Por Hernán Andrés Kruse.-
En su edición del 3 de marzo, Perfil publicó un artículo de Eduardo Reina titulado “De la hegemonía al insulto: cómo la política argentina cayó en la trampa de los extremos”. La calidad del discurso presidencial es un claro síntoma de la calidad de la democracia imperante en un país civilizado. Si el presidente de turno, al inaugurar, por ejemplo, las sesiones ordinarias del congreso, se vale del insulto para degradar a la oposición, emerge en toda su magnitud la escasa calidad de la democracia. Si, por el contrario, el presidente pronuncia un discurso acorde con su investidura, queda en evidencia la alta calidad de la democracia.
Como bien señala Reina, en los últimos años estamos asistiendo a una fenomenal degradación de la calidad del discurso presidencial. La necesidad de hacerse entender, de garantizar una comunicación fluida con el pueblo, ha derivado en expresiones que nada tienen que ver con la sana convivencia en democracia. El autor afirma con acierto que el discurso de Milei en el congreso el pasado 1 de marzo “es un claro ejemplo de esta nueva etapa del discurso presidencial. Plagado de insultos, descalificaciones y amenazas, mostró a un presidente que desprecia cualquier forma de institucionalidad y que se comunica con la brutalidad de un hincha en la cancha de fútbol. Se burló de quienes cuestionan sus designaciones para la Corte Suprema llamándolos “ñoños”, minimizó conflictos políticos internos y atacó a medios de comunicación con frases como “Clarín miente” y “chimentos de peluquería”. Este tipo de expresiones, más cercanas a la disputa barrial que al liderazgo de un país, no solo desvirtúan la investidura presidencial, sino que también habilitan un clima de violencia discursiva que fácilmente puede trasladarse al plano físico”.
Pero Milei lejos está de ser un pionero en esta materia. Cristina Kirchner, obsesionada con la batalla cultural, se valió de un discurso bélico para confrontar con quienes consideraba sus enemigos, como el Grupo Clarín y “el campo”. Sin embargo, los discursos confrontativos de Cristina eran más elaborados, de un nivel intelectual más elevado, que los discursos del libertario. Con sus diatribas, Milei procura exacerbar los peores instintos del ser humano, alimentar su lado más oscuro y primitivo. Reina cita un acertado comentario de Elisa Carrió: “Este lenguaje tan brutal, chabacano, grosero, de una cultura anal, muy primitivo, está infectando a la población. Esto habilita la violencia discursiva, que ya existe, pero se habilita desde el poder”. Días pasados, en Expoagro, el presidente hizo una división tajante entre los policías y los manifestantes que participaron en la protesta del 12 de marzo: los policías son los buenos; los otros, los encapuchados, son unos hijos de puta. Vale decir que el presidente está dispuesto a como dé lugar a dividir al pueblo en dos sectores antagónicos: los réprobos, es decir, quienes son sus enemigos, y los elegidos, vale decir quienes le rinden pleitesía. Como bien señala Reina, “si el discurso continúa en esta línea, podría derivar en un clima político aún más tóxico, donde la descalificación y el insulto sean la norma, afectando la convivencia democrática (…) De seguir así, Argentina corre el riesgo de quedar atrapada en un ciclo de radicalización permanente, donde el debate público se reduzca a gritos, insultos y descalificaciones. Los líderes deben ser capaces de restaurar un discurso político basado en la argumentación, el respeto y la construcción de consensos”.
Ahora bien, el presidente de la nación lejos está de ser un pionero en esta materia. En las décadas del cuarenta y cincuenta del siglo pasado el entonces presidente Juan Domingo Perón se valió de una violencia verbal inusitada para distinguir claramente entre los réprobos y los elegidos. En su edición del 4 de marzo de 1973, una semana antes de las elecciones presidenciales que consagraron ganadora a la fórmula del Frejuli Cámpora-Solano Lima, La Nación publicó una solicitada titulada “Nadie hizo más que Perón”. A continuación paso a transcribir la parte sobre la violencia discursiva del dirigente político que cambió para siempre a la Argentina.
1) “El día que se lancen a colgar, yo estaré del lado de los que cuelgan” (2-8-46); 2) “Entregaré unos metros de piola a cada descamisado y veremos quién cuelga a quien” (13/8/46); 3) “A mí me van a matar peleando” (13/8/46); 4) “Con un fusil o un cuchillo, a matar al que se encuentre” (24/6/47); 5) “Esa paz tengo que imponerla yo por la fuerza” (23/8/47); 6) “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores” (8/9/47); 7) “Vamos a salir a la calle de una sola vez para que no vuelvan nunca más ni los hijos de ellos” (8/6/51); 8) “Distribuiremos alambre de enfardar para colgar a nuestros enemigos” (31/8/51); 9) “Para el caso de un atentado al presidente de la Nación…hay que contestar con miles de atentados” (Plan Político-Año 1952); 10) “Objetivo: Lista de dirigentes opositores; lista de instituciones reconocidas como desafectas al gobierno; listas de opositores o de casas comerciales dirigidas o ligadas a los opositores; lista de representaciones cuyos gobiernos realizan campañas opositoras al nuestro. Personal: Serán empleados grupos previamente instruidos y seleccionados de las organizaciones dependientes de la CGT y del Partido Peronista Masculino. Misión: Atentados personales, voladuras, incendios” (En el mismo documento); 11) “Se lo deja cesante y se lo exonera…por la simple causa de ser un hombre que no comparte las ideas del gobierno; eso es suficiente” (tercera conferencia de gobernadores, pág. 117); 12) “Vamos a tener que volver a la época de andar con alambre de fardo en el bolsillo” (16/5/53, horas antes del incendio de la Casa del Pueblo, la Casa Radical, la sede del Partido Demócrata Nacional y el Jockey club); 13) “Leña—leña…Eso de la leña que ustedes aconsejan, ¿por qué no empiezan ustedes a darla?” (El mismo día); 14) “Hay que buscar a esos agentes y donde se encuentren colgarlos de un árbol” (El mismo día); 15) Compañeros: cuando haya que quemar, voy a salir yo a la cabeza de ustedes a quemar. Pero entonces, si eso fuera necesario, la historia recordaría la más grande hoguera que haya encendido la humanidad hasta nuestros días. Los que creen que nos cansaremos se equivocan. Nosotros tenemos cuerda para 100 años” (7/5/53); 16) “A unos se los conduce con la persuasión y el ejemplo; a otros con la policía” (15/5/53); 17) “Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden contra las autoridades…puede ser muerto por cualquier argentino. Esta conducta que ha de seguir todo peronista no solamente va dirigida contra los que ejecutan, sino también contra los que conspiran o inciten” (31/8/55); 18) “Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de ellos” (31/8/55); 19) “Que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta que no los hayamos aniquilado y aplastado” (31/8/055); 20) “Nuestra nación necesita paz y tranquilidad…y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no a palos” (31/8/55); 21) “Veremos si con esta demostración nuestros adversarios y nuestros enemigos comprenden. Si no lo hacen, ¡pobres de ellos!” (31/8/55); 22) “Yo pido al pueblo que sea él también un custodio del orden. Si cree que lo puede hacer, que tome las medidas más violentas contra los alteradores del orden” (31/8/55)”.
Nunca en la historia un presidente elegido por el pueblo se valió de semejante violencia discursiva. Lamentablemente, semejante violencia verbal se trasladó a los hechos. El 15 de septiembre de 1955 fue derrocado por las fuerzas armadas. A partir de ese momento y durante casi dos décadas el país quedó a merced de un feroz antagonismo entre el antiperonismo y el peronismo que se tradujo en miles de muertos. Pareciera ser que Milei no recuerda esta tragedia. Pero en los hechos está aplicando los siguientes “consejos” de Perón: a) A unos se los conduce con la persuasión y el ejemplo; a otros con la policía” (15/5/53); b) Que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta que no los hayamos aniquilado y aplastado” (31/8/55); c) “Nuestra nación necesita paz y tranquilidad…y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no a palos” (31/8/55).
Cada día que pasa Javier Milei está haciendo méritos para ser considerado por los futuros libros de historia como el discípulo libertario de Juan Domingo Perón. ¿Quién lo hubiera imaginado ese domingo 19 de noviembre de 2023, cuando un importante sector de la población lo eligió presidente de la república para, precisamente, terminar de una vez por todas con el populismo?
20/03/2025 a las 10:56 AM
En eso hace bien el sedicente felino libertario. Por fortuna la violencia del Pocho era más verbal que efectiva. Confiemos que no adopte el primer ciudadano la práctica liberal de cometer todo tipo de salvajadas – bombardeo a la población civil; fusilamientos; encarcelamientos, golpes de estado, etc.- en nombre de las libertades y el buen gusto (europeo por supuesto).
20/03/2025 a las 1:14 PM
Javier Milei (presidente de La Argentina) desde sus presentaciones mediáticas tempranas se caracterizó como un «histriónico candidato» y en «su juego» acertó. La comunicación (publicidad y propaganda) tiene por prioritaria finalidad «ser entendida». Claro que… con el nivel de frustración, contracultura y fastidio de «los votantes», la revancha contra el orden político estafador de los últimos cuarenta años estuvo garantizada. ¡Sin duda se trata de otro tipo de populismo!
20/03/2025 a las 3:44 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Las torpezas de las fuerzas del cielo
Carlos Pagni
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
20/3/025
Javier Milei no llegó al poder a pesar de ser una figura ajena a la política, sino por ser una figura ajena a la política. La distancia con la cultura y los procedimientos de la dirigencia convencional, en vez de ser vista como un déficit, fue valorada como una virtud.
Eso indicaba, y acaso siga indicando, el tamaño del repudio de la sociedad frente a la élite. Sin embargo, el mérito atribuido a Milei comienza a convertirse en un costo cada día más perjudicial. La falta de pericia para administrar el poder se hace sentir en estos días en las dos operaciones más relevantes que encaró el Presidente desde que llegó a la Casa Rosada.
Una pertenece al sagrado reino de la economía. La otra, al de la institucionalidad. La primera es el control de una variable tan sensible como la cotización del dólar. La segunda, el intento de cubrir las vacantes de la Corte Suprema de Justicia. Ambas operaciones están bajo amenaza. Pero el riesgo no se debe a que el Gobierno no puede alcanzar lo que se propone, sino a que no sabe cómo hacerlo. O, para plantearlo con mayor precisión, a que toma caminos que lo extravían de objetivos que tiene al alcance de la mano. El problema de las Fuerzas del Cielo no es que sean fantasiosas. Son torpes.
Aunque la aprobación por parte de la Cámara de Diputados del DNU que habilita al Gobierno a firmar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional llevó tranquilidad al sistema financiero, el mercado cambiario siguió ayer inquieto, después de la preocupante jornada del martes.
Los especialistas atribuyen la inestabilidad a un atolondramiento del oficialismo. En especial, de Luis “Toto” Caputo. La secuencia es conocida. Comenzó con el desasosiego de Milei y su ministro frente a la turbulencia financiera que se desató, sobre todo en las bolsas, a raíz de las novedades que introdujo Donald Trump en la economía internacional. Ese paisaje riesgoso aconsejó a las autoridades comunicar alguna novedad alentadora. Así fue que el Presidente anunció ante la Asamblea Legislativa el envío de un DNU para convalidar el entendimiento con el Fondo.
Como la negociación todavía estaba en marcha, es posible que esa noticia haya sido muy prematura. El cuadro se agravó cuando dos sábados atrás, en una entrevista con Horacio Cabak, el ministro de Economía informó que el crawling peg sería cancelado, pero que no había que temer turbulencia cambiaria alguna. Arguyó que el dólar seguiría estable porque, contra lo que opinan numerosos expertos, en la plaza escasean los pesos para provocar una corrida. El sentido común indicaba que Caputo estaba adelantando, sin dar precisiones, el levantamiento del cepo.
Era coherente con uno de los considerandos del DNU, que afirma que la intervención del mercado de cambios “reduce la eficiencia de la economía y dificulta la inversión de largo plazo”. Anteayer Caputo siguió en la misma línea, admitiendo que habrá una liberalización e intentando disipar temores al rechazar una depreciación de la moneda. ¿Él desconoce el efecto que tienen siempre esas desmentidas?
Quienes están al tanto del ritmo de las negociaciones aseguran que el acuerdo con el Fondo no estará concluido antes del 15 de abril. ¿Qué sentido tenía, entonces, hacer saber con tanta antelación que habría cambios en el régimen cambiario? Con esas declaraciones prematuras, explican los especialistas, Caputo indujo a que todo el mundo tome precauciones desmontando sus posiciones en pesos para esperar las novedades en dólares.
Al mismo tiempo, los importadores, advertidos de que la divisa acaso se encarezca, adelantan sus operaciones para adquirir su mercadería con un dólar más barato. La premura convive con la imprecisión. ¿Con qué amplitud se va a liberar el mercado cambiario? ¿Beneficiará a todos los agentes económicos o sólo a las empresas? ¿Alcanzará a las multinacionales que quieren girar dividendos? ¿La cotización del dólar estará acotada a bandas? ¿Esas bandas tendrán un piso fijado por el Fondo para corregir el atraso cambiario sobre el que el mismo Fondo viene alertando? ¿Qué volumen tendrá la ayuda que recibirá la Argentina para fortalecer las reservas del Banco Central?
Estas incógnitas, que todavía no se pueden despejar, siembran más incertidumbre. Y condujeron a un escenario muy temido: una disparada de 2% en un solo día del contado con liquidación, que determina la ampliación de la brecha entre esa cotización y la del dólar oficial. Allí anida la gran distorsión que introduce el cepo: castiga al exportador y subsidia al importador. Por lo tanto, induce a conductas dañinas para el equilibrio del sistema. En definitiva, Caputo sopló y sopló hasta producir su propia tormenta. La ansiedad del trader.
En el plano judicial la impericia ha sido todavía mayor. Ayer Victoria Villarruel citó, en su condición de presidenta del Senado, a una sesión para el 3 de abril, a las 2 de la tarde, que estará destinada a tratar los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla como ministros de la Corte. Antes de que se conociera esa convocatoria, Oscar Parrilli, que es el dirigente que mejor expresa las posiciones de Cristina Kirchner, adelantó que, según sus cálculos, ninguno de los dos candidatos alcanzará los dos tercios de los votos, que es la mayoría que se necesita para aprobarlos. También adelantó, convalidando lo anterior, que el peronismo, o al menos el kirchnerismo, votará en contra de ambos.
Si bien para la política argentina el 3 abril constituye el largo plazo, la declaración de Parrilli es un nuevo indicio de que el acuerdo senatorial para Lijo y García-Mansilla es cada vez más improbable. Para rechazar un pliego alcanza con 25 votos en contra. Cristina Kirchner cuenta con 24 que le responden con gran disciplina, en un bloque de 34. Quiere decir que faltaría un senador más para que el pronóstico de Parrilli se cumpla. Es muy poco.
En el caso de García-Mansilla no es una novedad. Desde el punto de partida estuvo claro que su postulación no conseguiría la aprobación del kirchnerismo, por razones ideológicas. Si la profecía de Parrilli se verifica, la situación de García-Mansilla será controvertida. Los expertos más cercanos a la señora de Kirchner aseguran que el rechazo del Senado significa su salida de la Corte.
Pero hay juristas que alegan que este magistrado, que fue designado en comisión y que ayer firmó por primera vez un fallo, sólo podría ser removido por una condena producida en un juicio político, como establece la Constitución para cualquier juez del máximo tribunal. De ser así, García-Mansilla podría seguir en su puesto hasta noviembre, cuando vence el decreto que lo designó. Respuesta de un experto kirchnerista: “Si aceptamos esa teoría, cualquier presidente estaría habilitado para nombrar jueces de manera indefinida, eludiendo al Senado, con sólo firmar un decreto todos los años”.
La situación de Lijo es más compleja, porque incluye un grave malentendido. Milei cometió un error al comienzo del proceso. No advirtió que Ricardo Lorenzetti, que le propuso a Lijo, no contaba con los 48 votos necesarios para hacerlo juez de la Corte. Un colaborador muy cercano confiesa: “El Presidente se dio cuenta hace ya tiempo que Lorenzetti le vendió un auto en mal estado”. En rigor, Milei no advirtió que no debía negociar con Lorenzetti sino con Cristina Kirchner, que tiene la llave de los dos tercios del Senado. Un dato bastante elemental.
Además de ignorar esta clave básica de la jugada política, el Presidente no contó con información indispensable. Nadie le hizo notar, por ejemplo, que la expresidenta detesta a Lorenzetti. No sólo porque, siendo presidente de la Corte, se fotografió con Sergio Moro y con Claudio Bonadío, sugiriendo que el argentino debía condenarla, como el brasileño condenó Lula da Silva. También porque el año pasado Lorenzetti falló en contra de ella en cuatro oportunidades. ¿Lijo, haría algo distinto cuando llegara la ocasión?
Más comprensible es que Milei tampoco conociera este dato, que está muy poco difundido: Máximo Kirchner odia a Lijo por algunas inconductas típicas de ese juez federal en una causa que lo afectaba. Conclusión: el Gobierno rebotó contra una pared cuando intentó que Cristina Kirchner aceptara que la Casa Rosada eligiera su propio candidato, García-Mansilla, y también el de ella: Lijo. A pesar de que estos desaciertos están a punto de frustrar su candidatura, el tenaz Lijo sigue peleando por ella. Lo hace a su modo: amenazando con causas que puedan complicar a algunos de los senadores que tienen que votarlo, como explicó Gustavo Ybarra el lunes pasado en LA NACION.
Si la propuesta de llevar a Lijo a la Corte termina en un fracaso, Milei tendrá mucho que reprochar a Lorenzetti. El expresidente de la Corte sometió al Gobierno a un desgaste extraordinario, inoculándole las bacterias que se acumulan en Comodoro Py, ciénaga de la que Lijo es, acaso, el representante más perfecto. El Presidente paga un costo específico que va a tener que revertir: Lijo es un enemigo declarado de Carlos Rosenkrantz y lo era de Juan Carlos Maqueda. En su juzgado se fraguaron expedientes destinados a involucrarlos en problemas penales imaginarios. Esa causa, en el caso de Rosenkrantz, sigue abierta. Al mismo tiempo, es muy conocida la enemistad que reina entre Lorenzetti y los ministros Horacio Rosatti y Rosenkrantz. Síntesis: Milei quedó atrapado en peleas ajenas que, es muy probable, ni siquiera conocía.
En los tribunales diagnostican que son días amargos para Lorenzetti. Ayer la Cámara de Casación dejó la investigación sobre la escabrosísima conducta del juez federal rosarino Marcelo Bailaque en manos de Eduardo Rodríguez da Cruz, que viene desarrollando una tarea tan ejemplar como riesgosa. Bailaque está sospechado de ser cómplice de narcotraficantes a los que debía investigar. Rodríguez da Cruz fue respaldado por los camaristas Juan Carlos Gemignani y Diego Barroetaveña. Como era de esperar, votó en contra el polémico boxindanga Carlos Mahiques. Un experto en estas tramas lo explicó así: “Es la lealtad con la mesa de Gardiner, los amigos de Bailaque: Lorenzetti, Busaniche y compañía”. Habladurías.
La ratificación de Rodríguez da Cruz coincidió con otra novedad estruendosa: el extitular de la AFIP santafesina, hoy ARCA, Carlos Vaudagna, aceptó colaborar como arrepentido con los fiscales que investigan ocho mega causas de corrupción, varias de las cuales comprometen mucho al juez Bailaque. Mal timing del boxindanga. Como se ve, no todo lo que reluce es Lijo.
No hay que descartar que, de la cadena de errores que cometió en la promoción de ese desprestigiado juez, la Casa Rosada saque una lección y busque impulso para un nuevo curso de acción. Es decir, no hay que descartar que, superado el proceso electoral, Milei busque un acuerdo institucional, con Cristina Kirchner como principal interlocutora. Sería la continuidad de conversaciones que hasta ahora fracasaron. Pero que podrían recrearse después del eventual hundimiento de la propuesta Lijo/García-Mansilla.
La negociación tendría, en principio, dos actores principales. El “Mago del Kremlin”, Santiago Caputo, por el oficialismo, y Juan Martín Mena, que es el ministro de Justicia bonaerense, por el kirchnerismo. Mena es la persona más cercana a la expresidenta en cuestiones judiciales. Acaso la única en la que ella confía en plenitud. Caputo es el jefe político del viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, a quien Mena entregó el despacho que ahora ocupa, ya que fue viceministro en la gestión de Alberto Fernández.
La agenda de esta negociación, todavía muy potencial, sería mucho más amplia que la cobertura de vacantes de la Corte. Podría contemplar la ampliación del tribunal. Y, con más seguridad, la designación del procurador general de la Nación. Es el jefe de los fiscales. Se trata de un cargo estratégico. El procurador dictamina sobre las causas que llegan a la Corte. Y cuenta con un caudal de información a la que no se accede en ninguna otra dependencia del Estado. Ese poder, además, está destinado a agigantarse si el Ministerio de Justicia persiste en la implementación del procedimiento acusatorio.
Es decir, si insiste en que las investigaciones judiciales sean conducidas por los fiscales, reduciendo a los jueces a meros custodios de las garantías previstas en las leyes. Esa revolución institucional hasta ahora se viene llevando a cabo por los márgenes. Pero anteayer Mariano Cúneo Libarona anunció que pretende llevarla al corazón del sistema: Comodoro Py. Allí ese propósito se siente como una agresión. Y el horno no está para bollos. En esos tribunales el rechazo a Lijo se interpreta también como una falta de respeto.
El establecimiento de un eje entre Milei y la señora de Kirchner se insinúa en el momento en que La Libertad Avanza pretende jubilar a Mauricio Macri como líder operativo. El ataque tiene como blanco la ciudad de Buenos Aires, que es la principal base de poder del expresidente. Macri está afectado por varios factores.
Uno es la dificultad de su primo, Jorge, para sostener la imagen de su gestión como jefe de Gobierno. Además, no sólo se dispersó Juntos por el Cambio, sino que ahora se desgrana el Pro. Ahí está la candidatura a legislador con lista propia de Horacio Rodríguez Larreta. ¿Existen otras disidencias, más larvadas? La pregunta tiene que ver con la novedad que produjeron los Milei, Javier y Karina, el lunes pasado: divulgaron una foto con Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”, y Diego Santilli. Era el testimonio de la reunión en la que esos dos dirigentes entregaban en la mesa del poder al Pro de la provincia de Buenos Aires.
La jugada no podría ser más agresiva para Macri. En el momento en que él intenta fortalecerse ante el ataque porteño de Milei, Ritondo y Santilli le arrebatan de las manos una carta estratégica en la negociación: la amenaza de llevar la ruptura a la batalla bonaerense, donde el kirchnerismo vería ampliadas sus posibilidades de ganar. Sobre todo porque es difícil que haya una ruptura entre la expresidenta y Axel Kicillof. O, para formularlo mejor, es difícil que Kicillof pueda agredir a su antigua jefa separando las elecciones de la provincia de las nacionales. ¿Por qué? Porque la Justicia electoral no lo aceptaría. Al menos eso es lo que trasciende del despacho Hilda Kogan, la ministra de la Corte provincial que está a cargo de organizar las elecciones.
Ritondo y Santilli comunicaron esta semana, con esa foto, que la amenaza que podría plantear Macri ya no existe. ¿Le avisaron a Macri que lo entregarían de esa manera? Santilli seguro que no. Ritondo, al parecer, le avisó que iría a la reunión con el Gobierno. Pero no pidió permiso y, mucho menos, instrucciones. Esa irreverencia fue tan llamativa que hasta ayer a la tarde circulaban versiones afirmando que el pacto bonaerense era la primera puntada de un acuerdo porteño entre Milei y Macri. Pero anoche Pro presentó su propia alianza electoral, que competirá contra la de La Libertad Avanza. Ahora a Macri le queda el desafío de conseguir un candidato competitivo. Dicen que María Eugenia Vidal le dice “no”. ¿Irá Fernán Quirós? A Macri no le gusta.
Son las dificultades que encuentra el expresidente para una estrategia que remataría en octubre. Él espera que Pro realice una buena elección local el 18 de mayo para hacerle ver a Milei que está obligado a aliarse en los comicios para senador y diputados nacionales. También en la Ciudad hay una amenaza: es la oferta de la renovación peronista que elabora Juan Manuel Olmos detrás de la candidatura de Leandro Santoro para la Legislatura porteña.
El laberinto porteño es la sede de un duelo que se traslada al diseño nacional de la política. Y ese diseño, a la vez, se proyecta sobre la gobernabilidad del oficialismo más allá de las elecciones de este año. Aun si realiza una excelente elección, lo cual es muy probable, Milei no contará con más de 85 diputados nacionales.
Quiere decir que seguirá necesitando del acuerdo de otras fuerzas: el Pro de Macri, los radicales dialoguistas de Rodrigo de Loredo, peronistas amigables como Miguel Pichetto o Emilio Monzó. Sin ellos le será difícil convencer al mercado de que realizará las reformas que requiere su política económica para tener éxito.
¿Las turbulencias cambiarias de estos días están inspiradas, siquiera de manera subliminal, por la conflictividad política del Gobierno? ¿La discordia con Macri anticipa que será difícil armar un oficialismo eficaz para 2026 y 2027? Hay que detenerse ante estas preguntas. Hay que detenerse ante el misterio.
20/03/2025 a las 4:09 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El Gobierno no pudo imponer el miedo y los jubilados llenaron la plaza
Celeste del Bianco y Matías Ferrari
Página/12
20 de marzo de 2025
El Gobierno intentó de todas las maneras posibles evitar la masiva manifestación en apoyo a los jubilados. No lo logró. A pesar de las amenazas de «represión» por altoparlantes en las estaciones de trenes, las requisas en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires y el exagerado despliegue policial en el Congreso, miles de personas se movilizaron pacíficamente en contra del modelo de ajuste de Javier Milei. Tras la salvaje cacería de la semana pasada, en la calle se sintió una tensión permanente durante toda la jornada. Las mismas personas que marcharon se ocuparon de cuidarse de las provocaciones de las fuerzas de Seguridad e, incluso, identificaron algunos infiltrados y los echaron de las columnas. «Bullrich eligió mal al enemigo porque nosotros no tenemos nada que perder. De acá no nos vamos», le dijo a Página/12 Omar Godoy, un jubilado de 73 años que habló por muchos otros que no se dejaron amedrentar y llenaron la plaza.
Pese al vallado, los cortes de calle y los casi 2000 efectivos de las fuerzas federales y de la policía porteña desplegados, los manifestantes fueron copando desde temprano el epicentro de la movilización. Marcharon columnas de organizaciones sociales (como la UTEP y Barrios de Pie), gremios de la CGT (como La Bancaria, la UOM, la CATT), las dos CTA y la izquierda. El protagonismo, igualmente, fue de los jubilados y las jubiladas. Muchos de ellos autoconvocados, otros organizados en las agrupaciones que todos los miércoles se congregan frente al Congreso. Se cantó contra el FMI, contra el Presidente y contra su ministra de Seguridad. También se pidió la recomposición de las jubilaciones y el fin de la represión a la protesta social. Todo se hizo en paz: en todo momento, los que marcharon dieron cátedra de cómo controlar la calle, la última obsesión del Gobierno.
Horas después de la desconcentración, Bullrich intentó mostrarse victoriosa. Dijo haber detenido a unas 25 personas con presunto pedido de captura en los accesos a la capital. También sostuvo que secuestró «cuatro micros que venían sin ningún tipo de permiso» y que controló los accesos «para que no vengan narcohinchas de Rosario y Córdoba». Después, utilizó ese dato para sostener que «quienes van a las marchas son todos delincuentes, todos chorros».
El secretario general de UTEP, Alejandro Gramajo, le contestó en diálogo con este diarion que «en lugar de querer restringir el derecho a la protesta con semejante operativo», la ministra «debería estar precisamente persiguiendo a los narcos, que se están metiendo en los barrios a cooptar soldaditos».
LA MARCHA
En la plaza hubo varios hits. El más repetido fue «que se vayan todos». También se cantó «Trabajador/ te estamos avisando/ que tu jubilación/ te la están cagando» y el clásico «que feo, que feo, que feo debe ser, pegarle a un jubilado para poder comer». Además, hubo un palito a la CGT: «Que lo vengan a ver/ que lo vengan a ver/ los jubilados le enseñan/ cómo luchar a la CGT».
El ataque a Pablo Grillo, todavía fresco, estuvo presente de varias formas: carteles, globos y remeras. Sus compañeros fotógrafos de ARGRA levantaron sus cámaras y pidieron justicia sobre Hipólito Yrigoyen, a la altura donde recibió el disparo.
A pesar de esa situación violenta –y de tantas otras–, muchos jubilados coincidieron en que no iban a dar el brazo a torcer. «Nosotros no vamos a retroceder, no nos vamos a rendir. El gobierno de Milei, estafador y corrupto, no tiene autoridad moral para atacarnos. Eligió mal al enemigo. No tenemos nada que perder, solo nuestra dignidad y nuestro sueldo mínimo. Somos el peor enemigo que pudo haber elegido», dijo Omar, referente nacional de adultos mayores del Frente Grande.
Cerca suyo, caminaba “El Chueco”, con una Virgen de Luján en su cabeza, vestida con un manto negro y verde en una adaptación que hicieron los hinchas de Chicago. Llegó desde Ciudad Oculta y dijo que “en esta etapa de la vida, ya no tengo miedo”. Estuvo el miércoles pasado y anticipa que va a seguir en la calle cada semana: “Aunque sigan reprimiendo va a seguir habiendo gente porque el hambre permanece. Las dificultades están y la angustia cada vez es mayor y eso no se para con represión”.
EL OPERATIVO
El Congreso amaneció rodeado por vallas que impedían el paso. Varias horas antes que llegaran los manifestantes, la zona ya resultaba intransitable. El perímetro inmediato alrededor del Palacio Legislativo estuvo controlado además por varios retenes policiales. Durante varias horas, para los vecinos y comerciantes –también para la prensa– resultó una tortura poder circular. Mucho más para las columnas, que en su mayoría ingresaron a la Plaza por las laterales Virrey Cevallos y Rodríguez Peña, luego de largas vueltas. Igualmente, el Gobierno quiso dar la imagen de que habría sido imposible manifestarse, pero no lo logró.
Detrás de las rejas, sobre el asfalto semivacío de Callao y Rivadavia, se ubicaron centenares de efectivos de la Federal y gendarmes, casi todos armados con escudos, en posición expectante. Hubo decenas de camiones hidrantes y del cuerpo de Infantería, y helicópteros sobrevolando la Plaza. Algunas esquinas fueron reforzadas hasta por un vallado triple. También se colocaron inhibidores de señal y amenazó con bajar los drones que intentaran grabar desde lo alto el operativo. Pareció una zona de guerra, militarizada por demás. El escenario en el que se desarrolló la marcha pretendió constituirse en sí mismo una amenaza.
«A mi con esta patoteada de las rejas no me mandan de vuelta a mi casa ni nada. No podremos llegar al Congreso como siempre, pero al menos hoy somos muchos», dijo Mirta, una de las primeras en llegar, entrado el mediodía. Llegó sola, envuelta en una bandera argentina. «Toda la amenaza del Gobierno me importa poco. Si no me asustaron los gases del miércoles pasado, ya no me asusta nada».
El operativo incluyó además un amedrentamiento explícito en las estaciones de tren. Los usuarios tuvieron que leer en los carteles digitales mensajes intimidatorios, y oírlos también por altavoz, como si se tratara de una pesadilla orwelliana. «Protesta no es violencia. La policía va a reprimir todo atentado contra la República», decía el texto oficial que salía por los altoparlantes y que confirmaba la razón de ser de la presencia del secretario de Transporte de la Nación, Franco Mogetta, en la reunión del martes en Casa Rosada en la que se planificó el operativo, de la que participó la cúpula de la SIDE. Algunos pasajeros denunciaron, además, que en los controles policiales hasta se pedía los DNI y se revisaron algunas mochilas.
«El operativo no empezó ahora, empezó con una campaña previa, de terror. Lo hicieron en los medios, en las estaciones, sin embargo la plaza se llena y se llena, de a poco pero se llena, y eso es muy importante», dijo Eduardo, jubilado de Laferrere. «Mira, siempre funciona la estrategia del miedo en algunas personas, pero hay que luchar contra eso», explicó.
Cerca suyo estaba Carlos Dawlowski, el jubilado e hincha de Chacarita de 75 años que despertó la solidaridad de los hinchas de todos los clubes y que motorizó la marcha del miércoles pasado. Llevaba consigo dos bolsas de una panadería de Devoto que cada semana le regala sandwiches y facturas para sus compañeros. “Yo viví el 76, el 78 y el 2001, pero como esto, nunca», le contó a Página/12. «Pero este operativo no me da miedo, me da más fuerza. Si ellos van a hacerlo todos los miércoles lo que van a ver es esto: lleno de gente. Que mejor gasten la plata en los comedores, y en los chicos que no tienen para comer. Si los jubilados venimos a marchar acá es porque no tenemos para comer”, cerró.
20/03/2025 a las 4:24 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
De la represión a la amenaza y la intimidación
Melisa Molina
Página/12
20 de marzo de 2025
Luego del brutal despliegue represivo de la semana pasada, el Gobierno Nacional cambió de estrategia frente a la nueva marcha en favor de los jubilados. Desde la Casa Rosada les ordenaron a las fuerzas de seguridad que no avanzaran contra los manifestantes y se quedaran en todo momento detrás del gran vallado que montaron temprano en las inmediaciones del Palacio Legislativo y la Casa Rosada. Para combatir la protesta social eligieron esta vez la intimidación y las amenazas, que llevaron a la práctica a través de requisas en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires, operativos de control sobre los transportes de pasajeros, promesas de represión en los carteles de las estaciones de trenes y en declaraciones en los medios de comunicación. Pese a los intentos por desactivarla, la marcha fue multitudinaria y pacífica.
Desde temprano, el presidente Javier Milei estuvo en la Casa de Gobierno monitoreando lo que ocurría tanto afuera como adentro del Congreso. Con 129 votos a favor, la Libertad Avanza logró blindar en la Cámara de Diputados el nuevo acuerdo con el FMI, sin dar detalles sobre su contenido ni sus implicancias. «Nos sirve que tiren piedras porque eso los va a dejar expuestos ante la sociedad», aseguraban desde temprano en el oficialismo. Sin embargo, sus deseos no se hicieron realidad. Los intentos de aquellas personas que buscaban tirar piedras o derribar el vallado fueron rápidamente apartados por los propios manifestantes que estaban cerca. Los funcionarios cercanos a Milei, que la semana pasada aseguraban que quienes habían movilizado eran «barrabravas y delincuentes», esta vez tenían otro libreto: «Barras o no, son todos kukas».
Por más que desde el oficialismo sostuvieron que la represión del miércoles pasado fortalecía a su núcleo duro de votantes y los posicionaba mejor en las encuestas, esta vez tuvieron que revertir el accionar. Las imágenes de la gendarmería disparando una granada de gas a la cabeza del fotógrafo Pablo Grillo significaron un golpe que desde la Casa Rosada buscaron morigerar. Con el argumento de que no haya «excesos», le ordenaron a todos los efectivos se queden detrás de las vallas. «El operativo es para desincentivar la violencia y mantener el orden público», repetían cerca de Milei más allá de los deseos de Bullrich que, previo a la marcha, amenazaba: «Si hay violencia, alejarse. Las Fuerzas actuarán». Según datos oficiales, el costo del depliegue de seguridad fue de 600 millones de pesos. Mucho menor al de la semana pasada, ya que no se produjo el avance represivo. Entre los gastos se computaban viáticos especiales, comida, movilización y reemplazos de los agentes que habián participado de la jornada.
Si bien estuvo a cargo de la ministra, el operativo de seguridad esta vez fue intervenido por el «triángulo de hierro», conformado por los Milei y Santiago Caputo. Desde la semana pasada la titular de Seguridad organizó reuniones en su ministerio, pero también en la Casa de Gobierno con diferentes funcionarios, incluso de la SIDE, para planificar los pasos a seguir. Desde la oposición, tal como contó este diario, exigieron en el marco de la Comisión Bicameral de Inteligencia que citen a Bullrich, al titular de la SIDE Sergio Neiffert, a su segundo, Diego Kravetz, y al titular de la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal, Ricardo Ferrer, porque, al participar de esas reuniones, consideran que los funcionarios incumplieron con la ley 25.520 de Inteligencia.
El miércoles por la mañana se comenzó a conocer cómo sería el operativo que Bullrich preparó junto a los funcionarios de la Casa Rosada. Tanto la Plaza de Mayo como el Congreso amanecieron vallados y, desde temprano, hubo controles en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires con gendarmes que pedían documentos, revisaban bolsos y preguntaban a dónde iban los pasajeros. Llegaron a utilizar inspectores de la agencia de recaudación tributaria ARCA para controlar documentación de los choferes y transporte.
También pasaron amenazas por altoparlantes en las estaciones de trenes en las que repetían: “Protesta no es violencia. La policía va a reprimir cualquier atentado contra la República”. El mensaje, que además aparecía escrito en las pantallas, se replicó tanto en las estaciones de Once como en la de Constitución y era reproducido por la empresa estatal Trenes Argentinos. Bullrich, como parte de la provocación, el miércoles temprano publicó en sus redes un escrito en el que decía que el ministerio iba a pagar una recompensa de 10 millones de pesos a quienes, por teléfono, «brinden datos útiles que permitan identificar y capturar a los responsables de los disturbios y delitos».
Milei y su hermana estuvieron en Balcarce 50 todo el día. Cerca del mediodía Karina recibió a Bullrich para seguir los detalles del operativo –ella es secretaria general de la Presidencia y tiene a su cargo Casa Militar–. Por la tarde llegó a Balcarce 50 el ministro de Economía, Luis Caputo para esperar junto a los Milei la votación. Una vez que se aprobó, el ministro subió a sus redes sociales una foto en la que él y Karina estaban sonriendo y Milei aparecía serio con sus pulgares en alto. «129-108 VLLC!!», escribió. Milei compartió la misma foto y también puso «Viva la libertad carajo».
El jefe de gabinete Guillermo Francos, que en la previa de la marcha había dicho que «si hay una situación de uso de la violencia, se utilizará la represión», no estuvo siguiendo el minuto a minuto del operativo, como sí los Milei, Santiago Caputo y Bullrich. Francos y el titular de Interior, Lisandro Catalán, se encargaron de las negociaciones para conseguir los votos y que se apruebe en Diputados el acuerdo con el FMI. El día anterior a la votación, Francos se reunió con los gobernadores de Catamarca, Raúl Jalil, de Tucumán, Osvaldo Jaldo y de Salta, Gustavo Saénz y el día de la sesión con el gobernador de Neuquén, Rolado Figueroa.
20/03/2025 a las 4:31 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un respirador artificial para un Milei que sigue asfixiado
Diego Genoud
El Destape
19/3/025
El gobierno de Javier Milei puede sentir algo de alivio. Logró blindar el decreto endeudador con el apoyo de la mayoría de los diputados (129 a 108). Así consiguió un respirador artificial y calmar por un rato la sed de los fondos de inversión de Wall Street. La Libertad Avanza consiguió que el PRO, los gobernadores colaboracionistas de la UCR y el PJ, el radicalismo, la Coalición Cívica y la mayor parte del bloque de Miguel Ángel Pichetto le dieran a Milei el aval para volver a endeudar a la Argentina. La casta levantó la mano para darle un cheque en blanco al panelista que se cansó de humillarla.
Por segunda vez en ocho años y con Luis Caputo al frente, la derecha decide contraer un compromiso que es impagable y condiciona a las futuras generaciones. Con el recurso gastado de la responsabilidad institucional, el colaboracionismo transversal le dio vía libre a Milei y a Caputo para que hagan lo que quieran sin lograr a cambio ningún tipo de información. Un acuerdo a ciegas o un cheque en blanco para un ministro de Economía que no da explicaciones, huye del Congreso y solo le habla a su platea cautiva.
El apoyo al DNU de la deuda es un doble síntoma. Por un lado, demuestra que Milei no tiene nada de disruptivo: es parte de una dirigencia tildada en la dependencia con el FMI y el recurso adictivo de la deuda. Por el otro, ante el descontrol inflacionario y la frustración que provocó el gobierno del Frente de Todos, la mayoría de la sociedad argentina decidió apostar una vez más a sus verdugos.
Sin embargo, el gobierno de la extrema derecha tiene también una larga lista de motivos para preocuparse. El acuerdo con el FMI, si es ratificado en las próximas horas, puede implicar condicionamientos y un salto del dólar que Milei plancha como principal método para llegar a las elecciones con aire. La ficción del superpeso tiene los días contados y el negocio del carry trade pasa a mejor vida. Si a Mauricio Macri no le alcanzaron 44 mil millones de dólares para lograr la estabilidad que quería y ser reelecto, ¿a Milei le van a alcanzar 10 mil o 20 mil con este esquema inviable?
En el Congreso, el oficialismo abrió un año con dificultades que se profundizaron a partir de la estafa de $Libra y todavía tiene que aprobar los pliegos de los insólitos jueces de la Corte Ariel Lijo y Manuel García Mansilla. Pero lo más importante de los últimos días estuvo en las calles. El operativo de terror que organizó Patricia Bullrich a través de los medios oficialistas y el transporte para impedir que los manifestantes llegaran a la Plaza de los Dos Congresos fracasó. Los Gomez Fuentes de Milei repiten su vamos ganando y dicen que la concentración fue pobre, pero las cuadras que van desde el Congreso hasta la avenida 9 de Julio estuvieron ocupadas por mujeres y hombres, jóvenes y viejos, en un clima tenso pero también festivo.
Fue una movilización distinta, con más presencia de organizaciones, con menos margen para la espontaneidad, pero con mucha gente. Enfrente, el operativo represivo de la ministra se limitó a vallar el Congreso, pero no desató una cacería como había sucedido siete días atrás, cuando la Gendarmería disparó en forma criminal contra los manifestantes y fotógrafos como Pablo Grillo. Aunque no pueda ni quiera admitirlo, Bullrich retrocedió y no cumplió con la amenaza en la que incluso muchos opositores habían creído. Después de que todas sus mentiras quedaran desautorizadas y la identificación de barras que difundió el gobierno se revelara como un chiste, la ministra de Seguridad ordenó un operativo distinto y tuvo que tragarse su sadismo represivo. No hubo lluvia de gases desde temprano como sucedió el 12 de marzo, ni disparos en línea horizontal. Bullrich se había quedado sin margen para reprimir y la prioridad del gobierno era aprobar el salvavidas de plomo del acuerdo con el Fondo.
La movilización confirmó que el gobierno no tiene el control de la calle y que la represión no va a impedir nuevas marchas. Pero además demostró que la oposición a Milei no especula y que lo que pase afuera del Congreso tiene tanto o más valor que lo que pase adentro.
La defensa de las instituciones y de la democracia suele omitir un capítulo crucial. La dirigencia política llega por el voto popular pero en muchísimos casos forma parte de un sistema de poder que funciona de espaldas a la sociedad, en absoluta opacidad y al servicio del poder económico. Como el acuerdo con el Fondo, que avalaron los gobernadores peronistas Osvaldo Jaldo, Gustavo Sáenz y Raúl Jalil. Si hay posibilidad de que ese comportamiento se altere es porque a nivel social Milei tiene un consenso limitado y una oposición heterogénea que no compra sus espejitos de colores y está dispuesta a movilizarse en contra de la política del gobierno.