Por Carlos Vilchez Navamuel.-

Hay buenos y malos días y los sentimientos son diferentes. Pasadas las elecciones para gobernadores, en Venezuela la tristeza que nos embarga es enorme. La verdad, no entendemos lo que sucede en el país de Bolívar.

Estamos seguros de que este comentario refleja el verdadero sentimiento que sentimos muchas personas que nacimos en ese país llamado Venezuela situado al norte de Sudamérica, privilegiado por su rica naturaleza, pero no así por los políticos que la han dirigido.

La palabra más adecuada para describir ese sentimiento que embarga a la mayoría de los venezolanos hoy día es la DECEPCIÓN, un pesar inmenso que se siente en el corazón.

Decepción con la clase política anterior al chavismo que fue la causa de su aparición, decepción por el chavismo que no supo gobernar ni administrar los miles de millones de petrodólares que le entraron al país en tiempos de las vacas gordas.

Decepción del chavismo que se olvidó de las ideas del Libertador y entregó la soberanía a los cubanos. Decepción de una parte de la población venezolana que se mantiene al margen de lo que pasa en Venezuela y que no participa cuando el país se cae a pedazos.

Decepción de quienes hoy dirigen los destinos en Venezuela y son culpables de la muerte de más de un centenar de jóvenes por protestar en las calles, por detener, torturar y encarcelar a cientos de jóvenes y adultos por solo pensar diferente al régimen.

Decepción de los militares que se vendieron al narcotráfico y protegen hoy día a este gobierno delincuente e incapaz de hacer las cosas bien.

Decepción por la mayoría de los políticos de oposición “socialistoides” ambivalentes que unos días dicen unas cosas en contra del narco-estado y otros defienden solapadamente sus intereses y los del gobierno de Maduro.

Decepción en quienes dirigen PDVSA y toda la industria petroquímica que es lo que mantiene al país en estos momentos. Decepción en las directrices económicas que tienen al país en los índices más malos en seguridad, criminalidad, salud y alimentación y en los más altos en inflación del mundo.

Decepción por todos aquellos que se han aprovechado de esta situación y se han hecho multimillonarios con los dineros del Estado, decepción por el grado de corrupción que existe en Venezuela.

Si señores, decepción tras decepción es lo que sentimos muchas personas al ver como Venezuela se acerca cada día más al sistema cubano que controlan unos pocos.

Solo esperamos que este sentimiento sea pasajero, que vuelva la esperanza y así buscar los mecanismos adecuados para liberar a Venezuela de este régimen corrupto e incapaz.

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