernando Esteche. Ambos fervientes kirchneristas, que han viajado reiteradas veces a Irán, y además han liderado marchas pro-Irán, durante las cuales insistían vehemente que Irán no era responsable por el ataque a la AMIA. Según los dichos de un diplomático Occidental en Buenos Aires, D’Elía -que fue Secretario de Vivienda durante el mandato de Néstor Kirchner- recibe fondos del gobierno de Irán.

En el resumen de Nisman, los dos hombres -junto con Andrés Larroque, que ocupa una banca en el Congreso- trabajaron como emisarios de Kirchner. La mayor parte de las escuchas telefónica son de conversaciones de éstos con un tal Yussuf Khalil, un Libanés-argentino con buenos contactos en la Mezquita Al Tawhid de Buenos Aires, donde se dice que tuvo lugar toda la organización del ataque a la AMIA. Todavía hoy, esa mezquita sigue siendo el lugar de reunión donde se tratan temas anti-israelí y marchas pro-Irán; D’Elía y Esteche han hablado ante el público allí reunido. Y según Nisman, Khalil actuó como agente del gobierno Iraní y ha permanecido en estrecho contacto con altos oficiales en Teherán.

El informe de Nisman, evidentemente preparado a las apuradas, constituye un documento por momentos “serpenteante” y a veces hasta enloquecido. Aun cuando Nisman acusa a Kirchner de dirigir el acuerdo secreto y a Timerman de llevarlo a la practica, no hay ninguna evidencia de que alguno de los dos estén directamente comprometidos en dicha conspiración. La mayor parte de las escuchas telefónicas con crípticas y podrían ser interpretadas de formas que no serían necesariamente incriminadoras. Pero aun así, el acrecentamiento de detalles y circunstancias sugiere que los hombres en cuestión estaban discutiendo algún tipo de acuerdo destinado a remover de la lista de Interpol los nombres de los Iraníes buscados.

El personaje más misterioso mencionado en las escuchas es uno al que nombran Allan; y según Nisman, éste sería Ramón Allan Héctor Bogado, un agente de inteligencia que trabaja directamente a las ordenes de Kirchner. (Mena, el principal jefe de inteligencia, me dijo que no existe nadie bajo el nombre de Bogado que se haya desempeñado como empleado de la SIDE. Sin embargo, en una posterior página Web se publicó una declaración firmada por un tal Bogado, diciendo que había trabajado para la agencia en calidad de agente “inorgánico”, o sea que estaba como se suele decir, en negro por lo tanto no figura en ninguno libro oficial). En Febrero 2013, un mes después que el gobierno Argentino anunció el acuerdo por la “comisión de la verdad”, Bogado habló con Khalil, el presunto operador Iraní. Bogado decía:”Se murmura por ahí, que la central de Interpol está por levantar las ordenes de arresto de nuestros amigos”. A lo que Khalil contestó: “¡Gracias a Dios!”

Y en otra llamada telefónica, Bogado le dice a Khalil: “Todo esto fue aprobado por las más altas esferas”.

En la transcripción de Mayo, aparece D’Elía diciéndole a Khalil que él está actuando a las órdenes de la “jefa”, y que el gobierno Argentino se prepara para enviarlos a ambos, junto con un grupo de representantes de la petrolera nacional, a Irán para “cerrar ciertos acuerdos allá”. Aparentemente, D’Elía salía de tener una reunión con Julio de Vido, el Ministro de Planeamiento. “El está muy interesado en intercambiar lo que ellos tienen allá por nuestros granos y carnes” se escucha que D’Elía le dice a Khalil.

Evidentemente, los acuerdos propuestos estaban relacionados a que el parlamento Iraní ratificase el pacto público, que es como se denomina el ya mencionado “memorando”. D’Elía da a entender que eso es lo que precisamente podría ser una fuente de problemas. Y dice: “Hay un problema político: ellos necesitan que se apruebe el memorando, ¿verdad?

Y Khalil le contesta: “sí”. Está bastante claro que este es el tema.

En escuchas telefónicas grabadas antes que se anunciase el pacto, algunos de los hombres grabados parecería que poseían información “interna” sobre las negociaciones. En Diciembre 2012, un mes antes de que se conociera, Esteche le dijo a Khalil que el gobierno de Kirchner tenía la intención de inventar un culpable del bombardeo. Y le dijo: “Ellos quieren construir un nuevo enemigo de la AMIA, alguien nuevo a quien hacer responsable. Pero no podrán decir que fue un israelita, pero en cambio sí podrían culpar a un grupo local de fascistas”.

Algunos meses después que se firmó el acuerdo entre Irán y la Argentina, también Bogado dijo algo muy parecido: “Aparecerá otra teoría con otras evidencias”. Y parecía que Bogado quería sugerir que Nisman, a pesar de todo sus esfuerzos por perseguir a los iraníes, quedaría completamente al margen: “Quedará girando en el aire”. Fueron sus palabras.

La Presidente Kirchner trabaja normalmente en la mansión ubicada en pleno centro de Buenos Aires, conocida por el nombre de “Casa Rosada”, por el color de sus paredes exteriores que originalmente fueron pintadas con sangre equina, y vive oficialmente en zona norte de la provincia de Buenos Aires, en la llamada “Quinta de Olivos”. Olivos, como se la conoce, es un caserón construido en el siglo XVI, tipo palacio de tres pisos, pintado de blanco que semeja una gran torta de casamiento.

Cuando conocí a Kirchner allí, dos meses después de la muerte de Nisman, el misterio seguía dominando todas las noticias. Fui conducido hasta un gran salón con dos niveles que había sido preparado como si fuese un estudio de televisión. Algunos minutos después hizo su entrada Kirchner, luciendo un vestido vaporoso y floreado, muy maquillada, y seguida por no menos de dos docenas de ayudantes, casi todas mujeres. Con las cámaras encendidas, Kirchner se me acercó -justo antes de comenzar la entrevista- para arreglar mi pelo. Y preguntó: “¿No hay nadie entre ustedes que le pueda arreglar el pelo? Quiero que luzcas lindo”. Para enseguida acomodar su propia cabellera. Y agregó: “Necesito retocarme un poco; disculpame, pero soy mujer, aparte de ser Presidente… el vestido, la imagen….”

“Estas divina”, se oyó decir desde un costado del set.

Apenas comenzamos la conversación, Kirchner se puso seria, ridiculizando las acusaciones hechas por Nisman de que ella había hecho un pacto secreta para que se olvide el ataque a la AMIA; lo calificó de “ridículo”, “poco serio”, y que era una “denuncia carente de toda evidencia de cualquier tipo”.

Kirchner me dijo que ella creía que probablemente Irán estuvo relacionado con el ataque, y que ella siempre había insistido en que el régimen entregase los sospechosos. Pero que después de veintiún años transcurridos resultaba claro que los Iraníes jamás harían eso. “Nunca nos contestaron a nada”, dijo Kirchner. “Habíamos llegado a un callejón sin salida”. Dijo que poder formar una comisión de la verdad permitiría que un Juez Argentino sea enviado allá para escuchar lo que tengan que decir los Iraníes sospechosos, a su entender sería un logro importante: Logramos persuadir a Irán para que acepte discutir sobre el tema AMIA, cuando ellos durante décadas se rehusaron hacerlo”.

Miembros del gobierno de Kirchner rechazaron unánimemente las acusaciones hechas por Nisman; el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, las calificó de “absurdas, ilógicas, irracionales”. Timerman negó rotundamente haber hecho un pacto secreto y alegó que ni siquiera conoce a la gente nombrada por Nisman en su queja. “Quien es este tal Khalil”, dijo. “Por qué no va alguien a buscarlo?”.

Poco después que Irán y Argentina firmaron el acuerdo público, Interpol emitió una declaración diciendo que las ordenes de arresto no serían levantadas. El parlamento Iraní declinó firmar el acuerdo. En las escuchas telefónicas se oye a Khalil muy enojado. Le dice a D’Elía que se había reunido con las “más altas autoridades” en Irán y agregó que aparentemente refiriéndose a Timerman, “creo que el Ruso se mandó una ca–da!”

Para Nisman, las implicancias eran claras: Timerman había prometido que las notificaciones serían levantadas y cuando resultó que no lo fueron, los Iraníes retrocedieron. En su informe, hace notar que el Ministro de Relaciones Exteriores, Salehi alude a un acuerdo secreto después que se firmó el que se hizo público.”El contenido del acuerdo entre Irán y la Argentina con relación al incidente AMIA, se hará público en el momento adecuado, y el tema de los Iraníes acusados forma parte de esto”.

¿Qué salió mal? Nisman creía que Timerman planeaba pedirle a Interpol que levanten las “notificaciones rojas”. Pero Ron Noble, que por entonces era quien dirigía Interpol, me dijo que Timerman lo contacto varias veces (¿?) para pedirle que las “notificaciones rojas” no se levantasen. Pero que en cualquier caso, si Timerman quería que las notificaciones sean anuladas necesitaría (Timerman) que un Juez de la Argentina anule las acusaciones relacionadas. Además Noble señaló que Interpol no podía actuar sin que previamente queden las acusaciones desistidas. Kirchner, también, enfatizó que no estaba en sus manos disponer sobre las “notificaciones rojas”. Me dijo que:”Aunque yo podría haber firmado a favor de los Iraníes aquí en público, frente a todo el mundo, no habría tenido ningún valor”.

Entonces, ¿de qué estaban hablando Khalil y los otros? Timerman me dijo que es posible que se levanten las notificaciones rojas pero que ellos mismos no tenían ninguna participación en eso. Sugirió que se trataba de meros oportunistas tratando de capitalizar con este recalentamiento en las relaciones entre ambos países. Y agregó: “Tal vez ellos tenían la esperanza de poder hacer algunos negocios”….

Pero nada de esto explica las aparentes conversaciones con miembros de ambos gobiernos, muchos de los cuales ya tenían conocimiento de la existencia de este acuerdo. No explica una serie de declaraciones públicas sobre este acuerdo, que da pie a algunas de las evidencias más intrigantes de Nisman. Su informe señala que, en uno de los párrafos finales, Timerman y Salehi acordaron sobre una cláusula críptica, en la que se lee: “Este acuerdo, al ser firmado, será remitido por ambos ministerios al Secretario General de Interpol como cumplimiento de los requerimientos de Interpol concernientes a este caso.” La frase resulta ser ambigua, pero sugiere que ambos países esperaban que Interpol tomaría alguna acción. El régimen Iraní anunció claramente sus expectativas. Después que el pacto fuera ratificado, la agencia de noticias oficial dio a conocer una declaración: “De acuerdo con el convenio firmado por ambos países, Interpol debe levantar las notificaciones rojas contra las autoridades de Irán.”

Después que Nisman presentó su informe en el Juzgado Federal, visitó a Patricia Bullrich, Diputada Nacional de la oposición en su despacho.

Conforme fueron discutiendo el contenido de su informe, Bullrich comenzó a temer que Nisman pronto se vería solo y envuelto en un “huracán”. Y fue cuando me dijo: “La Presidente lo iba a destruir”.

Y por ello fue que Bullrich, que preside la Comisión sobre Legislación Criminal en el Congreso, le sugirió citar a una audiencia pública a realizarse en el Congreso, porque al hacerse públicamente le daría algo de protección a Nisman. Me dijo que Nisman se había despedido de ella muy contento con su espíritu bien alto, y listo para enfrentar el combate.

La noticia de la audiencia pública corrió rápidamente por todo el Congreso, y los partidarios de Kirchner. Y Diana Conti, la diputada kirchnerista más agresiva, declaró que estaba muy ansiosamente esperando el inicio para enfrentarse con Nisman, y dijo:”Ya hemos afilado nuestros cuchillos….”. Nisman pasó sus últimos días preparándose, y -al menos externamente- se lo notó ansioso, nervioso y muy enfocado. El Sábado por la tarde (Enero 17), Waldo Wolf, dirigente importante de la Comunidad Judía, le envió un mensaje de texto, en el cual él decía: “Cómo lo estás pasando? ¿Qué estás haciendo?” Y Nisman le contestó enviándole una foto que mostraba una mesa cubierta con carpetas y resaltadores de color, y le preguntaba: “¿Qué pensás que estoy haciendo?” Ese mismo día Sábado pero más temprano, había recibido la visita de Claudio Rabinovich, un compañero de trabajo de Nisman. Claudio le había dicho que tenía pensado abandonar su trabajo porque se sintió excluido de la investigación secreta. Pero Nisman, dijo, se negó escuchar una decisión como esa. Y le dijo: “El Lunes será el día más grande de mi vida”…

Cerca de las 4.30 de la tarde del sábado, Nisman le pidió a Diego Lagomarsino, que era su técnico en computación, que viniera a su casa. Cuando llegó al apartamento, Nisman le dijo que la reacción por su informe había resultado ser mucho más intenso que lo que él había previsto. “Tengo miedo de salir a la calle”… Y que le pidió a su madre que le vaya a comprar algunas cosas para comer. Luego de preguntó a Lagomarsino: “¿Vos tenés un arma?”

Lagomarsino le dijo que si y Nisman le pidió que se la preste; Lagomarsino me dijo que “Me asustó -me shoqueó”. Le dijo a Nisman que su arma era vieja y pequeña, que no le serviría. Pero que Nisman le dijo que ya no confiaba en sus custodias para que lo protejan.

Lagomarsino continuó diciéndome que Nisman comenzó a hablarle sobre su familia y que lo notó más preocupado. “¿Sabés lo que se siente cuando tus hijas no quieren estar contigo porque tienen miedo que les pueda pasar algo?” Me dijo Nisman. Y luego Lagomarsino me contó que “nunca había visto a Nisman así”.

Dijo que Nisman le volvió a pedir que le traiga su arma. “La necesito solamente para asustar a quien se me acerque. Porque si estoy en el auto con mis chicas y algún loco se me aparece con un arma y me grite ‘traidor HDP’, por lo menos podré tirar al aire y hacer que se asuste y se vaya”.

A regañadientes, Lagomarsino le dijo que lo iría a buscar y se lo traería. Era una Bersa vieja, calibre .22, que se la había regalado su tío. Lagomarsino se la mostró a Nisman y le enseñó como se cargaba, y además le dijo como debía sostenerla y apretar el gatillo. Nisman le dijo que en realidad para lo único que la necesitaba era para protegerse. “La semana que viene podemos ir a comprar una nueva”, le dijo Nisman. Luego Nisman tomó el arma, la envolvió en un trapo verde, después de lo cual le dijo a Lagomarsino que ya se podía ir. Señalando los archivos sobre la mesa, le dijo: “Tengo que volver sobre todo eso”.

Le pregunté a Lagomarsino si él se fue preocupado, pensando que quizá Nisman intentase suicidarse. “No, no, no, ¿Alberto?, jamás”, dijo Lagomarsino. “Me preocupaba que podría llegar a matar a alguien”.

A aproximadamente las 12.30 del medio día del Domingo 18 de Enero, uno de los custodios de Nisman llamó a este por teléfono pero no le contestó nadie. El custodio se fue alarmando cada vez más. Después que golpeó a la puerta de su apartamento, sin obtener respuesta, decidió llamar a la madre de Nisman, Sara Garfunkel. Casi diez horas después que el custodio llamó a Nisman, Garfunkel y otro custodio lograron entrar al apartamento con la ayuda de un cerrajero. Hallaron a Nisman en el suelo del baño, con una bala en la cabeza la pistola de Lagomarsino cerca de su mano. Había dejado una nota con una lista de compras para hacer. Vestía una remera y short. La autopsia de Nisman determinó que se había suicidado y que nadie más había estado en su apartamento. No había dejado ninguna nota suicida.

Dos horas después, Damián Pachter, periodista del “Buenos Aires Herald”, escribió en su Twitter que se había encontrado a Nisman en un charco de sangre y que no respiraba. Cuatro días después, Pachter se dio cuenta que su Twitter había sido mencionado en la página web de TELAM, la agencia de noticias del gobierno -pero que el texto había sido alterado, para leerse que Nisman había sido hallado muerto. “Puede ser que se debió a que yo estaba sin dormir, pero la verdad es que me asuste mucho”, me dijo.

Una fuente de datos que conoce desde mucho tiempo le dijo a Pachter que se aleje de Buenos Aires para encontrarse fuera de la ciudad. Pachter llegó antes del amanecer y encontró una cafetería abierta. Mientras esperaba por su fuente, vio que un hombre usando lentes de sol entró y se sentó a una mesa a su lado. Pasaron varias horas, y este hombre seguía allí en silencio, sin pedir nada para tomar/comer. Finalmente -me dijo Pachter- apareció su fuente quien tomó una foto de este hombre de lente para sol. Fue ahí cuando me di cuenta que tenía que irme de allí, me dijo Pachter. Inmediatamente se dirigió a una agencia d viajes y compró un ticket con destino a Israel, de donde tiene la ciudadanía. Mientras esperaba la conexión de vuelo, controló sus e-mails. Y se enteró por un editor de un periódico de Israel que en la cuenta Twitter de Kirchner se había publicado la copia de su ticket aéreo.

Patcher no ha regresado más a la Argentina, pues dice temer por su vida. Declara que desconoce por qué estaba siendo seguido ni por qué alguien de la oficina de Kirchner había publicado una copia de su ticket de avión. Patcher cree que Nisman fue asesinado, y que algún elemento del estado Argentino probablemente está involucrado. Piensa que después de haber matado a Nisman, alguien movió su cuerpo y alteró la escena para eliminar rastros de su cometido. “Pienso que cuando yo Twitter que estaba trabajando en un caso, ellos estaban cambiando la escena del crimen”.

Durante las semanas que siguieron a la muerte de Nisman, la Argentina hervía con distintas teorías de conspiración -por momentos culpando a la CIA, al Mossad, la inteligencia británica, etc. En su cuenta de Twitter Kirchner avalaba los resultados de la autopsia diciendo que había sido un suicidio. Sus aliados insinuaban que Nisman, al verse obligado a justificar el caso que él había “construido”, había sufrido una crisis de confianza y se mató.

Desde el fin de la Guerra Sucia, una de las ideas predominantes en la vida pública de la Argentina consiste en que la política no debe contener vicios letales. Hay un dicho muy popular que dice: “La sangre nunca llega al río”. Pero igualmente, Argentina muestra una larga historia de “suicidios” que tras largas investigaciones terminaron por ser homicidios políticos. En 2007, Héctor Febres, un oficial naval acusado de haber torturado mujeres embarazadas -sospechadas de ser simpatizantes de la guerrilla- eran asesinadas inmediatamente después de dar a luz y sus infantes recién nacidos eran entregados a familiares de militares; este hombre fue hallado muerto en su celda, envenenado por cianuro. Su muerte fue clasificada como “suicidio”, pero muchos argentinos están convencidos que fue asesinado o se lo convenció para que se suicide ya que otros camaradas temían que él los pudiese entregar a sus captores.

Tres días después que Kirchner tuiteó que la muerte de Nisman se trató de un “suicidio”, se desdijo al escribir que se había tratado de un homicidio -y que era todo un plan para desacreditarla a ella. “Lo usaron mientras estuvo vivo pero luego lo necesitaron muerto”, escribió en su página de la Web, bajo el título de “El suicidio que (estoy convencida) no fue un suicidio”. No dijo quienes eran “ellos”, pero pocos días después Kirchner sugirió que fue su propia agencia de inteligencia la SIDE, y que por lo tanto era necesario deshacerla totalmente y formar una nueva. La agencia de inteligencia, dijo entonces, “no ha servido a los intereses del país”.

Es posible que Nisman haya sucumbido ante algún tormento privado desconocido hasta para aquellos más cercanos a él. Viviana Fein, la fiscal a cargo de la investigación de la muerte de Nisman, dejó abierta la posibilidad de que Nisman podría haber sido inducido para que se suicidara, por ejemplo amenazando la vida de sus hijas. Sin embargo entre los amigos y relaciones profesionales de Nisman no me fue posible hallar a nadie que crea que Nisman se haya suicidado. León, un amigo de Nisman de toda la vida, me dijo: “¿Alberto? Jamás. Tenía una auto-estima fantástica, y además adoraba sus hijas”.

Aun declarando que la muerte de Nisman fue un homicidio, Kirchner no mostró ni un mínimo de simpatía por él. Al punto de que durante una conferencia de prensa, no dudó en sugerir que Lagomarsino y él eran amantes. Soltó esta “sugerencia” cuando muchos eran los que ahora sospechaban que ella había prescindido de los jefes de la SIDE porque se oponían a su acuerdo con Irán. Son muchos los Argentinos que no creen que ella sea inocente. Una encuesta realizada a tan solo una semana después de la muerte de Nisman dio como resultado que el 70% de los encuestados creen que fue asesinado, y que la mitad cree que el gobierno está involucrado.

Existen factores básicos en la muerte de Nisman que aun no tienen explicación alguna. No hubo residuos de pólvora en la mano de Nisman, que es lo que típicamente se encuentra cuando alguien se descerraja un tiro. Sus impresiones fueron halladas en la pistola, pero no las de Lagomarsino, que se la había prestado pocas horas antes. Pocos días después de su muerte, la policía dijo haber descubierto una tercera entrada al apartamento de Nisman: que era una especie de corredor donde estaba instalado el sistema de aire acondicionado que interconecta el apartamento de Nisman con el de su vecino; en ése sitio hallaron una huella de una pisada no identificada. La Policía al querer revisar la cámara de seguridad instalada en el ascensor de servicio, descubrió que la misma no funcionaba. En las escaleras no había ninguna cámara de vigilancia.

Las evidencias acumuladas durante la investigación por la muerte de Nisman resultaron ser tan grotescas que se había logrado embarrar fatalmente la investigación. Una mujer joven fue abordada en la calle y llevada a la fuerza en calidad de testigo (porque así lo establece la ley Argentina) para que certifique cómo se estaba cumpliendo con los requisitos de investigar las pruebas que se encontraban. Esta testigo, luego declaró que la atmósfera dentro del apartamento era como el de que había una gran fiesta. “Bebían té y comían medialunas; toqueteaban todo; y adentro había como, no sé, cincuenta personas”.

Un periodista argentino me facilitó las fotos tomadas por la Policía Federal, y en ellas se ve que hay un grupo de uniformados de la policía, sin guantes, que toman en sus manos distintas pertenencias de Nisman.

La ex esposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, poderosa y conocida Jueza Federal, denunció que la investigación había sido contaminada y seriamente comprometida de parte del equipo forense de la fiscalía a cargo de la causa, por lo que nombró un equipo de especialista forenses de parte, para que realice una reautopsia. Este equipo concluyó que la mano derecha de Nisman no tuvo espasmo cadavérico, como debiera haber tenido se hubiese descerrajado un tiro él mismo, y que además, era evidente que cuerpo había sido movido (Una foto tomada por la Policía Federal muestra que lo que se supone son manchas de sangre en la cama de Nisman, sugieren que, indudablemente, el cuerpo fue movido). De acuerdo con el informe escrito por el equipo forense, obtenido por el periódico “La Nación”, las manchas de sangre en el lavabo del baño habían sido lavadas, y la ubicación de la pistola era inconsistente con el hecho de que Nisman se pegó el tiro. El escenario más creíble, según el informe escrito, era el de que Nisman fue asesinado, estando de rodillas, de un tiro descerrajado sobre el costado derecho temporal de su cabeza, y que había tenido una muerte con agonía. Durante una conferencia de prensa ofrecida por Salgado para anunciar los resultados hallados, declaró: “Su muerte fue producto de un asesinato que exige respuestas de parte de las instituciones del país”.

El 18 de Febrero 2015, al cumplirse justo un mes de la muerte de Nisman, decenas de miles de Argentinos se reunieron para recordarlo y para protestar por lo que ellos describieron como el fracaso del gobierno por proteger al Fiscal. Bajo una lluvia torrencial, y en absoluto silencio, marcharon desde el Congreso Nacional hasta la Plaza de Mayo frente al edificio de la Casa Rosada donde trabaja Kirchner. Algunas personas portaban carteles. Por ejemplo hubo uno en el que se podía leer No podrán suicidarnos a todos juntos. Kirchner acusó a la gente que marchó de que estaban haciendo nada mas que política y prefirió permanecer en su residencia de Olivos. Al día siguiente fue el cumpleaños de Kirchner. Y en su cuenta de Twitter escribió: “En el horóscopo Chino yo soy una serpiente”.

Durante la entrevista con Kirchner, la noté muy tranquila al hablar sobre la muerte de Nisman. Pero cuando le pregunté si ella había facilitado su muerte, contestó tajante: “NO!” para después entregarme parte de una declaración que colgó en su sitio web. Se mostró entonces más bien preocupada por el daño que la muerte de Nisman le estaban causando a su reputación, que, como ella misma sugirió, sólo reforzaba el hecho de que ella nada tuvo que ver en este hecho. “Dime, quien ha sufrido más por la muerte del fiscal Alberto Nisman? Dímelo tú, Sherlock Holmes”. Cuando le sugerí que era ella -porque la mitad del país creía que ella estuvo involucrada en la muerte de Nisman- asintió con su cabeza. “Exactamente. Y ésta es una de las claves”.

Corre por toda la Argentina esta idea -por lo menos entre quienes apoyan a Kirchner. Un profesor de derecho de la Universidad de Buenos Aires -José Manuel Ugarte- me dijo: “El informe de Nisman no era tan contundente. Kirchner lo podría haber superado. Pienso que los culpables que hicieron esto son personas que pretendieron destruir su gobierno”.

Muchas las iniciales sospechas recayeron sobre Jaime Stiuso, el oficial más alto de la SIDE. Juan Martín Mena, a quien Kirchner nombró para que ayude en la creación de la nueva agencia de inteligencia, mostró un perfil de Stiuso que lo mostraba como líder de una facción corrupta que dirigía una red de contrabando. Me dijo que dentro de la SIDE había personas con mucha antigüedad que tenían un historial de venta de información a compradores particulares que utilizaban dicha información para obtener resultados coercitivos de jueces renuentes.

Los fiscales dicen que durante la última tarde de vida de Nisman éste había intentado comunicarse por teléfonos con Stiuso en varias oportunidades, sin lograrlo. Stiuso fue citado para responder preguntas y enfrentar cargos por estafas, pero desapareció. Un conocido de él dijo que había huido al Uruguay; Kirchner pensó que estaba escondido en los Estados Unidos.

Mena ha dicho que no cree que Nisman haya estado envuelto en las actividades ilegales de Stiuso. Entonces, porque Nisman y Stiuso decidieron trabajar juntos contra el acercamiento de Kirchner con Irán? Mena me dijo que, en su gran ansia por mantener viva la causa AMIA, ambos hombres fueron en pos de los “intereses extranjeros”. ¿Cuáles “intereses extranjeros”? Y me respondió: “Los de EEUU e Israel”. “Ciento por ciento”.

Días antes de morir Nisman, él estaba convencido de que los iraníes vendrían por él. Cuando se reunió con Bullrich, la diputada, le dijo que él había escuchado las grabaciones de llamadas telefónicas mantenidas por oficiales de inteligencia militar en las que se mencionaba que ellos le habían pasado sus datos personales a los agentes de Irán -obedeciendo órdenes de Kirchner. Nisman dijo que los iraníes sabían todo sobre él, sobre su investigación, y con detalles sobre su familia, sus hijas, y todos los movimientos que hacían sus hijas”.

Desde la Revolución Islámica, el régimen iraní ha sostenido un programa de asesinatos muy agresivo. El régimen ha sido acusado del asesinato de por lo menos 18 personas que vivían fuera de Irán, siendo la mayoría de ellos disidentes Iraníes. Los asesinatos más notorios se produjeron en 1992, cuando agentes Iraníes asesinaron a tiros a cuatro exiliados Kurdos que estaban comiendo en un restaurante griego en Berlín. En aquel caso, la fiscalía Alemana persiguió sin desmayo a los oficiales Iraníes, tal como lo había hecho Nisman.

Sin embargo nadie en el régimen Iraní aparentó sentirse especialmente molesto por las acusaciones públicas de Nisman. Y aun cuando el régimen pudiese haberlo querido muerto, para qué esperar hasta que presentó su informe ante el juez federal? Muchos Argentinos con los que he hablado se preguntan si podría Nisman haber destapado algún otro secreto que le pudiera haber ocasionado en el gobierno Iraní -o el de Argentina- como para que lo quisieran asesinar?

Para cuando Kirchner anunció el acuerdo por la causa AMIA, la obsesión de Nisman con Irán se había extendido más allá de la Argentina. Ese año, él y su equipo habían producido un informe de quinientas carillas en el que se describía lo que se decía era la “infiltración” por parte del terrorismo de Hezbollah e Irán en América Latina. (Un representante del gobierno de EEUU calificó el informe como “al detalle”.) Un mes antes de su muerte, Nisman, le dijo al escritor Gustavo Perednik que el creía que Argentina e Irán podrían estar secretamente discutiendo la renovación del acuerdo nuclear que se había logrado entre 1980 y noventa. Y Perednik me dijo: “Esto era de lo que se trataba realmente.”

En Enero 2007, de acuerdo con un anterior miembro del gobierno de Chávez, Ahmadinejad visitó Caracas y le pidió a Chávez que intercediese ante los Kirchner. Dicho miembro del gobierno que presenció la reunión, dijo que Ahmadinejad quería tener acceso a la tecnología nuclear Argentina. (Este oficial del gobierno es uno de los que está cooperando con los investigadores norteamericanos, que están construyendo la causa contra Venezuela por ayudar a contrabandear drogas para Irán y Hezbollah). Ahmadinejad no especificó que tipo de tecnología es la que quería. Pero el reactor Iraní en Irak, que todavía está en construcción, emplea una tecnología similar a la del reactor Argentino en Atucha. Ambos son reactores de agua pesada capaz de producir plutonio, que puede ser utilizado para armas nucleares. Una vez, Ahmadinejad le dijo a Chávez: “Hermano, necesito que me hagas un favor y lo que cueste en materia de dinero, yo te lo cubriré”…

Y Chávez le contestó: “Yo me ocuparé”… También me dijo que Ahmadinejad le pidió a Chávez que trate de convencer a los Argentinos para que saquen los nombres de Iraníes de la lista de Interpol. Y Chávez prometió intentarlo.

Este ex integrante del gobierno de Venezuela dijo que no sabía si Chávez -o para el caso cualquiera de los Kirchner- había actuado sobre este pedido, y si en tal caso, qué habían logrado los Kirchner a cambio. Pero Stiuso aparentemente compartía con Nisman las sospechas de que el acuerdo estaba encaminado. Le dijo a Pablo Jacoby, el abogado de las victimas de la AMIA, que él estaba tratando de asegurarse que la Argentina NO les brindaba ayuda al programa nuclear de Irán. Según Jacoby, “El verdadero motivo en toda esta negociación ha sido siempre la transferencia de tecnología nuclear. Stiuso me dijo que no quería que los iraníes puedan tener la bomba”.

En los meses que siguieron a la muerte de Nisman, su familia pidió que se les permita hacer su duelo, de modo que durante su funeral, realizado en el Cementerio Judío de La Tablada, en la Provincia de Buenos Aires, cientos de personas asistieron al entierro en las calles cercanas al cementerio, sin trasponer sus portales. Algunos portaban carteles en los que se podía leer frases como: SOMOS TODOS NISMAN. BASTA DE CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD. Otros llevaban banderas argentinas y otros tantos permanecían en silencio.

Adentro, la comunidad Judía escuchó a Waldo Wolf ofrecer su panegírico, por el que revelaba que la muerte de Nisman fue el resultado de un entramado tejido por el poder político de la Argentina, que no había sido capaza de brindarle justicia a las víctimas de la AMIA durante estos más de veinte años. “La muerte de Alberto, y el macabro plan que la rodea, vino a remover los escombros alrededor del edificio de la AMIA, permitiéndonos ver que es lo que yace debajo de ellos: el oscuro laberinto del poder que se esconde en las partes más expuestas de nuestra sociedad”.

Han pasado semanas, y la verdad sigue siendo tan elusiva como siempre. Una larga de lista de jueces, en su mayoría leales a Kirchner, rechazaron el informe de Nisman. Y Kirchner, si bien no ha salido políticamente indemne, sigue adelante. Jacoby me ha dicho que, desaparecido Nisman, la investigación de la causa AMIA -tan compleja, tan vieja y que ha causado tanta división- probablemente muera también. Jacoby también me ha dicho: “Alberto no tiene reemplazo” y “tenía toda la causa en su cabeza”.

¿Suicidio o asesinato? Jacoby dijo que ésta es la pregunta equivocada: “Ahora, aunque la verdad resulte ser que se suicidó, nadie jamás lo va a creer”. La tradición Judía establece que las personas que se suicidan no se permite que sean enterrada según el rito; en el cementerio de La Tablada, los suicidas son relegados a una esquina bien lejos de los demás muertos. Pero tras algunas discusiones, el cuerpo de Nisman fue sepultado donde lo están las víctimas del atentado en la AMIA, y no junto a aquellos que se han suicidado.

* Traducción de Irene Stancanelli para el Informador Público, del original publicado por THE NEW YORKER.

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